La diferencia entre cieno y limo es que el primero es la mezcla de agua y sedimentos arcillosos que se forma en el fondo de las aguas detenidas y el segundo es el conjunto de partículas minerales muy finas que, arrastradas por las aguas, se depositan en el fondo y en las orillas de los ríos. Al cieno se le asemeja con el fango; al limo con el lodo o con el barro.
Tendré entonces que escribir: Sé que en fondo del pantano, cubierta por el cieno, la pelota roja se irá pudriendo.
También ahora sé que -por mucho que queramos- en el fondo de los lagos no habita el limo -palabra más poética, menos arrastrada que cieno de donde ciénaga o cenagal-.
De donde en el fondo de los lagos siempre hay un cenagal.
A veces, y pecando de impreciso, llamaré al cieno limo y al pantano lago porque no puedo afirmar sin duda alguna que estoy despierto y no sueño o que sueño un pantano que mi percepción recibe como lago.
La pelota roja es un tesoro. Si alguna vez tú, lector querido, navegas por las aguas del pantano y arrastra tu barca una red y en la red atrapas la pelota roja, has de saber que habrás encontrado uno de los tesoros más preciados. Porque la pelota roja es maciza y de unas proporciones perfectas para lanzarla; además los botes que provoca al bajar desde los aires son tan poderosos -e imprevisibles- que obliga a quien la persigue a tener a punto los reflejos y a ser ágil como el sabor de la uva madura en la boca.
Yo no tengo barca y a veces sueño un lago. Acepto con Descartes que nada de lo que doy por cierto ha de serlo excepto el pensamiento y porque pienso lago en vez de pantano, sé que soy Fernando o cuando menos que en ocasiones soy Fernando y que Fernando se define, única y exclusivamente, porque también piensa pantano en vez de lago.
En todo caso, si fuera un sueño, si la pelota roja se va hundiendo en el cieno del pantano en el sueño que yo creo ser vigilia, no me cabe la menor duda de que es muy posible que tú, querido lector, puedas soñar que es la madrugada, que el cejo flota sobre las aguas del pantano como si quisiera cubrirlo con un mantón de frío y humedad, que hundes tu remo en las aguas invisibles y escuchas el sonido del agua hendida con el escalofrío propio de quien se siente solo en un espacio inseguro y que de repente una carpa negra y prehistórica, con su aleta caudal, lanza al aire la pelota roja y ésta rompe el cejo (mantón que se deshilacha por la labor paciente de un gato) y cae en la cesta que llevaste contigo y que dejaste abierta en el fondo de la barca.
Y yo os digo -sea vigilia o sueño-, os digo, ¡En el cieno del pantano reposa el tesoro de la pelota roja!
Tendré entonces que escribir: Sé que en fondo del pantano, cubierta por el cieno, la pelota roja se irá pudriendo.
También ahora sé que -por mucho que queramos- en el fondo de los lagos no habita el limo -palabra más poética, menos arrastrada que cieno de donde ciénaga o cenagal-.
De donde en el fondo de los lagos siempre hay un cenagal.
A veces, y pecando de impreciso, llamaré al cieno limo y al pantano lago porque no puedo afirmar sin duda alguna que estoy despierto y no sueño o que sueño un pantano que mi percepción recibe como lago.
La pelota roja es un tesoro. Si alguna vez tú, lector querido, navegas por las aguas del pantano y arrastra tu barca una red y en la red atrapas la pelota roja, has de saber que habrás encontrado uno de los tesoros más preciados. Porque la pelota roja es maciza y de unas proporciones perfectas para lanzarla; además los botes que provoca al bajar desde los aires son tan poderosos -e imprevisibles- que obliga a quien la persigue a tener a punto los reflejos y a ser ágil como el sabor de la uva madura en la boca.
Yo no tengo barca y a veces sueño un lago. Acepto con Descartes que nada de lo que doy por cierto ha de serlo excepto el pensamiento y porque pienso lago en vez de pantano, sé que soy Fernando o cuando menos que en ocasiones soy Fernando y que Fernando se define, única y exclusivamente, porque también piensa pantano en vez de lago.
En todo caso, si fuera un sueño, si la pelota roja se va hundiendo en el cieno del pantano en el sueño que yo creo ser vigilia, no me cabe la menor duda de que es muy posible que tú, querido lector, puedas soñar que es la madrugada, que el cejo flota sobre las aguas del pantano como si quisiera cubrirlo con un mantón de frío y humedad, que hundes tu remo en las aguas invisibles y escuchas el sonido del agua hendida con el escalofrío propio de quien se siente solo en un espacio inseguro y que de repente una carpa negra y prehistórica, con su aleta caudal, lanza al aire la pelota roja y ésta rompe el cejo (mantón que se deshilacha por la labor paciente de un gato) y cae en la cesta que llevaste contigo y que dejaste abierta en el fondo de la barca.
Y yo os digo -sea vigilia o sueño-, os digo, ¡En el cieno del pantano reposa el tesoro de la pelota roja!
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/09/2017 a las 18:58 | {0}