Una diferencia -esencial- entre un estado democrático y uno totalitario es que cuando se vence al enemigo, los demócratas (los verdaderamente demócratas) empiezan a utilizar de inmediato el término generosidad; en un estado totalitario, vencido el enemigo, se ejecuta, sin piedad, la victoria.
Sobrevuela y es en sí una inspiración.
Algo del aire, piensa. Leve, siente.
La savia y las palabras. Cómo se encadenan. Cómo urden en su unión la quintaesencia de estos cuerpos que vagan por el mundo con una aparente finalidad.
Finalidad.
Aparente.
Un sólo sonido, piensa.
Y también: la época en la que las figuras humanas no tenían boca.
La época sin tiempo ni espacio.
Los descubrimientos, sueña. Y luego cae rendida y duerme.
Es tan sólo eso: una vaga alegoría, un estremecimiento de hojas (ya en otoño), la fruslería de intuir que hubo otra época con otro saber.
La emoción también. Seguir. Sin fin. Sin meta. Sin alarde. Seguir y disfrutar esta vida que tiene algo de arcaica junto a su absoluta novedad. Nunca más, se dice, volveré a tener este número de días; gracias, ora, por tener la conciencia de la consciencia. No huye ahora. No rehuye. Sabe que está todo por hacer y que todo se hace cada día y cada día se derrumba para al día siguiente volver a hacer. Como sonaron las campanas la primera vez, como aturdió a la selva el sonido original de los tambores, como elevó hasta la mística la mutación del tiempo en alma. Sabe y se excita ante el abismo caudaloso y sin azufre del conocer, del intuir, del abarcar.
Zeugma piensa.
Magia piensa.
Mente racional piensa.
Y navega entre judíos, asirios, cherokees, islandeses, britanos, iberos, quechuas, birmanos, kukuyus, innuis, rapsodas, ventiscas, arboledas, la raíz indoeuropea mu, los vientos alisios y el Céfiro helador, el nacimiento de Atenea o el pequeño lago del bosque de Nemi.
La Rama Dorada William Turner
Inicio esta nueva sección: Sonidos.
Serán fragmentos de palabras, de composiciones sonoras, de reflexiones, de lluvias, de montañas o ecos.
Espero que os guste.
Serán fragmentos de palabras, de composiciones sonoras, de reflexiones, de lluvias, de montañas o ecos.
Espero que os guste.
Fragmento 1 Violeta y Gebser.mp3 (9.04 Mb)
Sonidos
Tags : Fragmentos sonoros Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/10/2011 a las 20:03 | {0}Quino
La memoria.
Escucho su voz. Ahora dice: "Y viendo a la gente pasar". Ahora caminamos por su casa y me ofrece unas aceitunas. Ella está haciendo memoria del comisario (de un comisario al que tuvo que acudir en los años cincuenta). Nos sentamos. Seguimos conversando.
Escucho su voz y veo su cara, esa voz de mujer mayor, ya anciana. Me está contando su vida. Ahora estoy digitalizando su voz. Dentro de poco colgaré fragmentos suyos en este Blog y su voz formará parte del amplio mundo del ciberespacio.
La vida con ella. La vida junto a ella. La precisión de su memoria. Su casa de Emio Ortuño.
Me alegra poder digitalizar las cintas, así no se perderá o tendrá menos posibilidades de perderse. Luego pasaré las grabaciones a un disco duro externo. Realmente, ahora, es estar con ella. "Porque las pobrecitas -las criadas- iban con las zapatillas y las rebequitas".
Su vida. La llamaban en un bar donde trabajó La Limpota, de lo limpio que lo dejaba todo.
No siento tristeza. No siento su muerte. No siento su ausencia. Porque siempre está. Julia no se ha ido. La muerte no pudo con ella. Me habla ahora de Justino, el dueño de una freiduría, que la acosaba y se quería acostar con ella. "De lo más formal que se ha visto en en este mundo", dice y sonríe al hablar de otro hombre llamado Domingo. Escucho su sonrisa en la grabación. El tal Justino, casado, le propone que se convierta en su querida. Por supuesto Julia lo rechaza, por respeto a la esposa y a ella misma. La dignidad. Julia fue un ser humano de una dignidad luminosa (limpia).
El primer huesped que tuvieron en los años cincuenta se llamaba Atilano, un hombre mayor.
Por fin ha recordado el nombre del comisario, se llama Aguirre.
Julia. Su vida. Preciosa.
Entonces, años 50, ganaba 30 duros a la semana, 150 pesetas, menos de 1 euro.
Escucho su voz. Ahora dice: "Y viendo a la gente pasar". Ahora caminamos por su casa y me ofrece unas aceitunas. Ella está haciendo memoria del comisario (de un comisario al que tuvo que acudir en los años cincuenta). Nos sentamos. Seguimos conversando.
Escucho su voz y veo su cara, esa voz de mujer mayor, ya anciana. Me está contando su vida. Ahora estoy digitalizando su voz. Dentro de poco colgaré fragmentos suyos en este Blog y su voz formará parte del amplio mundo del ciberespacio.
La vida con ella. La vida junto a ella. La precisión de su memoria. Su casa de Emio Ortuño.
Me alegra poder digitalizar las cintas, así no se perderá o tendrá menos posibilidades de perderse. Luego pasaré las grabaciones a un disco duro externo. Realmente, ahora, es estar con ella. "Porque las pobrecitas -las criadas- iban con las zapatillas y las rebequitas".
Su vida. La llamaban en un bar donde trabajó La Limpota, de lo limpio que lo dejaba todo.
No siento tristeza. No siento su muerte. No siento su ausencia. Porque siempre está. Julia no se ha ido. La muerte no pudo con ella. Me habla ahora de Justino, el dueño de una freiduría, que la acosaba y se quería acostar con ella. "De lo más formal que se ha visto en en este mundo", dice y sonríe al hablar de otro hombre llamado Domingo. Escucho su sonrisa en la grabación. El tal Justino, casado, le propone que se convierta en su querida. Por supuesto Julia lo rechaza, por respeto a la esposa y a ella misma. La dignidad. Julia fue un ser humano de una dignidad luminosa (limpia).
El primer huesped que tuvieron en los años cincuenta se llamaba Atilano, un hombre mayor.
Por fin ha recordado el nombre del comisario, se llama Aguirre.
Julia. Su vida. Preciosa.
Entonces, años 50, ganaba 30 duros a la semana, 150 pesetas, menos de 1 euro.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/10/2011 a las 23:41 | {3}