Vuelo hacia ti sin alas. Con la imaginación vuelo. Con las ganas.
En el cielo rojo de esta tarde de mayo; sobre la cresta de los gallos; en la mísera lágrima de un déspota; hay en los destellos de una memoria frágil y en los dedos que se alaban por ser prestidigitadores; hay en todos esos instantes un aluvión de ti. No sé si te volveré a ver porque la vida sorprende cuando menos te lo esperas y quizás antes de que acabe estas letras haya muerto o me haya convertido en otro víctima de una dolencia cerebral. Eso tiene la vida, te escribo, a ti que un día me secreteaste el misterio del movimiento de los océanos. Eso tiene.
Ahora he de cerrarme en mí mismo, no drogarme en absoluto, mantener el control ante todo, serenarme frente a la vasta extensión roja; ahora he de cruzarme de brazos, cerrar, quizá los ojos e intentar que la mente se serene como cuando en un momento de nervios la mano de la amada coge la tuya y ese simple movimiento atempera la carrera de la sangre por la venas y anuncia que el látigo del corazón sólo es latido.
Vuelo hacia ti sin alas. Con la imaginación vuelo. Con las ganas.
Saluda a lo que haya de ser. En el saludo podría quedar un resto de cortesía. El saludo no tendría por qué ser una muestra de alegría o de esperanza. Podría perfectamente ser un saludo donde se refleje toda la angustia existencial, un saludo que inquiriera ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué apenas tengo recuerdos?
Saluda con la fe ciega en un gesto. Saluda porque sabe que es eso lo que siempre se ha hecho. Hasta a las tumbas abiertas se saluda. Saluda mientras ve los campos alfombrados de flores silvestres y sabe que son flores de un día (quizá tan sólo flores de unas horas), alimento de vacas, sostén de abejas, grandes depósitos de libaciones. Saluda sin la frente alta. Saluda con mandalas no siendo propio de su cultura semejante forma sagrada de conectar con el mundo. Saluda y se sienta y al sentarse siente el gran cansancio de llevar tantos años vivo. Saluda porque ha sido vencido y ya no le quedan fuerzas para mantener quietas las manos.
La noche no debió ser grata. Un monstruo, seguramente una de las Erinias, arañó su espalda y al despertar se ha encontrado los restos de sangre y de pellejo. Su sangre y su pellejo.
¿Deberá correr el destino de Ifigenia?
¿Saludará con una banderita blanca?
¿Saludará a la nada desde un lugar que no es nada para el cómputo en eones del destino?
¿Saludará sin llorar? ¿Saludará sin dejarse arrastrar por la perversión de la sensibilidad que se convierte en sensiblería? ¿Saludará sin ser cursi? ¿Saludará con cortesía? ¿Saludará con cortesía?
Esos han sido los mimbres del día. El esfuerzo, de nuevo, ha tenido que ver con la indulgencia. Se apacigüe el mundo suyo. Llegue la noche a su cenit. Se envuelva el rocío en niebla. Le asalte por fin la estación del ardor.
Desde lo alto, lo muy alto, lo que parece ser altura de los Dioses, los Celestiales, me asomo a mi interior y descubro que al fin entendí que vivir era esto.
Desde esa altura, ni un centímetro más ni uno menos, he descubierto que no puede existir una estatua de la Libertad. Se equivocaban Bartholdi e Eiffel. La libertad nunca, jamás podrá ser piedra y metal. Sólo la materia del agua podría materializarla; un agua sometida al influjo de la luna; un agua con un alto contenido en sal; sólo el mar puede sugerir la materia de la libertad, sólo el mar.
Desde esa altura precisa he descubierto también que el drama de la libertad es el mal y aún así, he concluido, debemos vérnosla con ella; debemos conquistarla y al someterla extirpar su cáncer.
Poco tiempo después me quedé dormido y en el sueño volví a las ciudades de occidente y pedí en un puesto callejero una ensalada de wakame.
Será el camino, el que nos lleva al Valhala donde no hay luz, ni profundidad.
Un mundo así carecería de dimensiones. Seguro que entonces podré entregarme a los Infernales para que me mezan con la versión de un tema de Vinicious de Moraes.
No es Orfeo quien me inspira, ni Homero, ni sus Musas; me inspira la hija que desapareció bajo su ansiedad un día de marzo en la ciudad de Salem en el Estado norteamericano de Oregon.
¡Ojala vuelvas, muchacha perdida! ¡Ojalá vea tu sonrisa que aparece en lo alto del camino, allá donde se reúnen los Celestiales! Hija mía, a la que no dejé en el santuario de Diana en la ciudad de Tauris para poder ganar yo una guerra causada por la belleza. Que no, que ése no fui yo. Lo diga Agamenón o su porquero.
M.: Tan azul. Tan azul.
Un rayo ilumina el espacio de blanco
M.: Tendré que dejarme la cremallera sin subir. Y mirar hacia lo alto. No mirarle a él. Como si la confianza fuera cuestión de puntos de vista.
M. mira al cielo. Un largo espacio de tiempo. Profundo el tiempo.
En la inmovilidad tan sólo sus labios se muevan. Sus labios y su voz.
En la inmovilidad tan sólo sus labios se muevan. Sus labios y su voz.
M.- Será mejor callarse. Si no fuera posible por un destino que no estaba escrito. Si hubiera que hablar. Si hubiera que hablar. Tener imágenes de aeropuertos si hubiera que hablar. Tener en la mente la cara de un hombre desconocido que atraviesa el espacio montado en una pasarela mecánica. Ritmo. Pensar en ritmos. Para no decir nada como nada es el punteo de la bachata. Nada es. Sólo ritmo es. Tan azul. Pensar: Tan azul.
Cambia la luz a tonos cálidos y tomando cuerpo se va
acercando el sonido de un regato.
M.: Y al no hablar no morir. No morir por la boca. Subo. He de subir, me digo. No hablar. Subir, subir y que sea la respiración quien lo haga. Que sea ella con su ansia de superación; la respiración sí que aconseja un paso más, que asegura un paso más. Hacia él. Hacia la mano que tiembla cuando se acerca a la cremallera de mi vestido. Yo miro hacia el cielo y sé que tengo que decir algo porque si todo quedara en silencio, si no hubiera voces que hicieran presente el espacio sonoro la historia se quedaría sin palabras y ya quedó claro en los años 30 del siglo XX que el cine se iba a dejar contaminar por la literatura para acabar convirtiéndose, el cine, en un mero género literario cuando si sólo se hubiera apoyado en la imagen hoy sería un lenguaje en sí mismo que quizá hubiera acabado con la ironía, sí, pero habría implantado la verdad de los ojos.
Profundo silencio.
M.: Algo así. Mientras me sube la cremallera y yo siento en el costado la leve y fría sudoración en sus dedos. Sé que ese hombre se esta convirtiendo en macho y le urge y es la especie quien le llama a cumplir su papelón. Todo lo sé. La manera de aplacar el instinto es la, la civilización, el, el producto, lo, lo muerto, lo, lo elaborado, lo, lo terminado. Si le hablara de procesos no podría evitar tomarlo entero y saciarme. No es eso lo que hoy quiero. Aviones. Templarios. Grandes veleros surcando los Mares del Sur. Un lugar de aire y palmas en la Normandie. Salas de embarque. Arcos de seguridad. El mundo queda abajo. Gin-fis. Será posible hacerlo así. Será posible porque estás viva y has podido expresarlo. Estás viva. No queda más remedio que callar y dejar la cremallera sin subir para que él se acerque y crea que lo revolucionario, por fin, ha comenzado.
Telón
Texto y Viñeta aparecidos en el muro de Caroline Olga Patterson
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Colección
Cuentecillos
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
Sincerada
Sinonimias
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Tríptico de los fantasmas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/05/2022 a las 21:09 | {0}