A- Indudablemente, indudablemente...
B- ¿Qué indudablemente?
A- La verdad, la carretera, la salvación.
B- ¿Eso es lo indudable?
A- Absolutamente.
B- ¿Podrías dejar los adverbios un rato?
A- Morir también.
B- ¿También qué?
A- O estás conmigo o estás contra mí.
B- No estoy contigo ni estoy contra ti.
A- Seguramente...
B- Sí.
PAUSA
A- A vueltas con unas cosas y con otras. Miro. El ocaso. Lo enajenado, sí, sí, lo enajenado. No quieres verlo. No quieres degustarlo como una fruta se degusta tras la larga caminata. No quieres satisfacerme la gana de otorgarme, no, de darme la razón.
B- Sólo te he dicho que me he comprado un par de pantalones vaqueros. Que llevaba dos años sin pantalones vaqueros. Que me he dado cuenta de que un ser humano puede vestirse sin pantalones vaqueros. Cubrirse las piernas sin tela vaquera durante dos años.
A- No me vas a convencer. He meditado trascendentalmente y siento la relajación de quienes tienen un mantra propio. No puedes alterarme.
B- No quiero alterarte.
A- Evidentemente sí quieres.
B- Estás hablando en serio.
A- Sí.
B- No me escuchas.
A- Probablemente no.
B- Entonces me voy.
A- Huyes.
B- No huyo. Me voy.
A- Sin saber por qué me temes y huyes.
B- ¿Qué puedo temer de ti?
A- La verdad.
PAUSA
B- ¿Qué es la verdad?
A- La verdad es un anillo.
B- ¿Y por qué temo un anillo?
A- Porque te queda grande en el dedo y tendrías que tener siempre la mano cerrada para que el anillo no se escurriera de tu dedo.
B- La verdad me queda grande.
A- Indudablemente. En cambio a mí me va como anillo al dedo.
B- Serás muy feliz...
A- Claro, estoy casado. Llevo la alianza. Tus dedos están desnudos. Por eso eres tan desgraciado.
B- ¿Soy desgraciado?
A- Muy desgraciado.
B- Tú lo sabes porque tienes la verdad en el dedo.
A- Exactamente.
B- La verdad rodea tu dedo.
A- Yo no lo habría dicho mejor.
B- Y la verdad que rodea tu dedo es la verdad de mí.
A- Es la verdad. Tú formas parte de la verdad. No podría ser de otra manera.
B- Claro.
A- No digas claro. Nada puede ser claro para ti. Ponte tus vaqueros quizás entonces, sólo quizá comiences a fabricar tu anillo.
B- ¿El anillo puede empezar por unos vaqueros?
A- Por supuesto. Confía en mí. Yo sólo quiero tu bien.
B.- ¿Aunque yo me haya comprado los vaqueros porque conjuntan con casi todo?
A- Tú no conoces la realidad última de por qué te has comprado los vaqueros.
B- Y tú eres un gilipollas.
PAUSA
A- Debería marcharme.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2012 a las 00:36 | {0}