Metropolis
Sec.- 1 Una Calle en la Noche (Ext/noche)
Farolas blancas. Las aceras y el pavés de la calle húmedos. Cae una lluvia densa y fina. Todo está vacío. Todas las ventanas de las casas están a oscuras.
Se escuchan unos pasos. Se ven unos pies calzados con zapatos masculinos. Marchan a buen paso.
Los pasos pasan por una callecita perpendicular. Se inundan de oscuridad.
POLICIA: (En off)
¡Alto!
Los pies detienen el paso.
POLICIA: (En off)
Policía.
Los pies se giran.
CIUDADANO:
¿Por qué me detiene?
Policía se acerca, vemos su calzado, lustrosos sus zapatos.
POLICIA:
Bueno, es mi obligación.
Vemos a los dos hombres.
Policía es un joven de treinta años. Bajo, fornido, con gestos precisos. Alerta.
Ciudadano es un hombre de unos cuarenta años. Delgado. Vestido con elegancia. Con guantes de piel.
CIUDADANO:
Bien, ya ha cumplido con su obligación ¿Y ahora?
POLICIA:
Usted también tiene una obligación.
CIUDADANO:
Yo tengo muchas obligaciones.
POLICIA: (Sonríe)
Claro. Póngase de cara a la pared, las manos arriba y las piernas abiertas.
Ciudadano se queda un instante quieto. Sopesa la situación mirando enrededor y dándose cuenta de que todo está apagado y nadie parece andar cerca.
CIUDADANO: (se rasca la cabeza)
Ya.
POLICIA:
Tengo derecho a registrarle. De hecho es mi obligación. Tiene cara de sospechoso. He sospechado de usted desde que he escuchado sus pasos. Son pasos de estafador.
CIUDADANO:
La ley le ampara. Y si así lo cree, no debe usted dejar escapar la posibilidad de detener a un estafador.
Ciudadano se acerca a la pared y obedece la orden dada por Policía.
POLICIA: (mientras le cachea)
Me gusta detener a estafadores. Mucho más que a asesinos. Los estafadores sois especiales. Esa finura, esos tacones. (palpa algo) ¿Qué tiene aquí?
CIUDADANO:
Es una bolsita.
POLICIA:
¿Droga?
CIUDADANO:
Veneno.
POLICIA: (La saca)
Ah, ¿sí? y ¿A quién iba a envenenar?
CIUDADANO:
A usted.
POLICIA:
Vaya, le he chafado el plan.
CIUDADANO:
No, no, en absoluto. Ya está muerto.
POLICIA:
¿Ya?
Policía cae fulminado.
Todas las ventanas siguen oscuras.
Ciudadano emprende la marcha.
El pavés sigue brillando.
Farolas blancas. Las aceras y el pavés de la calle húmedos. Cae una lluvia densa y fina. Todo está vacío. Todas las ventanas de las casas están a oscuras.
Se escuchan unos pasos. Se ven unos pies calzados con zapatos masculinos. Marchan a buen paso.
Los pasos pasan por una callecita perpendicular. Se inundan de oscuridad.
POLICIA: (En off)
¡Alto!
Los pies detienen el paso.
POLICIA: (En off)
Policía.
Los pies se giran.
CIUDADANO:
¿Por qué me detiene?
Policía se acerca, vemos su calzado, lustrosos sus zapatos.
POLICIA:
Bueno, es mi obligación.
Vemos a los dos hombres.
Policía es un joven de treinta años. Bajo, fornido, con gestos precisos. Alerta.
Ciudadano es un hombre de unos cuarenta años. Delgado. Vestido con elegancia. Con guantes de piel.
CIUDADANO:
Bien, ya ha cumplido con su obligación ¿Y ahora?
POLICIA:
Usted también tiene una obligación.
CIUDADANO:
Yo tengo muchas obligaciones.
POLICIA: (Sonríe)
Claro. Póngase de cara a la pared, las manos arriba y las piernas abiertas.
Ciudadano se queda un instante quieto. Sopesa la situación mirando enrededor y dándose cuenta de que todo está apagado y nadie parece andar cerca.
CIUDADANO: (se rasca la cabeza)
Ya.
POLICIA:
Tengo derecho a registrarle. De hecho es mi obligación. Tiene cara de sospechoso. He sospechado de usted desde que he escuchado sus pasos. Son pasos de estafador.
CIUDADANO:
La ley le ampara. Y si así lo cree, no debe usted dejar escapar la posibilidad de detener a un estafador.
Ciudadano se acerca a la pared y obedece la orden dada por Policía.
POLICIA: (mientras le cachea)
Me gusta detener a estafadores. Mucho más que a asesinos. Los estafadores sois especiales. Esa finura, esos tacones. (palpa algo) ¿Qué tiene aquí?
CIUDADANO:
Es una bolsita.
POLICIA:
¿Droga?
CIUDADANO:
Veneno.
POLICIA: (La saca)
Ah, ¿sí? y ¿A quién iba a envenenar?
CIUDADANO:
A usted.
POLICIA:
Vaya, le he chafado el plan.
CIUDADANO:
No, no, en absoluto. Ya está muerto.
POLICIA:
¿Ya?
Policía cae fulminado.
Todas las ventanas siguen oscuras.
Ciudadano emprende la marcha.
El pavés sigue brillando.
Son extraños los caminos para llegar a la creación.
¿Cómo se ejercita la mente?
Hay que dejarla que se sienta como ella ha de sentirse para que al final eso que algunos llaman inspiración llegue. La inspiración sin embargo no es como el tomar aire. La inspiración conlleva un dejarse ser y si en ese dejarse ser se incluye la lucha por no dejarse ser hay que aceptarlo, acatar la orden y luchar contra uno mismo a sabiendas de que es una lucha artificial, pura tramoya la cual sin embargo nos llevará a la verdad y entonces sí, entonces la inspiración toma vuelo y las letras o los colores o los volúmenes o las notas o el paso planean por una mente que ya sólo sirve para ejecutar, de forma ordenada, las ideas.
¿Cómo se ejercita la mente?
Hay que dejarla que se sienta como ella ha de sentirse para que al final eso que algunos llaman inspiración llegue. La inspiración sin embargo no es como el tomar aire. La inspiración conlleva un dejarse ser y si en ese dejarse ser se incluye la lucha por no dejarse ser hay que aceptarlo, acatar la orden y luchar contra uno mismo a sabiendas de que es una lucha artificial, pura tramoya la cual sin embargo nos llevará a la verdad y entonces sí, entonces la inspiración toma vuelo y las letras o los colores o los volúmenes o las notas o el paso planean por una mente que ya sólo sirve para ejecutar, de forma ordenada, las ideas.
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/10/2008 a las 11:59 | {0}
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/12/2008 a las 23:25 | {2}