Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Cartas y dados. Georges Braques. 1914
Cartas y dados. Georges Braques. 1914

Esto que escribo son fragmentos de cuando estaba vivo: llovía por las noches. Escuchaba en el portal de la casa las voces de unos borrachos en lengua eslava y por las rendijas de la puerta entraba el olor de sus cigarrillos. Sentía ganas de asesinar. Me embargaba un odio seco contra los maleducados y me sentía viejo. Era la noche y a lo largo de las horas, en lo alto de las cimas de las montañas se mantenía la tormenta eléctrica, venía el rayo, el relámpago venía, se escuchaba el trueno. Yo sabía que la soledad era esto pero aún tenía que aprender más, aprender hasta morir, también aprender a morir. Es más, me decía en la noche de la que ahora reseño fragmentos, aprender sin utilidad alguna, con una sonrisa en la boca, tras dar un sorbo a una cerveza y escuchar por vez enésima la risotada estúpida del borracho. Detesto a los borrachos. Detesto el alcohol. Estando yo sereno he visto a los borrachos y con la excepción que desdice -por más que se empeñen los amantes de las paradojas- la regla, un borracho suele ser un ser que hace y dice estupideces. In vino veritas que viene a decir que el vino demuestra que la humanidad es ridícula. Sí, fragmentos de misantropía, desde lo alto, cuando a lo lejos escucho las campanas de una iglesia y me vienen a la memoria fragmentos de un cura del colegio que quiso abusar de mí y al no conseguirlo se dedicó a pegarme y humillarme a lo largo de dos años. No se debe olvidar. Mirarlo fríamente sí. Olvidarlo no. Fragmentos de una vida. En forma de palabras. Escritos que permitan el análisis y la lógica. ¿Podía haber lógica antes de la escritura? Fantasmagorías. Cincuenta años cumpliré de fantasmagorías.
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/09/2023 a las 12:44 | Comentarios {0}


Casa derruida. Original de Olmo Z. 2023
Casa derruida. Original de Olmo Z. 2023

Quitarse la ira de encima. Ayer la tormenta eléctrica. Durante horas el cielo estuvo relampagueando. En silencio. Ni mirar más atrás. Ni mirar hacia delante. Elevar un poco el cuello, eso sí. Las noches se van a ir haciendo largas y cuando llegue el momento quizá... sobre todo sonreír... sobre todo soñar... sobre todo seguir. No, no puedes quedarte esperando. Los fantasmas vuelven  cuando ellos quieren, es falso que haya medios o mediums para convocarlos. Que vengan cuando hayan de venir. Decir la cosas tal como son. Por que sí hay verdades. La ética lo demuestra. Reconocerse sería la palabra. Como cuando entras en una meditación profunda y no piensas en los pensamientos que estás pensando, sencillamente los piensas. Eso es todo. No te preocupes. La verdad realmente te hace libre de la vergüenza, no sé si de otras emociones o de otras sensaciones, pero sí te libera de la vergüenza. Mentir es lo que avergüenza. Mentirse aún más. Quitarse la ira de encima. Hablar de los otros, de los que amamos o de los que odiamos con la misma serenidad, sugeriría incluso que con cierto grado, no menor, de frialdad; hablar de los otros porque no puedes dejar de ser humano y los humanos somos seres con una alta necesidad de sociabilidad. Por más que tú te vayas a un lugar donde estarás muy solo. Tú también anhelas a los otros. Si amaste sigue amando lo que amaste. Sabes lo que quiero decir. No castigues. No te castigues. Sigue quitando capas a la cebolla hasta llegar a su cogollito que como muy bien sabes es, hermosa paradoja, la nada.
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/09/2023 a las 17:33 | Comentarios {0}



Era un espadachín, un aire de mayo era; era un bucle o el rizo que se hace una tarde de verano sobre la superficie del mar; era la constancia sin razón, querer y poder; era santiguarse en el más puro ateísmo; era asegurarse en una piedra, no dejarse nombrar, seguir corriendo con las piernas rotas; era un testimonio; era alzarse el telón y estar de espaldas; era navegar sin mirar las estrellas, en plena noche de novilunio, quieto en la barquilla, pensando en Cristo, en el vivo, en el amante de María Magdalena; era ser el sobrino que ha de transmitir malas noticias; era el reverso, lo que no está claro, aquello por lo que muchos odian; era sacudirse la tarde; era una limonada.
 

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/07/2023 a las 18:51 | Comentarios {0}



No hay fin. ¡Vanidad de vanidades! exclama Cohélet y yo me someto, miro la tierra seca, la que se está cuarteando bajo el imperio del sol, en este desierto con llanura, donde no hay fin, donde la suerte del necio será la mía, donde todo tiene su momento.
No hay fin, me digo, ni siquiera, intuyo, si mi estado fuera vegetal, esa hierba a la que no sé poner nombre que se mece por el capricho del viento en direcciones que ella no podrá nunca adivinar. ¿No hay fin ni paciencia en la hierba?
Miro la llanura. Observo cómo el sol aparenta elevarse. Bebo un trago de agua. Me produce ternura el perro con el que comparto la vida cuando dormita y respira agitadamente como si estuviera soñando con un día de otoño justo cuando va a anochecer y la humedad se eleva del mundo y regresa a los cielos donde se condensará en masas blancas grises las cuales adoptarán formas caprichosas, caprichos de nuevo de los vientos. Los vientos y el mundo. Los vientos y el sino de las criaturas vivas y de las criaturas inermes.
Miro la llanura y pienso en los herreros. Miro la llanura e imagino un yunque. Miro la llanura y me duele el timo.
 

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/07/2023 a las 10:50 | Comentarios {0}



No esperaba la mañana tan luminosa.
El silencio lo hace el canto de los pájaros, sintió.
No hay naufragio. Nada flota. La transparencia esmeralda del agua.
Habló con una extraña. El sol a sus espaldas.
Quedaba de la noche un regusto a cosa triste que estaba por ocurrir. Así no lo había pensado. Es cierto que el pozo no tiene fondo ni el techo altura máxima. Quedaba la búsqueda del pecho nutricio. No necesariamente lácteo.
Vio unos conejos.
Se acordó de unas pantallas gigantes de seguido a los conejos como si con ello pudiera dar un toque de modernidad a su existir. Fluía el manantial. Tendría que leer. La sombra estaba cerca. El mundo de la muerte se acercaba, el que está debajo de la cama, el que nunca queremos mirar. Acodado en la barandilla de hierro de su terraza estrecha y larga observó el bosque y la montaña y sintió el destierro como una garra que se aferrara a sus tripas sin soltarlas. Las nubes se acercaban indolentes, del todo ignorantes de las cuitas del hombre que las ve pasar acodado en la barandilla de hierro de una terraza estrecha y larga. La tarde dorará los verdes. Probablemente aún no haya muerto.
 

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/10/2022 a las 12:53 | Comentarios {0}


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