Me lleva, ¡Oh, querida!
He intentado
someterme;
dejarme hacer
también lo he intentado,
¡chica, naricita de azúcar!
Y sin embargo
la noche,
como una mujer hermosa,
me ha vuelto a llevar a su terreno.
Yo quise, ¡amor mío!
desnudarme solo
rimar solo mientras escuchaba la rima de las aguas del río
tú sabes, bombón, a qué me refiero.
No pude,
al son de las cartas, al son de la rueda del vapor,
al son de los perfumes y las ligas
me dejé llevar de nuevo
y bebí, ¡amor!
y me drogué, ¡amor!
y acabé sin blanca
entre los dientes de las pirañas, ¡oh, mi muñeca de porcelana!
¡oh, mi corazón salvaje!
¡oh, tus ojos, tirado en la orilla, desnudo de cintura para arriba!
¡Nena, cuánto echaba de menos tu regazo!
Lo volveré a intentar
ya tú sabes, mi jaboncito de aroma a lavanda y a mujer honesta
y claudicaré como los remeros ante el olor a cerveza
pero antes, te juro, sangre de mi sangre, carne de mi carne,
lucharé contra los locales nocturnos,
las partidas de póker,
la bebidas espirituosas,
las muchachas alegres
y los amaneceres junto al río
aunque me lleven, siempre me lleven,
al final, hasta tus brazos,
¡oh, sí, hasta tus brazos siempre, nena!
¡siempre, siempre, siempre hasta tus brazos!
He intentado
someterme;
dejarme hacer
también lo he intentado,
¡chica, naricita de azúcar!
Y sin embargo
la noche,
como una mujer hermosa,
me ha vuelto a llevar a su terreno.
Yo quise, ¡amor mío!
desnudarme solo
rimar solo mientras escuchaba la rima de las aguas del río
tú sabes, bombón, a qué me refiero.
No pude,
al son de las cartas, al son de la rueda del vapor,
al son de los perfumes y las ligas
me dejé llevar de nuevo
y bebí, ¡amor!
y me drogué, ¡amor!
y acabé sin blanca
entre los dientes de las pirañas, ¡oh, mi muñeca de porcelana!
¡oh, mi corazón salvaje!
¡oh, tus ojos, tirado en la orilla, desnudo de cintura para arriba!
¡Nena, cuánto echaba de menos tu regazo!
Lo volveré a intentar
ya tú sabes, mi jaboncito de aroma a lavanda y a mujer honesta
y claudicaré como los remeros ante el olor a cerveza
pero antes, te juro, sangre de mi sangre, carne de mi carne,
lucharé contra los locales nocturnos,
las partidas de póker,
la bebidas espirituosas,
las muchachas alegres
y los amaneceres junto al río
aunque me lleven, siempre me lleven,
al final, hasta tus brazos,
¡oh, sí, hasta tus brazos siempre, nena!
¡siempre, siempre, siempre hasta tus brazos!
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/07/2014 a las 20:30 |