Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Crónicas enviadas por Olmo Z. desde algún lugar del Mato Grosso


Daphne: ¡Soy un hombre!
Osgood Fielding III: Nadie es perfecto
(Some like it hot)

Digo Kenya y digo Lucy. Y a partir de Kenya y Lucy un espejismo (primeras risas sobre todo de mujeres). Tengo que hablar de nosotros y de vosotros. Tendré que establecer esa dualidad. Si tan sólo hubiera llevado conmigo un mechero (gran carcajada de toda la tribu) entenderíais el por qué de esta diferencia. Imagino listas. Imagino dibujos en la tierra para mostraros mi mundo pero luego me digo, ¡qué cojones de dibujos! (grandes risas y golpes de los pies contra el suelo de toda la tribu) ¿Por qué he de mostraros mi mundo? ¿Por qué habéis de explicarme el vuestro? Quisiera ser sencillamente vuestro bufón (gesto desafiante de los hombres). Tengo tantas ganas de ser sólo un bufón (uno de los hombre de la guardia pretoriana del jefe se levanta y me amenaza con un puño. Yo me hinco de hinojos y beso la tierra. El hombre se calma)... el bufón del rey vuestro señor (el hombre se vuelve a levantar y me da un pescozón. Yo deduzco que la palabra bufón no les gusta)... bueno, pues, el payaso. Vale, payaso entonces. No os conozco. No me conocéis. Esta selva es tan intensa. Me molesta el canuto en la polla. Me está haciendo una rozadura. Habrá que esperar a que haga callo. En mi mundo no nos ponemos canutos de madera en la polla. Nos ponemos calzoncillos (varias mujeres se levantan y parecen dar unos pasos de baile) que es una prenda que nos agarra los huevos y el pito y me imagino que también sirve para proteger de las zurraspas (gran carcajada general) la ropa más exterior que llevamos que se llama pantalón. Las mujeres no llevan calzoncillos (risitas) sino otra prenda que se llama braga o bragas y que a parte de la función que os he comentado del calzoncillo tiene otra relacionada con el erotismo. Las bragas sirven para poner cachondos a los hombres (toda la tribua se levanta. Dan vueltas unos alrededor de los otros mientras se mean -literalmente algunos- de la risa) sí, sí, os lo juro. Mujeres y hombres nos vestimos. Vestirse significa ponerse telas encima de la piel. Imagino que al principio lo haríamos para protegernos del frío pero la cosa ha cambiado muchísimo y ahora nos vestimos más para aparentar que para cubrir. ¡Oh, sí, no sabéis cuánto aparentamos! Aparentamos todos el santo día. Desde por la mañana estamos aparentando. Hemos llegado hasta tal punto de apariencia que ya no sabemos ni quiénes somos y se han creado profesiones (el hombre que me dio el pescozón emite un gruñido)... oficios (el hombre emite dos gruñidos. Deduzco que no le gusta el sonido ffff)... trabajos que intentan desentrañar la esencia verdadera de cada ser; primero fueron los chamanes (risas de los niños), luego fueron los sacerdotes y ahora, en mi mundo, son unos tipos que se llaman psicólogos o psiquiatras según faciliten f... medicinas o no. O algo así. Os hablaba del vestido. La capa siguiente a los calzoncillos (sonrisas) en los hombres son pantalones y camisa o camiseta; las mujeres también se ponen sobre los pechos (grandes risas) un sostén que tiene una doble función: aliviar a los pechos de la presión de la gravedad y engañar a los hombres haciéndoles creer que tienen los pechos firmes. En mi mundo es muy importante que una mujer tenga las tetas en su sitio hasta tal punto que muchas se hacen una operación que consiste en meterles dentro silicona para que se mantengan enhiestas. A algunas esas bolsas de silicona les explotan en las carlingas de los aviones. La silicona es un material sintético. Tras las bragas y el sostén muchas mujeres se ponen medias que también cumplen la doble función de cubrir las piernas y ponernos cachondos (grandes risas. Batir de palmas) a los machos heterosexuales (gesto unánime de admiración) luego ellas se siguen cubriendo con patalones -como nosotros- o con faldas (el hombre se levanta y me echa un gargajo en la cara. Yo me vuelvo a poner de hinojos. Dos hombres lo agarran porque parecía dispuesto a darme una buena tunda. El jefe se levanta. Todos se levantan. El jefe se retira. Todos se retiran tras él. Al pasar cerca de mí me ponen una mano en el hombro. Me quedo solo).

Narrativa

Tags : Las homilías de un orate bancario Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/08/2017 a las 12:58 | Comentarios {0}








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