Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Leonora y el húsar



Todo había ocurrido tan rápido y todo iba a terminar tan rápido. Tumbada en la cama, bocabajo, con el traje de paseo puesto y sin ni siquiera haberse quitado las botas, Leonora -el rostro pegado a la almohada- lloraba desdichas de amor. Muchos años más tarde un poeta escribiría, Es tan corto el amor y es tan largo el olvido pero en Leonora los recuerdos estaban aún frescos porque todo había comenzado quince días atrás, tan solo quince días atrás...; aquella mañana del veintinueve de octubre de 1812, Leonora se despertó desesperada. Esa era la fecha en la que ella, como un reloj, entraba en la melancolía del otoño ruso; a más a más siendo ella como era de clima meridional, hija de un terrateniente italiano arruinado, Marcello, que por salir de pobre se casó con una rica hacendada rusa, Olga Safarieva, y se trasladó a vivir a esta ciudad llamada Smolensko, trayendo con él a su hija Leonora, a Madame O. -la nurse- y  a dos criados de los que no quiso desprenderse para poder seguir hablando con alguien en italiano. De esto hacía ya siete años. Al poco de llegar nacía su hermanastra Claudine. Leonora no se sentía a disgusto en esa nueva vida durante más o menos, ocho meses al año, los que corren de  marzo a octubre -ambos incluidos- pero al llegar el fatídico día 29 y desde el primer año, Leonora sentía una tristeza, una desgana, una melancolía de luz que poco a poco, como si se fuera muriendo, se iba marchitando y cuando justo parecía que iba a expirar -a finales de febrero-, la luz, el aire y el canto de las primeras aves le insuflaban poco a poco vida nueva, renovada y se podría decir -sin temor a equivocarse- que era Leonora la personificación de la primavera. Es más, nos atreveríamos a afirmar que Leonora era la primavera. 
Madame O. conocía perfectamente lo que iba a ocurrir aquella mañana. De hecho toda la casa estaba preparada ya para la  melancolía estacional de Leonora. Hay que añadir algo más: no va a ser ésta la historia de un matrimonio por conveniencia, de una madrastra envidiosa, una hermanastra cruel y un padre entregado al vodka en cualquier taberna de la ciudad. No, esta familia era una familia burguesa comme il faut. Por decirlo con frase que resume una forma de estar en el mundo, en aquella casa se aplicaba el aforismo: soportar para que te soporten es la mejor forma de vivir en comunidad. Olga Safarieva se tomaba muy en serio los tónicos que habían de administrársele a Leonora a lo largo de su decaimiento estacional y las dosis adecuadas para cada momento del proceso porque está claro que no era lo mismo el estado de ánimo de la niña -cuando iniciamos nuestra historia Leonora tiene dieciséis años- los primeros días del otoño, que un día de invierno, con ventisca y cubiertos los caminos de una capa de nieve que a un espíritu sensible le podría evocar la mortaja que cubre al difunto. Para esa mañana Madame O. mandaba a la cocinera que hiciera un chocolate muy caliente con picatostes para Leonora, un desayuno que conocía madame O. de su infancia en Vizcaya porque ella nació allí, en un pueblecito llamado Lekeitio y lo había tomado muchas veces y sabía de su valor tonificante. Madame O. sabía también que la mirada de Leonora andaría como vagabunda esa mañana, que empezaría a distraerse con naderías y que en algún momento, casi seguro que después de comer, suspiraría sin motivo, como suspiraban las viudas de los marinos que habían muerto en la mar cuando escuchaban en la voz de un visitante las bondades de esas masas de agua formidables cuya traición había costado la vida a tantos.
Todo esto es lo que hubiera pasado si no hubiera sido porque a la una y diez del mediodía de aquel 29 de octubre, por el camino que bordea la dacha, apareció un Regimiento de Húsares de la Grande Armée que se batía, aunque lento, en retirada. En ese regimiento estaba Frederick, como ya se ha dicho, y ese mismo día 29 Leonora se fijó en él por primera vez.
 

Cuento

Tags : Cuentecillos Leonora y el húsar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/12/2024 a las 18:50 | Comentarios {0}



En algún momento lo creyó; seguramente miraría, a través de las ventanas del estudio de su casa, los flecos que unas nubes dejaban caer sobre las laderas de unas montañas, y lo creyó; o fue cuando encendió la lumbre con la que calentarse en el invierno, al mirar esa primera llama amarilla y alegre como campo de mies en el verano cuando lo creyó; ahora -se pregunta- ahora ¿importa? ¿Cuánto tiempo podrá permitirse estas divagaciones? ¿Cuál es la deriva? ¿Es mar u océano el lugar donde se encuentra? Se escucha pensar conceptos como tundra, arenal, pantano, manglar, cordillera, garganta, altiplano o fosa mariana; mañana la aurora tendrá textura de colores pastel; los colores también lo serán; los colores serán fríos como los dedos de C. un día de invierno -en primer plano los dedos cerrados; la manos están cubiertas por los extremos de las mangas del jersey justo hasta los dedos; los dedos están enrojecidos y ella los calienta echando vaho sobre ellos-; fríos los colores pastel del invierno, aquí en lo alto de la meseta, echando la vista atrás. Fue en alguno de esos instantes cuando lo creyó y esperaba el milagro de la primavera -por decirlo con el final de un verso del poeta mucho más que modernista- en él -olmo viejo hendido por el rayo-; puede que fuera en ese momento cuando lo creyera y sonriera entonces y se dejara llevar por la ensoñación -que también podríamos llamar quimera- de una lógica de las cosas, las que le parecían justas, por las que vivió y a las que se entregó y que en esa lógica hubiera una reciprocidad que fuera la que considerara justa y era entonces, cuando empezaba a elucubrar por estas ideas cuando le asaltaba su contraria, ¿Y si -se decía- fuera esta que vivo la justa reciprocidad por lo invertido? Se detenía; respiraba; estaba viviendo una crisis de identidad; la noche iba a ser heladora; irá con cuidado cuando salga a la oscuridad, ya en la madrugada; lo creerá en ese momento cuando mire hacia el universo negro tan sólo sorprendido por destellos de luz que son -bien lo sabemos- chispas del fuego azul que rodea la bóveda celeste, una bóveda compuesta por un material tan resistente que lleva soportando miles de eones el embate del fuego, su furia inagotable; su tesón de diosa ha conseguido establecer la oposición justa, la que tiende al equilibrio, la que permite pequeñas grietas sin que se desmorone jamás la bóveda; sí, en ese momento de plena soledad, lo creerá y sentirá el peso del orbe sobre sí y lo asumirá como hacemos día a día todos los seres en este pedacito de grano de arena al que llamará Gaya, Gea, Tierra, Pachamama y cuantos nombres recuerde que lo nombren. ¡Vaya que si lo creerá!
 
Charleroi
Charleroi

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/12/2024 a las 19:56 | Comentarios {0}


Tetradracma de Esmirna con el perfil de la diosa frigia Cibeles coronada
Tetradracma de Esmirna con el perfil de la diosa frigia Cibeles coronada
Me viene a la cabeza La Araucaria mientras siento correr por mis venas el veneno de una idea que no llegó a cuajar; sé; tengo la certeza; afirmaría que no soy jaguar de mi existencia ni pude superar tantos escollos; éstos me dejaron maltrecho como a todos sólo que yo pertenezco a los débiles, a los que el escollo hiere y -buen hemofílico sentimental- no cierran las heridas casi nunca sino que por ellas se me va la vida, de delicadeza en delicadeza como a mi buen amigo francés a quien no sé ni siquiera si me asemejo; el mundo da vueltas y lo sabemos sólo que yo, te reconozco, querida muchacha frigia a la que acabo de conocer, ya no sé comportarme entre mis pares porque ya no son mis pares y siendo yo, además, impar, tengo un defecto más, una ausencia más (media naranja en este caso) que me muestran más cojo, más necesitado de un apoyo que me vuelva ágil en un mundo cuya velocidad soy incapaz de seguir. Debo abandonar, sí; abandonar para siempre, dejarlo de una vez, no arrepentirme, no echar marcha atrás, ¡Mi reino por un caballo! ¡Por un verso bien construido mi reino!
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/12/2024 a las 19:15 | Comentarios {0}





Hoy no va a ocurrir;
mañana tampoco pasará;
es la espera.
 
 
De pronto

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/12/2024 a las 16:56 | Comentarios {0}



[...] seguía escribiendo su nombre todos los días [...] ahora que la luz se va tan pronto lo relaciona con el inicio de una batalla, la que se producía a campo abierto, según reglas muy antiguas [...] ¿cómo lo hará? ¿cuánto sentido tiene? Frente a ella se alza una negritud rotunda, la que sólo es posible lejos de la metrópoli [...] ese deseo que tiene algo de dolor y verso; hacerlo así, poéticamente, a la manera de A.R. Ammons [...] apenas estaba dispuesta a tomar las llaves de la casa, conducir hasta un pueblo más o menos cercano -entre veinte y treinta kilómetros con su carretera comarcal y su trozo de autopista- en el que hubiera un bar o un pub, algo nocturno y alcohólico [...] no, no lo haría; lo dejaría en dolor y verso como la mañana que amaneció sin nubes para más tarde, más, más tarde [...] no irá en busca; vuelve a sentir el pudor adolescente. Ahora lo sabe: el mito era cierto, el del eterno retorno [...] lo sabe como que la evolución es un término demasiado triste como para ser posible o quizá lo supo, en alguna madrugada, junto al mar, sola, envenenado su cuerpo con el tósigo del beleño; abierta y sola, con la conciencia clara de que lo que escucha no es el mar en una caracola sino el mar en el universo, sean lo que sean esos espacios interestelares, se muevan como se muevan las partículas, existan o no energías oscuras, sienta o no los asteroides; ella sabe que es el mar en el universo lo que escucha con los ojos cerrados, tumbada en la arena, del todo desnuda, abierta como las valvas de los moluscos cuando quieren permitir que las aguas atraviesen sus interioridades; ella sabe el mar, el universo, las valvas, las sales, el beleño, la arena, su pelo, el deseo con algo de dolor y algo de verso; lo sabe [...] la noche estrellada [...] tan a lo lejos [...]
 

Narrativa

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/12/2024 a las 19:02 | Comentarios {0}


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