Darío Sztajnszrajber -el apellido parece hermosamente holandés o flamenco- (aunque haré como Sánchez Ferlosio que escribe Chéspir en vez de Shakespeare. Así si lo vuelvo a nombrar por su apellido escribiré Estanrajber) es un filósofo argentino que suele dar una serie de conferencias anuales en la ciudad de Rosario dentro de la Facultad Libre. Sus clases están a disposición del público en Youtube. Hace un par de días César me envió el enlace de una de sus últimas conferencias que iba a tratar sobre el tema de La Verdad (si cliqueas sobre el nombre accederás en ventana nueva a la conferencia -acceder en ventana nueva me suena a verso lleno de esperanza. Quizá cambiaría la palabra acceder; quizás escribiría aparecer o surgir- ¿Surgirá en ventana nueva/ un nuevo paisaje? Cosas así). El año pasado Darío dedicó el ciclo de conferencias a ocho filósofos Epicuro, Spinoza, Foucault, Derrida, Heidegger o Baudelaire -sí, a mí también me resultó curioso que tratara a Baudelaire como filósofo- etc... Esta año ha decidido que el ciclo de conferencias gire en torno a temas -o problemas filosóficos- como son: La comunidad, El Amor, La Muerte, La Verdad, Dios, El Poder y otros. Yo lo recomiendo. Es un gran divulgador y como dirían allá en la Argentina: Está bárbaro (por supuesto con acento argentino).
Lo terrible de la Verdad es su paradoja. Así resumiría yo la conferencia. Pero no quiero hablar de ella -de la conferencia. Si quieres escucharla ya te puse el enlace- sino de tu verdad (o de la mía). Porque ahí está la paradoja: si tu verdad no es la mía (o viceversa) ya no es La Verdad. Y tampoco quiero filosofar: sólo quería decírtelo, que me lo leyeras en este último día de verano cuando mañana el otoño hará que la luz sea más suave. Podría volver a escribir las palabras del propio Baudelaire mon semblable, mon frère pero -y no por políticamente correcto- también habría de escribir ma semblable, ma soeur para abarcar a todos, para sentirme a gusto con este espejismo que es mi verdad y poder disfrutar sin quejas del pensamiento que la experiencia me propone. Que no tengo la verdad, creo saberlo como también creo -y mucho- en Schopenhauer y su filosofía de la representación. Que no tengo la verdad, no cabe duda y sin embargo hay algo en mis sentimientos que clama por decir que eso que sienten es verdad. Sólo que la historia del hombre se sustenta en dinamitar las verdades de sus antepasados, excepto los lameculos del poder -y éstos, claro, son legión- como Hegel -por poner sólo un ejemplo- argumenta con literatura poderosa sobre el Sentido de la Historia y cosas así para darle una historia a la palabra sentido (sentido como finalidad, como dirección). Que no tengo la verdad no es nada nuevo. Mi emoción sin análisis podría decir que es pura (luego sería espúrea -desde el análisis-) como imagino que tu emoción también lo será y al final todo se resuelve en una cuestión de lenguaje y en la certeza de que somos unos animales en extremo desdichados por la capacidad que tenemos de asumir las paradojas (que nos destruyen, que nos paralizan, que nos desarmonizan -si estar en armonía con uno mismo es una de las virtudes de la felicidad-) porque la paradoja es siempre fruto del pensamiento y el pensamiento mezclado con los sentidos genera en ocasiones la devastación.
La verdad es que sé que no existes y que eres nada más que un constructo de mi imaginación. No has existido nunca. No te he visto nunca. Es cierto que vi a alguien que se podría parecer a ti -mon frère/ma soeur-. Un día te das cuenta de que también la imaginación tiene sus peligros. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios más hermosos que he ensayado. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios que más me ha destruido. Verte realmente me ha devastado. ¿Me entiendes?
Yo sé el otoño. Creo en él. No sé si es verdad pero creo en él. Quiero creer en él como cuando en la noche, al cerrar los ojos, a veces ruego al que corresponda que nos proteja...
Lo terrible de la Verdad es su paradoja. Así resumiría yo la conferencia. Pero no quiero hablar de ella -de la conferencia. Si quieres escucharla ya te puse el enlace- sino de tu verdad (o de la mía). Porque ahí está la paradoja: si tu verdad no es la mía (o viceversa) ya no es La Verdad. Y tampoco quiero filosofar: sólo quería decírtelo, que me lo leyeras en este último día de verano cuando mañana el otoño hará que la luz sea más suave. Podría volver a escribir las palabras del propio Baudelaire mon semblable, mon frère pero -y no por políticamente correcto- también habría de escribir ma semblable, ma soeur para abarcar a todos, para sentirme a gusto con este espejismo que es mi verdad y poder disfrutar sin quejas del pensamiento que la experiencia me propone. Que no tengo la verdad, creo saberlo como también creo -y mucho- en Schopenhauer y su filosofía de la representación. Que no tengo la verdad, no cabe duda y sin embargo hay algo en mis sentimientos que clama por decir que eso que sienten es verdad. Sólo que la historia del hombre se sustenta en dinamitar las verdades de sus antepasados, excepto los lameculos del poder -y éstos, claro, son legión- como Hegel -por poner sólo un ejemplo- argumenta con literatura poderosa sobre el Sentido de la Historia y cosas así para darle una historia a la palabra sentido (sentido como finalidad, como dirección). Que no tengo la verdad no es nada nuevo. Mi emoción sin análisis podría decir que es pura (luego sería espúrea -desde el análisis-) como imagino que tu emoción también lo será y al final todo se resuelve en una cuestión de lenguaje y en la certeza de que somos unos animales en extremo desdichados por la capacidad que tenemos de asumir las paradojas (que nos destruyen, que nos paralizan, que nos desarmonizan -si estar en armonía con uno mismo es una de las virtudes de la felicidad-) porque la paradoja es siempre fruto del pensamiento y el pensamiento mezclado con los sentidos genera en ocasiones la devastación.
La verdad es que sé que no existes y que eres nada más que un constructo de mi imaginación. No has existido nunca. No te he visto nunca. Es cierto que vi a alguien que se podría parecer a ti -mon frère/ma soeur-. Un día te das cuenta de que también la imaginación tiene sus peligros. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios más hermosos que he ensayado. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios que más me ha destruido. Verte realmente me ha devastado. ¿Me entiendes?
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2016 a las 13:50 | {0}