Aquellos ojos míos de 1910... (Federico García-Lorca)
Aquellos ojos míos de 1973
no habían visto la cala de Fustán
ni las aguas turquesas de un mar dentro de un océano;
aquellos ojos miraban hacia la izquierda
hacia abajo
hacia un lugar que sería el infierno
o la noche anterior;
aquellos ojos míos de 1973
no los recuerdo,
no sé si son mis ojos
ni tan siquiera sé
si soy yo quien mira desde ellos;
ni la escalera recuerdo,
ni el jersey beige,
ni la camisa de cuadros con el cuello por fuera
ni los pantalones verdes de pana;
algo sí me suena el pelo rubio
y aquel compañero que me tiró por las escaleras
y aquel otro tan diestro en matemáticas;
aquellos ojos míos de 1973
no los miran;
si soy yo estoy en la primera fila;
les doy la espalda a todos
desde mi rincón.
no habían visto la cala de Fustán
ni las aguas turquesas de un mar dentro de un océano;
aquellos ojos miraban hacia la izquierda
hacia abajo
hacia un lugar que sería el infierno
o la noche anterior;
aquellos ojos míos de 1973
no los recuerdo,
no sé si son mis ojos
ni tan siquiera sé
si soy yo quien mira desde ellos;
ni la escalera recuerdo,
ni el jersey beige,
ni la camisa de cuadros con el cuello por fuera
ni los pantalones verdes de pana;
algo sí me suena el pelo rubio
y aquel compañero que me tiró por las escaleras
y aquel otro tan diestro en matemáticas;
aquellos ojos míos de 1973
no los miran;
si soy yo estoy en la primera fila;
les doy la espalda a todos
desde mi rincón.
A mi gran amigo y más grande actor
Escribí hace unos días en este blog de mis entretelas la suerte que me sonrió hacia el año 2000 cuando viajé a la isla de Santo Domingo para escribir una serie llamada Paraíso. A la fortuna de vivir aquellos días se añadió otra aún mayor que fue la de conocer a Fernando Huesca.
Las amistades pueden surgir de dos maneras y a partir de estas dos se le pueden añadir los matices que se quieran. Una es la que se forja a partir de un enfrentamiento inicial. La otra la que nace de una comprensión inmediata de la forma de ser del otro. De esta segunda manera surgió la amistad entre Fernando y este humilde cronista.
La serie Paraíso se componía de unos personajes fijos que eran los trabajadores del resort Bahía Príncipe y luego se traían actores invitados que eran los huéspedes del mismo. Fernando era de estos últimos. Llegó una tarde y ya por la noche de ese mismo día, en el restaurante de la zona noble, nos sentamos a cenar y fue en esa cena donde Fernando y yo nos conocimos y nos empezamos a morir de risa. Fue un flechazo, una suerte de conexión inmediata, una manera natural de seguir el ingenio del otro, una complicidad en el humor surgida en el minuto uno. A los dos días desde su llegada ya nos llamaban Los Fernandos y durante tres años fuimos inseparables y desde entonces será para siempre mi amigo.
Quiero escribir un poco sobre Fernando y quiero abrazarle; quiero hacer un elogio de su impresionante capacidad como actor y de su calidez como persona; quiero recordar su sentido del humor que enlazaría -y juro que no exagero- con lo mejor del ingenio y del genio que todo ser humano tiene para provocar esa cosa tan extraña que es la risa y que es la expresión del gozo; quiero hacerte partícipe a ti -que lees estas líneas- de la generosidad de este hombre excesivo y cuyo propio exceso le procuró dolores; quisiera escribiros y contaros in extenso -quizás algún día lo haga- lo que nos ocurrió en el pueblecito de Río San Juan cuando acabamos en una casa de lenocinio sin saber que estábamos en una casa de lenocinio; la historia con una mujer que se quería venir a España a vivir con él fuera como fuese y yo le dije, ¡Tranquilo, Fernando, yo me encargo de que se entere de que eso es imposible! Yo te hago la cobertura. Y le hice tal cobertura que casi lo mata; contar cómo de repente todos los seres de aquella isla empezaron a llamarse Padilla; contaros un viaje a la Costa Brava donde la risa, el llanto, la emoción, la belleza, las situaciones más rocambolescas, los finales más insospechados, la ternura y la amistad nos envolvían como si estuviéramos viviendo una película hermosa, inquietante y con final feliz; quisiera contaros la presencia de Fernando Huesca durante tres años -¡tres años!- como protagonista de La cena de los idiotas en los teatros de Madrid; y su destreza en la cocina y la relación con su hija Daniela que o mucho me equivoco o ha sacado el espíritu burlón del padre.
Recuerdo un día que estábamos en Bagur y Fernando se había ligado a una chica que se llamaba Raquel. Esa noche iban a cenar y yo le dije que cenaran solos y que luego nos veíamos. Y él me dijo, De eso nada. Total que allá empezamos a cenar los tres y Raquel comentó, ¿Qué? ¿Te has traído a tu amigo de carabina? y Fernando le respondió, No, no, la carabina eres tú.
Nota La (el tono del teléfono)
Risa con Violeta
Juego con un perro que es un río
Calidez de la voz de mi historiadora
Jugar a ser italianos
Primera vez que hago una pasta
Conversación con el amigo
Transcripción de una conferencia
El otro lado del mar
Raspadura del arco en las cuerdas de la viola
Esperanza sin espera
Imaginar y escribirlo
Siempre la primera vez
No saber escribir en una pizarra
Placer con el encuentro
Síndrome de Asperger
Lejana maravilla al principio de otro siglo
Algunas palabras que pondré otro día
Visiones
Verde
Julio Casares
Mandala de naranjas
Mandarinas (¿mandalinas?)
Volver a ti
El salvaguarros (que era en realidad el guardabarros)
Tambor
Corazón
Ala
Risa con Violeta
Juego con un perro que es un río
Calidez de la voz de mi historiadora
Jugar a ser italianos
Primera vez que hago una pasta
Conversación con el amigo
Transcripción de una conferencia
El otro lado del mar
Raspadura del arco en las cuerdas de la viola
Esperanza sin espera
Imaginar y escribirlo
Siempre la primera vez
No saber escribir en una pizarra
Placer con el encuentro
Síndrome de Asperger
Lejana maravilla al principio de otro siglo
Algunas palabras que pondré otro día
Visiones
Verde
Julio Casares
Mandala de naranjas
Mandarinas (¿mandalinas?)
Volver a ti
El salvaguarros (que era en realidad el guardabarros)
Tambor
Corazón
Ala
Basado en un hecho real
Desde niña la mujer amaba la libertad. Cuando cumplió los doce años empezó a tener una pesadilla: sus padres la ingresaban en un convento de clausura y allí moría toda su vida. La mujer creció amando la libertad en la vigilia y siendo monja de clausura en el sueño. En la juventud tardía conoció a Carmelo y libremente se casó con él. Poco a poco -de forma imperceptible, nos dijo- se fue haciendo a la vida del matrimonio y -como a tantas, nos dijo- la especie la venció y tuvo hijos. A lo largo de todos esos años siguió teniendo la misma pesadilla: monja de clausura de por vida.
Un día en la sobremesa de una reunión de amigos, en el pequeño jardín de un chalet adosado, tras la barbacoa y el baño en la piscina de la Comunidad, mientras los niños jugaban a la sombra, los mayores ayudaban a la digestión con una copita de orujo o pacharán y conversaban y la conversación derivó en el significado de los nombres. De los doce que estaban sólo tres conocían su significado: Carlota desde niña había oído decir que su nombre -de origen germánico- quiere decir La que es fuerte; Rubén alegó la herencia hebrea de su nombre que venía a ser Dios conoce mi amor. El tercero que conocía el significado de su nombre era Carmelo, el marido de la mujer que amaba la libertad. Carmelo dijo: Mi nombre quiere decir Huerto de Dios y por derivación Convento.
Desde aquel día la mujer que amó la libertad desde niña y que mantuvo desde siempre la misma pesadilla no volvió a soñar que moría siendo monja de clausura.
Boca seca Precipicio ¿Justo a tiempo? Huella y lodo Se mira lo blanco como si fuera nuevo Apaciguamiento Trinchera Un bosque con nombre Hora fusca La luz de los neones blanco mortaja con código de barras ¿Vendrá la caída? ¿Y cuando llegue el momento? El logotipo tantas veces A la izquierda altavoz taza piedra para humedecer rotulador lápiz hoja suelta pendrive pañuelo medalla gafas pendrive mechero mechero lupa regla atril tres agendas ocho libros fotografía sello bureau Suspira Sonido de guitarra Luz de mediodía Clip que no es barco Una canción de siempre Los dedos Las articulaciones Un cuadro Una hoja escrita Un problema no es un fenómeno Suspiro Improptu (de Ohio) Recopilación de sonidos Falla la sintonización Dentro de poco la calle Los guantes La zamarra Ese futuro Las horas Las lecciones ¿Las matemáticas sirven realmente para enseñar pensamiento abstracto? ¿No era ésa función de las palabras? Humedad del día Frío en los pies Una ducha Un ahogo Un tambor La comida La sobremesa Volver Escritura automática a los cincuenta y cuatro Ritmos Cama hecha desde hace dos días Función Signo Variación
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
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Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
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Citas del mes de mayo
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/02/2014 a las 10:45 |