Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Porque no sé, me esfuerzo en no saber;
tan sólo quiero morir sabiendo no saber
Puede, tan sólo puede, que ése haya sido mi empeño, querida amiga,
ahora que estamos tan lejos y hemos de alejarnos aún más
 
Sé que hay en este mar que ahora navego, bajo la superficie de las aguas, un mundo animal del cual desconozco casi todo; sé que en el universo, en nuestro pequeño e ilimitado universo pugnan dos fuerzas que se oponen, tan oscuras ambas que el azul no llega a ellas; sé que mis dedos reconocen las letras y sienten la pulsión de la música cuando aparecen reunidas en palabras y porque sé todo eso me esfuerzo en no saberlo...
 
...es el desierto si quieres o el terrible bochorno de un día con calima; me dijeron que nací en el desierto, me lo dijeron unos arrieros; otros me dijeron que nací en Albania y más allá mi padre no me dijo nada; otras me dijeron que era bello y besaron mis labios cada vez con una pasión nueva y yo me dejé besar como dicen que la tierra se deja mojar por la lluvia para engendrar; me dijeron que mis uñas eran las del águila –y yo lo creí-; me dijeron que mis pies eran deformes y al final supe que tenían todo la razón y quise convencerles (a quienes me lo decían) que la deformidad es naturaleza de las cosas vivas; otras me dijeron algo de la cadencia de mis caderas; alguna llegó a hablar de mi mente; yo, yo, querida amiga, me deslicé por la ignorancia como si buscara en ella la calma, el hurto de mi ser al ansia
 
Porque no sé me desenvuelvo en este espacio/tiempo -del cual casi nadie sabe nada del segundo- con la estrategia del escarabajo patatero: ruedo sobre la bola que he hecho yo mismo y al rodar sobre ella la muevo y al rodar sobre ella de ella me alimento; no soy nada sin la bola y la bola no sería sin mí pero ni yo escarabajo ni la bola que no es ella sabemos nada el uno del otro aunque yo ruede sobre ella y ella se mueva por mí
 
Porque no sé, me desarraigo
Porque no sé, me entristece...
Porque no sé, me alegra...
Porque no sé dónde estás, tengo fiebre
Porque leo libros apasionados no leo libros desapasionados y cuando me detengo –a la hora del sueño- y termino el trecho que recorrí con determinados personajes, tengo la misma sensación seca en la boca que tienen ellos y veo a mi alrededor la misma molicie, la misma injusticia, la misma tumba, el mismo abuelo
 
Porque no sé la luz, se apagará temprano y sonará más bien cerca una viola; los dedos de una tañedor de zanfoña se aligeran a la vera del Camino de Santiago y un velo en el rostro de una mujer recién casada no logra ocultar su dicha; todo es blanco; todo es naranja; no sé ni siquiera los colores del arcoiris y eso es bueno

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/08/2015 a las 23:22 | Comentarios {0}


Vengo de Irlanda
Porque iba a contar una historia de garzas (una historia inventada) vengo de Irlanda
Esta tarde mientras ensoñaba al nadar a espalda que te bajo las bragas mientras tú subes y bajas mi prepucio, lubricado con tu flujo, en las cercanías de la corona y siento tu aliento caliente en el glande, tu aliento que se acerca, tu aliento que suspira, he recordado mis ancestros irlandeses
Quisiera nadar a tu lado alguna vez
No quizás en una piscina
Sí en una poza de un río grande
Sí también en algún océano
Después de nadar las endorfinas hacen su trabajo y has de creerme si te digo que mi forma de amarte tras haber nadado, supondría para ti el descubrimiento de la lentitud en el orgasmo
Vengo de Irlanda y nunca he estado y siempre he estado
En mi juventud, a lo largo de muchos años, soñaba que viajaba y soñando –es decir, viviendo- recorrí el mundo entero; en uno de mis viajes estuve en un bosque sagrado al norte de Hibernia y cerca de un roble te vi por primera vez; vestías una túnica roja, muy liviana, tus cabellos oscuros se ondulaban en tu espalda y tus ojos, verdes como el país en el que estaba, me miraban con cierta sorna como si supieras que habían de pasar más de veinte años para que te aparecieras en la vigilia, un día de verano en la ciudad de Madrid. Has de saber que te reconocí de inmediato y sentí la turbación propia del joven ante la aparición femenina en un bosque húmedo
Te hablaría de los druidas y del panteón celta; te hablaría de Cuchulain y de Dagda y de Ogme sólo que provengo de las grandes ciudades y sé que un panteón necesita un mucho de estudio y un poco de concentración
La noche ha llegado
Mi mente está a punto de cerrarse
Mañana será un día largo
La ronda de las doce se está acercando
Descansa en mí, descansa, descansa en mí 

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/08/2015 a las 23:37 | Comentarios {0}


Provengo, has de saberlo si vas a amarme los próximos meses,
del alba escocesa
Fui criado en las Highlands
Hay en mi hígado un poso de whisky
Y bailo muchas veces al son de músicas prerromanas
 
Cuando te veo desnuda
surgen en mí mis ancestros y caigo en la marmita donde se fue cociendo poco a poco esto a lo que llamamos hombres
 
Cuando te veo desnuda
Cuando te desnudas siempre de espaldas, siempre, siempre de espaldas
se altera mi esencia escocesa y la apariencia de hombre de mi época se hace patente por la necesidad primera de abrazarme a ti, de besarte el cuello, de morderte, de entrar en ti con esa generosidad de las mujeres que a veces valoramos poco los hombres
 
Yo vengo de las grandes ciudades, es cierto. Pocas veces he andado caminos del bosque y reconozco mi extrañeza a ciertos olores, mi temor a los sonidos que se escuchan tras la maleza o la cautela con que toco un tallo que en nada amenaza. Soy infinitamente uno y múltiple. Soy sagrado y profano y tengo un halo druídico que tan solo se oculta por ser barbilampiño y carecer de grandes sortilegios
 
Mírame porque sabrás apreciar lo que te espera
porque junto a mí los mercados y las aceras
los baúles y las catapultas
las misas sin sus maitines y las escaleras y los rosarios y las yuntas y el espliego y la azotea y el musgo y la hierba y el olivo y el pantano
serán versos en tus manos, besos en tus ojos, alma de mayo
 
Porque vengo de tiempos muy antiguos, de aquéllos de la espora, de aquéllos del final, de aquéllos de la peste y los juglares; yo fui trovador, has de saberlo si vas –tu Dios lo quiera- a amarme los próximos meses; yo escribía en mi castillo de Corella –en el corazón del Reino de Navarra- los más hermosos cantos para los juglares y eran ellos los que con sus voces y sus gestos los expandían por el orbe conocido y así mi nombre se fue haciendo inmenso y de tan inmenso cayó en el olvido y en el olvido se hizo eterno; si tus abrazos han de rescatar mi nombre; si tus abrazos me inflaman el verbo y el falo; si tu boca se acerca a la mía; si tus piernas se enredan quejosas con mi anatomía y al caer la tarde bebemos el vino que cantaron tantos; si me amaras los próximos meses verías mi nombre crecer hermoso como el geranio en un balcón de Andalucía y sé que tu esencia que proviene de la vieja Ausonia, renegadora de cobardes, fiera con los pusilánimes y vengativa con los aduladores, también crecerá, bella como tu voz, austera como tus creencias
 
¿Qué quiere decir –te preguntas- provenir de Escocia?
Te daré la respuesta: provenir de Escocia quiere decir aguantar el viento del norte en la cara, en lo alto del acantilado, sin pestañear hasta que la noche caiga y el viento se canse de azotar
 
Ahora recuerdo tu cadera
He de hacer la ronda de las doce. El deber también es alba... alba escocesa

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2015 a las 23:45 | Comentarios {0}


Sal
Estoy roto de sal
como si quedara en mi piel tu rastro de cristal blanco
Yo vengo desierto en la gran ciudad porque soy de la gran ciudad;
no lejos del lugar donde se derrumba un edificio y alguien llora;
no lejos de la cuarta letra;
cerca del café donde se hablaba y al fondo –en veladores de luz amarilla- los amantes primerizos se cogían de las manos y el mundo empezaba, con ese gesto, a funcionar de nuevo
Estoy con la mirada perdida en la pared de enfrente –distante de mí unos siete metros- para ver si descubro por qué la sombra de una silla me recuerda a tu pecho pero no a tu pecho siempre sino a tu pecho una tarde en la que el vino había hecho de las suyas y el tacto tenía la consistencia del tanino –tu pezón duro como la masa de los bizcochos a punto de horno-
Estoy tan lejos que te abrazo por dentro
Soy tan de ciudad que me entretengo contando intervalos de semáforos y coches rojos
Soy de tan ciudad que me parece extemporáneo dedicarte un soneto, a ti, perra, que me dejaste una tarde de julio cuando el calor agobiaba tanto que ni la pena supuso un jarro de agua fría
Soy tan de ciudad que me excita recordarte vuelta tú de espaldas, soñando con mis pies –era una tarde marzo-
Soy craquelado de sal
Cuando tú debes de estar caminando por el pueblo costero del sur y tu pelo ya se va ensortijando y el faro y su farero se mantienen a la distancia
Soy reverso de abril y capitán de nobarco; soy herético y juro que existe, en nosotros, el sistema circulatorio menor... sólo te pido que jamás me llames Miguel
Así me invade la gran ciudad
Así tu ausencia es una avenida a las cuatro y media de la madrugada un dos de enero
Ni las naranjas
ni las cámaras soportan mi escrutinio porque al ser antiguo hay en mi mirada lo profundo de los siglos y a las naranjas eso (y a las cámaras) les inquieta mucho
Perra te llamé, no lo tomes como insulto
Hoy tu abandono es más deslavazado
Intento tener la melodía de la ciudad como reclamo
Y sujetar con fuerza las imágenes automáticas
Ningún día es igual a otro
Y el arte nace hoy como murió ayer

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2015 a las 22:58 | Comentarios {0}


Yo vengo a decirte el alba
sin el rencor de los grandes mamíferos
sin la estela soberbia de la especie humana
 
Yo vengo tras el beso que me diste
a anunciarte el color escarlata
y la suave loma que te encontrarás tras el pico alto
el que está allá donde el horizonte se disipa envuelto en algas
 
Yo vengo de las grandes ciudades
donde el amor se subasta a diario en las plazas públicas
a precios muy bajos, tanto que me dio por pensar
cuando era un niño que lo que se subasta a diario en las plazas
no es amor sino discanto
 
Pero yo vengo de las grandes ciudades
de las luces en la noche (lo cual, tú ya sabes, rompe por completo la mitad del día)
de los besos en la espalda
de los gemidos de dos años como mucho
del ansia de ser presentado
del complejo de Acteón y las mezquitas
de las lúgubres ceremonias de interior
y las verduras que existen, ¡expuestas!, fuera de temporada
 
Y aún así –aún así, querida- yo vengo a decirte el alba
Al decirla te nombraré las plantas del camino
y seré bueno y sumiso como nunca los machos
acostumbradas como estáis a los cuerpos rehechos
los martes por la tarde en lugares tristísimos donde el olor no huele;
te diré el alba
y te nombraré, una por una, las estrellas del cinturón de Orión
y ensoñaré que quieres que te unte el coño con mermelada
mientras mis cuerdas vocales salivan estrellas y se pudren mis dedos
en tu piel, en la piel de tu vientre que se hizo oscura en cuanto me dejaste
 
Yo vengo a deshojar el surtidor de las ballenas
Yo vengo al desguace de las uñas de tus pies
Yo vengo a calentar la hiedra que ha trepado hasta mis gónadas y las aprieta hasta dolerlas sólo para adivinar si el calor la relaja y me suelta y me deja cantar aquello que unos dijeron que escribió Homero
 
Yo vengo de una estirpe tan antigua como el alba
Tengo mi pizca de héroe y hay en mi cojera –que tú tan bien conoces- un simulacro de fuego como en la de Hefesto
Yo vengo a cantarte mi saga que surgió en el siglo IX cuando el mundo era un territorio tan pequeño como amar
Yo vengo quieto y con sangre y con todos mis dientes
a cantarte, sí, a cantarte el alba que se ha teñido de rubia
por mor de un coqueteo milenario con el sol
y al rosear el mundo lo convierte en luz justo antes de la luz
No olvides, cuando te cante el alba, que yo vengo de las grandes ciudades,
de los lugares miserables, de los bares modernos y las grandes extensiones de farmacias
Recuerda cómo te corrías cuando te lamía el clítoris
para que sepas volar cuando quieras (como las antiguas brujas con sus escobas untadas en belladona) sin necesidad de nadie (sólo mi lengua en tu memoria)
 
Yo vengo
porque fui
honestamente alba

Narrativa

Tags : Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/08/2015 a las 23:54 | Comentarios {0}


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