Me entretengo en esta noche con un libro abierto donde se habla del río Crisorroas que corre escaso por las tierras de Lydia, o por mejor decir, Syria y que pasa por la ciudad de Damasco y se llama así, según explica Plinio en su libro 5 capítulo 18 por las arenas doradas que cobró de haberse lavado en él Midas rey de Lydia y que antes se llamó -el río- Pactolo; y también al navegar me detengo -áureo de luz; fuera la oscuridad; en esta cuerda tensada entre dos palos, uno se llama nacimiento el otro muerte, a una altura considerable de la tierra, pasado ya el centro del recorrido, apenas habiendo dado pasos atrás, habiendo perdido en muchas ocasiones el equilibrio, atraído por el abismo, nunca lo suficientemente valiente, en esta hora, escribo, mientras leo en el libro abierto, el martirio a San Cristóval -escrito en castellano antiguo, de cuando la ortografía no estaba fijada como ahora que ya todo es fijo e inflexible- que vale tanto como ferens Christum, el que trae a Cristo en su pecho, el cual cuentan las crónicas soportó con entereza de ánimo las cruelísimas torturas a las que fue sometido en la ciudad de Samo provincia de Lycia y finalmente fue degollado y está sabido que antes de morir pidió a Dios que en el lugar o comarca donde estubiese (también en castellano sin ortografía inflexible) su cuerpo sepultado, ni pestilencia ni hambre ni fuego hiçiesen daño. Hay otro Cristóval que padeció en Córdoba pero no es el mismo; como no lo es este día con respecto a los anteriores días, ni esta noche con respecto a noches muy antiguas cuando me llamaba Olmo y sentía que la soledad tenía la esencia de los caballeros andantes, los de las verdaderas novelas de caballerías no aquéllos que surgieron a la sombra de la mano de un escritor manco; leo que los Cruillas son unos caballeros muy nobles de Cataluña y también que Lucio Lúculo destruyó alevosamente la ciudad de Cuenca pasando a cuchillo a mujeres, niños y hombres sin dexar persona viva. Sin embargo Pero Ambrosio de Morales asegura que no fue Cuenca la ciudad así esquilmada sino la villa de Coca por ser el nombre antiguo Cauçia. [su cabeza brilla como el oro puro, sus cabellos son como las semillas de las palmeras, negros como el cuervo] No sabría decir más acerca de esto y sí asegurar y atestiguar aquí mi querencia por la vida, por este pedazo de suelo en el que me muevo entre tal vastedad de animales, plantas, minerales y alientos; atestiguar mi resistencia al adiós y admirarme sereno entre otros de mi especie hablando sin ton ni son de lo que ha de venir; tengo -aunque no lo quisiera, aunque huyera (si es que alguna vez no lo hice)- si fuera cierto una vena que lucha y se altera y luego me divierto escuchando la voz que viene de lejos y leyendo de nuevo la vida y milagros de Cristóbulo que fue un médico y chirurgo famoso. Sacó él una saeta a Philipo, rey de Macedonia, de un ojo, y le curó de manera que aunque perdió la luz de él no quedó con fealdad ninguna en el rostro como tampoco era feo en absoluto, más bien todo lo contrario Croco de quien se enamoró Smilace y huyendo de ella y esquivándola, los dioses le convirtieron en la flor de su nombre y a ella en otra flor dicha Smilax, algo semejante a la yedra, y en blancura y en color retira al Lirio. Así me jacto mientras observo las piezas en el tablero, todas tan hermosas y sucumbo como un principiante -siempre seré un principiante. A nada he llegado. De nada me envanezco si no sea mi desafortunada forma de pensar y mis escasos recursos a la gloria- al misterio de la posición, ésa en la que me quedaría a vivir hasta descubrir sus últimos secretos, la forma de su piel, la densidad de su fluir, el final si se quiere y como un Eróstrato cualquiera -el cual como sabréis fue un mal hombre desatinado, el cual por dexar de sí alguna memoria, aunque fuese con mala fama, se determinó quemar el templo de Diana en Efeso y sabida la intención con que lo hizo, se mandó por edicto que ningún historiador declarase su nombre. Podría traducirse en todo caso amigo de ejércitos- la quemaría al final -la posición- por darle si se quiere un aura de templo de diosa cazadora. Vale.
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Ensayo
Tags : Sincerada Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/10/2014 a las 01:21 | {0}