No entiendo la Teoría de Gödel y espero poder entenderla. No entiendo las cuatro gotas que han caído esta mañana ni el frío que hacía ni la frialdad.
Me he esforzado por acompasar mi nado al tiempo que llevaba sin nadar y lo he conseguido. No me era indiferente el agua y he agradecido su recorrido por mi cuerpo.
Me he sentido bien cuando, ayer, leyendo el estupendo ensayo Ideas. Historia intelectual de la humanidad de Peter Watson y editado por Crítica un gran paleontólogo esgrimía que la hipótesis de la existencia de un culto a una Gran Diosa femenina durante el Paleolítico Superior podría venir del hecho de que durante miles de años el hombre primitivo no relacionó el acto sexual con el nacimiento posterior y de esta forma la fecundidad era un misterio que engrandecía a la Mujer con respecto al hombre. Me he sentido bien, digo, porque este razonamiento lo tuve hace mucho tiempo. Lo había deducido. Lo había meditado.
La carretera estaba agradable. Apenas ha habido tráfico.
Me obligo a hacer una elipsis porque estoy contra la indiferencia.
Podría hacer una analogía.
Podría dar un rodeo.
Porque el tiempo pasa y acabaré muerto.
Seguiré...
Me he esforzado por acompasar mi nado al tiempo que llevaba sin nadar y lo he conseguido. No me era indiferente el agua y he agradecido su recorrido por mi cuerpo.
Me he sentido bien cuando, ayer, leyendo el estupendo ensayo Ideas. Historia intelectual de la humanidad de Peter Watson y editado por Crítica un gran paleontólogo esgrimía que la hipótesis de la existencia de un culto a una Gran Diosa femenina durante el Paleolítico Superior podría venir del hecho de que durante miles de años el hombre primitivo no relacionó el acto sexual con el nacimiento posterior y de esta forma la fecundidad era un misterio que engrandecía a la Mujer con respecto al hombre. Me he sentido bien, digo, porque este razonamiento lo tuve hace mucho tiempo. Lo había deducido. Lo había meditado.
La carretera estaba agradable. Apenas ha habido tráfico.
Me obligo a hacer una elipsis porque estoy contra la indiferencia.
Podría hacer una analogía.
Podría dar un rodeo.
Porque el tiempo pasa y acabaré muerto.
Seguiré...
Utamaro (1788)
Es casi nada. Del sueño debe de venir. Es una suerte de flotación en el pasado. Tiene algo de tango y algo de ranchera. Atraviesa la mañana. Llega hasta la tarde. Invade la noche. Se parece tanto a amar que quizá sea tan sólo eso. Todo vino al sentir una agujita de pino clavada en mi emoción. Una aguja recién nacida, con su verde fresco, ajeno aún al oscuro verde de una aguja de pino adulta. Eso siento. Nostalgia de haber amado, de haber amado tanto. Dos detalles mientras transitaba por las calles: el encuentro entre un hombre negro y un hombre árabe que de nada se conocían y pronto se han puesto a hablar acodados en la barra del Naviero, (un bar de la calle Mayor de Madrid al que recomiendo que se vaya. Es un bar de los de antes. Con camareros de antes y tapas de antes), y luego la mirada de una mujer en un escaparate que observaba una braga muy hermosa de satén y bordados blancos. Esos dos detalles me han hecho recordar el tiempo que nos amamos. Muy ligero todo. Sin llegar a la obsesión. Sin llegar a la excitación cuando he imaginado la tarde en que nos contemplamos y nos tocamos mientras el cielo era atravesado por una inmensa bandada de patos y el lejano ladrido de un perro nos advertía de la soledad de ese momento.
La sutileza de esta emoción me permite pasar de puntillas sobre ella. No quisiera que nada alterara su intensidad. Está bien así, melodía en escala menor de un hermoso concierto, sin sus armonías, sin casi ritmo. De alguna forma, en algún recóndito lugar de mis asociaciones libres, recuerdo la relación del King Kong de Peter Jackson con Anne. Ese amor condenado a destruir a los amantes. Ese amor despojado de geografía. Ese amor sin futuro. Todo amor anhela futuro.
Brisa de amor antiguo.
La sutileza de esta emoción me permite pasar de puntillas sobre ella. No quisiera que nada alterara su intensidad. Está bien así, melodía en escala menor de un hermoso concierto, sin sus armonías, sin casi ritmo. De alguna forma, en algún recóndito lugar de mis asociaciones libres, recuerdo la relación del King Kong de Peter Jackson con Anne. Ese amor condenado a destruir a los amantes. Ese amor despojado de geografía. Ese amor sin futuro. Todo amor anhela futuro.
Brisa de amor antiguo.
Recomiendan indiferencia.
A mí me parece, sin embargo, que lo que recomiendan no es eso. Lo que recomiendan en realidad es ignorancia.
Ante la dificultad indiferencia. A la indiferencia se llega si no se tienen expectativas. Luego no hay que tener expectativas.
Parece que la primera idea de lo que hoy llamamos Homo Sapiens se produjo hace entre 1,7 millones de años y 1,2 millones. Esta primera idea es la "estandarización" en la fabricación de las hachas de piedra. La produjeron los llamados Homo Erectus.
Yo imagino que si desde el principio la norma humana hubiera sido la indiferencia todavía estaríamos chocando una piedra contra otra a ver si se producía la lasca.
No es buen camino la indiferencia ni la falta de expectativa. Porque otra de las grandes ideas del ser humano es el experimento y en el experimento se producen dos opuestos a la indiferencia y la no expectiva: la inferencia y el resultado.
La agresividad ante el argumento en contrario. La pasividad a la hora de argumentar. La falta de argumento son caminos seguros hacia la animalidad.
Hay que inferir. Hay que experimentar. Porque esos caminos nos llevan al error y sobre el error se construye por mucho que nos duela y en nuestra soberbia nos avergoncemos.
Soberbia de creernos elegidos por Dios.
Soberbia por creer que Dios nos creó y no fuimos nosotros, ante nuestro terror, quienes creamos a Dios.
Otra de las grandes ideas del Homo Sapiens sería el alma.
La idea del Alma, la idea de Europa y la idea del Experimento son para Peter Watson tres hitos en la historia de la intelectualidad humana. La tres ideas son contrarias a la indiferencia y la ausencia de expectativas.
Seguiré...
A mí me parece, sin embargo, que lo que recomiendan no es eso. Lo que recomiendan en realidad es ignorancia.
Ante la dificultad indiferencia. A la indiferencia se llega si no se tienen expectativas. Luego no hay que tener expectativas.
Parece que la primera idea de lo que hoy llamamos Homo Sapiens se produjo hace entre 1,7 millones de años y 1,2 millones. Esta primera idea es la "estandarización" en la fabricación de las hachas de piedra. La produjeron los llamados Homo Erectus.
Yo imagino que si desde el principio la norma humana hubiera sido la indiferencia todavía estaríamos chocando una piedra contra otra a ver si se producía la lasca.
No es buen camino la indiferencia ni la falta de expectativa. Porque otra de las grandes ideas del ser humano es el experimento y en el experimento se producen dos opuestos a la indiferencia y la no expectiva: la inferencia y el resultado.
La agresividad ante el argumento en contrario. La pasividad a la hora de argumentar. La falta de argumento son caminos seguros hacia la animalidad.
Hay que inferir. Hay que experimentar. Porque esos caminos nos llevan al error y sobre el error se construye por mucho que nos duela y en nuestra soberbia nos avergoncemos.
Soberbia de creernos elegidos por Dios.
Soberbia por creer que Dios nos creó y no fuimos nosotros, ante nuestro terror, quienes creamos a Dios.
Otra de las grandes ideas del Homo Sapiens sería el alma.
La idea del Alma, la idea de Europa y la idea del Experimento son para Peter Watson tres hitos en la historia de la intelectualidad humana. La tres ideas son contrarias a la indiferencia y la ausencia de expectativas.
Seguiré...
El tipo estaba hablando con una amiga suya. Se dolía de que su ex mujer tuviera una actitud tan desdeñosa para con él desde que se habían separado. La amiga comprendía que la ex mujer del tipo no quisiera saber nada de él. Que hubiera roto absolutamente su relación después de tantos años. El tipo se defendía aduciendo que cómo era posible que tras dormir juntos una noche y otra y otra sin que hubiera pasado nada definitivo para su ruptura, es decir, una paliza, un asesinato, una violencia bestial, no sé, cosas así decía, sino que más bien la separación se había producido por una distinta visión del mundo y las acciones, no pudieran seguir interesándose el uno por el otro. No pudiera ella... y terminaba diciendo el tipo, Porque el desdén es violento, el desdén es agresivo. Es un tratamiento contra las drogas le respondió la amiga. Eres un bar para una alcohólica. Eres el único sitio al que ella no puede ni asomar la nariz. Eres un servicio con rayas de coca encima de la cisterna del retrete en un garito de mala muerte a las cinco de la mañana para una ex-cocainómana. Eso eres para ella.
El tipo calló y agradeció la explicación.
El tipo calló y agradeció la explicación.
My Favorite Poet
Es tal mi desapego, tal mi incredulidad, tales mis desconocimientos de las causas y los efectos que apenas llego a entender qué escuché ayer en una conferencia sobre la obra de un poeta (...) encuadrada dentro de un ciclo dedicado a su obra titulado (...).
A nadie quitaré razón pues no entendí las razones. Imagino que el arte de la retórica de la conferencia tendrá sus reglas, que algunos las aplicarán y otros se dejaran llevar por su propio talento discursivo.
Merodea por todo esto un nuevo pensamiento que se me aparece cuando acudo a ensayos o estudios: la excesiva atención que el ser humano se dedica a sí mismo. Es enfermizo.
También, para mi propio agravio, razono que al no tener yo unos estudios universitarios estándar, el lenguaje filológico-metafísico-metalingüístico se me pierde y desvanece de sentido y todo lo que escucho es una concatenación de términos cuasi técnicos que vacían al objeto del discurso de su virtud primera: el ser arte.
La Mesa redonda era una mesa rectangular orientada al frente, sobre un escaño, de tal forma que los miembros de dicha mesa estaban por encima del público, de tal forma que no se veían las caras entre ellos.
La cara no es el espejo del alma. La cara es el alma (Rafael Sánchez Ferlosio. El Alma y la Vergüenza). Sobre el mundo de esas palabras secas, de esas sintaxis áridas, las caras adoptan un gesto sagrado, de misa de domingo, justo antes del aperitivo (también aperitivo del cura), en el momento de la homilía. Ese gesto cansino, de falta de esperanza. Ese gesto que no es devoto.
Ni siquiera me atreveré a afirmar que, cuando menos, una conferencia sobre un poeta, que quiere festejar su obra y ensalzarla, debería lanzarnos como bestias sobre sus versos para recorrer maravillados sus milagros.
A nadie quitaré razón pues no entendí las razones. Imagino que el arte de la retórica de la conferencia tendrá sus reglas, que algunos las aplicarán y otros se dejaran llevar por su propio talento discursivo.
Merodea por todo esto un nuevo pensamiento que se me aparece cuando acudo a ensayos o estudios: la excesiva atención que el ser humano se dedica a sí mismo. Es enfermizo.
También, para mi propio agravio, razono que al no tener yo unos estudios universitarios estándar, el lenguaje filológico-metafísico-metalingüístico se me pierde y desvanece de sentido y todo lo que escucho es una concatenación de términos cuasi técnicos que vacían al objeto del discurso de su virtud primera: el ser arte.
La Mesa redonda era una mesa rectangular orientada al frente, sobre un escaño, de tal forma que los miembros de dicha mesa estaban por encima del público, de tal forma que no se veían las caras entre ellos.
La cara no es el espejo del alma. La cara es el alma (Rafael Sánchez Ferlosio. El Alma y la Vergüenza). Sobre el mundo de esas palabras secas, de esas sintaxis áridas, las caras adoptan un gesto sagrado, de misa de domingo, justo antes del aperitivo (también aperitivo del cura), en el momento de la homilía. Ese gesto cansino, de falta de esperanza. Ese gesto que no es devoto.
Ni siquiera me atreveré a afirmar que, cuando menos, una conferencia sobre un poeta, que quiere festejar su obra y ensalzarla, debería lanzarnos como bestias sobre sus versos para recorrer maravillados sus milagros.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/02/2010 a las 19:32 | {0}