Mira fijamente el punto rojo de la foto durante quince segundos.
Si te apetece, rellena los puntos suspensivos entre corchetes y mándalo luego como comentario. Es un juego.
La [....] ya está casi [...] y ayer le [...] a un amigo que quizá ese [...] influía con cualidad [...] en mí.
No [...] desmoronarme.
No [...] seguir mirando la [...] y recordando que hubo un día y bajar las [...] y llegar al borde de la [...] y [...] y [...] abrir el [...] y caérseme los [...] y pensar "Hoy el [...] tampoco viene".
¿Será una cuestión [...]? ¿Será la [...]? ¿Será el [...]?
Un astrónomo al ser [...] sobre la [...] del hombre en el [...] respondió: [...] [...] exactamente pero en todo caso [...] que somos algo muy [...] Entonces sentí [...] y [...] [...] [...] [...] [...]
Esta [...] me he puesto delante de la casa y me he dicho. [...] y ahora estoy aquí como [...].
No [...] desmoronarme.
No [...] seguir mirando la [...] y recordando que hubo un día y bajar las [...] y llegar al borde de la [...] y [...] y [...] abrir el [...] y caérseme los [...] y pensar "Hoy el [...] tampoco viene".
¿Será una cuestión [...]? ¿Será la [...]? ¿Será el [...]?
Un astrónomo al ser [...] sobre la [...] del hombre en el [...] respondió: [...] [...] exactamente pero en todo caso [...] que somos algo muy [...] Entonces sentí [...] y [...] [...] [...] [...] [...]
Esta [...] me he puesto delante de la casa y me he dicho. [...] y ahora estoy aquí como [...].
Cuaderno amarillo. Salvador Pániker. Editorial Areté. 1ª Edición 2000
Constantin Brancusi, Sleeping Muse I, 1909-10
Pags. 105-106
10 de agosto de 1993
Cuando se me pasan las ganas de agradar a todo el mundo recupero la libertad, descubro que tengo una columna vertebral. Cuando dejo de autojustificarme me convierto en el ser adulto que aparentemente soy.
Asumir serenamente el perfil propio.
Lo que antes se llamaba ser un hombre de principios, uno lo convierte, más modesta y concretamente, en tener una columna vertebral. Necesitamos una columna vertebral para nuestra finitud bamboleante. De lo contrario, uno quiere "ir a por todas", pierde el sentido de la contención y el límite, cae en la desmesura, la vieja hybris griega, y acaba en la autodestrucción.
Columna vertebral. Pero también agilidad, ausencia de principios absolutos. No hay valores absolutos. Todo lo cual enlaza con aquella nueva magia de la cual hablaba hace unos días, la conciliación entre razón y mística. Ya he dicho repetidamente que la mística es esa seguridad previa que te permite vivir dudando. Una seguridad, claro está, paradójica: porque consiste, precisamente, en no necesitar ya de seguridad alguna. En cuyo caso, la mística es la otra faz del pluralismo. El místico es alguien capaz de vivir tranquilamente sin ideas: por esto puede correr el riesgo de tenerlas. Porque no se le van a absolutizar. Porque no las necesita para dar un sentido a la vida. Porque sabe que la vida no tiene sentido.
Lamentablemente, las gentes todavía se matan las unas a las otras por cuestiones de sentido. El siglo XX - que comenzó en 1914 y terminó en 1989- ha sido un siglo de absolutismos intramundanos. Dos guerras mundiales y varias exterminaciones en masa son el resultado del furor ideológico, la falsa mística. Hoy procede vivir sin creencias absolutas, en permanente provisionalidad. Para lo cual hace falta segregar un plus de creatividad retroprogresiva que antaño no era menester. Quiere decirse que la democracia, la secularización y el laicismo, esas conquistas de la modernidad, sólo se mantendrán si se descubre y se vive ese trasfondo -que yo llamo místico- que le permite a uno mantenerse en la provisionalidad, el relativismo, la incertidumbre y la increencia.
Es la paradoja retroprogresiva.
Es también el meollo de la mal comprendida postmodernidad. Secularizada la religión del progreso, vuelve a abrirse el espacio de lo genuinamente místico. Lo místico que ya no tiene por referencia a Dios, la Ciencia o la Clase Obrera. Lo místico que es el acceso al presente.
Lo cual no anula los proyectos de futuro, ni conduce a una sociedad ahistórica donde se confundan lo real y lo imaginario. Baudrillard sólo ha captado la mitad de la cuestión. Lo que ocurre es que el viejo Relato Único de la modernidad se ha quebrado en mil minúsculos relatos. Ocurre que cada cual ha de inventar su propia leyenda.
Creatividad y mística son así -insisto- nociones inseparables. Y una fenomenología de los estados creativos podría confirmarlo. Una vez más citaré a Brancusi: "Ce qui est difficile ce n'est pas de faire, mais de se mettre dans l'état de faire". Ponerse en el estado de hacer es entrar en el estado de gracia donde no hay disociación entre los medios y los fines, el fondo y la forma: la obra de arte surge entonces espontáneamente y por sí misma. Un gran artista es, ante todo, un gran médium. A fuerza de despejar mecanismos de defensa y otros condicionamientos, se computan mil mensajes que antes pasaban de largo, se pone uno dans l'état de faire, se consigue que la gracia fluya. "Algo en mí, crea" decía Mozart. Y Paul Klee escribe: "Libérate de la pretensión de ser el autor de tus actos; entonces serás libre, atento, expandido, y lo que deba ser hecho se hará."
Invitados
Tags : Citas del mes de mayo Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/05/2013 a las 13:11 | {0}
Buster y Charles
Invitados
Tags : Citas del mes de mayo Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/05/2013 a las 20:31 | {0}
En esta noche fría de mayo,
tras una serie que produce de mí tristeza
quiero confesarte, amigo: lo tengo.
No hay en este poema un afán de poesía
como en el silencio no anida la virtud de ser callado,
sencillamente lo es.
Porque quisiera estar ahora en otra parte,
sé que lo tengo;
porque el aire se agudiza en los pulmones,
sé que lo tengo;
porque quisiera la mirada, el abrazo, la calma
sé que lo tengo.
Hay en este poema un sortilegio contra él.
La noche avanza y me pregunto
¿por qué lo aireo de esta forma?
Hay en este poema la maduración
de la espera, la glotonería, la queja,
la ausencia, mi padre muerto, la mano.
Porque no sé desde hace tiempo,
sé que lo tengo;
porque las nubes tan sólo cubren el cielo,
sé que lo tengo;
porque busco una frase cada día,
sé que lo tengo.
tras una serie que produce de mí tristeza
quiero confesarte, amigo: lo tengo.
No hay en este poema un afán de poesía
como en el silencio no anida la virtud de ser callado,
sencillamente lo es.
Porque quisiera estar ahora en otra parte,
sé que lo tengo;
porque el aire se agudiza en los pulmones,
sé que lo tengo;
porque quisiera la mirada, el abrazo, la calma
sé que lo tengo.
Hay en este poema un sortilegio contra él.
La noche avanza y me pregunto
¿por qué lo aireo de esta forma?
Hay en este poema la maduración
de la espera, la glotonería, la queja,
la ausencia, mi padre muerto, la mano.
Porque no sé desde hace tiempo,
sé que lo tengo;
porque las nubes tan sólo cubren el cielo,
sé que lo tengo;
porque busco una frase cada día,
sé que lo tengo.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/05/2013 a las 11:09 | {1}