Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
23h. 54m.
Soy la dama que está en lo alto del castillo. Asomada en el balcón del torreón. El torreón del castillo que se encuentra tras atravesar el tercer bosque. Los bosques a los que se llega desde el Oeste, allá donde el Mar Tenebroso se hace eterno y dicen, dicen que tras llegar a su horizonte una cascada de fuego y agua acaba en un desierto de hielo. Soy la dama que no tiene la trenza larga. Soy la dama que no está encerrada sino que toma el aire libremente y tan sólo mira por si atisba a un doncel que, perdido en el bosque, acaba saliendo de él justo en la explanada que rudos leñadores hicieron para que yo, la dama, pudiera tener visiones lejanas. Soy la dama del castillo. El castillo tiene tres torreones y una torre de homenaje. En uno de los tres torreones se encuentra mi alcoba. En el torreón cuadrangular se encuentra porque no quiero dormir en el interior de una esfera. Porque me marearía. En el torreón cuadrangular la alcoba de la dama con cama con dosel, con gran chimenea, con pequeña biblioteca, con cuatro alfombras hechas con piel de animales muy salvajes: de león, de oso, de lobo y de serpientes anacondas. Allí quiero llevar al doncel que se había extraviado en el bosque. Allí quiero arrebatarle su virginidad y que como Víctor Hugo hizo en su noche de bodas -también él virgen- me tome nueve veces y nos deje exhaustos, sin ganas de morirnos pequeñamente más esa larga noche -ya alba- de amor.
Soy la dama que se desliza por las escaleras de su castillo. Soy la dama que espera sin impaciencia. La dama que se mira en el espejo durante horas. La dama que escribe largas cartas sobre temas metafísicos que luego envía al fuego para que sean los hombres los que se lleven la palma de sus disquisiciones. Soy la dama cálida. Soy la dama fría. Soy la loca del castillo Soy la cocinera frigia. Soy la dama de las glicinias y también la de los nenúfares del lago. Ahora que tomo el aire cuando cae la tarde y se empiezan a encender los hachos; aquí, apoyada en la balaustrada de uno de los torreones circulares, mirando hacia la linde del bosque, ansiosa de doncel, sonrío ante la fugacidad de la vida y me emociona que aún me inquiete el vuelo imprevisto de la alondra, la armonía que la brisa crea a su paso entre los diferentes tipos de hoja de los árboles o la rareza de un fulgor en el cielo que no era el de un cometa.
Soy la dama del castillo, querido doncel, querido mío. 
La Dama del Castillo. Versión de Loygorri. 2020 (en base a una foto previa)
La Dama del Castillo. Versión de Loygorri. 2020 (en base a una foto previa)

Narrativa

Tags : Apuntes Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/03/2020 a las 23:54 | Comentarios {0}








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