Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Documento 14 de los Archivos de Isaac Alexander. 24 de diciembre de 1946. Port de la Selva


Rosa (4)
Hanna era bella. Querida Pepa ¡qué misterio encierra esa palabra! Para mí la belleza tiene siempre algo de extraño en las proporciones como tan bien explicó el maestro Poe. Y Hanna participaba de esa desproporción que en su justa medida -valga la paradoja- genera lo bello. Cuando la conocí acababa de cumplir los diecinueve años. No era muy alta, un metro sesenta como mucho, pero tampoco era baja; tenía esa altura que permite al hombre pasar el brazo sobre sus hombros como si fuera manto para protegerla de todo peligro. No era delgada y sí pálida. Su cuello era largo y su cabeza de forma ovalada, de amplia frente algo estrecha, de ojos negros, de nariz a punto de ser grande y de labios gruesos como fresones en mayo, me recordó el retrato que de la poetisa Safo se hizo en Pompeya en el siglo I a.C. ¡Así de antigua era su belleza! Y como en la clásica estatuaria griega sus caderas y sus senos prometían sin género alguno de duda una segura fecundidad. La recuerdo entrando en el salón a las doce y veintitrés mimutos del mediodía según el reloj de pie que, pegado a la jamba de la puerta, parecía ser su pareja de baile cuando ella se detuvo y sus ojos me miraron por primera vez. El dolor íntimo del flechazo primero en la vida es el más certero. ¡Cómo, Pepa, me dolió el amor que de inmediato sentí por ella! ¡Qué dolor lleno de esperanza! ¡Qué dolor lleno de temor!

Cuento

Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/04/2017 a las 13:05 | Comentarios {0}


1.- Creer en Dios es, en esencia, un sentimiento vacío.

2.- Alabar, seguir las mascaradas que se hacen en torno a Dios es un atentado contra la creencia pura.

3.- No se puede creer en Dios si Dios fuera

4.- Menos se puede creer con devoción y hondo sentimiento en las mascaradas que se hacen alrededor de eso llamado Dios.

5.- La Semana Santa es baile de máscaras del Demonio; es la quintaesencia del Ángel Caído. Espantosas las imágenes. Espantosos y horteras los disfraces de los que participan en la procesión (teatro de calle aburrido y feo).

6.- La saeta sería lo único salvable si no fuera por las letras (y muchas veces por el cante)

7.- La devoción de la Cruz es blasfemia contra el Cristo.

8.- Los pasos se pierden en el dédalo de su propio churriguerismo.

9.- La santificación de la muerte sigue ese destino trágico que invade la condición humana desde que tenemos conocimiento de nosotros.

10.- Lo trágico con mantilla y peineta tiene algo de cerrado y sacristía, de masturbación colectiva, de soflama sin fuego.

11.- No hay pasión en la muerte. La Semana Santa es en sí misma una contra-veneración.

12.- Nadie que ame la vida puede acudir sin sentirse sucio y maldito a un paso de Semana Santa.

13.- Cristo muere por la vida no por la muerte (si es que existió eso llamado Cristo). En todo caso sí existe la idea de eso llamado Cristo. La idea de eso llamado Cristo es un mensaje -esenio en muchos aspectos- de Luz, no de sombras y capirotes.

14.- La Semana Santa es un contra-Cristo.

15.- La Semana Santa es la exaltación del terror de la Iglesia Católica. La sumisión por el Terror. Esa religión represiva, sucia, depravada que no alienta el amor entre los hombres sino la discordia y el castigo. La Semana Santa es un tiempo castrador.

16.- Es curioso que a tantos les guste las épocas de castración.

17.- La Semana Santa es la Conmemoración Anual de la Victoria del Cabrón.

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/04/2017 a las 00:56 | Comentarios {2}


Documento 14 de los Archivos de Isaac Alexander. 24 de diciembre de 1946. Port de la Selva


Como si volviéramos de una guerra de trincheras y no de las aulas y las tabernas de Salzburgo, así llegamos Friedrich y yo a la casa de sus padres. Nos recibió Magdeleine, la tata, una mujer de origen alsaciano que debía frisar ya la cincuentena y que tenía esas redondeces que para mí siempre, como muy bien sabes, han supuesto pecado de tentación. Regañó a mi amigo mientras le besaba. A mí me miró desdeñosa y me espetó, Seguro que es usted el que lleva a mi niño por el camino de la perdición. Yo, bajando la cabeza, tomé su mano -áspera de labores- y rozándola con mis labios le contesté, Desde ahora estoy dispuesto a recibir su castigo. Ella retiró la mano y no pudo evitar que sus labios se distendieran en una pequeña sonrisa. ¡Hala, aseaos un poco antes de saludar a tus padres!
¡Ay, Pepa, cómo añoro aquellos días en los que todo tenía el aire de lo nuevo y de lo viejo a la vez! Podría describirte la mansión de mi amigo y te resultaría tan familiar como la mansión de los Budenbrok. Era una casa donde se respiraba la elegancia y la austeridad de una rica familia de industriales judíos. La madre de Friedrich, Sarah, tenía el aire melancólico y bello de una Salomé trágica y su padre Edmund cuyo carácter respondía al tipo sanguíneo derrochaba campechanía y altivez a partes iguales. Yo espero que lo que hemos vivido no me haya arrebatado del todo ese ápice de ingenuidad necesario siempre para alcanzar las más altas cimas que uno pretenda conquistar. Tú sabes que para mí el amor de una mujer es el afán supremo porque en él el mundo se diluye en un abrazo y el juego de la seducción conjuga las artes de la guerra y de la paz. Fue en aquella casa, en aquella primavera del año 1935, en la ciudad austriaca de Linz donde por primera vez osé atacar mi primer Everest. Aquel Everest era la hermana de Friedrich. Aquel Everest se llamaba Hanna.

Cuento

Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/04/2017 a las 12:29 | Comentarios {0}




Cuando la luna crece inyecta en mis venas -como todos los meses- el veneno del teatro

 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/04/2017 a las 17:56 | Comentarios {0}


Músculo antes de partir. Fotografía de Olmo Z. De la serie Espasmos. Fecha desconocida
Músculo antes de partir. Fotografía de Olmo Z. De la serie Espasmos. Fecha desconocida
Puedo llegar hasta la orilla verde y escuchar un blues tocado en una guitarra eléctrica
Puedo, soy, un negro de los bajos fondos de algún pueblo perdido de Louisiana y me vendo al por mayor en Canal Street
Sé decir a la luna que me enseñe las bragas y escupir lentamente la canción que nunca llegará al olvido
Puedo desenvolverme en esta mesa y aguantar la turba que crece en los cajones y aún así, aún pudiendo con todo
no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Puedo esconder la lámpara y aflojar todas las bombillas
Puedo no soñar con sótanos ni con casas laberínticas y me asusta cuando crecen mis uñas y no soy consciente de que el invierno pasa
Sé que el espejo miente
sé que la paja es amarilla
sé que el asfalto tiene una porción nada despreciable de alquitrán
y que el cuchillo significa algo más que una herramienta
Me siento, me sé sentir el muchacho del banjo y cuando el agua caliente cae a mi espalda algunas mañanas
establezco pronto la relación entre ese calor y un abrazo de mujer desnuda
Puedo desmayarme en el camino y cantar las notas de un viejo romance si a lo lejos he escuchado el grito de un animal al que no le deben de estar haciendo mucho bien y cuando una mujer pasa y me dice sonriendo qué agradable su canto y se aleja, soy capaz de llorar en silencio y escuchar el trino de los patos
Puedo desmelenar a un león
Puedo sacrificar mi biblioteca
Puedo sentir en mis dedos la pulsión que se ha generado en algún lugar de mi cerebro
Tan sólo no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Puedo barruntar esquelas y martillos
Puedo alardear de babas y tampones
Puedo mascullar tiros y sonrisas
Puedo manejar aspas, derribar tilos, amasar tinta y arrullar compactas masas de cilindros
Decido que la tarde tenga aire de jardín italiano y manejo al autor ebrio
La noche entonces se declara en huelga
La monja cuelga los hábitos en el campanario
Un coño se hunde por la colina
y grita alguien la paz del muerto
Puedo, puedo mirarlo
Puedo devanarme los hilos y hasta contarlos y dejar las tijeras sobre la mesa y mirar la palabra en el diccionario
y quemar las cenizas y abrochar con dulzura el último botón de la camisa
Tan sólo no puedo arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
Es el ahogo al que puedo
Es la juntura a la que someto
Es la voz sin misericordia y sin clemencia de la que abjuro
O la bruja que tomó el anillo del que iba a ser embrujado y se convirtió en cigüeña
Todo este silencio es soplo de cristal
El hielo que se está desgajando de uno de los dos polos navegará por aguas tranquilas
y al cruzar el Cabo de Hornos, ¡hoy, cinco de abril de dos mil diecisiete! alguien se atravesará con un aro el lóbulo de su oreja
No voy a maldecir a las escolopendras aunque podría
Ni voy a someter a tortura el paño con el que me limpio el semen aunque podría
Ni voy a llamar al sol para que me queme aunque podría
Ni me voy a lamentar de la herida que se abrió en mi vientre aunque podría
Tan sólo no podría arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
arrancarme la orquídea que me oprime el pecho
la orquídea que me oprime el pecho
que me oprime el pecho
el pecho
arrancarme la orquídea
tan solo no podría

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2017 a las 00:11 | Comentarios {0}


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