Tan lejos quedará (como hace un rato, mientras paseaba al perro, no he sabido hasta llegar a la esquina de los escalones que hoy se llama jueves). En esa expansión. Eso irse de sí mismo. Eso que es tan inmenso. Tan desconsolado.
Mírate las uñas o Las Meninas. Mira la tarde. Mírala porque pronto (el tiempo también es una dimensión estúpida), porque pronto...
¿Y esas olas?
¿Y ese puente que se abraza al aire?
¿Y esa danza?
Tengo en mí el costado izquierdo que me duele (como a Cristo debió de dolerle la lanzada del romano) y ese dolor tan íntimo, tan cercano al corazón, me inspira (y al inspirar me duele) la emoción de estar sintiendo esto que ya es nada, hacia la nada va, ya no está.
Quisiera, entonces, aludir a la espera y desenmascarar a los que prometieron la nada. La nada.
Y animarte a ti (y a mí si puedo). Animarte que es dar alma y el alma, como tan bellamente poetiza Szymborska, no se tiene todos los días.
Susurrar en este cómputo tan terne: Vive, vive, ahora. Todo no es más que el calor de un llamarada.
Así miro a mi hija dormida.
Así abracé ayer a la mujer que amo.
Así me desdigo de lo que no entiendo cómo ha pasado.
Inexorablemente la oscuridad ya llega.
¿Y las palabras?
¿Y el corzo?
¿Y la higuera?
Hacia la nada. Hacia la nada. Hacia la nada.
Mírate las uñas o Las Meninas. Mira la tarde. Mírala porque pronto (el tiempo también es una dimensión estúpida), porque pronto...
¿Y esas olas?
¿Y ese puente que se abraza al aire?
¿Y esa danza?
Tengo en mí el costado izquierdo que me duele (como a Cristo debió de dolerle la lanzada del romano) y ese dolor tan íntimo, tan cercano al corazón, me inspira (y al inspirar me duele) la emoción de estar sintiendo esto que ya es nada, hacia la nada va, ya no está.
Quisiera, entonces, aludir a la espera y desenmascarar a los que prometieron la nada. La nada.
Y animarte a ti (y a mí si puedo). Animarte que es dar alma y el alma, como tan bellamente poetiza Szymborska, no se tiene todos los días.
Susurrar en este cómputo tan terne: Vive, vive, ahora. Todo no es más que el calor de un llamarada.
Así miro a mi hija dormida.
Así abracé ayer a la mujer que amo.
Así me desdigo de lo que no entiendo cómo ha pasado.
Inexorablemente la oscuridad ya llega.
¿Y las palabras?
¿Y el corzo?
¿Y la higuera?
Hacia la nada. Hacia la nada. Hacia la nada.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/09/2013 a las 11:11 |