En uno de esos titulares de los periódicos que son más dignos de lástima que de atención leo que de nuevo en la literatura se pone de moda el tema del amor (pienso dos cosas, pienso muchas cosas, pero en fin pienso dos cosas: una que quien eso escribe ha leído muy poco y menos aún ha hecho un estudio en profundidad de lo que está escribiendo; dos que las editoriales que mantienen el diario en cuestión le han encargado un artículo ad hoc por sus propios intereses. Seguro que estoy equivocado. Me equivoco muy a menudo. Me equivoco tanto que estoy por asegurar que nunca acierto. Me equivoco y me equivoco en mis juicios de valor, en mi forma de comportarme, en mis aspiraciones, en mi propia idea del amor; me equivoco al valorar lo que ha pasado, lo que pudo haber sido y también en mi presente debo de estar muy equivocado y del futuro no quiero ni hablar. Como debo de estar equivocado con esa idea del amor, de lo que el amor es, de la relación entre el amor y las personas, del encuentro entre el amor y el sexo, de cómo los años, los años, la paciencia, la comprensión, el amor al otro, el amor al otro. Siempre reivindiqué como buena una frase muy cursi que se me ocurrió hace ya muchos años: amar es querer lo que no te gusta del otro. Como toda frase está llena de vacíos, prestos a ser rellenados. Sólo que a mí esa gradación de los sentimientos del más elevado al más pequeño me dan una impresión de amor real, pedestre si se quiere, de andar en zapatillas con el amor de tu vida al lado. Porque en esa degradación de sentimientos de la frase: Amar/querer/gustar, se acumula la esencia del vivir amando. Sólo porque quiero lo que de ti no me gusta sé que te amo, vendría a decir dicho de otra manera. Creo que cuando habría de empezar el amor, surgió el desamor. Durante años pensé que las parejas que siguen juntas tras muchos años lo hacían la mayor parte de las veces por una mera transacción comercial, ahora pienso que quizá muchas de ellas amen al otro y hayan conseguido ser amados y, oh, entonces siento nostalgia y ese deseo un poco anciano quizá de ser amado porque alguien quiere lo insoportable de mí ¡qué generosidad entonces el amor, qué entrega, qué confianza!). Siento que ese amor del que se dice que vuelve a estar de moda en la literatura no es ni siquiera natural, se inventó tras la caída del Imperio Romano, es un mero invento del hombre occidental, lleno de agujeros como un queso podrido fuerte de sabor y rico al paladar.
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Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2009 a las 13:26 | {0}