Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
La solución 12 f Se puso a escribir en tercera persona
Una tarde, en una casa ajena, Milos Amós se puso a escribirse en tercera persona. Miraba a través de una ventana, en realidad dos ventanas en ángulo recto. No sabía a quién pertenecía esa casa. No sabía por qué se encontraba ahí. Era una casa limpia. Tenía varios adelantos modernos. De aquella casa surgió la cuarteta 421 de su libro Poemas a la Gripe A. La guardó. Apenas la volvió a leer. Tan sólo sabía que estaba allí. La cuarteta. Estaba allí y eso era suficiente en aquel momento, en aquella casa. Pensaba, frente a las ventanas, que la fantasía se había acabado. Ya no estaba. Tras tantos años alejándose. Ocho años alejándose. Pensó en aquella casa el número ocho. Le pareció una cifra redonda. Infinita también. Quiso o recordó un libro de Georges Ifrah sobre la historia de las cifras. No una historia esotérica, una historia científica. Era una historia científica. O una simple historia.

Cuarteta 421
Madrugadas y azul
se me vienen y van.
Madrugadas y azul
alejado de allá.

Pronto se había hecho la noche y se había visto en la cama. En una cama que en nada le concernía. Como una cama de hotel, en una habitación de hotel. Sin historia para él que se escribía en tercera persona, en mitad de la madrugada, en una casa desconocida, con unos ruidos desconocidos que ni siquiera le causaban temor. Si le hubieran causado temor. A lo mejor, entonces, se dijo o incluso lo escribió en tercera persona, llamando al personaje por su nombre. Más tarde abandonaría esa casa limpia.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/08/2009 a las 00:55 | Comentarios {0}


El día 7 de agosto de 2009 aparece una reseña en el Neues Literatür un semanario de novedades literarias de Suiza en el que se habla de un nuevo libro de poemas del autor Milos Amos titulado Poemas a la Gripe A compuesto por seiscientos poemas estructurados en cuartetos sin son de arte mayor y en cuartetas cuando lo son de arte menor.

Todo el poemario es un extenso recorrido por los síntomas de la gripe A que al fin y al cabo son casi los mismos que los de cualquier otra gripe excepto la llamada gripe española la cual tenía como particularidad la extensión del color púrpura por todo el cuerpo previo a la muerte.

Sin querer hacer de crítico porque no tengo la menor vara de medir (ni siquiera una vara de un milímetro de crítica), los poemas de Milos Amos (no pongo el acento porque parece que el autor se lo ha quitado) rezuman un renacer, una especie de olvido de sí mismo, una nueva tentativa de vivir sin el pasado, una vuelta de tuerca a la esperanza humana de soslayar en la medida de lo posible los recuerdos para atender tan sólo a lo que ocurre. Así en la cuarteta 26 escribe:

No era la náusea
razón para morir
ni el temblor de la piel
atrajo el seísmo.

Milos Amos no explica nada, no arguye nada y (en aclaración hecha por la editorial) prohibe cualquier explicación por parte de los editores a su nueva obra.

Sin querer hacer lo que él prohibe, en el cuarteto 523 el poeta escribe:

Amurallado entre cajas y cajas de pañuelos
he conseguido crear un velo entre mis pasiones
y la fiebre de la noche la cual engendra furias
que pasean por todo mi organismo.

¿No hay en este cuarteto una lejana relación con su huida? ¿No hay un atisbo de vuelta, de mirada atrás, de ajuste de cuentas? ¿Ese último endecasílabo no es un guiño a toda su obra anterior y sobre todo a su primer libro Once Poemas?

Quizá Milos Amos ha vuelto. Este libro, de momento, tan sólo es un presagio.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/08/2009 a las 11:33 | Comentarios {1}


Según relación que establece Alexander Waugh en su libro La familia Wittgenstein


Wittgenstein
6.4311 (...) Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita, sino intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente. Nuestra es vida tan infinita como ilimitado es nuestro campo visual. (Tractatus logico-philosophicus)

Tolstoi
7. La vida temporal, carnal, es el alimento de la verdadera vida.
8. Y por eso la verdadera vida no está en el tiempo, sino en el presente.
9. El engaño de la vida está en el tiempo: la vida pasada y futura oculta a los hombres la verdadera vida, la auténtica. (El Evangelio abreviado)

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/08/2009 a las 19:21 | Comentarios {0}


A veces cuando canto busco armonizar mi canto con el del que canta.

Las transiciones (todo es una transición querida niña, todo, todo, por mucho que parezca que los asuntos se han detenido, todo transita en un ir y venir de emociones y negocios y paseos y descubrimientos y encuentros y soledades y misterios y obviedades y luces y ese candor que parece eterno de la sombra también, al fin y al cabo, es tránsito).

No te desesperes. Tan sólo has de saber que tienes el pasaporte. Quizá se demore el funcionario de turno en estampar el sello de la nueva emoción, del asunto imprevisto o del país lejano. Pero si tu pasaporte está en regla más tarde o más temprano accederás.

A veces cuando canto empasto mi escala con la escala del cantante y creo que (quiero pensar que es así) mi quinta está en perfecta armonía con su dominante. Entonces siento un placer inmenso y me alargo en ese canto y lo repito. Cuando canto y busco la altura necesaria, el silencio justo, el ritmo acorde, el corazón se me llena de contento y dejo que la respiración fluya y el aliento establezca sus proporciones.

Pasaporte quiere decir tener derecho a atravesar. Nunca deberíamos dejar que caducara.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/08/2009 a las 14:52 | Comentarios {0}


Imágenes en el Metropolitano de Madrid
Es una mujer que hubo de ser guapa o más que guapa, bonita. Tiene el pelo cortado en media melena, muy rizado, castaño claro, peinado con raya ligeramente inclinada a su izquierda. Tendrá unos cuarenta y cinco años algo mal llevados (o llevados con pocas cremas), tiene muchas arrugas y sus labios son finos de edad. Es muy, muy delgada y todo en ella recuerda a una pajarilla bonita pero dejada y cuando cierra los ojos y coloca las dos manos extendidas sobre el bolso, con sus uñas largas y sin pintar y dormita de seguido estación tras estación como si no necesitara en absoluto la vista para saber cuándo ha de bajar, es igualita a un mirlo que anduvo cantando hace un par de veranos en un lugar donde viví.

También es una mujer pero ésta (una real hembra como diría mi tío Carlos) es muy morena, muy salvaje, tiene unas piernas larguísimas, un pecho exuberante (apenas me importa si implantado) y una mirada como acabada, trágica. No tendrá más de treinta y cinco años. Se diría que viene exhausta de algún lugar o que su vida le ha llevado hasta ese momento en el que sentada en ese vagón del metro todo le importa nada y lo único que quisiera es dormir y no soñar.

Un trío de muchachos, entre catorce y dieciséis años, llevan un perro metido en un bolso. No se sabe muy bien el sexo de cada uno de ellos, bueno quizá de uno sí, pero los otros dos son hermosamente hermafroditas. Frente a ellos se sienta un hombre negro bellísimo, con unos ojos de mirar intenso y una boca que muestra una perfecta armadura dental. Tendrá veinticinco años. Lleva una gran cantidad de equipaje, dos mochilas y un macuto militar. Con el viaja una mujer madura, de una mirada verde de alcohólica empedernida, llena de ternura y de curiosidad por todo lo que ocurre alrededor. También lleva equipaje. En un momento él y ella se comparan las venas de los antebrazos. La venas del muchacho son un prodigio de fuerza, de sangre corriendo poderosa. Surgen como largos ríos subterráneos. Las venas de ella son finas, delicadas, azulinas.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2009 a las 20:33 | Comentarios {0}


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