Porque vengo de las grandes ciudades
vuelvo al principio sin perder la voz
La marea se hizo dueña una mañana de mi destino
sea lo que sea esa idea peregrina de griegos y egipcios
Yo sé –porque provengo de las grandes ciudades- que la piel es una costura y mis ojos son tegumentos y tejidos coordinados por medio de redes neuronales
Yo sé que el espacio no es como lo veo
Yo sé que la distancia es muy larga en ocasiones
y que cuando se va acortando las formas se adueñan de los conceptos y todo así se hace más fácil
Yo sé cuánto supiste lo bien que agarraba tus caderas
Yo sé que la última montaña podría ser la primera
Yo sé que mi tristeza, mi osadía, mi esperma, mi saliva, mis ideas
se diluyen cada día en un ocaso gris
Sé que ya no podré ser nunca Walt Whitman ni rasguearé una guitarra al amanecer del séptimo día en el punto más meridional del planeta
Yo sé mis dedos y no comprendo por qué se están quedando sin sus huellas
y menos aún porque me produce abandono su desaparición
Yo siempre sabré tus ojos
porque vengo de las grandes ciudades donde los hombres no se conocen, donde los perros mean donde pueden, donde los niños ya no juegan sin sus padres ni las murallas prometen aventuras hasta el fin; yo sé de las grandes ciudades y de las alfombras tupidas porque estuve allí; yo sé de la nevera vacía y de la luz sin pantalla y de la estela de humo y del confín de la tarde y de la calma en la mar y de la vaga insolencia de una adolescente
Yo sé porque estuve desnudo en la cueva y lancé pellas de barro contra un barco de alemanes
y quizá porque una noche atravesé el miedo al borde de un acantilado
Y así –porque vengo de las grandes ciudades- dime que ya no me quieres que yo sabré qué hacer con tu desdén y construiré una borrachera, un epílogo y un navío que desaparecerá tras el horizonte último, el que llaman Horizonte del Olvido...
Yo sé olvido de ti sí/ mas no ignorancia tuya
Y así porque sé las migajas
me compraré unas botas de montaña para atravesar la primera (o la última) y luego la siguiente y más allá aún encenderé la hoguera y en el primer vivaq seré consciente de que olvidé todas las montañas, sus nombres, su orografía, mi nombre, mi orografía
vuelvo al principio sin perder la voz
La marea se hizo dueña una mañana de mi destino
sea lo que sea esa idea peregrina de griegos y egipcios
Yo sé –porque provengo de las grandes ciudades- que la piel es una costura y mis ojos son tegumentos y tejidos coordinados por medio de redes neuronales
Yo sé que el espacio no es como lo veo
Yo sé que la distancia es muy larga en ocasiones
y que cuando se va acortando las formas se adueñan de los conceptos y todo así se hace más fácil
Yo sé cuánto supiste lo bien que agarraba tus caderas
Yo sé que la última montaña podría ser la primera
Yo sé que mi tristeza, mi osadía, mi esperma, mi saliva, mis ideas
se diluyen cada día en un ocaso gris
Sé que ya no podré ser nunca Walt Whitman ni rasguearé una guitarra al amanecer del séptimo día en el punto más meridional del planeta
Yo sé mis dedos y no comprendo por qué se están quedando sin sus huellas
y menos aún porque me produce abandono su desaparición
Yo siempre sabré tus ojos
porque vengo de las grandes ciudades donde los hombres no se conocen, donde los perros mean donde pueden, donde los niños ya no juegan sin sus padres ni las murallas prometen aventuras hasta el fin; yo sé de las grandes ciudades y de las alfombras tupidas porque estuve allí; yo sé de la nevera vacía y de la luz sin pantalla y de la estela de humo y del confín de la tarde y de la calma en la mar y de la vaga insolencia de una adolescente
Yo sé porque estuve desnudo en la cueva y lancé pellas de barro contra un barco de alemanes
y quizá porque una noche atravesé el miedo al borde de un acantilado
Y así –porque vengo de las grandes ciudades- dime que ya no me quieres que yo sabré qué hacer con tu desdén y construiré una borrachera, un epílogo y un navío que desaparecerá tras el horizonte último, el que llaman Horizonte del Olvido...
Yo sé olvido de ti sí/ mas no ignorancia tuya
Y así porque sé las migajas
me compraré unas botas de montaña para atravesar la primera (o la última) y luego la siguiente y más allá aún encenderé la hoguera y en el primer vivaq seré consciente de que olvidé todas las montañas, sus nombres, su orografía, mi nombre, mi orografía
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Narrativa
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/08/2015 a las 23:00 | {0}