21h 11m
Desde la mañana me lo decía, Has de hacerlo. No puedes abandonar al tercer día. ¿Qué coño construyó dios al tercer día? Debe haber sido la niebla, un impulso muy primario que te obliga a permanecer más atento que cuando brilla el día y es diáfano. La mente debe decir que de cualquier bruma densa puede salir el mal que acabará contigo.
Iba ascendiendo. Iba llegando hasta Las Dos Rocas que es mi límite, el lugar donde se levanta un muro invisible que me impide seguir adelante. Aunque fueran sólo tres pasos.
He soñado al descender con una vida idílica, una puta visión de un puto mundo feliz. El sueño no debe de haber durado más diez segundos. Diez segundos para un sueño suelen ser demasiados.
Ya en casa he tenido el impulso de volverme loco y ponerme a dar gritos y saltos y derramar muchas lágrimas y desnudarme y salir a la terraza mientras me hacía una paja ante el mundo y luego, sí, luego echarme un cubo de agua helada encima. Lo ensoñaba. Ensoñaba al diablo del super-ego poniéndoseme de rodillas y rogándome que desistiera de semejante falta de control. Eso era el día que derivaba hacia la tarde como el dormir inquieto que se tiene tras haber comido mucho.
Iba ascendiendo. Iba llegando hasta Las Dos Rocas que es mi límite, el lugar donde se levanta un muro invisible que me impide seguir adelante. Aunque fueran sólo tres pasos.
He soñado al descender con una vida idílica, una puta visión de un puto mundo feliz. El sueño no debe de haber durado más diez segundos. Diez segundos para un sueño suelen ser demasiados.
Ya en casa he tenido el impulso de volverme loco y ponerme a dar gritos y saltos y derramar muchas lágrimas y desnudarme y salir a la terraza mientras me hacía una paja ante el mundo y luego, sí, luego echarme un cubo de agua helada encima. Lo ensoñaba. Ensoñaba al diablo del super-ego poniéndoseme de rodillas y rogándome que desistiera de semejante falta de control. Eso era el día que derivaba hacia la tarde como el dormir inquieto que se tiene tras haber comido mucho.
21h 40m
De la angustia de no estar loco me ha salvado una película. El arte, el ajedrez y la literatura me salvan a menudo (el cine actual es esencialmente literario), son mis hospitales o mejor mis casas de reposo. Un cuadro me puede procurar un efecto calmante; una música me puede hacer reír; una poesía lírica me hace amar más de cuanto yo sepa amar jamás; un ensayo maestro me hacer ver que aún puedo llegar un poco más lejos; una partida de ajedrez me eleva cuando la entiendo. También el perro con el que vivo me hace estremecer de emoción cuando soy consciente de que para él siempre es presente.
Quisiera ser siempre presente. Quisiera ser perro.
Quisiera ser siempre presente. Quisiera ser perro.
19h 59m
Esta inquietud que siento no es por el hombre que hoy me miraba camino del encargo que me había hecho mi tía sino por el hecho en sí del encargo: tenía que recoger una urna funeraria donde depositar los restos de su hermana. Cualquier objeto relacionado con la muerte me inquieta. No quiero que la muerte me ronde cerca. La inquietud es por la muerte no por el hombre. Luego he pensado si el hombre que me miraba camino de la recogida de la urna funeraria sería -o podría ser- un esclavo de las Moiras (no en el sentido de las parcas romanas) y así diría si no sería este hombre un esclavo de mi destino o del destino que ellas tienen reservado para mí. Sólo recuerdo del hombre sus ojos negros y su tez pálida.
Realizado el encargo y depositadas las cenizas de la hermana de mi tía en la urna tras haber sido incinerada en el crematorio del cementerio de la Almudena, me ha vuelto la inquietud al ver al mismo hombre a la puerta del crematorio con sus mismos ojos negros y su misma chaqueta azul marino con botonadura metálica. Fumaba un cigarrillo y parecía sonreír.
De vuelta a mi casa he tenido una taquicardia, he cerrado la puerta con doble cerrojo y me he acostado inquieta, con sudores fríos como si el hombre de los ojos negros y la chaqueta azul marino con botonadura metálica estuviera detrás de la puerta de mi dormitorio dispuesto a sonreírme una vez más.
Creo haber tenido una pesadilla. He babeado mientras dormía. Estoy agotada y tengo ganas de escupir.
Realizado el encargo y depositadas las cenizas de la hermana de mi tía en la urna tras haber sido incinerada en el crematorio del cementerio de la Almudena, me ha vuelto la inquietud al ver al mismo hombre a la puerta del crematorio con sus mismos ojos negros y su misma chaqueta azul marino con botonadura metálica. Fumaba un cigarrillo y parecía sonreír.
De vuelta a mi casa he tenido una taquicardia, he cerrado la puerta con doble cerrojo y me he acostado inquieta, con sudores fríos como si el hombre de los ojos negros y la chaqueta azul marino con botonadura metálica estuviera detrás de la puerta de mi dormitorio dispuesto a sonreírme una vez más.
Creo haber tenido una pesadilla. He babeado mientras dormía. Estoy agotada y tengo ganas de escupir.
21h 26m
Voy a telefonear a mi esposo. Nunca viviré con él y siempre será mi esposo. Será un esposo a lo divino. Un esposo lejano al que no quiero tener cerca de mí. Es algo que él no entiende. A veces me dice, La escasez de ti me mata. Yo le diría, La escasez de mí mantiene nuestro amor. Para que un amor sea verdaderamente grande ha de ser escaso. No se lo diré nunca. No lo entendería. Es una pena que también él piense tanto con la polla. Y aún así a veces tiene instantes de lucidez y me dice, Tampoco yo viviría contigo. O, La soledad es la única manera digna de vivir. O, Me importa un pito que apenas follemos. Siempre por teléfono. Y cuando me dice cosas así, yo esbozo una sonrisa muda y mi mirada se vuelve tierna.
Le contaré mi día. Él me contará el suyo y si todo va bien me preguntará algo erótico o quizá calle y se sumerja en esas tristezas que a veces le amordazan la boca y le dejan sin palabras de amor.
Quizá cuando le cuente suba el tono al pintar al hombre de los ojos negros, torvos. Por una coquetería mía o por tenerle atado corto. Que sufra un poco. Que se preocupe. Sé que sufrirá. Sé que se preocupará. Provocar esas emociones es una prueba más de mi amor por él.
Le contaré mi día. Él me contará el suyo y si todo va bien me preguntará algo erótico o quizá calle y se sumerja en esas tristezas que a veces le amordazan la boca y le dejan sin palabras de amor.
Quizá cuando le cuente suba el tono al pintar al hombre de los ojos negros, torvos. Por una coquetería mía o por tenerle atado corto. Que sufra un poco. Que se preocupe. Sé que sufrirá. Sé que se preocupará. Provocar esas emociones es una prueba más de mi amor por él.
17h 40m
Porque no soy, enfermo. Porque soy perro me genera ansiedad la noche de fin de año con los humanos lanzando petardos. ¿Cómo se puede defender la premisa positivista del progreso continuo si año tras año las generaciones de humanos hacen una y otra vez las mismas idioteces?
Aún así: bendigo desde mi atalaya el reflejo plateado por el sol.
Aún así: he de tomar como una admonición que tanto Sábato como Borges como Galdós quedaron ciegos y quisieron seguir viviendo.
18 h 03 m
Fue en otro tiempo. En el cubículo de una casa que fuera antaño convento de monjas. Un tragaluz como única salida al mundo. Como única ventilación. Días duros y pesados de los cuales queda una canción de amor Algo contigo en la versión de Calamaro y una tarde calurosa en la habitación de una pensión de la calle Zorrilla frontera con el Congreso de los Diputados.
Yo ya sabía entonces que el jardín del ángel era uno de los círculos del infierno. No así mi amante. Juntos caminábamos por las calles del Madrid de los Austrias -aquella vieja estirpe de reyes/nigromantes- sin querer saber que todo terminaría ese verano y que como todo lo que termina tendría un final largo y sórdido.
A veces la vida se viste de luto sin poder evitar que en mitad del sepelio surja, grácil y serena, la risa de una mujer.
Yo ya sabía entonces que el jardín del ángel era uno de los círculos del infierno. No así mi amante. Juntos caminábamos por las calles del Madrid de los Austrias -aquella vieja estirpe de reyes/nigromantes- sin querer saber que todo terminaría ese verano y que como todo lo que termina tendría un final largo y sórdido.
A veces la vida se viste de luto sin poder evitar que en mitad del sepelio surja, grácil y serena, la risa de una mujer.
18h 32m
El tiempo ni da ni quita razones. Lo que hace el tiempo es generar distancias que impiden saber si aquellas razones eran o no razonables. La música de entonces. El amor que arrasaba. Los dolores inmensos. Las grandes esperanzas. Pasado el tiempo ni son todas las músicas entonces ni se entiende aquella tierra quemada del amor ni el dolor dejó una huella indeleble ni las esperanzas, claro, fueron tan grandes.
21h 33m
Por aquel tiempo soñaba lo que ahora vivo: una casa, un amigo, una mujer. Y aunque la escasez sea una constante quizás ésta sea una buena medida del vivir.
...como la luz en las calles del pueblo por la noche que las llena de rincones negros como las cegueras negras. Lugares de misterio. Lugares para las manos.
Mucho antes de mí, durante una guerra, un muchacho francés que trabaja en la policía alemana y una muchacha judía hija de un sastre. Ella se llama France, él Lucien. Amores imposibles. Paisajes pirenaicos.
...quien realmente crea el espejismo del Yo es la literatura.
Fue en aquel tiempo -el tiempo del sexo en la habitación de la pensión de la calle Zorrilla- cuando se abrió el abismo y comenzó a lanzar delgados hilos de lava que se convirtieron en una erupción colosal un 16 de noviembre tras ocho años de desangrarse de a poquitos, breves ensoñaciones ardientes, líquidas lágrimas de fuego... apenas nada más...
...como la luz en las calles del pueblo por la noche que las llena de rincones negros como las cegueras negras. Lugares de misterio. Lugares para las manos.
Mucho antes de mí, durante una guerra, un muchacho francés que trabaja en la policía alemana y una muchacha judía hija de un sastre. Ella se llama France, él Lucien. Amores imposibles. Paisajes pirenaicos.
...quien realmente crea el espejismo del Yo es la literatura.
Fue en aquel tiempo -el tiempo del sexo en la habitación de la pensión de la calle Zorrilla- cuando se abrió el abismo y comenzó a lanzar delgados hilos de lava que se convirtieron en una erupción colosal un 16 de noviembre tras ocho años de desangrarse de a poquitos, breves ensoñaciones ardientes, líquidas lágrimas de fuego... apenas nada más...
Convengamos en que acepto. Sólo por un momento. Si acepto, acepto para siempre.
Convengamos en que es posible sacarme de aquí. Que lentamente, bajo el peso de los años, fueras desincrustándome. Supieras arrancar la costra de la tierra que se ha quedado seca como el plasma sanguíneo.
Por supuesto supongamos que sé de lo que estoy hablando. Estamos tú y yo solos en esta cabaña. El invierno nos ha aislado y escuchamos al unísono lejanos berridos de jabato.
Acepto. Te digo, Sí, ¡hazlo!
La noche va cercando nuestro ánimo. Que la luna sea nueva no ayuda. Podemos encender un candil. Podría explicar y decir que la electricidad estaba cortada. La ventisca que había estado soplando todo el día con su acompañamiento de nieve de seguro que habría derribado algún poste, alguno de los que atraviesan el páramo. No habría hombres en estas fechas para ir a repararlo. Seguramente estaremos sin electricidad hasta después de Año Nuevo. Así el candil encendido y las sombras fantásticas que proyectan sobre el muro nuestros cuerpos.
Tú accederías. Estoy seguro. Convengamos la verdad. Dime la verdad. De aquí no saldrá. Es imposible que salga de aquí. No por lo menos a lo largo de la noche. La noche larga que nos espera. La noche de las sombras descomunales sobre el muro. Tu cuerpo y el mío proyectándose.
Convengamos en que estoy dispuesta a aceptarlo. ¿Después? ¿Cómo vivo a partir de entonces? ¿Quién me iba a creer? Solos tú y yo en la cabaña donde nos acostamos por primera vez, hace tanto... después de tanto... después de tanto... No quisiera ponerme melodramática... ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Hasta esta noche tan parecida a la primera y sin embargo tan distinta, tan lejana, sembrada de...? ¿Sabes de lo que hablo? No quisiera que propusieras que fuéramos hasta el lago. No quisiera verlo de nuevo helado, brillando apenas bajo el manto de luz de las estrellas; no quisiera ver la Vía Láctea y preguntarme otra vez cómo se puede ver desde fuera una masa dentro de la cual estamos y que tú me eches la mano por encima del hombro y huelas mi cabello y suspires con un leve estremecimiento de tu entrepierna. No quisiera acabar en la cama contigo como aquella noche tampoco quería acabar en la cama contigo. Si hubiera podido... si hubiera sido brava...
Acéptalo. Acaba aquí. Mi mal ya no es de este mundo. Ya no quiero compartir mi mal con nadie y menos contigo, traidora, infiel a mí, ciega de mí. Mañana podrás contar lo que quieras. Podemos hacerlo en la entrada. Dirás, No me desperté. Debió salir en mitad de la noche y antes de quedarse congelado. Lo último que dijo fue, Mi mal ya no es de este mundo. Nadie hará preguntas. Hicimos muy bien nuestro papel. Somos honrados liberales del primer mundo. Hemos criado. Hemos protegido. Nos hemos comprometido con las orcas. Quién iba a pensar nada distinto a, Debió quedarse helado, sin posibilidad de reaccionar. A ti te tomarán entre sus brazos. Te acompañarán en el sepelio y habrá una solemnidad de trajes oscuros y palabras dichas a media voz que te reconfortarán y te permitirán seguir adelante.
No. No debí acostarme contigo. Tan sólo por eso acepto como acepté: negándolo, abriéndote mis piernas con pudor, despreciando tu olor que era el de un macho ansioso que ha ingerido carne; lo haré y será como el sueño que tuve, una mezcla de eyaculación y sangre.
¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo!
Convengamos en que es posible sacarme de aquí. Que lentamente, bajo el peso de los años, fueras desincrustándome. Supieras arrancar la costra de la tierra que se ha quedado seca como el plasma sanguíneo.
Por supuesto supongamos que sé de lo que estoy hablando. Estamos tú y yo solos en esta cabaña. El invierno nos ha aislado y escuchamos al unísono lejanos berridos de jabato.
Acepto. Te digo, Sí, ¡hazlo!
La noche va cercando nuestro ánimo. Que la luna sea nueva no ayuda. Podemos encender un candil. Podría explicar y decir que la electricidad estaba cortada. La ventisca que había estado soplando todo el día con su acompañamiento de nieve de seguro que habría derribado algún poste, alguno de los que atraviesan el páramo. No habría hombres en estas fechas para ir a repararlo. Seguramente estaremos sin electricidad hasta después de Año Nuevo. Así el candil encendido y las sombras fantásticas que proyectan sobre el muro nuestros cuerpos.
Tú accederías. Estoy seguro. Convengamos la verdad. Dime la verdad. De aquí no saldrá. Es imposible que salga de aquí. No por lo menos a lo largo de la noche. La noche larga que nos espera. La noche de las sombras descomunales sobre el muro. Tu cuerpo y el mío proyectándose.
Convengamos en que estoy dispuesta a aceptarlo. ¿Después? ¿Cómo vivo a partir de entonces? ¿Quién me iba a creer? Solos tú y yo en la cabaña donde nos acostamos por primera vez, hace tanto... después de tanto... después de tanto... No quisiera ponerme melodramática... ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Hasta esta noche tan parecida a la primera y sin embargo tan distinta, tan lejana, sembrada de...? ¿Sabes de lo que hablo? No quisiera que propusieras que fuéramos hasta el lago. No quisiera verlo de nuevo helado, brillando apenas bajo el manto de luz de las estrellas; no quisiera ver la Vía Láctea y preguntarme otra vez cómo se puede ver desde fuera una masa dentro de la cual estamos y que tú me eches la mano por encima del hombro y huelas mi cabello y suspires con un leve estremecimiento de tu entrepierna. No quisiera acabar en la cama contigo como aquella noche tampoco quería acabar en la cama contigo. Si hubiera podido... si hubiera sido brava...
Acéptalo. Acaba aquí. Mi mal ya no es de este mundo. Ya no quiero compartir mi mal con nadie y menos contigo, traidora, infiel a mí, ciega de mí. Mañana podrás contar lo que quieras. Podemos hacerlo en la entrada. Dirás, No me desperté. Debió salir en mitad de la noche y antes de quedarse congelado. Lo último que dijo fue, Mi mal ya no es de este mundo. Nadie hará preguntas. Hicimos muy bien nuestro papel. Somos honrados liberales del primer mundo. Hemos criado. Hemos protegido. Nos hemos comprometido con las orcas. Quién iba a pensar nada distinto a, Debió quedarse helado, sin posibilidad de reaccionar. A ti te tomarán entre sus brazos. Te acompañarán en el sepelio y habrá una solemnidad de trajes oscuros y palabras dichas a media voz que te reconfortarán y te permitirán seguir adelante.
No. No debí acostarme contigo. Tan sólo por eso acepto como acepté: negándolo, abriéndote mis piernas con pudor, despreciando tu olor que era el de un macho ansioso que ha ingerido carne; lo haré y será como el sueño que tuve, una mezcla de eyaculación y sangre.
¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo!
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Cuentecillos
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
Sincerada
Sinonimias
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Tríptico de los fantasmas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Narrativa
Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/01/2020 a las 21:11 | {0}