Adenina, Citosina, Guanina, Timina. A C G T. Esas son las cuatro bases sobre las que se ha construido todo el lenguaje orgánico del planeta tierra desde hace 3.500 millones de años.
Estas bases se juntan en grupos de tres llamados codones y con cada codón se forma un aminoacido; una cadena de aminoacidos crea una proteína y mediante variantes de proteínas surge el ADN. Con las cuatro bases se pueden crear 64 codones (cuatro elevado a tres). Y 64 son las casillas del juego infinito del ajedrez.
Leo hoy en El País que el equipo de Romesberg ha coseguido introducir dos nuevas bases -d5SICSTP y dNaMPT- en el ADN de una bacteria. Floyd Romesberg y sus colegas del Instituto Scripps en La Jolla, en California, han añadido ahora este par artificial d5SICSTP-dNaMPT. Ese tercer par de bases (o de letras) puede replicarse e incorporarse en el ADN de una bacteria sin ser reconocido como una anomalía, lo que demuestra que un organismo puede propagar establemente un alfabeto genético expandido, con tres pares de bases en lugar de los dos naturales. Con seis bases se pueden crear 216 codones (6 elevado a 3) (fuente El País).
La última novela que he escrito, llamada Las últimas tiene como bajo continuo el tema de la suplantación de la especie humana por una nueva especie llamada human clon.
Quizá seamos el brazo ejecutor de la naturaleza (o de dios según Bill Clinton o del asesor que se lo susurró al oído). Quizá seamos la especie que va a cumplir la Voluntad de la Naturaleza tras constatar que ha fracasado en su intento de reproducirse de manera simple y eficaz manteniendo el equilibrio de muertes, destrucciones, reconstrucciones y vidas. Porque al igual que para la especie un individuo es totalmente prescindible, para la Naturaleza una especie también lo es (y quien dice una dice todas siempre y cuando se renueve y construya un nuevo sistema que le permita -a la Naturaleza- seguir con su plan de simplemente seguir siendo).
Me resulta curioso que la infinitud del juego del ajedrez -que se juega en un tablero de 64 casillas- se haya visto algo menguada con los sistemas computacionales actuales que al desechar como aberrantes millones de variantes en un segundo, ha hecho un poco menos infinito el juego inifnito del ajedrez justo en el mismo momento en el que los 64 codones del lenguaje básico de la vida haya sido alterado con éxito y la biología sintética haya empezado a crear seres nuevos que dentro de poco se multiplicarán y serán más perfectos, variados y resistentes que esta vieja generación de vida que tan sólo se pudo mover entre las 64 codones posibles que formaban las cuatro letras que han sido hasta ahora el escueto abecedario de toda vida.
Estas bases se juntan en grupos de tres llamados codones y con cada codón se forma un aminoacido; una cadena de aminoacidos crea una proteína y mediante variantes de proteínas surge el ADN. Con las cuatro bases se pueden crear 64 codones (cuatro elevado a tres). Y 64 son las casillas del juego infinito del ajedrez.
Leo hoy en El País que el equipo de Romesberg ha coseguido introducir dos nuevas bases -d5SICSTP y dNaMPT- en el ADN de una bacteria. Floyd Romesberg y sus colegas del Instituto Scripps en La Jolla, en California, han añadido ahora este par artificial d5SICSTP-dNaMPT. Ese tercer par de bases (o de letras) puede replicarse e incorporarse en el ADN de una bacteria sin ser reconocido como una anomalía, lo que demuestra que un organismo puede propagar establemente un alfabeto genético expandido, con tres pares de bases en lugar de los dos naturales. Con seis bases se pueden crear 216 codones (6 elevado a 3) (fuente El País).
La última novela que he escrito, llamada Las últimas tiene como bajo continuo el tema de la suplantación de la especie humana por una nueva especie llamada human clon.
Quizá seamos el brazo ejecutor de la naturaleza (o de dios según Bill Clinton o del asesor que se lo susurró al oído). Quizá seamos la especie que va a cumplir la Voluntad de la Naturaleza tras constatar que ha fracasado en su intento de reproducirse de manera simple y eficaz manteniendo el equilibrio de muertes, destrucciones, reconstrucciones y vidas. Porque al igual que para la especie un individuo es totalmente prescindible, para la Naturaleza una especie también lo es (y quien dice una dice todas siempre y cuando se renueve y construya un nuevo sistema que le permita -a la Naturaleza- seguir con su plan de simplemente seguir siendo).
Me resulta curioso que la infinitud del juego del ajedrez -que se juega en un tablero de 64 casillas- se haya visto algo menguada con los sistemas computacionales actuales que al desechar como aberrantes millones de variantes en un segundo, ha hecho un poco menos infinito el juego inifnito del ajedrez justo en el mismo momento en el que los 64 codones del lenguaje básico de la vida haya sido alterado con éxito y la biología sintética haya empezado a crear seres nuevos que dentro de poco se multiplicarán y serán más perfectos, variados y resistentes que esta vieja generación de vida que tan sólo se pudo mover entre las 64 codones posibles que formaban las cuatro letras que han sido hasta ahora el escueto abecedario de toda vida.
Un film de Denis Villeneuve
Podremos llegar al perdón. El perdón. Sobre el miedo, el abandono y el dolor.
¿Cuándo acaba la historia de un hombre? Yo diría que acaba con la ignorancia de él. La muerte no acaba con la vida, con la vida acaba la ignorancia.
¿Y durante la vida? Puedo decir que esta noche es una de las últimas en la que mis dedos se mueven y navegan por este teclado que nunca llegué a controlar con los diez dedos. Yo que tanto he tecleado quizá con la ingenua intención de que la ignorancia de mí llegue muy, muy tarde; a tanto debe alcanzar la estima que me tengo.
Los individuos nos hundimos en nosotros mismos, pagados de nosotros mismos. No somos gacelas abandonadas a su última suerte entre las fauces del león, sin ira, sin lucha, sin dolor, entregada, tranquila. El individuo humano lucharía, se desesperaría, patalearía hasta su último aliento. La vida como lucha. La vida como única. La vida como tesoro. Y aún más, aún más: la recompensa de un Dios, de un más allá, los paraísos después del infierno. Porque el mundo es el infierno por eso se promete el paraíso.
He visto Incendies y ahora escucho tras de mí una nueva historia de la infamia humana; dicen los optimistas, los que se llaman ahora pensadores positivos, dicen que vivimos en el mejor de los mundos que han sido. No puedo, en mi representación del mundo, estar de acuerdo; hay algo que me suena a impostura, a venta al por mayor de esperanza; creo más bien que el mundo es el mundo con toda su belleza y todo su horror y que la balanza entre ambas no ha cambiado mucho; existe un equilibrio constante en la ley sin justicia de la vida y esa ley sin justicia, ese paradójico desequilibrio es quizás el mayor perturbador de las mentes, el mayor generador de belleza -sea lo que sea esa palabra huraña a la claridad- y al mismo tiempo el caldo de cultivo de las mayores atrocidades y así horror y belleza se unen en el fiel de la balanza de la vida.
Vivir y sufrir; vivir y gozar.
Esta noche elevo mi voz para todos aquellos que en este mismo instante están siendo maltratados; escribo para que el miedo de los que ahora sufren deje paso al descanso; escribo y cada letra es una caricia para todos y cada uno de los cuerpos que están siendo arrasados; escribo cuando un nuevo día comienza sabiendo que el Mundo es el mundo y que nadie podrá nunca determinar qué es.
La verdad depende de las épocas.
¿Cuándo acaba la historia de un hombre? Yo diría que acaba con la ignorancia de él. La muerte no acaba con la vida, con la vida acaba la ignorancia.
¿Y durante la vida? Puedo decir que esta noche es una de las últimas en la que mis dedos se mueven y navegan por este teclado que nunca llegué a controlar con los diez dedos. Yo que tanto he tecleado quizá con la ingenua intención de que la ignorancia de mí llegue muy, muy tarde; a tanto debe alcanzar la estima que me tengo.
Los individuos nos hundimos en nosotros mismos, pagados de nosotros mismos. No somos gacelas abandonadas a su última suerte entre las fauces del león, sin ira, sin lucha, sin dolor, entregada, tranquila. El individuo humano lucharía, se desesperaría, patalearía hasta su último aliento. La vida como lucha. La vida como única. La vida como tesoro. Y aún más, aún más: la recompensa de un Dios, de un más allá, los paraísos después del infierno. Porque el mundo es el infierno por eso se promete el paraíso.
He visto Incendies y ahora escucho tras de mí una nueva historia de la infamia humana; dicen los optimistas, los que se llaman ahora pensadores positivos, dicen que vivimos en el mejor de los mundos que han sido. No puedo, en mi representación del mundo, estar de acuerdo; hay algo que me suena a impostura, a venta al por mayor de esperanza; creo más bien que el mundo es el mundo con toda su belleza y todo su horror y que la balanza entre ambas no ha cambiado mucho; existe un equilibrio constante en la ley sin justicia de la vida y esa ley sin justicia, ese paradójico desequilibrio es quizás el mayor perturbador de las mentes, el mayor generador de belleza -sea lo que sea esa palabra huraña a la claridad- y al mismo tiempo el caldo de cultivo de las mayores atrocidades y así horror y belleza se unen en el fiel de la balanza de la vida.
Vivir y sufrir; vivir y gozar.
Esta noche elevo mi voz para todos aquellos que en este mismo instante están siendo maltratados; escribo para que el miedo de los que ahora sufren deje paso al descanso; escribo y cada letra es una caricia para todos y cada uno de los cuerpos que están siendo arrasados; escribo cuando un nuevo día comienza sabiendo que el Mundo es el mundo y que nadie podrá nunca determinar qué es.
La verdad depende de las épocas.
1.- En el matadero de Las Ventas van a empezar a ajusticiar toros.
2.- Nunca llego a saber el grado de compadreo entre los medios de comunicación y los grupos de poder.
3.- Es cierto que el tiempo se ha acelerado. Ahora lo ocurrido hace sesenta años resulta demasiado antiguo. Como algunos postulados de Karl Popper en su defensa de la democracia.
4.- Cuando se produce una asistolia, todo parece a punto de perderse.
5.- Esperar es un verbo que debería ser intransitivo.
6.- La prisa. La urgencia. Todo tiene que ser ya y en cuanto no es ya nos surge una sensación de agravio y a veces de culpa como si hubiéramos hecho algo mal. La recompensa ha de ser inmediata. Aquellos tiempos de la correspondencia por correo postal. Postal de posta. Los lugares donde los mensajeros cambiaban sus monturas por otras frescas. Me pregunto cuál sería el sentimiento de estos jinetes al cambiar de montura con respecto a ésta. Porque si fuera yo uno de ellos, sé de cierto que de algunas cabalgaduras me enamoraría y sentiría una pena honda al tenerla que cambiar, dejarla atrás, no saber quién sería su próximo jinete, si la trataría bien, si fue bien alimentada. Esas cosas.
7.- ¡Claro, Miguel Strogoff! Los años de las lecturas cuando yacía convaleciente con la pierna escayaloda. Fue en ese tiempo cuando con toda seguridad cogí este amor por la lectura y que me ha llevado a lo largo de mis últimos cuarenta y siete años a la búsqueda de historias y más historias y más historias. Ese amor por Emilio Salgari, por los tebeos, por los cómics, por Martín Vigil de quien me daba cierta vergüenza reconocer que con su novela La vida sale al encuentro me emocioné hasta lo indecible en mi primera juventud izquierdista y luego, más tarde, los poetas Baudelaire y Rimbaud y Verlaine y Luis Cernuda y Federico García Lorca y Miguel Hernández y también los autores de teatro Valle-Inclán, Shakespeare, Calderón o Wedekind y los cuentistas y de entre todos Herman Hesse en aquellos mis primeros años de lector y entonces, ya en la juventud, surge Julio Cortázar y Miguel de Cervantes y el primer Vargas Llosa y John Dos Passos y García Márquez y luego llegaron los ensayistas Julio Caro Baroja, Américo Castro, Menéndez Pelayo, Allan Watts, Krishnamurti, Maslow o Michio Kaku.
8.- ¿Será el último mayo?
9.- ¿Llegará un momento en el que ya no quiera leer más?
10.- ¿Puede un misántropo ser artista?
11.- O es la edad que te va mostrando que la senda es la senda, que la vida es sólo para los jóvenes porque aún ensueñan con hacer caminos nuevos y no hay viejo que se les ponga delante que les pueda convencer con la idea contraria.
12.- Siento que para mí dejar de leer sería dejar de ser yo, lo más íntimo de mí.
13.- Recuerdo a mi madre leyendo en las noches pero ella no leía -creo yo- por deleite de la lectura en sí. No leía deleitosa. Leía para cubrir la espera.
14.- Ocurre a veces los domingos por la tarde, que siento la llegada del lunes como si fuera el matadero de Las Ventas: tan redondo, tan mudéjar, tan sangriento.
15.- Dentro de poco bajaré al poblachón manchego al que tildan de gran ciudad que es Madrid. Cómo engañan las ciudades vistas por el Gran Engañador.
16.- Y los diccionarios...
17.- Y amar a la mujer amada un sábado, a la hora del aperitivo, tras haber bebido un vino y comido unas aceitunas y unas patatas fritas e irse y sentir el calor de la ciudad y la añoranza de ese cuerpo y esa voz y esas manos y la mirada verde como los campos de mayo.
2.- Nunca llego a saber el grado de compadreo entre los medios de comunicación y los grupos de poder.
3.- Es cierto que el tiempo se ha acelerado. Ahora lo ocurrido hace sesenta años resulta demasiado antiguo. Como algunos postulados de Karl Popper en su defensa de la democracia.
4.- Cuando se produce una asistolia, todo parece a punto de perderse.
5.- Esperar es un verbo que debería ser intransitivo.
6.- La prisa. La urgencia. Todo tiene que ser ya y en cuanto no es ya nos surge una sensación de agravio y a veces de culpa como si hubiéramos hecho algo mal. La recompensa ha de ser inmediata. Aquellos tiempos de la correspondencia por correo postal. Postal de posta. Los lugares donde los mensajeros cambiaban sus monturas por otras frescas. Me pregunto cuál sería el sentimiento de estos jinetes al cambiar de montura con respecto a ésta. Porque si fuera yo uno de ellos, sé de cierto que de algunas cabalgaduras me enamoraría y sentiría una pena honda al tenerla que cambiar, dejarla atrás, no saber quién sería su próximo jinete, si la trataría bien, si fue bien alimentada. Esas cosas.
7.- ¡Claro, Miguel Strogoff! Los años de las lecturas cuando yacía convaleciente con la pierna escayaloda. Fue en ese tiempo cuando con toda seguridad cogí este amor por la lectura y que me ha llevado a lo largo de mis últimos cuarenta y siete años a la búsqueda de historias y más historias y más historias. Ese amor por Emilio Salgari, por los tebeos, por los cómics, por Martín Vigil de quien me daba cierta vergüenza reconocer que con su novela La vida sale al encuentro me emocioné hasta lo indecible en mi primera juventud izquierdista y luego, más tarde, los poetas Baudelaire y Rimbaud y Verlaine y Luis Cernuda y Federico García Lorca y Miguel Hernández y también los autores de teatro Valle-Inclán, Shakespeare, Calderón o Wedekind y los cuentistas y de entre todos Herman Hesse en aquellos mis primeros años de lector y entonces, ya en la juventud, surge Julio Cortázar y Miguel de Cervantes y el primer Vargas Llosa y John Dos Passos y García Márquez y luego llegaron los ensayistas Julio Caro Baroja, Américo Castro, Menéndez Pelayo, Allan Watts, Krishnamurti, Maslow o Michio Kaku.
8.- ¿Será el último mayo?
9.- ¿Llegará un momento en el que ya no quiera leer más?
10.- ¿Puede un misántropo ser artista?
11.- O es la edad que te va mostrando que la senda es la senda, que la vida es sólo para los jóvenes porque aún ensueñan con hacer caminos nuevos y no hay viejo que se les ponga delante que les pueda convencer con la idea contraria.
12.- Siento que para mí dejar de leer sería dejar de ser yo, lo más íntimo de mí.
13.- Recuerdo a mi madre leyendo en las noches pero ella no leía -creo yo- por deleite de la lectura en sí. No leía deleitosa. Leía para cubrir la espera.
14.- Ocurre a veces los domingos por la tarde, que siento la llegada del lunes como si fuera el matadero de Las Ventas: tan redondo, tan mudéjar, tan sangriento.
15.- Dentro de poco bajaré al poblachón manchego al que tildan de gran ciudad que es Madrid. Cómo engañan las ciudades vistas por el Gran Engañador.
16.- Y los diccionarios...
17.- Y amar a la mujer amada un sábado, a la hora del aperitivo, tras haber bebido un vino y comido unas aceitunas y unas patatas fritas e irse y sentir el calor de la ciudad y la añoranza de ese cuerpo y esa voz y esas manos y la mirada verde como los campos de mayo.
A Misery por su insistencia
Coriolano: Glosopeda, una pompa de jabón, que no un pajero aunque sus modernos adaptadores digan que se hacía muchas pajas mentales y eso hay que corregirlo, sí, sí, sí, hay que corregir a William, ¿quién es William?
Cimbelino: Sin ningún género de dudas William Shakespeare es Cristopher Marlow y siento al decirlo un lucha fratricida, un anhelo de patria italiana, un no sé qué que queda en el aire de esta tarde de mayo cuando la caléndula esparce su aroma y el ruiseñor se aboveda en el encaje de un caramillo.
Titus Andronicus: Mi creador es la criadilla que me estoy comiendo; literalmente me estoy zampando un cojón de Shakespeare; ¿quién que lo conociera hubiera apostado una guinea por un verso blanco suyo? ¿quién se hubiera atrevido a lamentarse en décimas ante él que sólo sabía contar balas de paja? ¿quién que defienda su existencia como dramaturgo ha leído su testamento? Ahora, eso sí, el cojón está saladito y en su punto.
Cleopatra: ¡Oh, tus palabras son granos de arena en el desierto de Egipto! ¡Lluvia en las pirámides! ¡Veneno de áspid!
Bruja Una: Así, al retortero, despacito, a la luz de esta luna, con sangre de menstruación de virgen y ala de urania ripheus y uña de pie de viejo y pelo de reno y llanto de viuda y consolador de hierro; así, así, al retortero, lo crearemos.
Escaro: Yo diría, ya que me lo preguntan, y aún a riesgo de salirme de mis parlamentos; con permiso, pues, a vuecencia, diría que el mayor trozo del mundo se ha perdido de pura ignorancia. Ya está, ya está dicho, y aún diría más -remedando a Hernández y Fernández-: hemos disipado en besos reinos y provincias y ahora vuelvo a la nao que huye junto con sus sesenta hacia lo profundo del horizonte.
Lear: (Con ademanes de Bufón) ¡Yo conocí las barbas del poeta y me deje llevar por sus monsergas! ¡Yo puse mi herencia en su cabeza y me sedujeron sus razones ante una pinta de cerveza! Y luego, como fantasma de una obra en la que no tuve cabida, se desvaneció como el alba nace cuando mata a la noche. ¡Oh, Shakespeare, dulce traidor, amanuense seglar, barca a la deriva, pecado mortal!
Ofelia: Si cupiera en mi compleja personalidad volverme cuerda, saltaría a la comba. Visto que esto no es posible y rodeada de nenúfares y ahogada, exijo en la próxima adaptación que de mí se haga que el castillo de Elsinor se ubique en las costas de Túnez. Muchas gracias.
Shylock: Claramente, Shakespeare no vale lo que vale una libra de carne humana.
Bassanio: ¿Sabéis de algo que indique lo contrario?
Que la violencia de Estado hunde sus raíces en la manipulación de pensamientos, palabras y obras; que la bajada a los infiernos se producirá probablemente un mes de abril; que siento en algunos amaneceres la insólita sensación de volver a morir al despertar; que quisiera reproducir la hoja del árbol en la hoja de papel; que la tarde estuvo bonita; que el pesimismo no es una intención y el optimismo sí; que vuelvo una y otra vez a una roca; que la sed se combate; que en alguna aldea la idea de la vuelta se establece mediante una quimera; que son hermosas, profundamente, las ideas de los hombres; que el mito y sus símbolos son los anhelos de permanecer dormidos y alimentados; que lloverá de nuevo y habrá inundaciones; que los no abrazados pasan más tiempo bajo el chorro de agua caliente de la ducha; que lo único que se puede demostrar de una ley científica es su falsedad; que toda teorización de una emoción es una representación del mundo, tan sólo una representación, nada por lo tanto absoluto; que el Siglo XX en su anhelo de Yo se olvidó de la Especie (siendo ésta el motor de todo Yo); que probablemente sea cierto que la actitud otorga un tanto por cierto de éxito; que me he sentido incapaz de asistir a un evento por el temor a los conocidos de entonces y he imaginado un instante en el vestíbulo del teatro solo y rodeado de aquellos con los que un día compartí la vida; que me estoy volviendo un cobarde; que me entristece que una mujer piense que tengo el ego subido porque ésa sería -siempre y cuando tuviera razón- la clara demostración de que sigo siendo un imbécil; que la aliteración es una figura retórica que emparenta con la brisa y el tul; que me impresiona la idea de un hombre en la noche a punto de hundirse en la desesperación; que nada importa; que todo pasa; que el tiempo es relativo; que el espacio se estrecha; que sería interesante poder escapar de lo fenoménico y desde ese otro lugar contemplar lo que sucede; que la heridas acaban supurando si no cicatrizan; que si cicatrizan la piel que las cubrirá será siempre delicada; que ya termina el más cruel de los meses; que la tarde avanza entre la luz de primavera y el ánimo de antaño y que esta noche, al fin, abriré la ventana.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/05/2014 a las 00:01 | {0}