¡Al pez convoco! (por la esquina convoco a la mandrágora pero muy cauto como si al hacerlo me estuviera jugando la vida)
¡A la altura convoco!
¡Al desierto convoco!
(nace la idea y se queda quieta. La invocación espera su fruto. Es un ida y vuelta -ida a Babilonia vuelta a Nueva York-. En una excitación sin vértigo la luz de la noche a través de un patio interior parece temer la voz humana. Corretea la salamandra. Respira el olivo. Se mece la mies porque piensa marzo. Las manos se mueven solas. El corazón permanece quieto -y aún así no muere el cuerpo y la sangre fluye-. Arriba. Muy arriba. Más, más arriba -imagina por encima de lo más alto que puedas imaginar-. Allí la noche explota en naranjas. La madreselva. El haba mágica. Juan sin Miedo. Cierto aire de niñez)
¡A la mujer amada convoco!
¡Al invierno convoco!
¡Al sauce convoco!
(la rodilla -piensa el hipopótamo justo en el momento en el que la levedad de la charca da paso al peso de la tierra- se quiebra. Hay una explosión de grisú. Hay un arrollamiento. El cielo no permite la alegría del color y ese detalle entristece el gesto de la niña. El carnaval se acerca y ese cuerpo queda tan lejos... tan lejos... la mirada también es líquida)
¡Al aguacero convoco!
¡Al ladrillo convoco!
¡Al marinero convoco!
(por el puerto se arría la vela. Por el puerto se descubre el pecio. Por el puerto pasea la muchacha. Por el puerto se alza la maquinaria. Por el puerto baten las olas y se retiran. Los acantilados mueven el mar y hay en el nido del águila un ansia nueva de volar. Por el puerto el mundo. Por el puerto el círculo. Por el puerto la andanada)
¡A la boca convoco!
¡A la astilla convoco!
¡Al otero convoco!
(cuando desaparezca el poso, quedará el fondo)
¡Al bosque convoco!
¡A la arena convoco!
¡A la miniatura convoco!
(ya no está la cruz en la muñeca. La mañana ronca raspa la luz. Vuelan octavillas por el aire de la ciudad asediada. Gime el bebé. Cae la flor. Surte efecto la pócima. Alguien grita, ¡Demóstenes! Alguien replica, ¡Noah, Noah, Noah! Se enreda la araña en su tela. Evoca el chocolate te. Con el último rayo de la luna brilla la calva de la mujer. Dice, Te seguiré. Responde, Estoy escondida)
¡Al otoño convoco!
¡Al laud convoco!
¡Al alba convoco!
¡A la altura convoco!
¡Al desierto convoco!
(nace la idea y se queda quieta. La invocación espera su fruto. Es un ida y vuelta -ida a Babilonia vuelta a Nueva York-. En una excitación sin vértigo la luz de la noche a través de un patio interior parece temer la voz humana. Corretea la salamandra. Respira el olivo. Se mece la mies porque piensa marzo. Las manos se mueven solas. El corazón permanece quieto -y aún así no muere el cuerpo y la sangre fluye-. Arriba. Muy arriba. Más, más arriba -imagina por encima de lo más alto que puedas imaginar-. Allí la noche explota en naranjas. La madreselva. El haba mágica. Juan sin Miedo. Cierto aire de niñez)
¡A la mujer amada convoco!
¡Al invierno convoco!
¡Al sauce convoco!
(la rodilla -piensa el hipopótamo justo en el momento en el que la levedad de la charca da paso al peso de la tierra- se quiebra. Hay una explosión de grisú. Hay un arrollamiento. El cielo no permite la alegría del color y ese detalle entristece el gesto de la niña. El carnaval se acerca y ese cuerpo queda tan lejos... tan lejos... la mirada también es líquida)
¡Al aguacero convoco!
¡Al ladrillo convoco!
¡Al marinero convoco!
(por el puerto se arría la vela. Por el puerto se descubre el pecio. Por el puerto pasea la muchacha. Por el puerto se alza la maquinaria. Por el puerto baten las olas y se retiran. Los acantilados mueven el mar y hay en el nido del águila un ansia nueva de volar. Por el puerto el mundo. Por el puerto el círculo. Por el puerto la andanada)
¡A la boca convoco!
¡A la astilla convoco!
¡Al otero convoco!
(cuando desaparezca el poso, quedará el fondo)
¡Al bosque convoco!
¡A la arena convoco!
¡A la miniatura convoco!
(ya no está la cruz en la muñeca. La mañana ronca raspa la luz. Vuelan octavillas por el aire de la ciudad asediada. Gime el bebé. Cae la flor. Surte efecto la pócima. Alguien grita, ¡Demóstenes! Alguien replica, ¡Noah, Noah, Noah! Se enreda la araña en su tela. Evoca el chocolate te. Con el último rayo de la luna brilla la calva de la mujer. Dice, Te seguiré. Responde, Estoy escondida)
¡Al otoño convoco!
¡Al laud convoco!
¡Al alba convoco!
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Cuentecillos
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones para antes de morir
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Olmo Dos Mil Veintidós
Sobre las creencias
Jardines en el bolsillo
El mes de noviembre
Listas
Olmo Z. ¿2024?
Saturnales
Agosto 2013
Citas del mes de mayo
Mosquita muerta
Marea
Reflexiones
Sincerada
No fabularé
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
Sinonimias
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
Carta a una desconocida
Biopolítica
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Asturias
Velocidad de escape
Derivas
Sobre la música
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Las manos
Las putas de Storyville
Las homilías de un orate bancario
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/08/2017 a las 12:47 | {0}