Consideraciones que Isaac Alexander realiza con respecto a las reflexiones de Olmo Z. aparecidas en este blog a lo largo de la primera mitad del mes de agosto.
Estimado Olmo Z.:
Proemio
He leído las reflexiones que ha venido haciendo a lo largo de los últimos días en este cajón desastre de Fernando Loygorri. Y si lo llamo desastre -al cajón- es porque nos permita con su extraña generosidad que expongamos nuestras cuitas en sus páginas, como si éstas tuvieran interés para otras personas que no seamos usted o yo -y curiosamente el propio Loygorri-. En todo caso y suponiendo que el autor de este espacio para la reflexión, la literatura y el arte tenga razón y haya otros en el anchuroso mundo que nos presten atención, quisiera hacer unas consideraciones acerca de su estado de desamor.
Consideraciones
1.- Colijo de lo leído que la mujer que compartía con usted ese territorio tan ambiguo llamado amor, le ha dejado o -ya que hablamos de territorios- lo ha abandonado. Y a partir de ese momento usted se ha dedicado a lo largo de doce reflexiones a poner en el asador de sus palabras el fuego que parece que le abrasa por dentro con respecto a esa mujer.
2.- Si mi diagnóstico no es erróneo querría hacerle ver a usted una curiosa condición de los seres humanos. Por supuesto que esta generalización aún teniendo una base empírica necesita sus matizaciones pero déjeme hablarle en un primer momento grosso modo.
Los seres humanos se podrían dividir en dos categorías -por supuesto existen muchas otras formas de categorización, por ejemplo los que evacúan con regularidad y los que lo hacen con dificultad- : los que aman cuando se les ama y los que aman cuando no se les ama. Aunque parezca contradictorio, le afirmo solemnemente que la segunda categoría, es decir, los que aman cuando no se les ama, es mayoritaria en las llamadas sociedades avanzadas, es decir aquellas sociedades que viven apiñadas en grandes núcleos de población y que por lo tanto han de vivir en un medio impersonal -nadie conoce a nadie- cuando el ser humano tiene como premisa de supervivencia el conocimiento del vecino. Por ponerlo en palabras modernas: esta tendencia -amar cuando/porque no te aman- es un claro síntoma de neurosis en un medio urbano formado por una supertribu.
3.- Por lo tanto y sin querer ofenderle, es usted un neurótico.
4.- Si una mujer le dice a usted una tarde de julio (como nos cuenta en sus reflexiones que se produjo el deceso amatorio) que quiere estar sola (y vale que sea un eufemismo para decirle a usted: Ya no quiero amarte más. Ya no quiero compartir el territorio del amor contigo) ¿por qué no le agradece usted los servicios que se prestaron el uno al otro y da rienda suelta a su recién estrenada soltería y se lanza por los anchos campos de Castilla o la agreste serranía de Guadarrama en busca de una nueva hembra a la que amar y que le ame? ¿Por qué desenfunda el arsenal de las lamentaciones y con cierta melancolía -y es de agradecer- cierto cuidado y su poquito de erotismo -¡Alabado sea el orgasmo!-, nos castiga cada día con su desvalimiento y su añoranza? ¿Qué busca usted con estas reflexiones Olmo Z.? ¿Que ella vuelva al territorio compartido del amor? Pues ha de saber, desvalido amante, que ella volverá sólo si usted ama que le amen y si ella no pertenece también al grupo de los que aman que nos les amen.
5.- Porque amar, querido Olmo, es territorio de los que aman.
6.- Porque amar, querido Olmo, es una llama que se lleva dentro y que tiene como energía el entusiasmo. Si no hay entusiasmo, es imposible que haya amor.
Conclusión
Yo amaba a Gradiva y Gradiva me amaba a mí. Nuestro territorio fue el del amor. Sólo con ella lo compartí y porque por una vez viví en ese estado, me atrevo ahora a realizar estas consideraciones y a rogarle que deje a esa mujer que se vaya, que no la someta a la presión de sus lamentaciones y sus requiebros de desamor porque amar es ante todo dejar ser libre. Y si ella quiere volver a compartir con usted el territorio común del amarse, ¡ámense! ¡quieran ser amados! Ese pequeño paso será sin duda uno de los más grandes que haya dado en su vida.
Post Data
Tras Gradiva anduve un tiempo haciéndome pajas a su memoria, me parecía el mejor homenaje que podía ofrecerle. Hoy, hechas las novenas pajeras, me dedico al arte del galanteo y cuando alguna vez una muchacha se deja seducir por mis palabras y acabamos retozando como dos corderillos en la era de mi cama, hay un momento en el que respiro y pienso, ¡Que te amen aunque tan sólo sea la piel!
Proemio
He leído las reflexiones que ha venido haciendo a lo largo de los últimos días en este cajón desastre de Fernando Loygorri. Y si lo llamo desastre -al cajón- es porque nos permita con su extraña generosidad que expongamos nuestras cuitas en sus páginas, como si éstas tuvieran interés para otras personas que no seamos usted o yo -y curiosamente el propio Loygorri-. En todo caso y suponiendo que el autor de este espacio para la reflexión, la literatura y el arte tenga razón y haya otros en el anchuroso mundo que nos presten atención, quisiera hacer unas consideraciones acerca de su estado de desamor.
Consideraciones
1.- Colijo de lo leído que la mujer que compartía con usted ese territorio tan ambiguo llamado amor, le ha dejado o -ya que hablamos de territorios- lo ha abandonado. Y a partir de ese momento usted se ha dedicado a lo largo de doce reflexiones a poner en el asador de sus palabras el fuego que parece que le abrasa por dentro con respecto a esa mujer.
2.- Si mi diagnóstico no es erróneo querría hacerle ver a usted una curiosa condición de los seres humanos. Por supuesto que esta generalización aún teniendo una base empírica necesita sus matizaciones pero déjeme hablarle en un primer momento grosso modo.
Los seres humanos se podrían dividir en dos categorías -por supuesto existen muchas otras formas de categorización, por ejemplo los que evacúan con regularidad y los que lo hacen con dificultad- : los que aman cuando se les ama y los que aman cuando no se les ama. Aunque parezca contradictorio, le afirmo solemnemente que la segunda categoría, es decir, los que aman cuando no se les ama, es mayoritaria en las llamadas sociedades avanzadas, es decir aquellas sociedades que viven apiñadas en grandes núcleos de población y que por lo tanto han de vivir en un medio impersonal -nadie conoce a nadie- cuando el ser humano tiene como premisa de supervivencia el conocimiento del vecino. Por ponerlo en palabras modernas: esta tendencia -amar cuando/porque no te aman- es un claro síntoma de neurosis en un medio urbano formado por una supertribu.
3.- Por lo tanto y sin querer ofenderle, es usted un neurótico.
4.- Si una mujer le dice a usted una tarde de julio (como nos cuenta en sus reflexiones que se produjo el deceso amatorio) que quiere estar sola (y vale que sea un eufemismo para decirle a usted: Ya no quiero amarte más. Ya no quiero compartir el territorio del amor contigo) ¿por qué no le agradece usted los servicios que se prestaron el uno al otro y da rienda suelta a su recién estrenada soltería y se lanza por los anchos campos de Castilla o la agreste serranía de Guadarrama en busca de una nueva hembra a la que amar y que le ame? ¿Por qué desenfunda el arsenal de las lamentaciones y con cierta melancolía -y es de agradecer- cierto cuidado y su poquito de erotismo -¡Alabado sea el orgasmo!-, nos castiga cada día con su desvalimiento y su añoranza? ¿Qué busca usted con estas reflexiones Olmo Z.? ¿Que ella vuelva al territorio compartido del amor? Pues ha de saber, desvalido amante, que ella volverá sólo si usted ama que le amen y si ella no pertenece también al grupo de los que aman que nos les amen.
5.- Porque amar, querido Olmo, es territorio de los que aman.
6.- Porque amar, querido Olmo, es una llama que se lleva dentro y que tiene como energía el entusiasmo. Si no hay entusiasmo, es imposible que haya amor.
Conclusión
Yo amaba a Gradiva y Gradiva me amaba a mí. Nuestro territorio fue el del amor. Sólo con ella lo compartí y porque por una vez viví en ese estado, me atrevo ahora a realizar estas consideraciones y a rogarle que deje a esa mujer que se vaya, que no la someta a la presión de sus lamentaciones y sus requiebros de desamor porque amar es ante todo dejar ser libre. Y si ella quiere volver a compartir con usted el territorio común del amarse, ¡ámense! ¡quieran ser amados! Ese pequeño paso será sin duda uno de los más grandes que haya dado en su vida.
Post Data
Tras Gradiva anduve un tiempo haciéndome pajas a su memoria, me parecía el mejor homenaje que podía ofrecerle. Hoy, hechas las novenas pajeras, me dedico al arte del galanteo y cuando alguna vez una muchacha se deja seducir por mis palabras y acabamos retozando como dos corderillos en la era de mi cama, hay un momento en el que respiro y pienso, ¡Que te amen aunque tan sólo sea la piel!
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Ensayo
Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/08/2015 a las 11:48 | {0}