Extractos y comentarios acerca del libro Cosmos y Psique
Para escribir este artículo voy a escuchar Music for Airport de Brian Eno. Me he puesto los cascos no muy altos porque fuera se gesta una tormenta y el sonido del trueno mezclado con el olor húmedo del aire más la grisura cada vez más oscura del cielo y el frescor del suelo de piedra a mis pies, invitan a que cada sentido se armonice y una sensación devenga en otra y varias se mezclen.
Saturno, Plutón y Urano forman (ahora estalla el trueno, justo ahora, al terminar el último de los planetas -sincronicidad-) tormentas en los ritmos humanos. No me voy a extender en los arquetipos que encarnan cada uno de los planetas ni en las deducciones de Tarnas (repetitivas e interesantes). Sólo decir, a modo de ejemplo, que durante la alineación de Urano y Plutón se produjeron hechos históricos tan excitantes como la Revolución Francesa, La Contracultura de los años 60 o las Revoluciones Románticas de 1840 y que durante la alineación de Saturno y Plutón estallaron las dos guerras mundiales del siglo XX o los atentados del 11 de septiembre de 2001 y los del 11 de marzo de 2004 en Madrid. El corpus documental de Richard Tarnas es exhaustivo y sorprendente. Sin embargo a veces las pequeñas cosas (o las cosas más pequeñas) sirven mejor para comprender la macrovisión de lo que se nos está planteando. Por eso la historia de Hemann Melville y las ballenas es verdaderamente ejemplar con respecto a la tesis de Tarnas (tesis: los asuntos humanos tienen su trasunto en el Cosmos. Formamos parte de un anima mundi.)
Extractos: (De nuevo el trueno, esta vez largo y profundo. La tormenta se acerca)
En el caso de Melville y Moby Dick, podemos reconocer la potente interacción de estos dos fuertes complejos arquetípicos: por un lado, los temas uranoplutonianos del despertar de la irrupción de fuerzas de la naturaleza en la ballena, el desencadenamiento del ello instintivo en el capitán Akab, su titánico desafío, así como el gigantesco poder y la intensidad creativa del propio libro, Moby Dick (de nuevo un trueno); y por otro lado los temas saturnoplutonianos de compensación punitiva contra la naturaleza y la implacable obsesión por el mal proyectado, la caldera de los instintos que en el corazón de Akab impulsaba con fuerza inexorable su compulsión a la venganza.
Once días después del nacimiento de Melville, en agosto de 1819, el barco ballenero Essex partía de Nantucket hacia el Pacífico Sur, donde fue atacado por una ballena de veinticuatro metros y se hundió. De acuerdo con el relato posterior del segundo oficial del Essex, Owen Chase, la ballena chocó contra el barco deliberada y repetidamente con "furia y sed de venganza" hasta destruirlo y hundirlo [...] Este fatídico viaje, desde su partida hasta el ataque, se produjo durante la misma conjunción de Saturno y Plutón y la cuadratura de Urano y Plutón del nacimiento de Melville [...]
Melville se crió sin tener noticia de este dramático suceso, temporalmente tan cercano a su nacimiento, y a comienzos de la veintena firmó un contrato para un viaje de tres años en un barco ballenero que lo llevó a la misma zona del Pacífico Sur donde naufragó el Essex (ahora ha sido un rayo seguido de un trueno muy poderoso). La suerte quiso que durante el viaje, Melville se encontrará con el hijo de Owen Chase, el segundo oficial del Essex, quien le prestó una copia de la narración original de su padre. [...]
Exactamente un ciclo completo de Saturno-Plutón después del nacimiento de Melville y del hundimiento del Essex, durante la conjunción inmediatamente posterior de esos dos planetas, en 1850-1851, Melville escribió y publicó Moby Dick. Es asombro que precisamente cuando Melville estaba acabando el libro, en agosto de 1851, con la conjunción de Saturno y Plutón a menos de 4º de su alineamiento exacto, el ballenero Ann Alexander fue embestido y hundido por un cachalote enfurecido al que había estado persiguiendo en las mismas aguas en las que, más de treinta años antes, el Essex había sufrido el mismo destino, los dos únicos casos bien documentados de semejante acontecimiento hasta el día de hoy. Enterarse de esa gran coincidencia produjo en Melville un profundo impacto. (Ya llueve)
Como cabe recordar, la publicación de Moby Dick y el hundimiento del Ann Alexander no sólo coincidieron con la conjunción de Saturmo y Plutón , sino también con la de Urano y Plutón de 1845-1856, es decir, con la triple conjunción de estos planetas, la única de los últimos doscientos años. [...]
Esta poderosa configuración, que opera en tantos niveles de lo humano y de los mundos naturales, guarda íntima relación con la posibilidad de que en "todas las cosas" -tanto en las profundidades de la psique humana como en las de la propia naturaleza- resida un anima mundi, esto es, una profunda interioridad arquetípicamente informada. La poderosa obra de Melville es algo más que una obra humana: representa la violenta irrupción de la fuerza misma de la naturaleza, imbuida de oscuro y numinoso significado. Fuerzas elementales de sentido y finalidad que surgen del fondo del océano, dos veces como ballenas y dos veces con formas humanas, en el nacimiento de Melville y en el de su libro. Estas sincronicidades dobles en el reino humano y en el de los cetáceos son suficientemente asombrosas por sí mismas como para suscitar una reflexión en profundidad. Sin embargo, de alguna manera ligado a todos estos acontecimientos y coincidencias y dándoles unidad está el gran macrocosmos mismo, los movimientos planetarios en el vasto cielo estrellado, muy por encima del océano de las ballenas y de los hombres, reflejando una profundidad de configuración significativa y misteriosa finalidad en el fondo de todas las cosas.
La tormenta ha cesado justo ahora. Será tiempo entonces de poner unas palabras de Melville durante la redacción de Moby Dick y terminar.
¡Denme el cráter del Vesubio como tintero! ¡Sostengan mis brazos, amigos! Porque en el simple acto de escribir mis pensamientos sobre este leviatán, estos pensamientos me agotan, me consumen con la extensión de su envergadura, como si quisieran incluir todo el ámbito de la ciencia y todas las generaciones presentes, pasadas y futuras de ballenas, hombres, mastodontes, con todos los mudables panoramas de los imperios terrestres y del universo entero... ¡Tal es la virtud magnificadora de un tema inmenso y libre! Crecemos con su volumen. Para producir un gran libro hay que elegir un gran tema.
Saturno, Plutón y Urano forman (ahora estalla el trueno, justo ahora, al terminar el último de los planetas -sincronicidad-) tormentas en los ritmos humanos. No me voy a extender en los arquetipos que encarnan cada uno de los planetas ni en las deducciones de Tarnas (repetitivas e interesantes). Sólo decir, a modo de ejemplo, que durante la alineación de Urano y Plutón se produjeron hechos históricos tan excitantes como la Revolución Francesa, La Contracultura de los años 60 o las Revoluciones Románticas de 1840 y que durante la alineación de Saturno y Plutón estallaron las dos guerras mundiales del siglo XX o los atentados del 11 de septiembre de 2001 y los del 11 de marzo de 2004 en Madrid. El corpus documental de Richard Tarnas es exhaustivo y sorprendente. Sin embargo a veces las pequeñas cosas (o las cosas más pequeñas) sirven mejor para comprender la macrovisión de lo que se nos está planteando. Por eso la historia de Hemann Melville y las ballenas es verdaderamente ejemplar con respecto a la tesis de Tarnas (tesis: los asuntos humanos tienen su trasunto en el Cosmos. Formamos parte de un anima mundi.)
Extractos: (De nuevo el trueno, esta vez largo y profundo. La tormenta se acerca)
En el caso de Melville y Moby Dick, podemos reconocer la potente interacción de estos dos fuertes complejos arquetípicos: por un lado, los temas uranoplutonianos del despertar de la irrupción de fuerzas de la naturaleza en la ballena, el desencadenamiento del ello instintivo en el capitán Akab, su titánico desafío, así como el gigantesco poder y la intensidad creativa del propio libro, Moby Dick (de nuevo un trueno); y por otro lado los temas saturnoplutonianos de compensación punitiva contra la naturaleza y la implacable obsesión por el mal proyectado, la caldera de los instintos que en el corazón de Akab impulsaba con fuerza inexorable su compulsión a la venganza.
Once días después del nacimiento de Melville, en agosto de 1819, el barco ballenero Essex partía de Nantucket hacia el Pacífico Sur, donde fue atacado por una ballena de veinticuatro metros y se hundió. De acuerdo con el relato posterior del segundo oficial del Essex, Owen Chase, la ballena chocó contra el barco deliberada y repetidamente con "furia y sed de venganza" hasta destruirlo y hundirlo [...] Este fatídico viaje, desde su partida hasta el ataque, se produjo durante la misma conjunción de Saturno y Plutón y la cuadratura de Urano y Plutón del nacimiento de Melville [...]
Melville se crió sin tener noticia de este dramático suceso, temporalmente tan cercano a su nacimiento, y a comienzos de la veintena firmó un contrato para un viaje de tres años en un barco ballenero que lo llevó a la misma zona del Pacífico Sur donde naufragó el Essex (ahora ha sido un rayo seguido de un trueno muy poderoso). La suerte quiso que durante el viaje, Melville se encontrará con el hijo de Owen Chase, el segundo oficial del Essex, quien le prestó una copia de la narración original de su padre. [...]
Exactamente un ciclo completo de Saturno-Plutón después del nacimiento de Melville y del hundimiento del Essex, durante la conjunción inmediatamente posterior de esos dos planetas, en 1850-1851, Melville escribió y publicó Moby Dick. Es asombro que precisamente cuando Melville estaba acabando el libro, en agosto de 1851, con la conjunción de Saturno y Plutón a menos de 4º de su alineamiento exacto, el ballenero Ann Alexander fue embestido y hundido por un cachalote enfurecido al que había estado persiguiendo en las mismas aguas en las que, más de treinta años antes, el Essex había sufrido el mismo destino, los dos únicos casos bien documentados de semejante acontecimiento hasta el día de hoy. Enterarse de esa gran coincidencia produjo en Melville un profundo impacto. (Ya llueve)
Como cabe recordar, la publicación de Moby Dick y el hundimiento del Ann Alexander no sólo coincidieron con la conjunción de Saturmo y Plutón , sino también con la de Urano y Plutón de 1845-1856, es decir, con la triple conjunción de estos planetas, la única de los últimos doscientos años. [...]
Esta poderosa configuración, que opera en tantos niveles de lo humano y de los mundos naturales, guarda íntima relación con la posibilidad de que en "todas las cosas" -tanto en las profundidades de la psique humana como en las de la propia naturaleza- resida un anima mundi, esto es, una profunda interioridad arquetípicamente informada. La poderosa obra de Melville es algo más que una obra humana: representa la violenta irrupción de la fuerza misma de la naturaleza, imbuida de oscuro y numinoso significado. Fuerzas elementales de sentido y finalidad que surgen del fondo del océano, dos veces como ballenas y dos veces con formas humanas, en el nacimiento de Melville y en el de su libro. Estas sincronicidades dobles en el reino humano y en el de los cetáceos son suficientemente asombrosas por sí mismas como para suscitar una reflexión en profundidad. Sin embargo, de alguna manera ligado a todos estos acontecimientos y coincidencias y dándoles unidad está el gran macrocosmos mismo, los movimientos planetarios en el vasto cielo estrellado, muy por encima del océano de las ballenas y de los hombres, reflejando una profundidad de configuración significativa y misteriosa finalidad en el fondo de todas las cosas.
La tormenta ha cesado justo ahora. Será tiempo entonces de poner unas palabras de Melville durante la redacción de Moby Dick y terminar.
¡Denme el cráter del Vesubio como tintero! ¡Sostengan mis brazos, amigos! Porque en el simple acto de escribir mis pensamientos sobre este leviatán, estos pensamientos me agotan, me consumen con la extensión de su envergadura, como si quisieran incluir todo el ámbito de la ciencia y todas las generaciones presentes, pasadas y futuras de ballenas, hombres, mastodontes, con todos los mudables panoramas de los imperios terrestres y del universo entero... ¡Tal es la virtud magnificadora de un tema inmenso y libre! Crecemos con su volumen. Para producir un gran libro hay que elegir un gran tema.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/08/2010 a las 17:22 | {0}