Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

A- Indudablemente, indudablemente...
B- ¿Qué indudablemente?
A- La verdad, la carretera, la salvación.
B- ¿Eso es lo indudable?
A- Absolutamente.
B- ¿Podrías dejar los adverbios un rato?
A- Morir también.
B- ¿También qué?
A- O estás conmigo o estás contra mí.
B- No estoy contigo ni estoy contra ti.
A- Seguramente...
B- Sí.

PAUSA

A- A vueltas con unas cosas y con otras. Miro. El ocaso. Lo enajenado, sí, sí, lo enajenado. No quieres verlo. No quieres degustarlo como una fruta se degusta tras la larga caminata. No quieres satisfacerme la gana de otorgarme, no, de darme la razón.
B- Sólo te he dicho que me he comprado un par de pantalones vaqueros. Que llevaba dos años sin pantalones vaqueros. Que me he dado cuenta de que un ser humano puede vestirse sin pantalones vaqueros. Cubrirse las piernas sin tela vaquera durante dos años.
A- No me vas a convencer. He meditado trascendentalmente y siento la relajación de quienes tienen un mantra propio. No puedes alterarme.
B- No quiero alterarte.
A- Evidentemente sí quieres.
B- Estás hablando en serio.
A- Sí.
B- No me escuchas.
A- Probablemente no.
B- Entonces me voy.
A- Huyes.
B- No huyo. Me voy.
A- Sin saber por qué me temes y huyes.
B- ¿Qué puedo temer de ti?
A- La verdad.

PAUSA

B- ¿Qué es la verdad?
A- La verdad es un anillo.
B- ¿Y por qué temo un anillo?
A- Porque te queda grande en el dedo y tendrías que tener siempre la mano cerrada para que el anillo no se escurriera de tu dedo.
B- La verdad me queda grande.
A- Indudablemente. En cambio a mí me va como anillo al dedo.
B- Serás muy feliz...
A- Claro, estoy casado. Llevo la alianza. Tus dedos están desnudos. Por eso eres tan desgraciado.
B- ¿Soy desgraciado?
A- Muy desgraciado.
B- Tú lo sabes porque tienes la verdad en el dedo.
A- Exactamente.
B- La verdad rodea tu dedo.
A- Yo no lo habría dicho mejor.
B- Y la verdad que rodea tu dedo es la verdad de mí.
A- Es la verdad. Tú formas parte de la verdad. No podría ser de otra manera.
B- Claro.
A- No digas claro. Nada puede ser claro para ti. Ponte tus vaqueros quizás entonces, sólo quizá comiences a fabricar tu anillo.
B- ¿El anillo puede empezar por unos vaqueros?
A- Por supuesto. Confía en mí. Yo sólo quiero tu bien.
B.- ¿Aunque yo me haya comprado los vaqueros porque conjuntan con casi todo?
A- Tú no conoces la realidad última de por qué te has comprado los vaqueros.
B- Y tú eres un gilipollas.

PAUSA

A- Debería marcharme.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2012 a las 00:36 | Comentarios {0}


Numeraciones escritas por Isaac Alexander tras ver una película y hacer un zapping por las canales de la TDT española


Diego Velázquez. Los borrachos
Diego Velázquez. Los borrachos
1.0.- El estómago lleno no es el camino de la revolución espiritual como escribió Federico García Lorca en un texto recogido en el libro Prosas.
1.0.1.- No se recogen en este comentario de 1.0 las individualidades más o menos brillantes que haya podido dar la especie.
1.0.2..- Por otra parte, ¿qué es el espíritu?
1.0.3.- El estómago lleno ha dado lugar, fundamentalmente, a neurosis.
1.0.4.- El humano alimentado es un neurótico.

1.1.- Dan ganas de hacer un festival Wittgenstein.
1.1.1.- La necesidad de trascender lleva al fracaso de vivir.
1.1.2.- El fracaso de vivir genera una infinita ansiedad.
1.1.3.- Los términos fracaso, infinita y ansiedad son términos de tres comidas al día.
1.1.4.- Menú: gazpacho de primero; dorada a la sal de segundo; tiramisú de postre. Vinos blancos. Café con digestivo para terminar = temor.

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/08/2012 a las 23:48 | Comentarios {1}




El miedo no es un puré de verduras

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/08/2012 a las 20:44 | Comentarios {0}


El largo ayer

Ayer fui al lago.
En el calladísimo fin de semana.
Alterada una percepción. No una derrota.
También alteré la rutina. Luego pensé: Hay veces en que hay que alterar la rutina. Y también (hoy): Qué deliciosa melancolía tengo.
Ayer escribí en el lago y bebí una cerveza. Era por la tarde. Tan callada la tarde.
Y así escucho temas de desamor, de ausencias. Y también: un dolor muy antiguo, de cuando tenía diecisiete años y me tenía que levantar a las seis de la mañana porque la zona lumbar se inflamaba al estar tumbado. Me impedía respirar y dormir. Mi padre se levantaba para ir a trabajar y me veía en el sillón y me preguntaba cómo estaba. A mí me dolía. Como esta noche. Iré a nadar hoy.

Ayer fui al lago. La noche anterior tuve insomnio. Me terminé el tercer tomo de la novela Los juegos del hambre (que me había recomendado mi hija Violeta) y me puse a llorar con una tristeza inmensa por el dolor de la novela, por el dolor intensísimo que tuvo que soportar Violeta, a sus trece años, leyendo semejante desolación. Me quedé sentado, escuchando lo extraño del ruido de la noche, la cualidad de fantasma que posee. Me fui tarde a la cama, a eso de las seis y me levanté a las diez porque ya el dolor en las lumbares se iniciaba; ese dolor de mi juventud.

Ayer fui lago para ver a una mujer brasileira que no estaba y escribí: sopla una brisa ligera como imagen impresa en superficie de plata, pulida hasta ser espejo. La casa sí está. No suelen irse las casas [...] Cuatro tonos de gris tiene el lago. [...] Conversaciones pequeñas.

Al pensar en daguerrotipo pensé en Elena.
Al sentir el dolor de espalda pensé en mi padre.

Ayer fui al lago y hoy estaba levantado a las seis de la mañana. Aún era la noche. Perezosa la mañana se ha ido haciendo hueco. He ido sintiendo cómo la posición sedente relajaba el dolor. La vieja solución de permanecer sentado fumando un cigarrillo y leyendo.

¡Qué cariñosa melancolía acaricia mi estómago y me llega hasta los ojos!

Porque ayer fui al lago. Porque ayer era largo.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/07/2012 a las 09:26 | Comentarios {0}


Leo hoy en La poesía del pensamiento de George Steiner (ahora llueve la primera tormenta del verano. He leído el texto anterior Tela de espiguilla y siento aquello que también he leído en el libro de Steiner: la gran diferencia que suele haber entre la expresión del artista y su vida real. Sobre esta base edifico parte de mi literatura. Algunos que leen lo que escribo y que tienen la deferencia de hacer comentarios, suelen creer que lo escrito es la interpretación de lo vivido, cuando en realidad lo escrito es, muchas veces, la sublimación de lo que nunca se vivirá. Escribo de nuevo: juegos de la imaginación): La esforzada inteligencia de Fausto va demasiado lejos y precipita su alma en el infierno. Un crimen indeleble va unido a la distintiva excelencia del espíritu humano. Se inflige una venganza a aquellos que "enseñaran la eternidad" (Dante). Quienes persiguen la verdad son a su vez perseguidos como si alguna contradicción orgánica se opusiera a ejercitar la mente y a sentirse en casa en la vida natural. Sin embargo, el impulso de probar el fruto prohibido, de robar y dominar el fuego, de plantear cuestiones supremas como hace Fausto es insaciable. Aunque sea a costa de la supervivencia personal o del ostracismo social.
Además esta sed, esta libido sciendi y este "gnosticismo" son muchísimo más poderosos que sus objetos, que cualesquiera intenciones locales [...] El imán es lo desconocido, y el hombre es el animal que pregunta.
La raíces de esta trascendente fatalidad permanecen ocultas. La intensidad, la eficiencia exploratoria, creativa, de esta fuerza varía profundamente entre individuos y comunidades, entre Atenas y Jerusalém, por una parte, y grandes segmentos de un mundo más pastoral y contemplativo, por otra. Tal vez la "in-quietud" a la que Hegel atribuye los avances filosóficos, científicos, artísticos, no sea universal. Tal vez las influyentes alegorías de la caída del hombre por el conocimiento, de su tragedia prometeica y del pacto faústico sean esencialmente europeas. Pero donde rigen esta "concupiscencia de conocer", esta creatividad contraria a la inocencia, su imperativo puede ser irresistible. Freud, por su parte un inspirado ejemplo de este dinamismo, pasó por alto su poder devorador. Ser poseído por un problema intelectual, puro o aplicado; por un hambre total de forma estética, por una resistente constelación en las ciencias es experimentar una libido -puede conllevar locura y crimen- más imperiosa que la del sexo.
[...] Como el eros, pero con mayor y a un mayor coste privado o público, esta incansable indagación sobre el ser y la sustancia, esta manera en cierto modo maníaca de lanzarse en pos de la inteligibilidad, no es negociable. La pasión cerebral y sensorial desinteresada no es más explicable que el amor. Guarda relación con nuestra aceptación y negación de la muerte de una manera que podemos convertir en mito pero no comprender del todo. [...] Pessoa define la especulación metafísica como nada más que "infinita ansiedad".
En Las invasiones bárbaras de Denys Arcand uno de los amigos de Remy, el profesor universitario que va a morir, defiende la teoría de que la inteligencia no es individual sino colectiva y para apoyar su tesis habla de la Atenas de Platón, la Florencia de Miguel Ángel o los Estados Unidos de Franklin (yo habría añadido como el último destello -hasta el momento- de inteligencia colectiva el Paris de los años veinte del siglo pasado). Como metáfora de esta idea central de la película, el director y guionista reúne a una pléyade de seres humanos inteligentes y sensibles que acompañan a Remy hasta la casa del lago donde todos le ayudan a morir. Y allí se juntan la pasión cerebral y sensorial y un amor infinito. Pura libido. Pura vida. Heroína pura.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/07/2012 a las 23:11 | Comentarios {0}


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