Ramón Menéndez Pidal. Editado por Austral. Primera edición 1942.
Primitivos juglares. Tipos afines en otros tiempos y países.
Los escritores eclesiásticos desde la más remota Edad Media no cesan de usar los términos de la antigüedad clásica: mimi, histriones, thymelici para indicar gentes de la época actual que practicaban espectáculos indecorosos y condenables. Los tres nombres designan tipos procedentes del teatro romano que luego extendieron su acción por las plazas, calles y casas para divertir a un público más reducido, o se establecieron en los palacios de los reyes como hombres de placer. No sabemos concretamente en qué medida estos tipos continuaban las artes declamatorias y mímicas de la escena antigua, ni en qué grado practicaban otros ejercicios muy diversos; y ateniéndonos a su aspecto literario, no sabemos, si acaso cantaban, nada de aquello que cantaban. Tenemos, referente al siglo VI, noticia de un muchacho, mimo del rey suevo de Galicia, Mirón, que por una burla irrespetuosa para con san Martín recibió un castigo del cielo; y este mimo, acaso más que artes literarias, ejercería las de mero truhán o bufón [...]
Desde el siglo VII aparece en la Europa central, mezclado a los nombres anteriores, algún raro ejemplo de esa denominación: jocularis o joculator para designar persona que divertía al rey o al pueblo. [...]
P. Meyer y con él Gautier y Faral creen que los juglares son simplemente herederos de los mimos romanos. Mas para P. Rajna y G. Paris, los variadísimos ejercicios del juglar debieron tener orígenes múltiples, derivándose, en parte, de los que practicaban los músicos y escamoteadores ambulantes de la sociedad romana, y en parte, de los hábitos propios de los scopas o cantores bárbaros.[...]
El poeta árabe era también en muchos aspectos semejante al juglar; viaja como los juglares; sirve, como éstos, de mensajero, y recibe oro y vestidos en don. Las influencias recíprocas entre este tipo y el análogo cristiano debieron ejercerse desde muy antiguo, desde la época misma de orígenes de la poesía española, cuando un cantor andaluz, el ciego Mocamed ben Moafa, de Cabra, inventa, a fines del siglo XI, sus muwaxahas, fundadas en cantos románicos andaluces, y a su vez estas muwaxahas debieron de influir en las literaturas románicas; más tarde, en el siglo XIII, no sólo en las cortes de España, sino en la del emperador Federico II y en la de Manfredo, en Palermo y en Nápoles, los juglares sarracenos, eran muy estimados al lado de los cristianos; en el siglo XIV las cortes cristianas continuaban teniendo a su servicio juglares moros. [...]
Los escritores eclesiásticos desde la más remota Edad Media no cesan de usar los términos de la antigüedad clásica: mimi, histriones, thymelici para indicar gentes de la época actual que practicaban espectáculos indecorosos y condenables. Los tres nombres designan tipos procedentes del teatro romano que luego extendieron su acción por las plazas, calles y casas para divertir a un público más reducido, o se establecieron en los palacios de los reyes como hombres de placer. No sabemos concretamente en qué medida estos tipos continuaban las artes declamatorias y mímicas de la escena antigua, ni en qué grado practicaban otros ejercicios muy diversos; y ateniéndonos a su aspecto literario, no sabemos, si acaso cantaban, nada de aquello que cantaban. Tenemos, referente al siglo VI, noticia de un muchacho, mimo del rey suevo de Galicia, Mirón, que por una burla irrespetuosa para con san Martín recibió un castigo del cielo; y este mimo, acaso más que artes literarias, ejercería las de mero truhán o bufón [...]
Desde el siglo VII aparece en la Europa central, mezclado a los nombres anteriores, algún raro ejemplo de esa denominación: jocularis o joculator para designar persona que divertía al rey o al pueblo. [...]
P. Meyer y con él Gautier y Faral creen que los juglares son simplemente herederos de los mimos romanos. Mas para P. Rajna y G. Paris, los variadísimos ejercicios del juglar debieron tener orígenes múltiples, derivándose, en parte, de los que practicaban los músicos y escamoteadores ambulantes de la sociedad romana, y en parte, de los hábitos propios de los scopas o cantores bárbaros.[...]
El poeta árabe era también en muchos aspectos semejante al juglar; viaja como los juglares; sirve, como éstos, de mensajero, y recibe oro y vestidos en don. Las influencias recíprocas entre este tipo y el análogo cristiano debieron ejercerse desde muy antiguo, desde la época misma de orígenes de la poesía española, cuando un cantor andaluz, el ciego Mocamed ben Moafa, de Cabra, inventa, a fines del siglo XI, sus muwaxahas, fundadas en cantos románicos andaluces, y a su vez estas muwaxahas debieron de influir en las literaturas románicas; más tarde, en el siglo XIII, no sólo en las cortes de España, sino en la del emperador Federico II y en la de Manfredo, en Palermo y en Nápoles, los juglares sarracenos, eran muy estimados al lado de los cristianos; en el siglo XIV las cortes cristianas continuaban teniendo a su servicio juglares moros. [...]
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/03/2011 a las 14:30 | {0}