Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Casi sampler


Dale el viento (que se ha perdido) para que huela cómo volver.
No retroceda el bueno de Prometeo y se vaya con Elenko a la estrella que les suponga mayor belleza (todo es fuego entonces y aún así nada se quema). Una suerte de hybris que llaga la piel y convierte el vello en escama.
Sube entonces con ella, sube por el eje que une el cielo y la tierra mientras se escucha (con acompañamiento de trompas celestiales) las críticas que hizo Nabokov en sus clases magistrales al Quijote de la Mancha de un tal Miguel de Cervantes (desventura de escritor, desventura de personaje, sin gracia la historia, sin cultura la del escritorzuelo, sin belleza...)
Y ese piano de un jazz tan elemental
Y ese bajo que marca las horas y su silencio
Vamos, vamos ya que aunque Buda prohibiera los milagros, aquí estamos, deshechos como la cama, ausentes como la gana, sin una moneda en los bolsillos, cerca, muy cerca de la Casa Desolada. Esa niebla densa de mis entretelas. Esos amantes del comercio con pecas y cabellos rubios.
Si quieres encontrar el Valhalla vete a Australia donde han muerto varios jóvenes por una subincisión en el escroto que semejaba la vagina de la hembra madre aquella a la que el guerrero ha de abandonar para convertirse en hombre, en hombre doble, en hombre generador de batallas.
Así cambia el porte. Así anda como si la pasarela que conduce a las aguas del lago se hubiera venido abajo por los embates de abril.
Cambia el gesto, muchacha, que hoy las Erinias no vendrán a por ti y esta bagatela guárdala en tu corpiño, cerca de tu corazón así la llama se guarnece del viento en el pebetero.
Viento perdido (como el Monte)
Viento que atraviesa el territorio al que miles de muertos le pusieron nombre.
Ahora va a seguir.
Como siempre todo.

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2018 a las 13:50 | Comentarios {0}


¡Qué hermoso es el amor!
Cómo tiembla el tiempo
cuando dos labios se besan
ante un sol que declina

¡Qué hermoso es entender
el lenguaje de la mano!
O la línea que se dibuja en la boca
justo antes de sonreír.

Que es hermoso amar
como la barca en el lago
cuando descansa dormida
con los primeros rayos.

Y esa respiración que anhela
¡qué hermosa es!
Y ese rubor que acecha
¡qué hermoso es!

¡Qué hermoso es el amor!
¡Qué hermoso amar!

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/03/2018 a las 23:59 | Comentarios {1}


Que tengo a la muerte por compañera, 
sé que me espera y que al llegar, por fin, a ella
me recibirá con los brazos abiertos y un beso en sus labios;

que veo el sol en esta tarde de febrero
el sol que declina entre las montañas 
y el frío que va dejando a su caída
es como la mano fría de mi compañera;

que me emociona estar vivo y que tú, Liana, me quieras
y cuando siento la compañía de César tras una prueba nada cómoda
entiendo que morir es un regalo inmenso a este haber vivido;

la nieve de los últimos días
va dejando en mí el sendero blanco de la próxima nada;
siento unas huellas negras -el negro es elegante- ante mí
como si la broma entre el blanco y el negro no fuera gris;

que es bella la muerte lo sabía
y que la amistad es el más bello don de la naturaleza lo sé;
lo que ahora descubro cuando ya es la noche
es que morir no me aterra
y esa mujer que está tras lá última frontera
es tan atractiva como la mujer con la que el viernes próximo
-si los dioses nos amparan-
yaceré una vez más entre las sábanas de hotel
de una ciudad de luz salvaje;

una vez más respiro
apenas queda nada
la tarde ya es constante
siempre gusté sus colores
no me importa la noche,
ya no me importa

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/02/2018 a las 20:50 | Comentarios {0}


Tengo a la Muerte clavada en la columna vertebral
sonríe mucho y se mira en el espejo mientras me cepilla los pelos del cogote
Tengo a la Muerte en los pedos que me tiro
que no son pedos míos sino olor del espacio que he de atravesar hasta llegar a la otra vereda 
Estigia = Azufre = Enzimas de cerdo
Tengo a la Muerte subida al carromato del que yo mismo tiro
No me canso sólo me agota la visión de un horizonte que no llega a ser lejano
No voy a beber alcohol porque me muera
Ni voy a lanzar exabruptos siempre y cuando la muerte no me duela
Incluso agradezco unos sueños eróticos que tuve la otra noche
(era una muchacha que no llegaría a los veinte años en bragas y camiseta paseando por mi casa -estaba descalza-. Nos besábamos con lujuria y nos dejábamos caer el uno al lado del otro como si ya lo hubiéramos vivido todo)
y las sensaciones de última vez que suelo sentir cuando repito algo que venía haciendo
Porque ahora sé que vivir es dejarlo todo por hacer
Tengo a la Muerte en el zumo de naranja
y en el hombro derecho se me cuelga a veces como si fuera el loro de John Silver
y entonces leo y leo y leo porque sé que dejaré todos esos libros que he empezado sin terminar
De nadie me despido
No sé a dónde me dirijo
Sólo siento a la Muerte clavada en mi columna vertebral
y cómo una de sus manos aprieta -ahora, justo ahora- con gracia mi páncreas
(como si me estuviera diciendo: ¡Idiota, yo soy la joven en bragas y camiseta!)
No temas, en todo caso, porque no quiero quitármela de encima
No quiero luchar contra su tiranía
No quiero acudir a templos ni a  curanderos ni a filósofos
sólo quiero pasear con mi perro por las inmediaciones de unas montañas
(coronadas desde hace días por la nieve)
mientras un viento del norte nos azota
y la Muerte, juguetona, canta no sé qué balada acompañada por el ritmo de mis vértebras
(ritmo que es crujido que Ella -intérprete máxima de mis huesos- cruje)
Y ahora voy a pensar en colchones
Me voy a dejar llevar por mañas
Pensaré que el gran Pagador ronda cerca
y que todos están dispuestos a venerar la última morada
La guerra no se presenta mal

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/01/2018 a las 19:58 | Comentarios {0}


Un prado con cerca
Cerdos y su porquera
Tres burgueses descansan de un paseo en bicicleta a finales del siglo XIX
Una mosca en la nariz de un payaso
Una terraza antigua en un parque antiguo
Asistentes al teatro en el patio de butacas
Tonos azulados y violetas en la montaña de Montserrat
Jarrón con dalias puntillista
El rostro de una gitana vieja como tierra húmeda
Un parque
Un reflejo en el mar
Mujer vestida de blanco descorre con recato un visillo
Mujer vestida con abrigo, estola de zorros, guantes de cabritilla y sombrero se dispone a salir
Un bodegón miserable
Un paisaje azafranado
Cipreses en un jardín italiano
La cara alargada de un doctor apellidado Robert
Un barbero en su barbería
La celebración de unos locos
Multitudes que se aplastan por alcanzar una medalla que otorga un burro. Un hombre montado en una R hace una cuchufleta al premiador
Mallorca en rojos y azules
Enramada barroca
La fiesta popular. La masa difuminada. Hasta suena la música
Una adolescente muestra en un mármol su desnudez con recato
Casacas del siglo XVIII
El monte Atlas al atardecer
La prostituta borracha desnuda en el diván
Unos pájaros huyen
El final de la metamorfosis entre un elefante y una jirafa
Pirámides egipcias bajo el influjo del renacimiento y el contraluz posterior
Carmesí vertical
Un jardín al atardecer y al fondo la luz de la iluminación
Los viejos en la taberna
La bañista desnuda y voluptuosa
Un escena griega
Un pueblo en cuesta
Un muchacho con casco de bombero
La construcción geométrica de unos objetos con algo de humanidad
Mujer de espaldas con cántaro
Mujer de frente
Pueblo incompleto
Bailarín desnudo
Dos adolescentes delgados, melancólicos, muy pálidos
Joven desnuda
Desolador baile plano
Feria de vivos colores
La cabeza de un hombre primitivo
La aguja de la iglesia de la catedral de Rouen
Algarrobo
Mujer desnuda sentada en una silla de paja con el brazo apoyado en una mesa de madera
Un puente sobre un río de nombre inolvidable
Dos muñecas
Dos mujeres desnudas una de ellas sentada en el suelo la otra de pie inclinada sobre la primera
Una mujer que se desliza
Una bailaora en el café concert
Paisaje italiano con sol inclemente
Una calle estrecha
Otra calle estrecha
La familia de pescadores coloca los pescados en la cesta al caer la tarde
Un pastor y sus ovejas en un monte verde
La locura de una copia de un cuadro de Goya
Tres amigos
Casas
Escena circense con caballos
La fachada de una iglesia románica
Atardecer con fina línea naranja
Una sombrilla en la playa
Una mujer vieja de mirada y actitud severas
Un Hércules
Un zoco
El garabato de un hombre
La muerte lee el periódico
Un rostro de mujer y el amor
La humedad en una calle de París
Una mujer de espaldas se encamina por una vereda hacia un lugar aparentemente sin salida. Le rodea una vegetación exuberante con sauce llorón

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/10/2017 a las 22:21 | Comentarios {2}


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