Leo hoy en La poesía del pensamiento de George Steiner (ahora llueve la primera tormenta del verano. He leído el texto anterior Tela de espiguilla y siento aquello que también he leído en el libro de Steiner: la gran diferencia que suele haber entre la expresión del artista y su vida real. Sobre esta base edifico parte de mi literatura. Algunos que leen lo que escribo y que tienen la deferencia de hacer comentarios, suelen creer que lo escrito es la interpretación de lo vivido, cuando en realidad lo escrito es, muchas veces, la sublimación de lo que nunca se vivirá. Escribo de nuevo: juegos de la imaginación): La esforzada inteligencia de Fausto va demasiado lejos y precipita su alma en el infierno. Un crimen indeleble va unido a la distintiva excelencia del espíritu humano. Se inflige una venganza a aquellos que "enseñaran la eternidad" (Dante). Quienes persiguen la verdad son a su vez perseguidos como si alguna contradicción orgánica se opusiera a ejercitar la mente y a sentirse en casa en la vida natural. Sin embargo, el impulso de probar el fruto prohibido, de robar y dominar el fuego, de plantear cuestiones supremas como hace Fausto es insaciable. Aunque sea a costa de la supervivencia personal o del ostracismo social.
Además esta sed, esta libido sciendi y este "gnosticismo" son muchísimo más poderosos que sus objetos, que cualesquiera intenciones locales [...] El imán es lo desconocido, y el hombre es el animal que pregunta.
La raíces de esta trascendente fatalidad permanecen ocultas. La intensidad, la eficiencia exploratoria, creativa, de esta fuerza varía profundamente entre individuos y comunidades, entre Atenas y Jerusalém, por una parte, y grandes segmentos de un mundo más pastoral y contemplativo, por otra. Tal vez la "in-quietud" a la que Hegel atribuye los avances filosóficos, científicos, artísticos, no sea universal. Tal vez las influyentes alegorías de la caída del hombre por el conocimiento, de su tragedia prometeica y del pacto faústico sean esencialmente europeas. Pero donde rigen esta "concupiscencia de conocer", esta creatividad contraria a la inocencia, su imperativo puede ser irresistible. Freud, por su parte un inspirado ejemplo de este dinamismo, pasó por alto su poder devorador. Ser poseído por un problema intelectual, puro o aplicado; por un hambre total de forma estética, por una resistente constelación en las ciencias es experimentar una libido -puede conllevar locura y crimen- más imperiosa que la del sexo. [...] Como el eros, pero con mayor y a un mayor coste privado o público, esta incansable indagación sobre el ser y la sustancia, esta manera en cierto modo maníaca de lanzarse en pos de la inteligibilidad, no es negociable. La pasión cerebral y sensorial desinteresada no es más explicable que el amor. Guarda relación con nuestra aceptación y negación de la muerte de una manera que podemos convertir en mito pero no comprender del todo. [...] Pessoa define la especulación metafísica como nada más que "infinita ansiedad".
En Las invasiones bárbaras de Denys Arcand uno de los amigos de Remy, el profesor universitario que va a morir, defiende la teoría de que la inteligencia no es individual sino colectiva y para apoyar su tesis habla de la Atenas de Platón, la Florencia de Miguel Ángel o los Estados Unidos de Franklin (yo habría añadido como el último destello -hasta el momento- de inteligencia colectiva el Paris de los años veinte del siglo pasado). Como metáfora de esta idea central de la película, el director y guionista reúne a una pléyade de seres humanos inteligentes y sensibles que acompañan a Remy hasta la casa del lago donde todos le ayudan a morir. Y allí se juntan la pasión cerebral y sensorial y un amor infinito. Pura libido. Pura vida. Heroína pura.
Además esta sed, esta libido sciendi y este "gnosticismo" son muchísimo más poderosos que sus objetos, que cualesquiera intenciones locales [...] El imán es lo desconocido, y el hombre es el animal que pregunta.
La raíces de esta trascendente fatalidad permanecen ocultas. La intensidad, la eficiencia exploratoria, creativa, de esta fuerza varía profundamente entre individuos y comunidades, entre Atenas y Jerusalém, por una parte, y grandes segmentos de un mundo más pastoral y contemplativo, por otra. Tal vez la "in-quietud" a la que Hegel atribuye los avances filosóficos, científicos, artísticos, no sea universal. Tal vez las influyentes alegorías de la caída del hombre por el conocimiento, de su tragedia prometeica y del pacto faústico sean esencialmente europeas. Pero donde rigen esta "concupiscencia de conocer", esta creatividad contraria a la inocencia, su imperativo puede ser irresistible. Freud, por su parte un inspirado ejemplo de este dinamismo, pasó por alto su poder devorador. Ser poseído por un problema intelectual, puro o aplicado; por un hambre total de forma estética, por una resistente constelación en las ciencias es experimentar una libido -puede conllevar locura y crimen- más imperiosa que la del sexo. [...] Como el eros, pero con mayor y a un mayor coste privado o público, esta incansable indagación sobre el ser y la sustancia, esta manera en cierto modo maníaca de lanzarse en pos de la inteligibilidad, no es negociable. La pasión cerebral y sensorial desinteresada no es más explicable que el amor. Guarda relación con nuestra aceptación y negación de la muerte de una manera que podemos convertir en mito pero no comprender del todo. [...] Pessoa define la especulación metafísica como nada más que "infinita ansiedad".
En Las invasiones bárbaras de Denys Arcand uno de los amigos de Remy, el profesor universitario que va a morir, defiende la teoría de que la inteligencia no es individual sino colectiva y para apoyar su tesis habla de la Atenas de Platón, la Florencia de Miguel Ángel o los Estados Unidos de Franklin (yo habría añadido como el último destello -hasta el momento- de inteligencia colectiva el Paris de los años veinte del siglo pasado). Como metáfora de esta idea central de la película, el director y guionista reúne a una pléyade de seres humanos inteligentes y sensibles que acompañan a Remy hasta la casa del lago donde todos le ayudan a morir. Y allí se juntan la pasión cerebral y sensorial y un amor infinito. Pura libido. Pura vida. Heroína pura.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/07/2012 a las 23:11 | {0}