Julia
Querida Julia:
El día está nublado. Anoche llovió y hacía frío. Sabes cuánto te echo de menos. A veces, pocas, escucho tu voz. A veces, pocas, miro las imágenes tuyas. Todos los días te recuerdo. Todos los días. Hace poco César me envió una canción que se llama Giulietta, muy hermosa. Como no creo en la segunda vida, ni creo en el alma, ni creo en la trascendencia, no puedo pensarte viva. Sí confío -porque no es creer, es confiar- en las energías que permanecen en el mundo aún después de que el cuerpo haya desaparecido. He llegado a pensar que eso que llamamos alma y que yo prefiero llamar lo inmaterial del ser no está dentro sino alrededor del cuerpo y lo que aún no he llegado a saber es cuál es su alcance, qué perímetro tiene, hasta dónde llega. Yo sigo sintiendo tu alma. Sigues estando cerca de mí. Un beso y un abrazo.
El día está nublado. Anoche llovió y hacía frío. Sabes cuánto te echo de menos. A veces, pocas, escucho tu voz. A veces, pocas, miro las imágenes tuyas. Todos los días te recuerdo. Todos los días. Hace poco César me envió una canción que se llama Giulietta, muy hermosa. Como no creo en la segunda vida, ni creo en el alma, ni creo en la trascendencia, no puedo pensarte viva. Sí confío -porque no es creer, es confiar- en las energías que permanecen en el mundo aún después de que el cuerpo haya desaparecido. He llegado a pensar que eso que llamamos alma y que yo prefiero llamar lo inmaterial del ser no está dentro sino alrededor del cuerpo y lo que aún no he llegado a saber es cuál es su alcance, qué perímetro tiene, hasta dónde llega. Yo sigo sintiendo tu alma. Sigues estando cerca de mí. Un beso y un abrazo.
09. Jan Garbarek - Giulietta.mp3 (3.46 Mb)
Salió a la calle a respirar y echó a andar. Podríamos, en esta visión de la vida del escritor Milos Amós, describir las calles por las que anduvo, decir que salió de la ciudad (nombrar la ciudad donde vivía) y atravesó como un perro el extrarradio hasta llegar a una gran llanura (quizás en Grecia. Podríamos nombrar el país, decir por ejemplo que era griego aunque también podría ser un viejo de Alejandría y por qué no un hijo de emigrantes en los Estados Unidos o en la India). Ahora sabemos que está en la llanura. Sigue andando. No piensa. Lleva horas sin pensar. Está atento a cada paso, sabe que cada paso le aleja de su vida y de su obra. Casi -metafóricamente lo piensa- cada paso le hace olvidarse de sí. Anda y anda y anda. El crepúsculo le parece hermoso pero no le emociona. Ve a lo lejos un chamizo derruido y decide pasar la noche allí. No ha bebido nada. No ha comido nada. Tiene sueño. En un rincón, lo más alejado de la entrada, donde la oscuridad es absoluta, se tumba, se ovilla y duerme.
Cuento
Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/11/2008 a las 20:32 | {0}
Hoy ha sido un día duro. Hoy he tenido que luchar contra el miedo. Hoy he tenido que recordar cuán hermoso es vivir, qué gran milagro, qué extraña fortuna. Hoy ha sido un día duro lleno de tropiezos. Hoy ha sido el fin y el principio. Hoy hay heridas que supuran. Hoy hay tormentas que se mantienen firmes en el horizonte, dispuestas a abalanzarse cuando sea necesario. Hoy hay más gritos. Hoy hay más desencanto. Hoy vi a Julia por última vez hace un año. La mujer más hermosa. La mujer más sabia. La mujer más honesta. Hoy no he mirado el cielo ni me ha importado la nieve que ya corona las montañas. Hoy apenas he alimentado mi cuerpo. Hoy me he sentido a punto para el infierno. Hoy ha sido muy largo como un camino recto cuyo horizonte diluye la calima en un temblor en todo semejante al pavor. Hoy ya es de noche. Y quizás el aroma de una sopa. O si no unos garbanzos guardados en la nevera. O los ojos de mi hija mirándome con confianza. O la mirada de mi mujer a punto de no amarme mientras me ama. O los ojos de su hijo que temblaban en su pierna. O la voz del amigo que mostraba la desolación por mis cuitas. O la voz de la amiga que urgía a estar tranquilo. Hoy ha sido un día duro. Hoy es siempre. Hoy es toda la vida. La vida ha sido dura. Mañana empieza todo.
Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/11/2008 a las 22:07 | {1}
Al día siguiente Milos Amós no quería recordar nada más entrar en la vigilia, cuando despertaba -por mor de unos rayos de sol que se filtraban por las rendijas de la persiana- metido en un saco en el suelo del escritorio . Sólo fue un segundo, claro. De inmediato recordó la quema y el destrozo y sonrió. Se sentó en el suelo. Bostezó y sintió hambre. Por primera vez tenía hambre al despertar. Nunca había desayunado más que un café con leche y un cigarrillo. Le dolieron algo los huesos. Se estiró. En la cocina, mientras escuchaba el magazine de la radio, se hizo un par de huevos fritos, colocó un par de lonchas de jamón de York y se hizo, con el pan del día anterior, unas tostadas que untó con mantequilla. Llevó todo a la mesa del cuarto de estar. A través de la puerta de cristal del jardín, éste se veía ya casi desnudo de invierno. Un mirlo buscaba un gusano, algunos vencejos raseaban la hierba, una urraca, en lo alto de la encina hacía brillar los reflejos azulinos de su cola.
Milos Amós desayunó. Fumó después. Se bebió el café tibio y sintió cierto asco por las migas que se habían quedado, tras mojar las tostadas en el café, en el fondo de la taza, Desde niño, pensó. Se dejó llevar cuando una ráfaga de imágenes del día anterior le asaltó como si la comida hubiera alimentado de inmediato la memoria. Y se vio pensando, No, no empezaba así, era "culo, déjame decirte culo abiertamente, sin ningún anticipo poético", no, no, había algo entre abiertamente y sin, ¿cómo era? Milos Amós pensó en esos versos de su juventud, los fue rehaciendo, reconstruyendo y llegó a una conclusión que sabía perfectamente que no era la original. Ya no tenía originales quizá quedaría alguno de algún regalo que hiciera a alguna amada o a algún amigo y siempre y cuando éstos (los originales) hubieran tenido el suficiente valor sentimental como para no haber acabado en la basura tras la clásica limpia de cosas inútiles. Fragmentos, fragmentos.
Sin poder evitarlo porque Milos Amós era escritor (aunque hubiera quemado toda su obra, aunque hubiera destrozado toda su memoria escrita, también su memoria fantástica que era, por cierto, lo más terrible del destrozo que se había causado, lo que más temía no poder resistir al despertar, aunque se desdijera de todo lo hecho, aunque renegara de toda su vida) y por lo tanto su capacidad fabuladora no surgía de él sino que surgía en él, se vio iniciando un recorrido por las personas a las que quizá les hubiera dejado un texto suyo -por supuesto no recordaba quiénes eran todas, lo que por otra parte le podría llevar a descubrir a personas a las que había olvidado y que en otro tiempo fueron tanto para él que se atrevió a regalarles un escrito- y en ese recorrido quizás encontraría ya no sólo textos sino formas suyas de ser tan olvidadas como las personas con las que las había compartido.
Cuando la fabulación terminó se vio de pie en el cuarto de estar. Estaba en pijama. Despeinado y dolorido. Temblaba. Decidió irse de la casa y respirar.
Milos Amós desayunó. Fumó después. Se bebió el café tibio y sintió cierto asco por las migas que se habían quedado, tras mojar las tostadas en el café, en el fondo de la taza, Desde niño, pensó. Se dejó llevar cuando una ráfaga de imágenes del día anterior le asaltó como si la comida hubiera alimentado de inmediato la memoria. Y se vio pensando, No, no empezaba así, era "culo, déjame decirte culo abiertamente, sin ningún anticipo poético", no, no, había algo entre abiertamente y sin, ¿cómo era? Milos Amós pensó en esos versos de su juventud, los fue rehaciendo, reconstruyendo y llegó a una conclusión que sabía perfectamente que no era la original. Ya no tenía originales quizá quedaría alguno de algún regalo que hiciera a alguna amada o a algún amigo y siempre y cuando éstos (los originales) hubieran tenido el suficiente valor sentimental como para no haber acabado en la basura tras la clásica limpia de cosas inútiles. Fragmentos, fragmentos.
Sin poder evitarlo porque Milos Amós era escritor (aunque hubiera quemado toda su obra, aunque hubiera destrozado toda su memoria escrita, también su memoria fantástica que era, por cierto, lo más terrible del destrozo que se había causado, lo que más temía no poder resistir al despertar, aunque se desdijera de todo lo hecho, aunque renegara de toda su vida) y por lo tanto su capacidad fabuladora no surgía de él sino que surgía en él, se vio iniciando un recorrido por las personas a las que quizá les hubiera dejado un texto suyo -por supuesto no recordaba quiénes eran todas, lo que por otra parte le podría llevar a descubrir a personas a las que había olvidado y que en otro tiempo fueron tanto para él que se atrevió a regalarles un escrito- y en ese recorrido quizás encontraría ya no sólo textos sino formas suyas de ser tan olvidadas como las personas con las que las había compartido.
Cuando la fabulación terminó se vio de pie en el cuarto de estar. Estaba en pijama. Despeinado y dolorido. Temblaba. Decidió irse de la casa y respirar.
Cuento
Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/11/2008 a las 19:58 | {0}
Soldado Herido de Otto Dix
En Universos Paralelos de Michio Kaku, editado en Atalanta, el autor explica una categorización de las civilizaciones ideada por el físico ruso Nikolai Kardashev, en la década de los sesenta, en base al modo de empleo de la energía. Para no abundar mucho en la explicación tan sólo diré que Kardashev estableció tres tipos de civilización (La I, II y III) siendo la más desarrollada la III y la menos la I. Luego Carl Sagan hizo una gradación más detallada y estableció subtipos. A resultas de esta nueva categorización nuestra civilización correspondería al tipo 0,7 (un tipo de civilización 0,7 todavía es mil veces más pequeña que la de tipo I pag. 350).
Lo primitivo en la utilización y aprovechamiento de la energía por parte de nuestra civilización (por poner una comparación: una civilización de tipo III puede controlar la energía de galaxias enteras incluso su materia oscura), se compara en algún momento del discurso con nuestro primitivismo en cuanto a las relaciones, con lo bárbaros que somos todavía, con esa forma tan humana de llegar a una solución que consiste en crear previamente el problema. Sirva como ejemplo la Segunda Guerra Mundial que parece dar como resultado el siguiente pensamiento: O nos unimos o nos matamos y entonces se crea la Unión Europea. Leo estos días el libro Nuremberg de James Owen editado por Crítica y al mismo tiempo leo el magnífico, Los Girasoles Ciegos de Alberto Méndez editado por Anagrama. Leo, miro, escucho y palpo un mundo violento y al acecho y cuando tranquilamente paso las páginas de La Destrucción de los Judíos Europeos de Raul Hilberg y sé que esta frialdad de archivero, que esta manipulación de las vidas se realizó hace tan sólo 68 años y que hoy y que hoy... me pregunto qué siglo XX de progreso de la humanidad hemos vivido, ¿qué significa el progreso? Y espero (y por lo tanto tengo esperanza) en que antes de morir pueda atisbar ese acercamiento a ser una civilización de tipo III que ha destruido el cuerpo para aligerar su dependencia de la energía, que piensa mucho más despacio, tan despacio como si pensar, Voy a saltar a otro universo le llevara dos billones de años de los nuestros. Porque el siglo XX me resulta de una constancia atroz en valorar lo peor del ser humano.
Lo primitivo en la utilización y aprovechamiento de la energía por parte de nuestra civilización (por poner una comparación: una civilización de tipo III puede controlar la energía de galaxias enteras incluso su materia oscura), se compara en algún momento del discurso con nuestro primitivismo en cuanto a las relaciones, con lo bárbaros que somos todavía, con esa forma tan humana de llegar a una solución que consiste en crear previamente el problema. Sirva como ejemplo la Segunda Guerra Mundial que parece dar como resultado el siguiente pensamiento: O nos unimos o nos matamos y entonces se crea la Unión Europea. Leo estos días el libro Nuremberg de James Owen editado por Crítica y al mismo tiempo leo el magnífico, Los Girasoles Ciegos de Alberto Méndez editado por Anagrama. Leo, miro, escucho y palpo un mundo violento y al acecho y cuando tranquilamente paso las páginas de La Destrucción de los Judíos Europeos de Raul Hilberg y sé que esta frialdad de archivero, que esta manipulación de las vidas se realizó hace tan sólo 68 años y que hoy y que hoy... me pregunto qué siglo XX de progreso de la humanidad hemos vivido, ¿qué significa el progreso? Y espero (y por lo tanto tengo esperanza) en que antes de morir pueda atisbar ese acercamiento a ser una civilización de tipo III que ha destruido el cuerpo para aligerar su dependencia de la energía, que piensa mucho más despacio, tan despacio como si pensar, Voy a saltar a otro universo le llevara dos billones de años de los nuestros. Porque el siglo XX me resulta de una constancia atroz en valorar lo peor del ser humano.
Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/11/2008 a las 12:41 | {0}
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/11/2008 a las 11:20 | {0}