Ha escuchado el aleteo dentro de la habitación como si fuera huesos sumergidos en un líquido corrosivo.
La mañana se levanta poderosa y el aire sometido a los polvos del sur está sucio (pintado, sí, alguna vez ha establecido la misma comparación) como pintado con un difumino sucio.
Los cristales de las ventanas no están impolutos.
La voz que suena al otro lado se muestra tranquila, parece como si hubiera vivido mucho. Sin embargo no sabe que sudarán sangre y que el afán tiene algo de inútil que no acaba de despegarse del todo. Uno muere con cierta sensación de inutilidad. Piensa si será porque somos colonias de bacterias, virus y células envueltos en una membrana que forma la idea de un cuerpo. Somos ideas de cuerpos cuando somos multiversos encerrados en un compuesto que provoca casi el hermetismo absoluto.
La voz que suena al otro lado está tranquila. Lo escucha hablar y al hacerlo recuerda los años en que más se vieron, unos años de plomo, unos años que le abrieron el camino para llegar hasta aquí.
Está en un estado en el que ya no quiere saber qué pensar. Cuando se sienta en la silla incómoda, la que está en la terraza de su dormitorio y se compara con el personaje de Jeremy Irons al final de Damage de Louis Malle, cuando camina por una calle soleada de una isla del sur de Europa y lleva queso y entra en una casa bien ventilada, sin apenas muebles y abre el queso y se sirve un poco de vino y vemos que frente a él hay una foto de la Otra, de esa otra a la que se entregó para que arruinara su vida, esa Otra que podría ser una personificación de una de las tres Erinias, esa Otra que podría ser la vida, la vida herida, la Vida que nació herida, que nació detonada de la negrura del origen del mundo. Así ya no quiere saber qué se pregunta ni si tiene sentido preguntarse cualquier cosa, en este día tórrido del año 2022, en el cenit de la decadencia, con la sonrisa en lo labios y el temor a la fragilidad justo a la altura de sus hombros.
¿Será hermoso quedarse sin preguntas?
Esa voz se muestra tranquila. Aseguraría que esa voz le está diciendo en su modulación que ya nada es capaz de hacerle mal. Esa voz quisiera dejar claro como manantial que el horror al vacío, a la irresponsabilidad, a la ignorancia ya no le pertenece, ya no habita en él y que ahora es capaz de asumirlos (el vacío, la irresponsabilidad, la ignorancia) como características propias de lo humano. Cuando escucha esa voz a través del hilo -imaginario- telefónico incluso cuando se producen interferencias, fallos, cortes momentáneos del sonido, también entonces, sabe que es imposible transmitirle la sensación de impostura que carga en su mente desde hace no sabe cuánto.
¿Estar perdido es haber encontrado? Mejor hubiera sido no haberse perdido nunca. Mejor hubiera sido no haber encontrado nada.
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Ensayo poético
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/06/2022 a las 18:52 | {0}