No conoce la rabia del murciélago
apenas ha volado
más allá de una nube un viernes (cuando aún no existía esta nostalgia)
Se ha dejado empapar por la lluvia de la semana
y ha olido, sí, ha olido, lo que ahora cubre otro monte
Ha resuelto la cadencia
Ha desentrañado un manifiesto matérico (sin leerlo siquiera) como a veces se ahonda en la serpiente sin rozar su piel
No ha desencadenado el enigma
No ha decidido apartarse hasta la higuera y bajo su sombra alcanzar la perfección
porque no conoce ese concepto y rehúye con extraña antipatía a los dogmáticos de cualquier dogma
(se pregunta a menudo mientras obra por qué le resulta reaccionario aquel sabio que sabe lo que es mejor para los hombres y discierne mientras lucha contra un texto -de este señor tan culto- por qué habría que basarse en los mejores de la especie para alcanzar no sé qué extraño grado de excelencia)
Los mejores, se dice
Los mejores, se repite
Hay en su paso un desafío a su propia física
Hay en su cansancio un rendirse a la evidencia (que el sol y un paisaje bello son aliados naturales del amor)
Hay en su enfado por estar incomunicado, la ansiedad de la distancia, el imposible eco de una voz
Deshecho (como papel bajo la lluvia)
hay noches en las que la extrema soledad que ha elegido le persigue como Erinia
hay noches en que cuando se arropa con el edredón siente la congoja del niño que ve alejarse a la madre que le ama (porque hay madres que no aman a sus hijos) por el pasillo y él se queda en la oscuridad de su cuarto, indefenso ante los monstruos que la noche ampara
Repite como un mantra la palabra Antofagasta
porque nada le dice
porque a nada le recuerda
y luego se atreve a reventar sus sesos
cuando genera en su garganta
Perla del Norte
apenas ha volado
más allá de una nube un viernes (cuando aún no existía esta nostalgia)
Se ha dejado empapar por la lluvia de la semana
y ha olido, sí, ha olido, lo que ahora cubre otro monte
Ha resuelto la cadencia
Ha desentrañado un manifiesto matérico (sin leerlo siquiera) como a veces se ahonda en la serpiente sin rozar su piel
No ha desencadenado el enigma
No ha decidido apartarse hasta la higuera y bajo su sombra alcanzar la perfección
porque no conoce ese concepto y rehúye con extraña antipatía a los dogmáticos de cualquier dogma
(se pregunta a menudo mientras obra por qué le resulta reaccionario aquel sabio que sabe lo que es mejor para los hombres y discierne mientras lucha contra un texto -de este señor tan culto- por qué habría que basarse en los mejores de la especie para alcanzar no sé qué extraño grado de excelencia)
Los mejores, se dice
Los mejores, se repite
Hay en su paso un desafío a su propia física
Hay en su cansancio un rendirse a la evidencia (que el sol y un paisaje bello son aliados naturales del amor)
Hay en su enfado por estar incomunicado, la ansiedad de la distancia, el imposible eco de una voz
Deshecho (como papel bajo la lluvia)
hay noches en las que la extrema soledad que ha elegido le persigue como Erinia
hay noches en que cuando se arropa con el edredón siente la congoja del niño que ve alejarse a la madre que le ama (porque hay madres que no aman a sus hijos) por el pasillo y él se queda en la oscuridad de su cuarto, indefenso ante los monstruos que la noche ampara
Repite como un mantra la palabra Antofagasta
porque nada le dice
porque a nada le recuerda
y luego se atreve a reventar sus sesos
cuando genera en su garganta
Perla del Norte
Documento 5º de los archivos de Isaac Alexander. Enero de 1946. Portbou.
Glosa a Ovidio en su Metamorfosis, III, 320-338
Dicen que habiendo bebido más de la cuenta Júpiter un día, y dejado los graves cuidados que le ocupaban, se divertía con Juno, estando ésta ociosa y de buen humor y, entre otras cosas, le dijo: "Yo me inclino a creer que las mujeres tienen más placer que los hombres en el comercio del amor." Juno le respondió que no era de tal opinión y para determinar esta contienda concertaron que decidiese el sabio y justo Tiresias, que había gustado del amor bajo los dos sexos porque, habiendo hallado cierto día en un bosque dos serpientes que estaban copulando, las hirió con su báculo y, al punto, (¡cosa admirable!) fue transformado en mujer y vivió siete otoños vida penosa. Al octavo, volviendo a encontrar las dos serpientes, asimismo juntas y ligadas, dijo: "Si es tanto el poder de vuestra herida que a quien os hiere dais opuesto sexo, también ahora he de heriros." Apenas lo había hecho, cuando adquiere la primera forma y figura con que había nacido. Nombrado éste por juez en causa jocosa, confirma el parecer de Júpiter. Sentida Juno más de lo justo, castigó al juez, privándole de la vista; pero Júpiter, por esta pérdida (porque dios no puede deshacer lo que otro dios ha hecho), le concedió el don de prever el futuro, compensando así el daño que Juno le infligiera.
Glosa: De la mujer y el hombre nace el mundo. El origen, sin embargo, es indiscutiblemente femenino. Y tengo para mí que si el hombre -en el comercio amoroso- hace gozar a la mujer hasta el delirio y hurga en sus más íntimos placeres con todos los miembros articulados que Naturaleza le otorgó y la mujer llega al orgasmo varias veces, dejando exhalar de este modo el gozo del ser, entonces el mundo nacido de entre ellos será un mundo de placer -por su origen-, hermoso como la tarde gris y verde; hermoso como el sonido de la lluvia en el bosque; hermoso como el horizonte al alcance de la mano; hermoso como la plegaria honda del creyente; hermoso como el dolor que quedó atrás y para siempre.
Glosa: De la mujer y el hombre nace el mundo. El origen, sin embargo, es indiscutiblemente femenino. Y tengo para mí que si el hombre -en el comercio amoroso- hace gozar a la mujer hasta el delirio y hurga en sus más íntimos placeres con todos los miembros articulados que Naturaleza le otorgó y la mujer llega al orgasmo varias veces, dejando exhalar de este modo el gozo del ser, entonces el mundo nacido de entre ellos será un mundo de placer -por su origen-, hermoso como la tarde gris y verde; hermoso como el sonido de la lluvia en el bosque; hermoso como el horizonte al alcance de la mano; hermoso como la plegaria honda del creyente; hermoso como el dolor que quedó atrás y para siempre.
Invitados
Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/05/2016 a las 14:51 | {0}
Documento 4º de los archivos de Isaac Alexander. Enero de 1946. Portbou.
Glosa al soneto de Lope de Vega
Desmayarse, atreverse, estar
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
[furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y
[reposo,
mostrarse alegre, triste, [humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Invitados
Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/05/2016 a las 14:12 | {0}
Que duerme (y late alta la madrugada)
Duerme con el algodón húmedo
(existen las viscosidades anchas como también existen las alas)
Techo
Corona
El fin que es el principio...
Érase una vez
Érase el polvo
Érase un sonido entre dos grandes intervalos de silencio
(así nace el mundo)
Que duerme (sin inquietud y sin sosiego, en la frontera justa entre la injusticia y el sueldo)
Varapalo
Candela
Lo verde al quedar mohíno se vuelve pardo (lo pútrido)
Salve Regina
Corazón huido
Érase la costilla
Érase el desierto
Érase el vals roto (el vals siempre fue un baile mortuorio)
Que duerme muerto (late sí el corazón) (dormir es morir con sístoles y diástoles)
Esa vela se despliega
Ese nombre mudo no se pronuncia
El huracán degenera
El volcán tan sólo humea
Érase la pulcritud
Érase la uña cortada y perdida en el sumidero
Érase la bolsa marsupial
Duerme con el algodón húmedo
(existen las viscosidades anchas como también existen las alas)
Techo
Corona
El fin que es el principio...
Érase una vez
Érase el polvo
Érase un sonido entre dos grandes intervalos de silencio
(así nace el mundo)
Que duerme (sin inquietud y sin sosiego, en la frontera justa entre la injusticia y el sueldo)
Varapalo
Candela
Lo verde al quedar mohíno se vuelve pardo (lo pútrido)
Salve Regina
Corazón huido
Érase la costilla
Érase el desierto
Érase el vals roto (el vals siempre fue un baile mortuorio)
Que duerme muerto (late sí el corazón) (dormir es morir con sístoles y diástoles)
Esa vela se despliega
Ese nombre mudo no se pronuncia
El huracán degenera
El volcán tan sólo humea
Érase la pulcritud
Érase la uña cortada y perdida en el sumidero
Érase la bolsa marsupial
Carta que me envía el enfermero del manicomio de Acra.
En el manicomio de Acra estaba internado Olmo Z.
Durante un tiempo soborné a este enfermero para que me enviara los textos que Olmo Z. escribía durante su internamiento.
Estimado señor Loigorri (escribe mal mi apellido o quizás su máquina de escribir no contenga la "y"):
Porque imagino que usted siente cierto amor por el loco Olmo Z. -al que aquí todos llamamos Expósito- me permito escribirle estas líneas para informarle de que el enfermo mental Expósito u Olmo Z. ha escapado del manicomio en la madrugada entre el 1 y el 2 de mayo del año de nuestro Señor de 2016.
También le informo de que el enfermo mental Expósito está herido. Su huída está marcada por un reguero de sangre; esta hemorragia quizá sea debida a los cortes que hubo de producirse al saltar el muro que rodea el edificio y cuya coronación está sembrada de cristales rotos.
Dada la voz de alarma, un grupo de vigilantes y servidor salimos en su persecución al rayar el alba; seguimos el rastro de su sangre hasta que de improviso, y para sorpresa nuestra, el rastro desapareció de golpe, en mitad del desierto, a unos siete kilómetros. Uno de los vigilantes, de la tribu Fula, y gran rastreador se mostró sorprendido por este hecho y lo achacó a dos posibilidades: una que alguien le esperara y lo trasladara en algún tipo de transporte curándole la hemorragia y borrando el rastro o -y por ésta se inclina el vigilante- que el Gran Espíritu del río Gambia, al oler la sangre, lo haya llevado consigo para convertirlo en alimento de su fauna.
Si diéramos con el cadáver de Olmo Z. o lo halláramos vivo me pondré en contacto con usted. También le rogaría que si usted tuviera noticias suyas tuviera a bien comunicármelo. Y por último, la ayuda que me enviaba me permitía dar de comer a los míos todos los días. Ójala pueda usted seguir enviándomela.
Su seguro servidor.
Porque imagino que usted siente cierto amor por el loco Olmo Z. -al que aquí todos llamamos Expósito- me permito escribirle estas líneas para informarle de que el enfermo mental Expósito u Olmo Z. ha escapado del manicomio en la madrugada entre el 1 y el 2 de mayo del año de nuestro Señor de 2016.
También le informo de que el enfermo mental Expósito está herido. Su huída está marcada por un reguero de sangre; esta hemorragia quizá sea debida a los cortes que hubo de producirse al saltar el muro que rodea el edificio y cuya coronación está sembrada de cristales rotos.
Dada la voz de alarma, un grupo de vigilantes y servidor salimos en su persecución al rayar el alba; seguimos el rastro de su sangre hasta que de improviso, y para sorpresa nuestra, el rastro desapareció de golpe, en mitad del desierto, a unos siete kilómetros. Uno de los vigilantes, de la tribu Fula, y gran rastreador se mostró sorprendido por este hecho y lo achacó a dos posibilidades: una que alguien le esperara y lo trasladara en algún tipo de transporte curándole la hemorragia y borrando el rastro o -y por ésta se inclina el vigilante- que el Gran Espíritu del río Gambia, al oler la sangre, lo haya llevado consigo para convertirlo en alimento de su fauna.
Si diéramos con el cadáver de Olmo Z. o lo halláramos vivo me pondré en contacto con usted. También le rogaría que si usted tuviera noticias suyas tuviera a bien comunicármelo. Y por último, la ayuda que me enviaba me permitía dar de comer a los míos todos los días. Ójala pueda usted seguir enviándomela.
Su seguro servidor.
F.A.
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¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/05/2016 a las 13:27 | {0}