Hoy me pregunto para qué...
También me intereso por la etimología de la palabra proletario (no hoy; ese interés tiene ya días. A veces el interés dura días y a veces el interés supera la deuda. Esos son los pensamientos que me llevan. Ayer mientras esperaba a pasar un timo más de los que el Estado tiene a bien realizar conjuntamente con empresas privadas, en este caso del mundo de la automoción. Luego también cuando volvía del paseo por la serranía -como hacía tantas veces el bueno de Isaac con sus perros y sus gatas y sus amores y su sobrino [que a veces es su sobrino y a veces es su sobrino nieto pero él al transcribir su relato los indiferencia como si para Isaac tanto su sobrino nieto como su sobrino cumplieran la misma función como personajes en el cuento de su vida, como tan bien se encargó de explicarnos Vladimir Propp en su genial estudio La morfología del cuento maravilloso]- y escuché los diferentes timbres de los cencerros de un rebaño mixto de oveja y cabra, me vino de nuevo a las mientes la etimología de la palabra proletario y tras consultar el maravilloso Corominas me fui al no menos maravilloso Diccionario de Latino-Español formado sobre el Don Manuel Valbuena con muchos aumentos, correcciones y mejoras por Don Vicente Salvá en su edición de 1878. Paris, Librería de Garnier hermanos, Calle des Saints-Pères número 6. En su autoridad dice:
Proletarius, a, um: Pobre de baja condición. De ellos nos dice Gelio: Proletarii, las gentes pobres de Roma que no contribuían a la República más que con sus hijos para la Guerra. Otra acepción la encontramos en Plauto: Proletarius sermo, es decir un estilo de habla baja y popular.
Y como es lógico proletarius proviene de la Autoridad Proles, is. Descendencia, generación.
Así es que cuando Karl Marx exclama: ¡Proletarios del mundo, uníos! No se está refiriendo a los obreros industriales sino a todos lo que entregan a sus hijos como carne de cañón del Poder. El proletario es tanto el paria indio como el esclavo negro en los campos de algodón o el hijo del granjero irlandés que ha de acudir en socorro de las propiedades de los Emperadores Británicos. Por eso -pienso en las serranías por las que paseo al caer la tarde- el marxismo sólo puede ser internacionalista.
Luego, si me lo pregunto, ¿Para qué? y ¿Hasta cuándo? y ¿Servirá para algo? (como se preguntaba el personaje de una de mis obras de teatro, una muchacha llamada Trifia que surgía cada noche en el cuerpo de un diablo llamado Tobías Samel). Resulta entonces que una dependienta de una zapatería -¿o es un muchacho? Ni siquiera el nombre me aclara la duda -se muestra amable con Nilo; un zapatero remendón hace lo mismo y cuando hago una compra me siento extrañamente bien tratado y entonces siento, en esos momentos, que ésos son los únicos motivos.
La amabilidad y el gozo son los únicos motivos. Todo lo demás es puro infierno.
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Ensayo
Tags : Reflexiones Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/05/2021 a las 18:38 | {0}