Meditaciones de Marco Aurelio. Libro IV Epígrafe 3. Editado por Gredos. Traducción: Ramón Bach Pellicer
Allain Torbechet: Un hombre haciendo malabares con su propia cabeza (1880)
3.- Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden. Concédete, pues, sin pausa, este retiro y recupérate. Sean breves y elementales los principios que, tan pronto los hayas localizado, te bastarán para recluirte en toda tu alma y para enviarte de nuevo, sin enojo, a aquellas cosas de la vida ante las que te retiras. Porque ¿contra quién te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios. Reconsidera también cuántos, declarados ya enemigos, sospechosos u odiosos, atravesados por la lanza, están tendidos, reducidos a ceniza. Modérate de una vez. Pero ¿estás molesto por el lote que se te asignó? Rememora la disyuntiva "o una providencia o átomos", y gracias a cuántas pruebas se ha demostrado que el mundo es como una ciudad. Pero ¿te apresarán todavía las cosas corporales? Date cuenta de que el pensamiento no se mezcla con el hálito vital que se mueve suave o violentamente, una vez que se ha recuperado y ha comprendido su peculiar poder, y finalmente ten presente cuanto has oído y aceptado respecto al pesar y al placer. ¿Acaso te arrastrará la vanagloria? Dirige tu mirada a la prontitud con que se olvida todo y al abismo del tiempo infinito por ambos lados, a la vaciedad del eco, a la versatilidad e irreflexión de los que dan la impresión de elogiarte, a la angostura del lugar en que se circunscribe la gloria. Porque la tierra entera es un punto y de ella, ¿cuánto ocupa el rinconcillo que habitamos? Y allí, ¿cuántos y qué clase de hombres te elogiarán? Te resta, pues, tenlo presente, el refugio que se halla en este diminuto campo de ti mismo. Y por encima de todo, no te atormentes ni te esfuerces en demasía; antes bien, sé hombre libre y mira las cosas como varón, como hombre, como ciudadano, como ser mortal. Y entre las máximas que tendrás a mano y hacia las que te inclinarás, figuren estas dos: una, que las cosas no alcanzan al alma, sino que se encuentran fuera, desprovistas de temblor, y las turbaciones surgen de la única opinión interior. Y la segunda, que todas esas cosas que estás viendo, pronto se transformarán y ya no existirán. Piensa también constantemente de cuántas transformaciones has sido ya por casualidad testigo. "El mundo, alteración; la vida, opinión".
Glosas:
Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden: Yo sueño la tranquilidad. La bendita suerte de saber que el orden de las cosas trae el sosiego y la calma. Y también sueño con tener un idioma común, una forma de verdad que diga: el orden de los términos produce armonía en el entendimiento. Y por el contrario, el desorden, la alteración producen confusión y aturdimiento.
Porque ¿contra quién te enojas?: En el fondo me enojo conmigo mismo. Por hacerme daño. Por ponerme en el disparadero de que me pueda dañar. Yo sé que la flecha envenenada ha salido de otra mente; que esa mente ha elaborado el veneno y lo ha lanzado. También sé que el antídoto contra ese veneno está en la indiferencia de la vida del otro, es decir: de su opinión. Aún así siento el daño y no he podido dormir.
¿Contra la ruindad de los hombres?: En lo ruin siempre hay algo de pequeño, mezquino, desmedrado. Pero creo más bien que Marco Aurelio hace referencia a eso que también incluye lo ruin que es la cualidad de vil, de cosa vil y añadiría (con el auxilio del Diccionario de Autoridades) lo infame, lo indecoroso y lo malo. Ejemplo de acción ruin: tras haber cometido una acción reprobable, acusar al objeto de dicha acción de ser él el causante de la misma. Nada hay más ruin -es decir: vil, infame indecoroso y malo- que acusar en falso.
Modérate de una vez. Sobre el principio de la moderación en mi opinión sobre las acciones de los otros, fundo mi negativa al juicio de valor y alimento el silencio. Y añadiría: ante la falsa acusación, la renuncia a la discusión. Incluso más: la renuncia a demostrar mi inocencia.
¿Estás molesto por el lote que se te asignó?: No. Me gustaría un equipaje aún más ligero. Casi desnudo, casi desnudo... En contra de lo escrito dependo aún de muchas cosas y creo que si me faltaran, me faltaría la curiosidad por la vida. La vida en sí y esta consideración enlaza con la siguiente glosa...
Pero, ¿te apresarán todavía las cosas corporales?: Me apresan las cosas corporales. O me atraen las cosas corporales. Soy plenamente consciente de que no tengo cuerpo de eremita. Es más: la cosa corporal me ata al Mundo porque tengo presente cuanto he oído y aceptado respecto al pesar y al placer.
¿Acaso te arrastrará la vanagloria?: La gloria vana me despierta por la noche. Me arrastra en la aurora con sus dedos marchitos y sus pechos caídos y me dice: Chupa de mi teta seca y sáciate de mi nada. Despierto temblando. La luz de la mañana entra a raudales. La gloria vana huye por los cigarrales.
Glosas:
Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden: Yo sueño la tranquilidad. La bendita suerte de saber que el orden de las cosas trae el sosiego y la calma. Y también sueño con tener un idioma común, una forma de verdad que diga: el orden de los términos produce armonía en el entendimiento. Y por el contrario, el desorden, la alteración producen confusión y aturdimiento.
Porque ¿contra quién te enojas?: En el fondo me enojo conmigo mismo. Por hacerme daño. Por ponerme en el disparadero de que me pueda dañar. Yo sé que la flecha envenenada ha salido de otra mente; que esa mente ha elaborado el veneno y lo ha lanzado. También sé que el antídoto contra ese veneno está en la indiferencia de la vida del otro, es decir: de su opinión. Aún así siento el daño y no he podido dormir.
¿Contra la ruindad de los hombres?: En lo ruin siempre hay algo de pequeño, mezquino, desmedrado. Pero creo más bien que Marco Aurelio hace referencia a eso que también incluye lo ruin que es la cualidad de vil, de cosa vil y añadiría (con el auxilio del Diccionario de Autoridades) lo infame, lo indecoroso y lo malo. Ejemplo de acción ruin: tras haber cometido una acción reprobable, acusar al objeto de dicha acción de ser él el causante de la misma. Nada hay más ruin -es decir: vil, infame indecoroso y malo- que acusar en falso.
Modérate de una vez. Sobre el principio de la moderación en mi opinión sobre las acciones de los otros, fundo mi negativa al juicio de valor y alimento el silencio. Y añadiría: ante la falsa acusación, la renuncia a la discusión. Incluso más: la renuncia a demostrar mi inocencia.
¿Estás molesto por el lote que se te asignó?: No. Me gustaría un equipaje aún más ligero. Casi desnudo, casi desnudo... En contra de lo escrito dependo aún de muchas cosas y creo que si me faltaran, me faltaría la curiosidad por la vida. La vida en sí y esta consideración enlaza con la siguiente glosa...
Pero, ¿te apresarán todavía las cosas corporales?: Me apresan las cosas corporales. O me atraen las cosas corporales. Soy plenamente consciente de que no tengo cuerpo de eremita. Es más: la cosa corporal me ata al Mundo porque tengo presente cuanto he oído y aceptado respecto al pesar y al placer.
¿Acaso te arrastrará la vanagloria?: La gloria vana me despierta por la noche. Me arrastra en la aurora con sus dedos marchitos y sus pechos caídos y me dice: Chupa de mi teta seca y sáciate de mi nada. Despierto temblando. La luz de la mañana entra a raudales. La gloria vana huye por los cigarrales.
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Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/04/2013 a las 17:35 | {0}