Audiolibros y Mundo Sonoro Dom y Loy ha publicado mi primera antología de cuentos 20 entre 4. Como escribía el otro día en el post Volver 20 entre 4 recopila cuatro cuentos que escribí entre 1980-1987.
El interés de los cuentos estriba, fundamentalmente, en dos líneas: la primera es el cambio que a lo largo de siete años se produce en su estilo y la segunda la intensidad de las historias. Son historias de deseo, sexo, amor y muerte.
Los cuentos se titulan: Mujer con Mazana, Helena, Claroscuro y A cinco semanas del invierno.
Lo podéis descargar en formato Mp3. El precio 5,90 € (como todos los libros de la editorial a los que no hemos subido el IVA). Y han sido leídos por el autor.
Te adjunto la demo.
Espero que te guste y si tienes a bien que lo compres en la web de la editorial (puedes acceder a ella haciendo click sobre su nombre en este mismo post).
El interés de los cuentos estriba, fundamentalmente, en dos líneas: la primera es el cambio que a lo largo de siete años se produce en su estilo y la segunda la intensidad de las historias. Son historias de deseo, sexo, amor y muerte.
Los cuentos se titulan: Mujer con Mazana, Helena, Claroscuro y A cinco semanas del invierno.
Lo podéis descargar en formato Mp3. El precio 5,90 € (como todos los libros de la editorial a los que no hemos subido el IVA). Y han sido leídos por el autor.
Te adjunto la demo.
Espero que te guste y si tienes a bien que lo compres en la web de la editorial (puedes acceder a ella haciendo click sobre su nombre en este mismo post).
Demo 20 entre 4.mp3 (4.47 Mb)
Portada del disco de Marduk Fuck me Jesus
¿Se puede palpar el estado de ánimo de un pueblo a través de la pantalla de un televisor?
¿Se puede sentir la tristeza de un pueblo en la entrega de unos premios?
¿Se observa el cansancio?
¿Se tiñen de hastío los discursos?
¿O es una cuestión personal, mía, del observador?
Ayer creí sentir (o era yo. Era mi propio estado de ánimo. La presencia del lunes y la sensación de cuesta arriba. La visión de un sistema político repugnante que permite lo miserable. La falta de oportunidades en un medio rico)...
Y por otra parte la aceptación, en general, de no hacer sangre con los gobernantes, con la política (lo relativo al gobierno. Lo relativo a la ciudad y el Estado). ¿Cómo no denunciar? ¿Cómo no criticar? ¿Cómo no gritar?
Creo que tan sólo Maribel Verdú, Candela Peña, Corbacho y Javier Bardem - junto a Eva H y su guión de presentadora- hicieron comentarios abiertamente críticos con la mierda que nos estamos comiendo. Los demás acataron la petición de no convertir la Gala en un mitín. ¿Y por qué no convertir la Gala en un mitín? ¿Por qué tenemos que aguantar en la televisón día a día la manipulación de quien la controla y el día en que se podría descontrolar, la mayoría de los artistas callan?
Recuerdo, claro, la Gala de los Goya que protagonizó el grupo de teatro Animalario. Era un momento crítico -como el actual-; de nuevo un gobierno del Partido Popular gobernaba y el enviado de Dios, José María Aznar había entrado en guerra junto a los Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak. El grito contra la guerra en aquella Gala de los Goya fue casi unánime. Porque sigo considerando que el arte sigue teniendo como una de sus funciones la de criticar ferozmente al poder y porque hoy estamos en guerra y la guerra la tenemos dentro de casa, los artistas tendrían que haber denunciado, ferozmente, la situación que viven miles y miles de ciudadanos, de aquellos que son su soporte.
La situación que vive España es de guerra de trincheras, de guerra de desgaste y por lo visto ayer creo que la están ganando quienes la provocaron.
¿Se puede sentir la tristeza de un pueblo en la entrega de unos premios?
¿Se observa el cansancio?
¿Se tiñen de hastío los discursos?
¿O es una cuestión personal, mía, del observador?
Ayer creí sentir (o era yo. Era mi propio estado de ánimo. La presencia del lunes y la sensación de cuesta arriba. La visión de un sistema político repugnante que permite lo miserable. La falta de oportunidades en un medio rico)...
Y por otra parte la aceptación, en general, de no hacer sangre con los gobernantes, con la política (lo relativo al gobierno. Lo relativo a la ciudad y el Estado). ¿Cómo no denunciar? ¿Cómo no criticar? ¿Cómo no gritar?
Creo que tan sólo Maribel Verdú, Candela Peña, Corbacho y Javier Bardem - junto a Eva H y su guión de presentadora- hicieron comentarios abiertamente críticos con la mierda que nos estamos comiendo. Los demás acataron la petición de no convertir la Gala en un mitín. ¿Y por qué no convertir la Gala en un mitín? ¿Por qué tenemos que aguantar en la televisón día a día la manipulación de quien la controla y el día en que se podría descontrolar, la mayoría de los artistas callan?
Recuerdo, claro, la Gala de los Goya que protagonizó el grupo de teatro Animalario. Era un momento crítico -como el actual-; de nuevo un gobierno del Partido Popular gobernaba y el enviado de Dios, José María Aznar había entrado en guerra junto a los Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak. El grito contra la guerra en aquella Gala de los Goya fue casi unánime. Porque sigo considerando que el arte sigue teniendo como una de sus funciones la de criticar ferozmente al poder y porque hoy estamos en guerra y la guerra la tenemos dentro de casa, los artistas tendrían que haber denunciado, ferozmente, la situación que viven miles y miles de ciudadanos, de aquellos que son su soporte.
La situación que vive España es de guerra de trincheras, de guerra de desgaste y por lo visto ayer creo que la están ganando quienes la provocaron.
Sampler: creación literaria -ideada por mí- cuya composición se consigue mediante palabras o frases de diversos autores las cuales, engarzadas con algunas propias, producen un sentido nuevo.
En este caso el sampler surge a partir de palabras (las que están en negrita en el texto) tomadas al azar del diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos
Miss Miller. Postal de mi abuelo Ángel 1906
... la cerviz. Demasiadas. Como adopcionismo o abadengo. Decirte entonces... ab aeterno (si no fuera posible)... empeñado en hacerme sólido.... Decir adiós... ¡Eh, tú, adiós! que es lo mismo que decir, Con Dios. Me comenta mi hija que le parece increíble la creencia religiosa. La fe. ¿Qué le diría la abadesa? O Santo Tomás de Aquino. Abarcaría yo con las manos un trozo de polen y le haría ver lo que nunca he visto. Intentaría entender junto a ella lo incomprensible para mí desde aquí. No desde la fe. Abarloaría mi nave atea a la nave de los Creyentes. Una pila bautismal. Iluminaría con la menorá ideas antiguas, tan antiguas,,,
...Abajar para abarbetarse a la tierra, esta pobre tierra, temblorosa y meteroritos. Diluido en la francachela de hablar de Potencias, Seres Intermedios, Demiurgos y Constelaciones listas para ejercer su influjo sobre el corazón de un hombre. O temblaría por un abrazo que se va a dar cuando termine estas frases como si éste fuera el ázigo que permitiera que mi sangre no empozoñara más de lo necesario. No sé, descubriría la ación y la ausencia de periantio y aclamaría a unos cuantos que trasnochan en una oración equinoccial.
... un puentecillo con mínima acitara afrescado en un muro de las afueras.
... que me nombraran agá
... político debería ser el que manda obedeciendo (definición que escuche ayer de un profesor de Ciencias Políticas...)
... agáchate con agallas. Agalbánate. La noche ya ha caído. Y mañana todavía es febrero.
... ¿Te acuerdas de los afrikáners? Dicen que tenían los mejores afustes de toda el África meridional. No llores por eso. Alguien escribe un día tonterías y respondes con gratitud.
... ¡que viene la agachona! Ante tal hecho sentimiento de profunda inclinación o apego a una persona cuyo bien se desea como propio y cuya compañía y cuya benevolencia se sienten como motivos de dicha. Trato dulce o suave. Rasguea la guitarra. Empieza por el bordón que quiero que el asunto sea grave. Mírame a los ojos y bésame los labios con la delicadeza del copo al declinar en el musgo. Luego llévame al areópago y que juzguen mis pretensiones. Sólo ruego a los dioses que Platón no se encuentre entre las personas dignas de crédito. Quiera Hermes que de su sandalia alada se desprenda arenilla que caiga en los ojos del filósofo y haya de ponerse agua de manzanilla para calmar el escozor.
... ¿Morderás la piel? ¿Mantendrás el tipo hasta el final? ¿Creerás a pies juntillas que es askenazi? Toma asiento. Junta las manos. No permitas que la opresión en el pecho se convierta en el asidero de la otra orilla. La otra orilla.
A 16 de febrero de 2013
...Abajar para abarbetarse a la tierra, esta pobre tierra, temblorosa y meteroritos. Diluido en la francachela de hablar de Potencias, Seres Intermedios, Demiurgos y Constelaciones listas para ejercer su influjo sobre el corazón de un hombre. O temblaría por un abrazo que se va a dar cuando termine estas frases como si éste fuera el ázigo que permitiera que mi sangre no empozoñara más de lo necesario. No sé, descubriría la ación y la ausencia de periantio y aclamaría a unos cuantos que trasnochan en una oración equinoccial.
... un puentecillo con mínima acitara afrescado en un muro de las afueras.
... que me nombraran agá
... político debería ser el que manda obedeciendo (definición que escuche ayer de un profesor de Ciencias Políticas...)
... agáchate con agallas. Agalbánate. La noche ya ha caído. Y mañana todavía es febrero.
... ¿Te acuerdas de los afrikáners? Dicen que tenían los mejores afustes de toda el África meridional. No llores por eso. Alguien escribe un día tonterías y respondes con gratitud.
... ¡que viene la agachona! Ante tal hecho sentimiento de profunda inclinación o apego a una persona cuyo bien se desea como propio y cuya compañía y cuya benevolencia se sienten como motivos de dicha. Trato dulce o suave. Rasguea la guitarra. Empieza por el bordón que quiero que el asunto sea grave. Mírame a los ojos y bésame los labios con la delicadeza del copo al declinar en el musgo. Luego llévame al areópago y que juzguen mis pretensiones. Sólo ruego a los dioses que Platón no se encuentre entre las personas dignas de crédito. Quiera Hermes que de su sandalia alada se desprenda arenilla que caiga en los ojos del filósofo y haya de ponerse agua de manzanilla para calmar el escozor.
... ¿Morderás la piel? ¿Mantendrás el tipo hasta el final? ¿Creerás a pies juntillas que es askenazi? Toma asiento. Junta las manos. No permitas que la opresión en el pecho se convierta en el asidero de la otra orilla. La otra orilla.
A 16 de febrero de 2013
Sólo los rezos silentes
llenan ahora el espacio
Estoy preparando la edición de mi primera antología de cuentos 20 entre 4 que publicaré la semana que viene en Audiolibros y Mundo Sonoro Dom & Loy . Son cuatro cuentos que escribí durante la década de los 80 cuando yo viví mis veinte (de ahí el título: veinte años entre cuatro cuentos).
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
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Reflexiones para antes de morir
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/02/2013 a las 10:38 | {0}