Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Te ha visto a vista de pájaro
Por mucho que el hombre quiera hay en su debe una desdicha que no atempera el paso de los siglos
Ibas cogida de su mano
el monte era bajo
el rumor, a lo lejos, de aquello ahora azul (en la noche negro)
no impedía que él escuchara una conversación de amantes
No era sueño (semper dolens)
La habitación guardaba en su interior el rastro (o resto) de tu olor a mujer dormida
Cada llave no encontraba su cerradura
Cada tecla producía una nota distinta a la esperada
No agobiaba el aire ni las alas extendidas
agobiaba -a vista de pájaro- tu mano enlazada con la suya
Piensa -mientras vuela- ¡Vuelve, Ifigenia, vuelve!
Anhela la infinitud que nos espera -breve lapso es éste al que nos aferramos como el sarmiento se retuerce o la parra se monta sobre sí misma; breve lapso de este ir hacia la nada, siglo a siglo, traza a traza; breve lapso las alas desplegadas; breve, brevísimo el tiempo en que os besasteis una madrugada-; planea sobre una gran llanura con los colores propios del invierno y llega a llorar por una rama que acaba de caer del único rosal.
Tú sigues caminando a su lado, de su mano cogida, observando los avances de una obra de ingeniería en un pueblo con nombre de moñiga; él pájaro, alas abiertas, la mañana avanza, no hay huella -porque en el aire el aleteo no imprime nada-, su ojos se han distraído de tu mano al advertir la carrera de un ratón de campo hacia su madriguera y el hambre entonces, el hambre de pájaro, el hambre llama a la carne...
No mires hacia arriba, mujer a otra mano cogida, que le verás volar en círculos
y descubrirás que no es más que un buitre a la espera
largo cuello como de cisne
marisma como estanque
olor a limo como perfume
la mañana huye, tu mano enlazada se mantiene
él -pájaro en lo alto- volando en círculos, probablemente buitre

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/12/2016 a las 12:43 | Comentarios {3}





Se dijo: en la penumbra de la pieza ellos dos lo iluminaban todo
Sabe su boca
También el alba, a veces, se pinta con rouge
Lejos: las olas
Grecia no fue como la imaginaba Goethe
Tampoco este amor es como lo imaginaba él
La llanura hace un quiebro al fondo
Hay un escultor que pide a Afrodita el milagro de la carne en el mármol
dicen que la diosa se lo concedió
La carne en el mar de Alborán
como un paisaje de Oz se atribuye el milagro y el dos
Sabe el sostén
Sabe la baya (una miniatura roja al fondo)
Los días pasan
Diciembre es frío

 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/12/2016 a las 13:23 | Comentarios {0}


En la huella del jabalí no hay nada (es cierto que la tierra está removida y hay un destrozo evidente de matorrales; es cierto que el corazón se trastoca recordando las batallas a muerte entre ellos, las jaurías y los hombres griegos -lanzas, carros, perros-; es cierto que la oscura pesadumbre de las nubes en noviembre y el conocimiento del celo de sus hembras añaden incertidumbre y riesgo). Afirmo que en la huella del jabalí no hay nada que avise -son sólo ejemplos- de muerte o de mutilación de tendones o de sangría por vena cortada con sus poderosas y afiladas navajas; en la huella del jabalí sí se encuentra un resto de deseo y en ese resto se afirma la contingencia del vivir porque la huella del jabalí en la tierra húmeda de noviembre no es más que el rastro que la vida deja en nuestras vidas. ¿Qué es ese tiempo que acaba de pasar? ¿Dónde ha ido, Areta? ¿Qué es esa concepción del Tiempo que como la huella nos dice que algo estuvo y ya no está? Todo en el tiempo es pérdida. Si no estuviste ya no estarás nunca y ese no tiempo también es pérdida. La huella del jabalí no es el jabalí como el charco formado por la últimas lluvias no es la lluvia ni las caricias que se dieron sirven para recrear las caricias que nunca se dieron. La mujer de esta mañana ya nunca volverá a ser la mujer de esta mañana ni tampoco la risa que se produjo ante un cuadro de Olga Sakarov se volverá a producir nunca. El tiempo sólo deja ruinas tras de sí. La función del tiempo es la ruina como la función de la huella del jabalí es saber que el jabalí ya no está allí (ni sus fauces, ni sus pezuñas, ni su pelo lleno de parásitos, ni sus gruñidos, ni su hocico, ni sus ojos negros y juntos, ni el aire que le rodeaba, ni las nubes que han convertido el monte en un extraño templo -tan oscuro todo como de continua pasión-; como tampoco los besos del hombre de cabellos rizados y oscuros existirán nunca jamás -¡aquellos, aquellos cabellos!- ni tampoco la sonrisa sobre la almohada de una mujer teñida de rubio que jugueteó con su tesoro hasta romperlo -así de peligroso es jugar en exceso con lo que se considere tesoro-; ni existe la decepción que acaba de pasar; la que está ahora, ésta, es nueva y ya ha dejado de ser -a veces me pregunto qué probabilidad existe de dejar una huella en exactamente la misma posición y en el mismo lugar justo en que se dejó otra-), ya nunca estará como estuvo. Así es que mañana volveré. Me dejaré llevar, paso a paso, bastón a bastón, latido a latido, hacia el final del camino donde dicen que se encuentra una banda de jabalíes dispuesta a morderme las entrañas mientras me nombran, a modo de sentencia, momentos memorables que ya nunca serán. Yo voy a ir porque quizá en la lucha que se entable surja del Hades  Eurídice  (como si fuera la primavera), tome partido por mí y luchemos espalda contra espalda contra el tormento de aquellas recitaciones de la banda de cerdos salvajes que escogerán, de seguro, una tarde (era frente al mar. ¿Cuánto hace que no ves el mar, Fernando? Tú que lo amas por encima de toda Naturaleza y que ensueñas tantas noches una escena de mar con las manos enlazadas. Era frente al mar -iniciará su canto la banda de jabalíes al final del camino- una tarde de agosto; la luna naranja, vanidosa de sí, vencía al azul de las aguas y su redondez tenía algo de la esencia de la felicidad pura) ¡Oh, Muerte, Creaturas del mundo subterráneo, acunadme en esta lucha contra sombras que me asombran el presente. Dejad que me muerdan las bestias, que desgarren mi carne, que corten con maestría cirujana mis venas y que pueda desangrarme al final del camino imaginando por última vez los colores del mar (...con las manos enlazadas...)
Jabalí

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/12/2016 a las 20:55 | Comentarios {0}


Memoria del Fuego. Volumen III. Siglo XX. Eduardo Galeano.
A la memoria del primer Fidel Castro.


1958. Sierra Maestra.
La revolución es un ciempiés imparable
En plena guerra, bajo las balas, Fidel hace la reforma agraria en la Sierra Maestra. Los campesinos reciben su primera tierra y el mismo tiempo su primer médico, su primer maestro y hasta su primer juez, que dicen que es menos peligroso que el machete para dirimir un pleito.
Más de diez mil soldados del ejército de Batista vienen sufriendo derrota tras derrota. El ejército rebelde es infinitamente menor y está todavía mal armado, pero lleva pueblo abajo, encima, adentro, adelante y atrás.
El futuro es ahora. Fidel lanza la ofensiva final, la invasión de punta a punta. En dos columnas, una al mando del Che Guevara, la otra al mando de Camilo Cienfuegos, ciento sesenta guerrilleros salen de las montañas a la conquista del llano.
1959. La Habana.
Cuba amanece sin Batista
en el primer día del año. Mientras el dictador aterriza en Santo Domingo y pide refugio a su colega Trujillo, en La Habana los verdugos huyen, sálvese quien pueda, en estampida.
Earl Smith, embajador norteamericano, comprueba, horrorizado, que las calles han sido invadidas por la chusma y por unos cuantos guerrilleros sucios, peludos, descalzos, igualitos a la pandilla de Dillinguer, que bailan guaguancó marcando a tiros el compás.
---------------------------------

Sí, sí: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE!

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/11/2016 a las 13:00 | Comentarios {0}


In memorian al de Las Barbas de Chivo (1926-2016)
Extracto del Cuaderno Habana que escribí en el viaje que realicé a Cuba en el año 2000.


26 de Mayo de 2000
Tú sales de casa. De una casa que no es tu casa. Sales, digo, con la cabellera llena de ideas y acabas en el barrio chino sin saber muy bien qué pasa, sin saber muy bien qué sientes, sin saber muy bien quién eres. Tampoco sabes quiénes son aquéllos a los que te enfrentas. No sabes nada. No hay pie. Todo es fondo y necesidad. Habana Vieja como una Puta Vieja. No sé si me gusta, ni si la entiendo, ni si la quiero.
Miran las negras como si estuvieran negras. Negras que sucumben negras. Hablan negras palabras blancas. Llenas de negro como si lo negro fuera negro. Negro tropical. Negro a ultranza negro. Hay una negra tan larga como una cascada negra. Y sus dientes negros son blancos pero son negros. Hay una negra en la ciudad de La Habana que me llena el corazón de nostalgia, nostalgia llena de humo y barro. Centro Habana negro hasta los tuétanos negros. ¿Dónde está el blanco en La Habana? ¡Carajo de Dios que llenó de miseria sus calles y convirtió a un dios en un demonio! ¿Dónde vive el alcalde de esta Corte de los Milagros? ¿Qué sincretismo de mierda alumbró esta joya? Tú miras y en tu mirar hay una caracola negra. Respiras y en tu respirar hay una ausencia de madera. ¿Cómo llegaron aquí las aguas? ¿Cómo se hicieron las hembras? Hay frente a mí un florero con tetas, con tetas negras que me enseña. Y alguien me dio cáscara de huevo y luego me contó su tragedia y luego me sacó cuarenta dólares y luego alabó mi cabeza.
Un hombre me mira, ahora, me sonríe y se saca un ojo. Esto no es literario. Es que se acaba de sacar el ojo. Si levanto la vista del papel algo pasa. Es agotador. Es inmenso. Es tan terrible y tan hermoso que aquí se sudan lágrimas, que aquí se suda a torrenteras, que aquí la vida es una feria.
Vienen las negras y una te ofrece una rosa que tiene tatuada en la teta izquierda, una hondura que tiene en el coño y una mirada que suplica a gritos un sandwich. Vienen las negras y te lloran a manos llenas mientras te ofrecen una buena mamada de polla. Vienen las negras y te ofrecen un poco de su historia a cambio de dos dólares. ¿Es esto La Habana? ¿Es esta puta mierda la Habana? ¿Qué alma puede sustraerse a esta miseria?

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/11/2016 a las 10:48 | Comentarios {0}


1 ... « 149 150 151 152 153 154 155 » ... 456






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile