Ese surco tendrá nombre. Lo llamaré: Números.
Nombrar es conocer, atreverse a decir, pedir letras al pozo sin fondo de las asuntos innombrables.
Desayunar, por ejemplo// o adquirir una ESPUELA, un rosario de cuentas sin castigo.
Julia, querida, Julia. Tus frases: estar a la cuarta pregunta// Ser más vago que la chaqueta de un guardia// Hacer de un duro seis pesetas// Ver, oír y callar.
Los poderosos llevan ejerciendo el terrorismo sobre los débiles desde el principio de la historia. Por eso fue tan llamativo el 11-S porque el poderoso Estados Unidos era de repente el objeto del terror que él mismo había propagado por todo el mundo. Por ejemplo en Corea lugar en el que destruyó a base de bombas todas las represas, quedando anegadas las tierras y las personas.
Como se habló mucho del delirio nazi pero apenas del delirio aliado y su brutal destrucción de las ciudades alemanas con sus ciudadanos dentro.
Los surcos con nombre se despojan del miedo. Uno de los nombres de Satán es el Innombrable.
La letanía de los nombres.
La construcción de las palabras.
La belleza del cambio.
La respiración.
La cadencia.
No quiero más estolas en el mundo.
Nunca me pareció el sexo tan veraz, tan sagrado, tan hermoso como cuando imagino coño o lo digo.
Nombrar la belleza.
Desparramar por las hendiduras y por las aceras, flujos de ideas, ¡Las ideas! ¡Las ideas!
No hay que llegar a
No hay que conseguir nada
No hay culpa
No hay error
No hay espadas
Ni desengaños
Ni perlas dañadas por un golpe de mar
NI lamentos
Ni amuletos
Porque podemos nombrarlos y al nombrarlos los despojamos de su poder y los convertimos en aire, tan sólo ondas.
La mañana estaba clara.
Pude maniobrar.
El puerto olía a jara.
Podía nombrar, una a una, mis emociones.
Flageolets avec clovisses ou avec d'agneau rôti.
Flageolets se dice en español verdinas.
Al nombrar todo se vuelve posible. Lo que no se puede nombrar es imposible. A veces no podemos nombrar porque sufrimos. Nombrar es conjurar el miedo.
Lo obsceno comparte con lo sagrado lo sublime, lo que se puede (o debe) alzanzar.
Al pronunciar palabras obscenas (o ideas) en realidad se está mucho más cerca del Salmo más hermoso o de la aleya más pura o de cualquier otro tipo de párrafo místico que del Infierno.
Seamos obscenos y seremos sagrados (viene a decir lo antedicho).
Nombremos.
Nombrar es conocer, atreverse a decir, pedir letras al pozo sin fondo de las asuntos innombrables.
Desayunar, por ejemplo// o adquirir una ESPUELA, un rosario de cuentas sin castigo.
Julia, querida, Julia. Tus frases: estar a la cuarta pregunta// Ser más vago que la chaqueta de un guardia// Hacer de un duro seis pesetas// Ver, oír y callar.
Los poderosos llevan ejerciendo el terrorismo sobre los débiles desde el principio de la historia. Por eso fue tan llamativo el 11-S porque el poderoso Estados Unidos era de repente el objeto del terror que él mismo había propagado por todo el mundo. Por ejemplo en Corea lugar en el que destruyó a base de bombas todas las represas, quedando anegadas las tierras y las personas.
Como se habló mucho del delirio nazi pero apenas del delirio aliado y su brutal destrucción de las ciudades alemanas con sus ciudadanos dentro.
Los surcos con nombre se despojan del miedo. Uno de los nombres de Satán es el Innombrable.
La letanía de los nombres.
La construcción de las palabras.
La belleza del cambio.
La respiración.
La cadencia.
No quiero más estolas en el mundo.
Nunca me pareció el sexo tan veraz, tan sagrado, tan hermoso como cuando imagino coño o lo digo.
Nombrar la belleza.
Desparramar por las hendiduras y por las aceras, flujos de ideas, ¡Las ideas! ¡Las ideas!
No hay que llegar a
No hay que conseguir nada
No hay culpa
No hay error
No hay espadas
Ni desengaños
Ni perlas dañadas por un golpe de mar
NI lamentos
Ni amuletos
Porque podemos nombrarlos y al nombrarlos los despojamos de su poder y los convertimos en aire, tan sólo ondas.
La mañana estaba clara.
Pude maniobrar.
El puerto olía a jara.
Podía nombrar, una a una, mis emociones.
Flageolets avec clovisses ou avec d'agneau rôti.
Flageolets se dice en español verdinas.
Al nombrar todo se vuelve posible. Lo que no se puede nombrar es imposible. A veces no podemos nombrar porque sufrimos. Nombrar es conjurar el miedo.
Lo obsceno comparte con lo sagrado lo sublime, lo que se puede (o debe) alzanzar.
Al pronunciar palabras obscenas (o ideas) en realidad se está mucho más cerca del Salmo más hermoso o de la aleya más pura o de cualquier otro tipo de párrafo místico que del Infierno.
Seamos obscenos y seremos sagrados (viene a decir lo antedicho).
Nombremos.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/04/2011 a las 19:57 | {0}