Escrito por Isaac Alexander
Edición y notas de Fernando Loygorri
XXXV
14 horas 48 minutos
Sí, la primavera tiene un arrobo que me sugiere conceptos como salvaje, voluptuosidad, miel...
Vuelvo a mirar el pasado y ahora sé (lo que implica necesariamente que, si sigo con vida unos años más, al cabo de esos años de prórroga, tendré la seguridad de que cuando escribí hoy a las 14 horas y 52 minutos "ahora sé", seguía sin saber) que no puedo afirmar que mi recuerdo sea lo ocurrido. Porque si fuera cierto el mecanismo del recordar -el recuerdo no consiste en abrir un cajón cerebral donde se almacena ésta o aquella circunstancia de tu vida sino que cuando quieres traerlas al presente, el cerebro busca las sinapsis neuronales que pertenecen a ese fantasma y una vez establecida la conexión el espectro de tu vida, es decir el recuerdo, accede a tu memoria y recuerdas- ¿quién me asegura que esa conexión sea la justa? ¿quién me asegura que no se ha producido una mutación o una falla en el suministro de corriente eléctrica justo en el momento de la transmisión y que esa falla genere un recuerdo ligeramente irreal?
...que mi recuerdo sea lo ocurrido.
Hubo en algún lugar un vencejo caído en un jardín. Es un fantasma del pasado que acude a mi memoria cuando Euphosine trae entre sus dientes un vencejo. No es más que un polluelo, pienso. Debe de haber caído del nido. Cuando se lo quito a la gata de la boca, el pájaro aún vive. Euphosine apenas lo ha marcado con sus dientes. Una gota de sangre en un ala, un rasguño junto al ojo derecho. Poco más. Lo cuidaremos, me digo, hasta que pueda volver a volar.
Vuelvo a mirar el pasado y ahora sé (lo que implica necesariamente que, si sigo con vida unos años más, al cabo de esos años de prórroga, tendré la seguridad de que cuando escribí hoy a las 14 horas y 52 minutos "ahora sé", seguía sin saber) que no puedo afirmar que mi recuerdo sea lo ocurrido. Porque si fuera cierto el mecanismo del recordar -el recuerdo no consiste en abrir un cajón cerebral donde se almacena ésta o aquella circunstancia de tu vida sino que cuando quieres traerlas al presente, el cerebro busca las sinapsis neuronales que pertenecen a ese fantasma y una vez establecida la conexión el espectro de tu vida, es decir el recuerdo, accede a tu memoria y recuerdas- ¿quién me asegura que esa conexión sea la justa? ¿quién me asegura que no se ha producido una mutación o una falla en el suministro de corriente eléctrica justo en el momento de la transmisión y que esa falla genere un recuerdo ligeramente irreal?
...que mi recuerdo sea lo ocurrido.
Hubo en algún lugar un vencejo caído en un jardín. Es un fantasma del pasado que acude a mi memoria cuando Euphosine trae entre sus dientes un vencejo. No es más que un polluelo, pienso. Debe de haber caído del nido. Cuando se lo quito a la gata de la boca, el pájaro aún vive. Euphosine apenas lo ha marcado con sus dientes. Una gota de sangre en un ala, un rasguño junto al ojo derecho. Poco más. Lo cuidaremos, me digo, hasta que pueda volver a volar.
También: en la tahona del pueblo trabaja una muchacha a la que llamaré Clarissa. Sé que es una muchacha huérfana, de unos dieciséis años; tiene el pelo cortado a lo garçon, la cara feucha y como de tísica, el busto -siempre disimulado con blondas- parece hermoso; tiene vello en los brazos, un vello negro, espeso para una joven e incluso me fijé en que tiene algo de bocio, como si padeciera una imperfección leve de tiroides. Imagino que su monte de Venus debe ser lo más parecido a un monte de orégano. De sus piernas nada sé. Sí sé que sus pies son pequeños. Sus ojos son grandes, tristes y oscuros.
Siempre que entro me mira con la cabeza gacha mientras atiende a los hornos de pan. No despacha. Nunca la he oído hablar. Despacha su tía y ésa sí que habla. Su tío atiende un segundo negocio: un bar en la plaza del Ayuntamiento. La familia es de las más ricas del pueblo. Y lo hacen ver. Los tíos de Clarissa tienen tres hijos varones y cada uno de ellos regenta un negocio de la familia: uno la tienda de ultramarinos, otro una granja y el tercero una bodega.
Anoche me desperté al oírme pronunciar el nombre de Clarissa en sueños; su nombre real, el real...
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Narrativa
Tags : Escritos de Isaac Alexander Libro de las soledades Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/05/2021 a las 14:47 | {0}