Escrita por Isaac Alexander entre el 31 diciembre de 2010 y el 1 de enero de 2011.
El autor la subtitula: Comedia escrita para cuatro actos caníbales
ESCENA PRIMERA
El: Posiblemente...
Ella:: ¿Cuándo?
Se escucha el sonido de un tren.
El: Si supieras...
Ella: No.
Pasa el tren bajo la ventana y tiemblan los cristales
El se quita el abrigo.
El: Déjame quedarme aunque sólo sea un rato. Para no olvidarme nunca...
Ella:: ¿Toca un poco de patetismo? ¿Voy a la cocina, traigo un par de vasos y sirvo vino? ¿Saco las cuartetas de Omar Kayyam?
El:No.
Ella: ¿Qué coño es esto? ¿Dónde me quieres llevar? Te dije que esperaras. Nunca supiste escuchar ¿Sabes? de ti recuerdo, sobre todo, tus discursos. (Despectiva) la forma de tu orden. Cómo movías las manos, cómo tu verbo llevaba a la piedad, a la compasión.
El la mira y se echa a llorar sin más gesto que las lágrimas, sin más aspaviento.
Ella le da la espalda. Se acerca a la ventana. Sigue con la vista el último fulgor rojo del tren que pasó. Habla de espaldas a él.
Ella: ¿De qué serviría? ¿Qué aclararía? ¿Por qué una conversación que tenemos pasado el tiempo, va a servir para entender lo que vivimos juntos? Ya no somos los mismos. Si quieres te reconozco mi interés cuando te conocí. Si quieres admito el estúpido estado de enamoramiento, ¡estúpido! ¡estúpido! ¡estúpido! Una y mil veces lo maldigo. Una y un millón de veces cada vez que recuerdo que estuve enamorada de ti.
El saca un pañuelo de tela y suena los mocos.
El: No he venido a saber de nuestro amor. No me importa nada nuestro amor. No creo en ti como amante ni sentí nunca que tú fueras ¿cómo decirlo?, la llama y el oxígeno, y... ¡da igual! Yo quiero que me hables de ti para saber de mí. Yo quiero que me hables de quién eres, qué esconde ese nombre de cinco letras, qué hay realmente detrás de tus ojos, por qué me elegiste como espejo, por qué nos parecemos tanto. Porque sabiendo de ti, sabré del mundo, de las razones...
Ella: ¿Ya empiezas? ¿Tomo notas?
El: (Grita) ¡Por qué te niegas a tener esa terapia conmigo! ¿No sería yo...
Ella: (Se vuelve y se enfrenta a él) No me grites, hijo de puta, ni se te ocurra alzarme la voz ni esto. Esta es mi casa...
El: Y la mía...
Ella: Nunca lo fue...
El: Eso me decías...
Ella: Te mentí.
El: No, no me mentías. Por eso estoy aquí. Déjame preguntarte: ¿Cuándo descubriste tu mirada? ¿Cuándo te sentiste tuya? ¿Qué impresión te produjo? ¿Y el primer desvanecimiento? ¿Y la primera decisión? Y el llanto salvaje y la ira y el desconcierto y la luz y el demonio y el primer hombre que te engañó, ¿fue tu padre? ¿te violó? ¿era un canalla? Háblame de ti. Dime para que yo pueda conocerme y empezar el mundo. Porque quiero amarlo. Con todas mis fuerzas quiero amarlo.
Ella: No voy a hacerlo. No voy a responderte.
El se sienta en una silla. Acaricia lentamente la mesa. Mira enrededor.
Ella sigue junto a la ventana. Mira su reloj de pulsera. Está anocheciendo.
Ella: Es tarde.
El: Me voy a quedar.
Ella: Pero ¿qué dices? Además espero a alguien...
El: No esperas a nadie.
fin del primer acto
El: Posiblemente...
Ella:: ¿Cuándo?
Se escucha el sonido de un tren.
El: Si supieras...
Ella: No.
Pasa el tren bajo la ventana y tiemblan los cristales
El se quita el abrigo.
El: Déjame quedarme aunque sólo sea un rato. Para no olvidarme nunca...
Ella:: ¿Toca un poco de patetismo? ¿Voy a la cocina, traigo un par de vasos y sirvo vino? ¿Saco las cuartetas de Omar Kayyam?
El:No.
Ella: ¿Qué coño es esto? ¿Dónde me quieres llevar? Te dije que esperaras. Nunca supiste escuchar ¿Sabes? de ti recuerdo, sobre todo, tus discursos. (Despectiva) la forma de tu orden. Cómo movías las manos, cómo tu verbo llevaba a la piedad, a la compasión.
El la mira y se echa a llorar sin más gesto que las lágrimas, sin más aspaviento.
Ella le da la espalda. Se acerca a la ventana. Sigue con la vista el último fulgor rojo del tren que pasó. Habla de espaldas a él.
Ella: ¿De qué serviría? ¿Qué aclararía? ¿Por qué una conversación que tenemos pasado el tiempo, va a servir para entender lo que vivimos juntos? Ya no somos los mismos. Si quieres te reconozco mi interés cuando te conocí. Si quieres admito el estúpido estado de enamoramiento, ¡estúpido! ¡estúpido! ¡estúpido! Una y mil veces lo maldigo. Una y un millón de veces cada vez que recuerdo que estuve enamorada de ti.
El saca un pañuelo de tela y suena los mocos.
El: No he venido a saber de nuestro amor. No me importa nada nuestro amor. No creo en ti como amante ni sentí nunca que tú fueras ¿cómo decirlo?, la llama y el oxígeno, y... ¡da igual! Yo quiero que me hables de ti para saber de mí. Yo quiero que me hables de quién eres, qué esconde ese nombre de cinco letras, qué hay realmente detrás de tus ojos, por qué me elegiste como espejo, por qué nos parecemos tanto. Porque sabiendo de ti, sabré del mundo, de las razones...
Ella: ¿Ya empiezas? ¿Tomo notas?
El: (Grita) ¡Por qué te niegas a tener esa terapia conmigo! ¿No sería yo...
Ella: (Se vuelve y se enfrenta a él) No me grites, hijo de puta, ni se te ocurra alzarme la voz ni esto. Esta es mi casa...
El: Y la mía...
Ella: Nunca lo fue...
El: Eso me decías...
Ella: Te mentí.
El: No, no me mentías. Por eso estoy aquí. Déjame preguntarte: ¿Cuándo descubriste tu mirada? ¿Cuándo te sentiste tuya? ¿Qué impresión te produjo? ¿Y el primer desvanecimiento? ¿Y la primera decisión? Y el llanto salvaje y la ira y el desconcierto y la luz y el demonio y el primer hombre que te engañó, ¿fue tu padre? ¿te violó? ¿era un canalla? Háblame de ti. Dime para que yo pueda conocerme y empezar el mundo. Porque quiero amarlo. Con todas mis fuerzas quiero amarlo.
Ella: No voy a hacerlo. No voy a responderte.
El se sienta en una silla. Acaricia lentamente la mesa. Mira enrededor.
Ella sigue junto a la ventana. Mira su reloj de pulsera. Está anocheciendo.
Ella: Es tarde.
El: Me voy a quedar.
Ella: Pero ¿qué dices? Además espero a alguien...
El: No esperas a nadie.
fin del primer acto
Ventanas
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Teatro
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/12/2010 a las 17:04 | {0}