Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Ayer, al caer la noche sobre el camino, descubrió en una huella de mamífero el rastro de una lombriz. De inmediato un murciélago empezó a revolotear sobre su cabeza -y por ende sobre la tierra del camino- y dedujo que los nombres y los verbos son menos manipulables que los adjetivos. No le dio más importancia al pensamiento. Quería seguir caminando junto a su perra que estaba muy cansada tras haber corrido arriba y abajo en su afán por atrapar una pelota de tenis. El silencio le decía demasiadas cosas. Le venía a la cabeza la definición que al alma daba Teresa de Ávila, La loca de la casa la llamaba. El silencio le susurró que lo que entonces se llamaba alma ahora se llama mente y que los científicos no hacen sino lo que hacían los viejos sacerdotes de la ciudad-hierática de Uruk: ser los mediadores entre el macrocosmos de los Universos y los Dioses y el microcosmos de un hombre.
Se había levantado una brisa que quizá estuviera anunciando el final del verano. Temió que al llegar a su casa -que estaba en un pueblo pobre entre gentes humildes- el ruido la llagara hasta el extremo de dejarla triste. Echó cuentas y dedujo que aún no estaba premenstrual y que por lo tanto esa nostalgia que sentía por el mar, esa sensación de distancia que le llegaba a doler no tenía que ver con el estado que solía acecharle cuando el útero exigía ser vaciado. Ojalá lloviera, pensó y colocó las palmas de las manos hacia arriba como si con ese gesto, que es el gesto universal de la plegaria, pudiera provocar el conciliábulo de las nubes sobre su cabeza. No ocurrió así. El aire, sin embargo, olía a petricor -la sangre de las piedras- y dedujo que quizás en las cimas de las montañas, hacía apenas unos minutos, había caído un chaparrón y los buenos alisios habían transportado hasta ella esa sensación húmeda que provoca el olor de la tierra recién mojada por la lluvia tras tantos meses seca. Su perra se animó con el olor y movió el rabo delante de ella. Ambas rieron -o para no sobrepasar lo real: ella rió y la perra pareció hacerlo-. Entre la maleza se escuchó una carrera. Llegaron al principio del camino donde ella había aparcado el coche y cuando tomó la carretera que le llevaría hasta su pueblo, empezó a llorar como si sintiera por primera vez en su cuerpo la palabra congoja.
La mer orangeuse de Gustave Courbet
La mer orangeuse de Gustave Courbet

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/08/2019 a las 17:42 | Comentarios {0}


Diosa Kali
Diosa Kali
46.- Kali, designada entre otras muchas maneras, como aquélla a la que es difícil aproximarse y cuyo estómago es un vacío que nunca se llena y de cuyo vientre nacen eternamente todas las cosas.

47.- Zaratustra (1200-550 a.C.). El sistema asociado a su nombre se basa en la idea de un conflicto entre Ahura Mazda -El Señor Sabio- que otorgó al sol y a las estrellas sus rutas celestes y Angra Maingu, un principio maligno, "El que engaña".

48.- La primera manifestación histórica del zoroastrismo -La Guerra Santa. La Yihad- fue el imperio aqueménida de Ciro el Grande y Darío I (529-486 a.C.); la segunda manifestación fue la aplicación de ese mensaje universal de los hebreos a sí mismos; la siguiente la misión universal del cristianismo; y la cuarta, la del islám.

49.- Al mundo moderno han llegado dos mitologías [...]: los hombres sabios al oeste de Irán han probado el fruto del conocimiento del Bien y el Mal, mientras que los hombres sabios del este -India y Extremo Oriente- sólo han saboreado el fruto de la vida eterna.

50.- El punto de vista (religioso) indio es metafísico y poético; el bíblico es ético e histórico.

51.- Sólo cuando los hombres puedan enrollar el espacio como se enrolla un trozo de cuero, acabará el sufrimiento de no conocer a Dios. Svetasvatara Upanisad.

52.- El término indio yoga deriva de la raíz del sanscrito yug "vincular, enlazar, unir" que está relacionado etimológicamente con yugo y su sentido es análogo al de la palabra religión que deriva del latín re-ligo "reunir o juntar"

53.- Buda se sentó bajo el Árbol de la Iluminación o Árbol-Bo o Bodhi (bodhi "iluminación").

54.-  Se decía El Bendito (me digo yo tantas veces): Me parece que este no es el lugar indicado para alcanzar la suprema sabiduría.

55.- Yo-en-forma-de-hombre, antes del principio del tiempo, miró alrededor y no vio más que a sí mismo, entonces dijo "Yo" y de inmediato sintió temor y deseo... y empezó el tiempo.

56.- El Bendito, en virtud de los innumerables actos de entrega infinita en el transcurso de innumerables vidas, había disuelto en su mente el concepto de "Yo" (aham) y con él la experiencia correlativa del "Tú" (tvam). En el vacío del Punto Inmóvil bajo el Árbol del Conocimiento, más allá de los pares de opuestos, más allá de la vida y la muerte, del bien y el mal, del yo y el tú, simplemente con que hubiera pensado "yo" habría percibido a "ellos" y, al contemplar a las voluptuosas hijas del Señor de los Deseos que se mostraban tentadoramente ante él como sujetos accesibles, al menos se habría visto obligado a controlarse. Pero al no haber "Yo" en ninguna parte de su mente, tampoco había "Ellos". Absolutamente impasible porque no estaba allí en absoluto, perfectamente situado en el Punto Inmóvil en la posición (psicológica) inexpugnable de todos los Budas, El Bendito era impenetrable por la afilada flecha...

57.- [...] y todo ese tiempo una mujer desnuda que sostenía una calavera en la mano revoloteaba a su alrededor, inestable, sin quedarse quieta en ningún lugar, como la mente de un estudiante distraído ante los textos sagrados.

Estos aforismos se componen de dos partes: 
textos de Las Máscaras de Dios de Joseph Campbell 
y pequeñas -y casi banales- glosas mías
 

Ensayo

Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/08/2019 a las 12:55 | Comentarios {0}


Bramadera de la cueva de La Roche
Bramadera de la cueva de La Roche
39.- En el océano Índico, en las provincias más occidentales de Indonesia, Papúa y Papúa Occidental, antiguamente llamadas Nueva Guinea neerlandesa del Sur, viven los marind-anim una tribu de caníbales cazadores de cabezas. En sus ritos, como entre los aborígenes de Australia, braman las bramaderas.

40.- El tema predominante en la mitología de los Dema de la aldea primitiva es la llegada de la muerte al mundo, concretamente en su forma de asesinato. El segundo tema es que la plantas de las que vive el hombre derivan de dicho crimen. El mundo vive de la muerte.

41.- Una mitología es una organización de imágenes concebidas como interpretación del sentido de la vida y este sentido debe aprehenderse de dos formas: (1) mediante el camino del pensamiento y (2) mediante el camino de la experiencia. Como pensamiento, la mitología se acerca -o es un producto primitivo de la ciencia-; como experiencia es exactamente arte.

42.- La mitología es una verificación y una validación de lo conocido como monstruoso. Se concibe no como referencia a la historia o a la textura del mundo matizada por la ciencia, sino como una epifanía de su monstruosidad y su maravilla, de manera que ambas -y por ende nosotros- puedan experimentarse en profundidad.

43.- En el corazón de la mitología marind-amin y la mitología cretense hay una trinidad de diosas identificadas con las plantas alimenticias locales, el cerdo, el mundo subterráneo y la luna, cuyos ritos aseguran tanto el crecimiento de la planta como el paso del alma a la tierra de los muertos.
Existe una relación entre las tradiciones tempranas del Pacífico y las arcaicas del Mediterráneo (Neolítico Superior).

44.- Unos de los aspectos más importantes e iluminadores de la perspectiva prehistórica que abre el estudio comparativo del mito, estriba en el problema del cerdo que desempeña el papel de la serpiente como animal sagrado del laberinto, y después del cerdo el toro y después del toro el caballo.

45.- A todo lo largo del amplio cinturón de la zona tropical ecuatorial, desde Sudán de África Occidental, a través del océano Índico, hasta bien adentro en Polinesia, es decir: todo el camino a la isla de Pascua -donde el concepto se representa mediante un pez pescado y comido- se ha identificado un importante sistema de mitos y ritos, cuento populares y costumbres, derivados del concepto nuclear de la reciprocidad entre la muerte y la vida.
La cuenca del Índico ha sido durante milenios una carretera acuática que ha propiciado intercambios culturales en ambos sentidos.

Estos aforismos se componen de dos partes:
textos de Las Máscaras de Dios de Joseph Campbell
y pequeñas -y casi banales- glosas mías
 

Ensayo

Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/08/2019 a las 18:39 | Comentarios {0}


Marduk
Marduk
29.- La diosa Tiamat creó al perro loco que fue vencido por Marduk nieto de Tiamat. El perro loco quedó libre por las vastas extensiones de un tiempo sin medida.
Me siento orgulloso -me digo a mí mismo en este agosto ruidoso, donde las personas gritan, enruidan, ensordecen, aturden con sus voceríos y sus músicas estridentes como si con tanto ruido y tanta algarabía ruin pudieran acallar su propio silencio interior; como si por medio de tanto bramido estuvieran exorcizando demonios interiores a los que quisieran velar con lo externo y con ello creyeran que ya no gimen. Sólo por no oírlos- de que me haya elegido como estancia temporal de su eternidad.

30.- Cuatro eran los corceles de Marduk; cuatro corceles uncidos a su carro de fuego. Se llamaban Matador, Cruel, Pisoteador y Volador. En sus labios y en sus bocas y en sus dientes portaban venenos. Marduk, ansioso por obtener el poder de todo el universo, fue en busca de su única enemiga: la diosa-tierra Tiamat.

31.- En la epopeya babilonia de la creación, el nombre de la monstrua-madre es ti'amat. Este nombre esta relacionado etimológicamente con el término hebreo techom "el abismo", "el piélago" que aparece en el segundo versículo del Génesis.

32.-  Cuatro son las etapas del cambio de una creación matriarcal a una patriarcal.
1.- El mundo nacido de una diosa sin consorte.
2.- El mundo nacido de una diosa fecundada por un consorte.
3.- El mundo hecho del cuerpo de una diosa por un dios guerrero masculino.
4.- El mundo creado sin ayuda por el poder de un dios masculino.

33.-  ¡Recuérdalo: antes del 2500 a.C. la diosa aún no había sido destronada por sus hijos!

34.- ¡Oh, amigo, llena tu estómago
        sé feliz día y noche...!

35.- Podría decir hoy, en este doce de agosto de dos mil diecinueve d.C. que hubo un tiempo, allá por el diez mil a.C., en el que las cabañas ya tenían aguilón, los tambores estaban hechos con troncos partidos y existía la música.

36.- Sí, reconozcámoslo: fue la siembra de los cereales la causante del nacimiento de la geometría. ¡Oh, cerámica de Halaf! ¡Y tú, la de Samarra!

37.- Podemos afirmar que en la simbología del Halaf del toro, la diosa, la paloma y la doble hacha, tenemos la primera prueba descubierta hasta ahora, en cualquier parte del planeta, de la influyente mitología asociada a los nombres -posteriores- de Ishtar y Tammuz, Venus y Adonis, Isis y Osiris, María y Jesús. Desde la montaña de Tauro, las montañas del dios-toro, que ya podría haber sido identificado como la luna con cornamenta que muere y resucita tres días después, el culto se difundió junto con la técnica de la ganadería hasta los confines del mundo y nosotros, hoy, seguimos celebrando el misterio de aquella muerte y resurrección mitológico como una promesa de nuestra propia eternidad.

38.- Con exactitud de relojero datemos erl nacimiento del oficio de sacerdote de templo, profesional a tiempo completo, iniciado en su arte y debidamente entrenado: fue en la ciudad de Uruk y corría el año 3200 a.C. ¡Funesto año aquel para la historia posterior de lo humano! 

Estos aforismos se componen de dos partes:
textos de Las Máscaras de Dios de Joseph Campbell 
y pequeñas -y casi banales- glosas mías
 

Ensayo

Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/08/2019 a las 17:16 | Comentarios {0}


[...]
llegó. La playa no era como había imaginado, o como recordaba que la imaginaría, era mucho más plana; recordaba que al fondo se elevaban, suavemente, sí, pero era elevación, unas dunas de una arena naranja y tras ellas creía que vería una hilera de pinos tras los cuales se encontraría en un camino que le llevaría, a no más de seis kilómetros, hasta la puerta de su casa. Lo que tenía ante sí era muy distinto: la arena era negra de piedra aún no desecha por el tiempo y la sal; muy a lo lejos se vislumbraba lo que parecía ser un muro de color rojizo, rojo y rosa, o rosa subido de tono. Nada más que el rumor del mar se escuchaba y los azotes del viento que no encontraban obstáculo en su camino que hiciera que el tono variase; era un zumbar monótono y triste como las nanas de las mujeres viejas que las cantan sin ganas a niños que morirán de inanición o de guerra. Mucha parecía la distancia entre la arena negra y el muro rojo y más aún por las fluctuaciones que el calor, la humedad y el viento provocaban en la atmósfera y aún más porque se encontraba casi al borde del desfallecimiento tras llevar cincuenta y tres años a la deriva en aquella balsa que habían terminado de construir su padre y su tía justo antes de morir asados en una parrilla sacrificial. Los vio asarse y los escuchó gritar cuando ya vagaba a la deriva en un océano que aún no sabía que sería el espacio de su vida para siempre. Nadie le enseñó a navegar. Nadie le dijo, Esto se puede beber y esto no. Apenas supo llamar a las cosas por su nombre de tantas que se encontró y que nadie nunca le había dicho cómo se habían de llamar. Salió de la enfermedad como pudo haber muerto. Ni siquiera supo que era enfermedad lo que le mantenía débil durante largas y atormentadas temporadas. No aprendió a llorar. No se cruzó jamás con ninguna otra embarcación en la que también navegara a la deriva otro ser humano. Sólo recordaba -como si esa fuera su verdadera tabla de salvación- la arena blanca, las dunas naranjas, la hilera de pinos, su casa tras ella; ese recuerdo al que se añadía, a veces, la voz de su padre que pronunciaba palabras como Tijeras, Sarpullido, Cesta o Te quiero, fueron quienes le dieron el impulso para vivir un día más, un mes más, un año más. Cuando la noche anterior atisbó por vez primera tierra tras cincuenta y tres años por un océano salado y en continuo movimiento, dedujo que la única tierra que había en todo el océano era la tierra desde la que partió y así esperó que la corriente tuviera a bien llevarle hasta allá. No durmió. Apenas dormía. La primera luz de la mañana surgió a su espalda y se giró. Cerca, demasiado cerca como para no sentir temor, estaba la lengua de tierra. Un temor que se acrecentó cuando sintió que ponía los pies en un lugar quieto, que no se ondulaba, que no amenazaba con ser más impetuoso en el embate siguiente. Amarró como pudo la balsa a una roca -tocó la roca. Sintió lo seco- y se dio cuenta de que la playa no era como había imaginado o como recordaba que la imaginaría, era mucho más plana
[...] 
Blue seaweed de Jackson Pollock
Blue seaweed de Jackson Pollock

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/08/2019 a las 14:40 | Comentarios {0}


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