Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Lleno de arrogancia, se dijo. Lleno de observador, se dijo. En mitad del llano miraba las estrellas que habían ido apareciendo tras irse largas bandadas de nubes. Imaginó a aquellos hombres que creían que la bóveda celeste era de piedra y las estrellas agujeros por donde asomaba el fuego que rodeaba a esa gigantesca esfera; imaginó a aquellos hombres deduciendo la música de las esferas porque -se decían- si la bóveda celeste es sólida y nosotros vivimos en un medio sólido y giramos como gira la bóveda celeste, ese movimiento tiene que producir una fricción y esa fricción ha de producir un sonido y no puede ser de otro modo que esos sonidos creen una relación y que la relación de esos sonidos sea ni más ni menos que música. La noche cantó una pausa entre dos notas.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/04/2009 a las 20:46 | Comentarios {0}


Para conocer más de Milos Amós leer las entradas La Solución en varias entregas.


La solución 12 b Milos Amós
Milos Amós se despertó. Escuchaba unos sonidos antiguos. No desconocidos. Eran como un mar pero mecánico y sin ritmo. Todo era oscuridad. También le faltaba algo en ese espacio sonoro, algo que había desaparecido bajo ese sonido mayor de un mar rugiente y mecánico. Pensó si abrir los ojos pero aún se vio en una carretera que enfilaba un monasterio llena de hielo y nieve. No conduce él. Es un amigo quien lo hace. Él decide bajarse. Promete llegar a una exposición. Cae una lluvia fuerte casi granizo. Milos se sube el cuello de una cazadora y camina en dirección opuesta. Se escuchan campanadas. Y el miedo y el renuevo y la línea de salida surcan su pensamiento (al que nunca supo acallar siempre rondando su espíritu o algo de lo desconocido. Siempre razonando -por decirlo de forma alguna- los acontecimientos. Hasta en los sueños) como fogonazos o látigos que sacuden su espalda. Debe enfrentarse piensa. Un ráfaga de la cenobita (o de su nombre) acude a su miembro y se le empina y quisiera follar en ese momento, en sólo ese látigo. Descubre que la espalda aún no le duele y eso, decide, es muy importante, esencial para su vida. Hubo una montaña, hubo el incendio de una parte de su vida, hubo una huida, hubo un páramo. Aquello no le vacunó de la incertidumbre. No le vacunó lo suficiente. Se agarra fuerte a una imagen de un farallón en una costa verde. Huele a gris. Eso le hace respirar y tararea una canción. Sabe lo que no debe pronunciar por respeto, una cuestión religiosa si se quiere, una obligación moral también, mantenerse en una línea de actuación que siempre podrá defender porque cumple los preceptos de toda moral antigua: lealtad, discreción, respeto. Se va hacia allá. Y vuelve. No está renovado. Hay mucho por hacer. Y él lo sabe. Y en su mente se incrusta una intención, Es el momento de construir mi patria.[

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2009 a las 12:56 | Comentarios {0}


La sonrisa de la niña se ve desde lejos. Tiene diez años. El cabello largo y castaño. Son sus ojos grandes y oscuros con algo de verde y en su mirar se mezcla lo dulce y lo picante como les ocurre a quienes tienen la virtud de saber amar mientras juegan. Sus pómulos son delicados y tienden hacia una boca generosa . Aún le quedan dientes de leche. Sus hombros un poco echados hacia delante. Su cuerpo que va adquiriendo las formas de una muchacha.

Fue antes cuando escuché una respiración que silba como si quisiera mediante ese artificio evitar saber que la respiración es fatigosa. Lo hace Susana durante sus quehaceres: fatigada silba.

La ciudad se irá quedando desierta y será tomada por la Semana Santa más lúgubre que santa. Tras la Cuaresma se forman las procesiones con gentes encapirotadas que realizan el calvario de su dios. Cuatro días de calvarios y resurrecciones en todos los pueblos y ciudades de España.

Si llueven las aguas de abril florecerán en mayo.

La niña llegará a la playa y rellenará un bote con arena y pondrá unas conchas y quizás unos guijarros pulidos como la mar en calma, sin olas. Luego verterá en él un poco de ese mar y guardará el bote con arena, conchas, guijarros y mar en su maleta. Al volver verá a su padre y se lo regalará. Será en abril. Hermoso abril.

Narrativa

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/04/2009 a las 21:33 | Comentarios {0}


Fotografía Postal realizada en Rusia en 1906 (aprox.)
Fotografía Postal realizada en Rusia en 1906 (aprox.)
Inicio este mes una nueva sección que estará encuadrada dentro de Cuentos o quizá de Narrativa aunque también pienso que podría poner una nueva sección que se llamara Postales. De hecho creo que así va a ser. Un momento. Bien, ya está añadida la sección.

Las primeras postales que voy a poner son un tesoro que tengo guardado en una caja de zapatos. Hace muchos años mi padre me la dio con el convencimiento de que yo haría un buen uso de lo que contenía. Y bueno espero cumplir su expectativa. La caja de zapatos en cuestión contiene un álbum de fotos familiar del siglo XIX y una serie de postales de principios del siglo XX la mayoría de las cuales tenían la función de ser recados de escribir.

Mi abuelo, durante los años 1903-1915 aproximadamente fue Secretario de la Embajada de España en varios países y varias ciudades. Eran los años en que iniciaba su carrera diplomática. Los años de su juventud. La correspondencia que me entregó mi padre corresponde a aquella época.

Lo curioso de estas postales es tanto la postal en sí como algunos de sus textos. Ya los iréis viendo y leyendo. Como aperitivo adjunto unas de las postales que poco a poco voy escaneando.

La próxima ya irá en su sección.

Diario

Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/04/2009 a las 15:10 | Comentarios {0}


Apócrifo atribuido a Isaac Alexander


¡Hijos míos! No los nacidos de mi semen, ni del útero de mi amada esposa la cual yace muerta en un páramo polaco tras haber sido violada por delante y por detrás y por la boca y por los ojos por unos lobos que la confundieron con una de su especie.
¡Hijos míos!, vuelvo a escribir, no os dejéis caer en manos de la indignidad, no supongáis que todo está hecho, que el hierro es un mineral ya forjado en las entrañas de la tierra y que sólo hay que entrar en ellas (como los lobos entraron en las de mi difunta esposa) para extraer espadas o tubos o tenazas. Hay que transformar el hierro en herramientas como hay que transformar el talento en medio de subsistencia. Miráis con los ojos forjados en el miedo. Desde niños os dijeron que más valía ser sumiso que audaz y os obligaron con las penas corporales a aceptar semejante dislate ¿Qué hubiera sido de la especie si a todos, desde niños, nos hubieran enseñado los fundamentos de la valentía, los principios de la dignidad, el sustrato de dioses que yace en cada uno de nosotros? ¿Qué hubiera sido de ti (que hoy te levantas asustado porque crees, casi religiosamente, que el mundo es un lugar hostil donde nadie te va a mirar a los ojos y va a ver esa luz maravillosa que emanas, ese talante de ser vivo cuyos órganos mantienen la pura esencia de Gaia en cada una de sus células) si no hubieras conocido la palabra miedo?
¡Hijos míos! Yo he llorado en el páramo ante el cuerpo descuartizado de mi esposa. He visto las dentelladas en sus caderas (tan amadas en los días de la juventud cuando agarrarme a ellas era como columpiarme entre dos ninfas bajo un cielo de aromas llenos de sensualidad). He visto luego -tras la larga marcha de la vida- las miserias y he sentido el peso del fracaso largo tiempo cuando creía todo lo que me enseñaron para doblegarme la cerviz. Ahora, vacío y sin miedo, quiero alargaros estas palabras por si os sirven de aliento y si así fuera repetiros por última vez, ¡Hijos míos, no, no tengáis miedo!

Narrativa

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/03/2009 a las 11:28 | Comentarios {0}


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