Cayo Plinio Segundo. Libro Décimo. Capítulo LIX: Del pavón y los gansos.
Traducción de Francisco Hernández, la cual la realizó entre los años de 1567 a 1577 entre España y México.
Editorial Visor Libros
Del pavón y los gansos
Pone el pavón en haviendo tres años. El primero, uno o dos huevos; el siguiente, cuatro o cinco, y de allí en adelante 12 y no más, y esto interpuestos dos o tres días, y tres vezes en el año si los echan a las gallinas. Quiébralos el macho con apetito de la hembra, y a esta causa ponen de noche y en lugares escondidos y altos, de do nace hazerse pedazos si no caen sobre alguna cosa blanda. Cumple un macho con cinco hembras, y cuando no tiene más de una o dos se corrompe* con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria. Sacan en 27 días o, a más tardar, en 30.
Tómanse los gansos en el agua, ponen al verano, o si se tomaron por el rigor del himbierno, después del solsticio, casi 40; dos vezes en el año si les sacan gallinas su primera nidada. De otra manera son los más huevos 16, y los menos siete; si acaso se los quitan ponen hasta rebentar. No sacan huevos agenos. Es lo más acertado echarles nueve y 11. Están echadas las hembras 30 días, y si son más cálidas 25. Es el toque de la hortiga, a sus pollos, mortal, y no menos la golosina**, unas veces hartándose demasiadamente, y otras por su misma fuerza, cuando, asida una raíz, y porfiando arrancarla con el pico, se rasgan primero sus cuellos. Es el remedio contra la hortiga su misma raíz, puesta debaxo de la cama desde que se echan.
*NOTA: se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria: el Diccionario de Autoridades define de la siguiente forma el verbo corromper y corromperse.
Corromper: v. a. Viciar, destruir, depravar y dañar alguna cosa. Viene del latino Corrumpere que significa esto mismo. Prolog. de las Part. O es cuerpo simple, que ni se engendra ni se corrompe por natúra, y es celestial, assí como los Cielos è las estrellas; ò es cuerpo simple que se engendra è se corrompe por natúra, como los elementos. Fr. L. de Gran.. Symb. part. I cap. 6. La tierra no tiene fuerza para obrar, mas tienela para resistir: porque ni fuego, ni agua, ni aire basta para corromperla y mudarla en otra substancia. Navarret.. Conserv.disc.7. Han querido siempre los Reyes de España carecer de su lustrosa numerosidad, antes que consentir en el cuerpo místico de su Monarchía lo malos humores, que con su contagión podían corromper la buena sangre.
Corromper: Vale también violar la pureza y virginidad de la doncella. Lat. Virginem corrumpere, vitiare. Guev. M.A. lib. 1 cap. 21. Y no se tenga en poco esta liberalidad de soltar à los cautivos, y no corromper à las vírgenes: porque muchas veces los vencidos son vencidos con las armas de los vencedores, y los vencedores se pierden en los regálos y vicios de los vencidos. Navarr. Man. cap. 12 num. 41 La muger que hoviesse votado virginidad, si se dexasse corromper, no solamente sería obligada à guardar la parte que pudiesse de ellas pero aun à hacer penitencia, por haver caído en la impossibilidad de guardarla entéra. Siguenz. Vid. de S.Geron. lib.1 disc.4 Y en los libros de la Ciudad de Dios afirma que si el Señor permitió corrompiessen las vírgenes de Roma los bárbaros Godos, que fué por humillarlas de la altivez que tenían.
Corromper: Metaphóricamente se dice de otras cosas inanimadas: como son, corromper las costumbres, la santidad, &c. esto es inficionarlas, pervertirlas, viciarlas y dañarlas. Fr. L. de Leon Nomb. de Christ. en el de Monte. Corrompen esta santidad y corrompen también (lo que es mayor mal) las santas costumbres. Ribad Cism de Inglat. lib. 2 cap. 2. Traduxeron las Sagrada Biblia en Latín y en Inglés, y la corrompieron en infinitos lugáres, y con glossas y annotaciones ponzoñosas y contrarias al Texto y à la verdad, la propusieron à todos para que la leyessen. Saav. Empr. 81 En Alemania, la variedad de religiones, las guerras civiles, las Naciones que militan en ella, han corrompido la candidez de sus ánimos y su ingenuidad antigua.
Corromper: Vale assimismo sobornar ò cohechar, ò ganar al Juez ù otra persona con dádibas. Recop lib. 4 tit. 6.1.8. No sobornen los dichos testigos, ni los corrompan, ni rueguen, ni atrahigan, ni induzcan à que digan los que les cumpliere y no supieren.
Corromperse: v. r. Podrirse, dañarse alguna cosa: como las carnes, los liquóres, &c. C. Lucan. cap. 40 El alma es cosa espiritual, que no se puede corromper; antes dura y finca para siempre. Lag. Diosc. lib. 1 cap. 83. El Enebro es planta muy conocida, cuya madéra, suavemente olorósa, dura sin corromperse muchos centenares de años. Nieremb Herm. de Dios, lib. 1 cap. 12,2 Solo a Dios repugna el perecer ò faltar; los cuerpos son morales y se corrompen.
Vistas las definiciones, deduzco que la frase se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria viene a decir que la mucha lujuria convierte en infértil (pudre) la simiente del pavón, lo cual, desde mi punto de vista científico, es más aviso moral que cuestión zoológica.
**NOTA
Golosina: s. f. El apetito desarreglado de comer sin necesidad cosas que sirven poco para mantener la vida. Lat. Gula inordinata. Liguritio. Fr. L. de Gran. Tratd. de la Orac. Miércoles en la noche, 3. Esta es la dentera que me causan ahora mis golosinas. Grac.. Mor. f. 28 Los que exercitan la virtud y bondad, no conviene que tomen semejantes golosinas.
Pone el pavón en haviendo tres años. El primero, uno o dos huevos; el siguiente, cuatro o cinco, y de allí en adelante 12 y no más, y esto interpuestos dos o tres días, y tres vezes en el año si los echan a las gallinas. Quiébralos el macho con apetito de la hembra, y a esta causa ponen de noche y en lugares escondidos y altos, de do nace hazerse pedazos si no caen sobre alguna cosa blanda. Cumple un macho con cinco hembras, y cuando no tiene más de una o dos se corrompe* con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria. Sacan en 27 días o, a más tardar, en 30.
Tómanse los gansos en el agua, ponen al verano, o si se tomaron por el rigor del himbierno, después del solsticio, casi 40; dos vezes en el año si les sacan gallinas su primera nidada. De otra manera son los más huevos 16, y los menos siete; si acaso se los quitan ponen hasta rebentar. No sacan huevos agenos. Es lo más acertado echarles nueve y 11. Están echadas las hembras 30 días, y si son más cálidas 25. Es el toque de la hortiga, a sus pollos, mortal, y no menos la golosina**, unas veces hartándose demasiadamente, y otras por su misma fuerza, cuando, asida una raíz, y porfiando arrancarla con el pico, se rasgan primero sus cuellos. Es el remedio contra la hortiga su misma raíz, puesta debaxo de la cama desde que se echan.
*NOTA: se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria: el Diccionario de Autoridades define de la siguiente forma el verbo corromper y corromperse.
Corromper: v. a. Viciar, destruir, depravar y dañar alguna cosa. Viene del latino Corrumpere que significa esto mismo. Prolog. de las Part. O es cuerpo simple, que ni se engendra ni se corrompe por natúra, y es celestial, assí como los Cielos è las estrellas; ò es cuerpo simple que se engendra è se corrompe por natúra, como los elementos. Fr. L. de Gran.. Symb. part. I cap. 6. La tierra no tiene fuerza para obrar, mas tienela para resistir: porque ni fuego, ni agua, ni aire basta para corromperla y mudarla en otra substancia. Navarret.. Conserv.disc.7. Han querido siempre los Reyes de España carecer de su lustrosa numerosidad, antes que consentir en el cuerpo místico de su Monarchía lo malos humores, que con su contagión podían corromper la buena sangre.
Corromper: Vale también violar la pureza y virginidad de la doncella. Lat. Virginem corrumpere, vitiare. Guev. M.A. lib. 1 cap. 21. Y no se tenga en poco esta liberalidad de soltar à los cautivos, y no corromper à las vírgenes: porque muchas veces los vencidos son vencidos con las armas de los vencedores, y los vencedores se pierden en los regálos y vicios de los vencidos. Navarr. Man. cap. 12 num. 41 La muger que hoviesse votado virginidad, si se dexasse corromper, no solamente sería obligada à guardar la parte que pudiesse de ellas pero aun à hacer penitencia, por haver caído en la impossibilidad de guardarla entéra. Siguenz. Vid. de S.Geron. lib.1 disc.4 Y en los libros de la Ciudad de Dios afirma que si el Señor permitió corrompiessen las vírgenes de Roma los bárbaros Godos, que fué por humillarlas de la altivez que tenían.
Corromper: Metaphóricamente se dice de otras cosas inanimadas: como son, corromper las costumbres, la santidad, &c. esto es inficionarlas, pervertirlas, viciarlas y dañarlas. Fr. L. de Leon Nomb. de Christ. en el de Monte. Corrompen esta santidad y corrompen también (lo que es mayor mal) las santas costumbres. Ribad Cism de Inglat. lib. 2 cap. 2. Traduxeron las Sagrada Biblia en Latín y en Inglés, y la corrompieron en infinitos lugáres, y con glossas y annotaciones ponzoñosas y contrarias al Texto y à la verdad, la propusieron à todos para que la leyessen. Saav. Empr. 81 En Alemania, la variedad de religiones, las guerras civiles, las Naciones que militan en ella, han corrompido la candidez de sus ánimos y su ingenuidad antigua.
Corromper: Vale assimismo sobornar ò cohechar, ò ganar al Juez ù otra persona con dádibas. Recop lib. 4 tit. 6.1.8. No sobornen los dichos testigos, ni los corrompan, ni rueguen, ni atrahigan, ni induzcan à que digan los que les cumpliere y no supieren.
Corromperse: v. r. Podrirse, dañarse alguna cosa: como las carnes, los liquóres, &c. C. Lucan. cap. 40 El alma es cosa espiritual, que no se puede corromper; antes dura y finca para siempre. Lag. Diosc. lib. 1 cap. 83. El Enebro es planta muy conocida, cuya madéra, suavemente olorósa, dura sin corromperse muchos centenares de años. Nieremb Herm. de Dios, lib. 1 cap. 12,2 Solo a Dios repugna el perecer ò faltar; los cuerpos son morales y se corrompen.
Vistas las definiciones, deduzco que la frase se corrompe con fertilidad de la simiente con el hervor de la luxuria viene a decir que la mucha lujuria convierte en infértil (pudre) la simiente del pavón, lo cual, desde mi punto de vista científico, es más aviso moral que cuestión zoológica.
**NOTA
Golosina: s. f. El apetito desarreglado de comer sin necesidad cosas que sirven poco para mantener la vida. Lat. Gula inordinata. Liguritio. Fr. L. de Gran. Tratd. de la Orac. Miércoles en la noche, 3. Esta es la dentera que me causan ahora mis golosinas. Grac.. Mor. f. 28 Los que exercitan la virtud y bondad, no conviene que tomen semejantes golosinas.
Están muriendo. De norte a sur. De este a oeste. Dejaré quince minutos más los pimientos en el horno. Mientras allí -¿importa el nombre o la latitud y la longitud?- han sido acribillados o ruedan las cabezas o se lapida a la adúltera o muere en la mesa de quirófano por una operación de estética en Düsseldorf o se estrella contra el automóvil o evita una zanja y cae a un pozo. ¿Servirá para algo? ¿Mejor escuchar las cuerdas de una guitarra y dejar que la mañana amaine el temporal de vidas violentadas? ¿Quién es, realmente, Hosni Mubarak? ¿Qué es esa perfidia llamada Partido Popular? ¿Hemos de seguir tragando sapos y culebras y discursos y banderas? ¿Dejaríamos morir a nuestros niños, a los que ahora juegan en el parque sin un tanque cerca? ¿Y las armas? ¿Y las alertas? ¿Por qué no escupimos de una vez por todas a tanto impostor, a tanta sotileza? ¿Nos ponemos a especular sobre las consecuencias de las revueltas en el Magreb en el comercio internacional? ¿Entendemos que el gobierno chino se acojone? ¿Quiénes son esos putos gobernantes chinos? ¿Prefiero seguir escuchando el Concierto de Aranjuez? ¿Y qué me cuentas del motín de Esquilache? ¿Y por qué existió Antonio Pérez? ¿Existe realmente la phowa? No debe evaporarse el agua del todo. No debe arder el mundo al unísono. Ahora imagino a la mujer con pañuelo lanzando con su honda una piedra contra el Phantom. ¿Y si lo alcanza? ¿Es mejor callar? ¿Es mejor seguir alimentando a las ONGs? En Nicaragua. En Nicaragua. Y aquí, en España, país de ladrones, envidias y soflamas... ¡Calma, calma! ¿Por qué hemos de soportar a Aznar y a Botella? Bastardos ambos de la moral y la decencia. Con esas miradas lúgubres y ese afán por ser criminales de primera a ser posible en la universidad de Georgetown (universidad jesuita, por cierto). Vamos a seguir dando vueltas y vueltas a viejas pretensiones ya perdidas. Voy a apagar los pimientos. El otro día se me pasaron y al sacarlos del horno tuve la visión del brazo de una mujer recién horneada hace sesenta años en un famoso crematorio de Polonia. Los medios de comunicación, sedientos de noticias frescas, afilan sus dientes en el norte de África. Ya tienen regueros de sangre que contar, eso sí, con las sesudas reflexiones de expertos en el tema. ¿Pero, qué expertos? ¿Qué tema? ¿El de un pueblo sometido que pide, durante un segundo, un respiro? ¿El tema de David contra Goliat? ¡Qué indecencia, claman! ¡Quién clama! Al menos en Australia se ha librado una batalla entre dos hombres con una red por medio. No ha habido víctimas colaterales. No se ha producido el estado de excepción e incluso al final ha habido premios. Ruido y furia. Sí, ya lo conocemos pero no lo sabemos. Nada aprendemos porque olvidamos. Ruido y furia en las calles de El Cairo. ¿Y el limo del Nilo? ¿Y el agua bendita de los cojones y los sermones en los lupanares y el sólido tedio del estudio y las lágrimas por un amor burgués y el centro comercial en llamas y la necesidad de amar? Y el cuerpo, y el gozo y la lámpara y la carretera y la montaña y Rachmaninoff. Ruido y furia contado por un idiota que no significa nada y sin embargo, dejadme decirlo bien alto, significa tanto. ¡Oh, Shakespeare, qué buena frase te salió y qué falsa! ¿Por qué cojones tengo que seguir aguantando al canalla fascista de Jaime Mayor Oreja con su barba de cursi aburrirse con el dinero de todos en el Parlamento Europeo?
Los pimientos están sudando envueltos en las hojas de los periódicos. Quiero abrazarte y besarte la boca al tiempo que quiero gritar, gritar a la cara de la gran esperanza negra, un tal Barak Obama al que le dieron el Premio Nobel de la Paz imagino que por llevar ya más de tres años sin cerrar Guantánamo. ¿Y debemos confiar? ¿De verdad debemos confiar? Voy a aliñar los pimientos con aceite, azucar y sal.
Los pimientos están sudando envueltos en las hojas de los periódicos. Quiero abrazarte y besarte la boca al tiempo que quiero gritar, gritar a la cara de la gran esperanza negra, un tal Barak Obama al que le dieron el Premio Nobel de la Paz imagino que por llevar ya más de tres años sin cerrar Guantánamo. ¿Y debemos confiar? ¿De verdad debemos confiar? Voy a aliñar los pimientos con aceite, azucar y sal.
No estaba previsto en este viaje que estuviera junto a mi hija todos los días. Desde que tenía un año me separé de su madre y desde entonces, cual reloj marcado por la justicia y las necesidades, la veo y nos vivimos cada tanto.
Al principio, yo no sabía muy bien qué hacer con ella (no me dejaron de niño jugar con muñecas) y sentía el peso de la inutilidad. Con el tiempo fui aprendiendo que lo único que un padre debe de hacer con su hija es estar junto a ella. Lo demás es secundario. Y cuando digo que un padre ha de estar con su hija es ESTAR y añadir -para eso tenemos este valioso idioma español- SER. Ser como uno es y estar con quien estás.
Han pasado los años. Violeta tiene ya doce y siempre que la tengo conmigo siento que los problemas junto a ella son menos, el miedo junto a ella se disuelve como un azucarillo y el tiempo pasa entre deberes y bromas, entre miradas y emociones. Y no quiero que se me olvide. No, no lo quiero. Porque es impresionante si escucho un piano en escala menor junto a ella y si leo una escena que ha escrito (muy bien por cierto) siento un deseo brutal de que la vida le enseñe a vivir y de que yo, en la medida de mis posibilidades, le ayude a ello y sobre todo que sepa, sin necesidad de decirlo, que cuando vengan mal dadas, estaré aquí para ponernos serios los dos y hablar cara a cara de lo terrible de vivir, de lo frágiles que somos, de lo mucho que debemos aprender a perdonarnos para poder así perdonar. A mis años estoy aprendiendo, por fin, lo que es el perdón. Yo, que nunca había creído en él.
Ahora está en la habitación de al lado. Está estudiando. Hace un trabajo sobre las Aventuras de Tom Sawyer y a partir de la semana que viene va a ser mi profesora de inglés. Su habitación. Sus grandes ojos almendrados. Su voz. Su pasión por la lectura y su poquito de mal humor.
¡Qué hermoso es este sábado! No quiero que se me olvide.
Al principio, yo no sabía muy bien qué hacer con ella (no me dejaron de niño jugar con muñecas) y sentía el peso de la inutilidad. Con el tiempo fui aprendiendo que lo único que un padre debe de hacer con su hija es estar junto a ella. Lo demás es secundario. Y cuando digo que un padre ha de estar con su hija es ESTAR y añadir -para eso tenemos este valioso idioma español- SER. Ser como uno es y estar con quien estás.
Han pasado los años. Violeta tiene ya doce y siempre que la tengo conmigo siento que los problemas junto a ella son menos, el miedo junto a ella se disuelve como un azucarillo y el tiempo pasa entre deberes y bromas, entre miradas y emociones. Y no quiero que se me olvide. No, no lo quiero. Porque es impresionante si escucho un piano en escala menor junto a ella y si leo una escena que ha escrito (muy bien por cierto) siento un deseo brutal de que la vida le enseñe a vivir y de que yo, en la medida de mis posibilidades, le ayude a ello y sobre todo que sepa, sin necesidad de decirlo, que cuando vengan mal dadas, estaré aquí para ponernos serios los dos y hablar cara a cara de lo terrible de vivir, de lo frágiles que somos, de lo mucho que debemos aprender a perdonarnos para poder así perdonar. A mis años estoy aprendiendo, por fin, lo que es el perdón. Yo, que nunca había creído en él.
Ahora está en la habitación de al lado. Está estudiando. Hace un trabajo sobre las Aventuras de Tom Sawyer y a partir de la semana que viene va a ser mi profesora de inglés. Su habitación. Sus grandes ojos almendrados. Su voz. Su pasión por la lectura y su poquito de mal humor.
¡Qué hermoso es este sábado! No quiero que se me olvide.
No aferrarse. No, no aferrarse.
Equivocarse. Una vez y otra.
Perdón por mis errores.
El rostro que se aleja.
Los silencios. Los...
Siento haber querido alterar...
Siento haber estado huido tantos años.
Tan escondido. Tan escindido.
La calma cuando llega se asemeja a la nieve.
No volveré a insistir.
Me callaré.
Ya estoy callado.
Y decirlo todo,
vaciarme entero
y quedarme tan sólo apariencia de cuerpo
sin venas ni nervios
ni gametos ni pulso.
No desear nada
ser piedra de río
brincando sobre el agua
para al fin, sin impulso,
hundirse hasta el lecho.
Como recuerdo
las ondas que se propagaron
y se hicieron anchas, más...
hasta ser nada.
Equivocarse. Una vez y otra.
Perdón por mis errores.
El rostro que se aleja.
Los silencios. Los...
Siento haber querido alterar...
Siento haber estado huido tantos años.
Tan escondido. Tan escindido.
La calma cuando llega se asemeja a la nieve.
No volveré a insistir.
Me callaré.
Ya estoy callado.
Y decirlo todo,
vaciarme entero
y quedarme tan sólo apariencia de cuerpo
sin venas ni nervios
ni gametos ni pulso.
No desear nada
ser piedra de río
brincando sobre el agua
para al fin, sin impulso,
hundirse hasta el lecho.
Como recuerdo
las ondas que se propagaron
y se hicieron anchas, más...
hasta ser nada.
Para conocer la historia de Milos Amós haz un click en su nombre en verde. O busca "La Solución".
Está en la cima de la montaña. Bebe el agua que el rocío deja a su alrededor. Ha tenido varios días de una extraña exaltación. Ha llegado a acariciar unos hierbajos que van creciendo junto a la punta de sus zapatos. Son de un color morado, muy lacios, algo tristes. Milos Amós suele mirar hacia un lugar intermedio entre el horizonte y la ladera. Apenas parpadea. A veces recuerda que comía y la saliva, amiga de los recuerdos, acude a su boca y la epiglotis realiza su movimiento voluntario de ayuda a la deglución.
Ha sido en la mañana. El sol se hallaba teñido de gris por las nubes y mostraba su círculo amarillento. Milos Amós ha extendido los dedos de su mano derecha para saber sin aún estaban vivos; los dedos han respondido a su deseo y han hecho un par de cabriolas estirándose y luego replegándose muy rápido como si los tendones fueran muelles tensados en exceso. Milos ha oído, sin escucharlos, los sonidos de la montaña. Estos eran: piar de unos polluelos, arrastrarse de unos invertebrados, remolonear de las hierbas por el viento, cauce de río muy lejos, movimiento de las nubes en el cielo, clamor de bandada de grullas hacia el sur, rama en el suelo que se quiebra, pasos de un vertebrado superior, rumia de un ciervo, cornamenta rozándose contra el tronco de una encina, ardilla corriendo, castor royendo, serpiente mudando la piel. Ha sido un atisbo de arcoiris el que ha dado inicio a la tentación. El ojo, atraído por el fenómeno, se ha desviado hacia su izquierda y en la coda de colores que aún no se habían formado, ha entrevisto Milos la cabellera morena de una mujer de ojos verdes. Ha sido una arritmia en su corazón, un movimiento desmesurado en su estómago, una inicio de erección que apenas ha llegado a ensayo y sin quererlo la tentación se ha aposentado y, tras tanto tiempo solo, ha sentido que caminaba por un suelo cubierto de asfalto, caminaba con una bolsa en cuyo interior había un té de jazmín y bergamota. Llegaba hasta un edificio. Escuchaba la voz de la mujer que le abría el portal. Llamaba al timbre de su casa. Una sonrisa tras la puerta. Una mano que acariciaba su mejilla. Un abrazo que hundía sus costillas. Y tras darle el presente, la voz de la mujer que dice: Pasa, ¡qué bien que hayas venido!
El rayo ha escindido el arcoiris en dos enormes pedazos. La lluvia ha empapado el suelo. Milos no sabe si llora o llueve. Con concentración descomunal ha exigido a la tentación que huyera. Nada tengo que ofrecerte, piensa. No vuelvas, mujer de cabellera morena y ojos verdes, piensa. No tengo nada. Nada soy. Ni tan siquiera cima de esta montaña. Bebo de las hierbas y me alimento de la nada. Mi cuerpo apenas pesa y mis pies deben de haberse convertido en humus. Creo que tengo llagas en la espalda y que una sanguijuela se alimenta de la sangre de mi cuello. No vengas para enturbiar con anhelos esta quietud a la que me he condenado. Así debo estar. Nada queda. Y si algún día, si algún día... Esta última frase la ha pronunciado en voz alta y Eco, siempre atenta a las frases de los hombres, le ha respondido, Día, día y la noche ha caído como si no hubiera habido tarde y Milos se ha quedado dormido, lleno de temblores y en su temblor, después de tanto tiempo, ha vuelto a escribir un poema que dice así: Ámbar gris.
Ha sido en la mañana. El sol se hallaba teñido de gris por las nubes y mostraba su círculo amarillento. Milos Amós ha extendido los dedos de su mano derecha para saber sin aún estaban vivos; los dedos han respondido a su deseo y han hecho un par de cabriolas estirándose y luego replegándose muy rápido como si los tendones fueran muelles tensados en exceso. Milos ha oído, sin escucharlos, los sonidos de la montaña. Estos eran: piar de unos polluelos, arrastrarse de unos invertebrados, remolonear de las hierbas por el viento, cauce de río muy lejos, movimiento de las nubes en el cielo, clamor de bandada de grullas hacia el sur, rama en el suelo que se quiebra, pasos de un vertebrado superior, rumia de un ciervo, cornamenta rozándose contra el tronco de una encina, ardilla corriendo, castor royendo, serpiente mudando la piel. Ha sido un atisbo de arcoiris el que ha dado inicio a la tentación. El ojo, atraído por el fenómeno, se ha desviado hacia su izquierda y en la coda de colores que aún no se habían formado, ha entrevisto Milos la cabellera morena de una mujer de ojos verdes. Ha sido una arritmia en su corazón, un movimiento desmesurado en su estómago, una inicio de erección que apenas ha llegado a ensayo y sin quererlo la tentación se ha aposentado y, tras tanto tiempo solo, ha sentido que caminaba por un suelo cubierto de asfalto, caminaba con una bolsa en cuyo interior había un té de jazmín y bergamota. Llegaba hasta un edificio. Escuchaba la voz de la mujer que le abría el portal. Llamaba al timbre de su casa. Una sonrisa tras la puerta. Una mano que acariciaba su mejilla. Un abrazo que hundía sus costillas. Y tras darle el presente, la voz de la mujer que dice: Pasa, ¡qué bien que hayas venido!
El rayo ha escindido el arcoiris en dos enormes pedazos. La lluvia ha empapado el suelo. Milos no sabe si llora o llueve. Con concentración descomunal ha exigido a la tentación que huyera. Nada tengo que ofrecerte, piensa. No vuelvas, mujer de cabellera morena y ojos verdes, piensa. No tengo nada. Nada soy. Ni tan siquiera cima de esta montaña. Bebo de las hierbas y me alimento de la nada. Mi cuerpo apenas pesa y mis pies deben de haberse convertido en humus. Creo que tengo llagas en la espalda y que una sanguijuela se alimenta de la sangre de mi cuello. No vengas para enturbiar con anhelos esta quietud a la que me he condenado. Así debo estar. Nada queda. Y si algún día, si algún día... Esta última frase la ha pronunciado en voz alta y Eco, siempre atenta a las frases de los hombres, le ha respondido, Día, día y la noche ha caído como si no hubiera habido tarde y Milos se ha quedado dormido, lleno de temblores y en su temblor, después de tanto tiempo, ha vuelto a escribir un poema que dice así: Ámbar gris.
Cuento
Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/01/2011 a las 11:39 | {0}
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/01/2011 a las 12:16 | {0}