No imaginaba el desarrollo. Ni tan siquiera, atento como había estado al fluir de los sueños, descubrió en la vigilia -La que Todo lo Disgrega- el germen del arrobo que llegaría poco después.
Es cierto que el día había amanecido luminoso y frío. Es cierto que había recogido la casa con cierta elegancia -si se me permite la expresión- y sonreído ante el orden. Es cierto que escuchó el ladrido de los perros tras el paso de los transeúntes. Y que luego subió y se dio una ducha caliente y se enjabonó para quedar, cuando menos, tan limpio y ordenado como la parte limpiada de la casa. Todo eso es cierto.
Hubo una pausa. Fue un teléfono. O una onda (en forma de partícula) que llegó de lejos y disturbó algo del aire, algo de la luz, algo del sonido. Esa pausa. Esa onda. Y cuando ésta llegó acudió un caballo subiendo por una fachada, una curva en exceso peligrosa, una llamarada de gritos y abrazos, una sonrisa, el temor por el descontrol del vehículo, una vuelta atrás o ¿hacia delante?. No imaginaba el desarrollo porque el tal no existía. Había dejado de existir como el canto del perro en el coro a las Vespras della Beata Vergine de Monteverdi.
Es cierto que el día había amanecido luminoso y frío. Es cierto que había recogido la casa con cierta elegancia -si se me permite la expresión- y sonreído ante el orden. Es cierto que escuchó el ladrido de los perros tras el paso de los transeúntes. Y que luego subió y se dio una ducha caliente y se enjabonó para quedar, cuando menos, tan limpio y ordenado como la parte limpiada de la casa. Todo eso es cierto.
Hubo una pausa. Fue un teléfono. O una onda (en forma de partícula) que llegó de lejos y disturbó algo del aire, algo de la luz, algo del sonido. Esa pausa. Esa onda. Y cuando ésta llegó acudió un caballo subiendo por una fachada, una curva en exceso peligrosa, una llamarada de gritos y abrazos, una sonrisa, el temor por el descontrol del vehículo, una vuelta atrás o ¿hacia delante?. No imaginaba el desarrollo porque el tal no existía. Había dejado de existir como el canto del perro en el coro a las Vespras della Beata Vergine de Monteverdi.
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/10/2008 a las 11:07 |