Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

A mi tata Julia


Un año más siguo sin llevar la cuenta de cuánto hace que moriste. En este 2016 ha pasado algo que no puedo dejar de contarte: he estado enfadado contigo. Sí, Julia, que he estado enfadado contigo. Aunque en realidad debería decir el niño Fernando se ha enfadado contigo. El motivo tiene su miga pero más miga tiene aún el que los vivos quieran encizañar con los muertos. Y lo consiguen cuando la cizaña se disimula pongamos por caso en un té verde y así su sabor amargo, su tósigo, apenas lo alcanza a vislumbrar el velo del paladar.
No te voy a contar el motivo ni quién fue el encizañador (o cizañero) sobre todo porque si en una de las posibilidades del Ser tú has trascendido, seguro que eres un ángel que nos sigue protegiendo. Y así en este día treinta y uno de octubre, víspera del día de Todos los Muertos, te siento viva en mi corazón y ya aliviado porque tras mucha razón -que es la única manera que conozco de atacar con fiereza al Mal- me he reencontrado contigo y he escuchado tu voz en años muy lejanos y he visto, en mis sueños de esta noche, dibujada tu sonrisa, y he vuelto a oler el aroma de los geranios en tu ventana y escuchaba tus consejos una tarde de diciembre cuando la lluvia nada mansa caía sobre el Barrio de Vallecas y tú me has escuchado cuando te decía que en mi corazón hay ahora un stock, un almacén de ausencias y tú, de nuevo, como cuando joven te hablaba soñadoramente del amor y del amar, me contestabas, ¡Ay, Fernandito, estás hecho un don Juan de vía estrecha! y esa imagen a mí me hacía sonreír y aliviaba mi dolerme (fíjate hasta dónde ha llegado mi enfado contigo que esta frase la llegué a entender como una crítica real, como una manera de despreciar mi locura de amar, porque amar -no nos engañemos, es una puta locura- sólo que es una locura tan plástica, tan llena de vida y muerte a un mismo tiempo, tan abrasadora que no la cambiaría por ninguna otra locura que en el mundo haya sido) y he revivido tu cervecita con unas aceitunas de Camporreal y la mesa de tu comedorcito y el pisto magistral y manchego y tus filetes rusos y tus uñas rojas y tu saber castellano y campesino que sigue recorriendo mi vida como un libro abierto al que acudo cada tanto.
Nunca te olvido porque olvidarte sería olvidar el rincón protegido de mi infancia; ese rincón donde era igual a mis pares (no el primus inter pares) pero si par con igualdad de derechos para el beso de antes de dormir, para el consuelo en la desdicha, para la ayuda en la necesidad, para el aliento, para el abrazo, para la risa, para el ánimo. Que no se me olvida que dentro de ocho días cumplirías ciento dos años y sigues tan lozana: tortuga marina que navegas los mares siglo tras siglo, con la lentitud sonora de tu concha, y la tranquilidad que da el haber visto las mismas cosas año tras año.
Un beso tan fuerte e inmenso como la frontera que nos separa, Julia Maestre Alarcón de la familia de Los Campera de Argamasilla de Calatrava.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2016 a las 11:38 | Comentarios {0}








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