Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Escrito por Isaac Alexander

Edición y notas de Fernando Loygorri


Home fields de John Singer Sargent. 1885
Home fields de John Singer Sargent. 1885

*He descubierto este sitio, donde casi sólo se escucha el sonido de unos pájaros que cantan. Es un sendero nuevo. He encontrado en lo alto un banco. Hay muchos bancos por aquí. Hamlet y Donjuan  pasean, están contentos. Están muy contentos. Voy a descansar un poquito y luego ya sigo. Cuando estaba subiendo... ¿Qué pasa, Hamlet? ¡Vamos! ¡Busca! ¿Quieres la pelota? Espera. Aquí la tengo. ¿Tú no quieres, Donjuan?... decía que cuando estaba subiendo he sentido una especie de, sí, de revelación bonita en este silencio y tras haber leído la noche pasada a Lynn Margulis y su teoría de que somos generadores de desorden para cumplir con la 2ª ley de la termodinámica. Ese empequeñecimiento del sentido de la vida no sé por qué lo he relacionado con la decisión que tomé de venirme a vivir aquí... ahora se me ocurría... se me ha ocurrido una frase que podría dar idea de la revelación... no sé si es bonita o es demasiado... pero me gusta la idea. La frase es: los humanos vivimos en la esquina con el camino de las Eras viviendo en el callejón de los pobres... ese pensamiento me parece bonito porque de hecho es donde vivimos las gatas, los perros, yo y M. cuando viene. Todas las ventanas de la casa dan al callejón de los pobres. Veo estos árboles desnudos, están muy secos, están dormidos. Es impresionante... Tengo que detener la grabadora porque me voy para abajo y no me gusta hablar mientras camino.

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*
Este texto es una transcripción de una grabación. Mientras Isaac habla o calla se escuchan los sonidos del mundo que le rodea. Los pájaros. Las hierbas. Las ramas de los árboles. Los árboles enteros. Los jadeos de los perros. Quizá los sonidos inaudibles de las esferas. Apenas he corregido un par de momentos dubitativos. Y aunque hoy no me he decidido a acotar las pausas -algunas largas- que hay entre algunos pensamientos, quizá lo haga la próxima vez.
Valga esta transcripción como primera aproximación. También podría -y eso habré de valorarlo- poner las grabaciones directamente. No sé por qué esta vez he preferido transcribir... serán tontadas de editor.

 

Narrativa

Tags : Escritos de Isaac Alexander Libro de las soledades Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/02/2022 a las 18:52 | Comentarios {0}


Medea de Eugène Delacroix. 1838
Medea de Eugène Delacroix. 1838

Según informan las autoridades nepalíes los hombres son como las montañas: apenas cambian.

El águila, ya por la tarde, ha girado en círculos alrededor de una oveja muerta.

La vecina de un pueblo dejado de la mano de dios, descubre a las siete y media de la tarde a una cantante que la emociona.

Se lamenta la última cifra de muertos (el lamento es por la cifra, no por los muertos). Tanto se lamenta, informan las autoridades locales, que se ha prohibido escribir la cifra y en resolución de la ONU se ha llegado hasta el extremo de hacerla desaparecer de la lista de las cifras. La prohibición entrará en vigor a las cero horas del día de mañana y su aplicación universal.

El águila se revuelve y parece imaginar como si fuera una mujer de mediana edad, profesora en una universidad alejada de cualquier centro de decisión. El águila mira con los ojos de una mujer universitaria. Eso es todo desde la península de Kamchatka.

El tiempo como construcción es cruel, ha informado una obispa anglicana al socaire de un amor imposible. En su declaración añadió: Yo siempre la amé y ella siempre me toreó -como dirían en Spain-. Ahora lloro lentamente y me ducho sin mirarme.

La distancia con respecto al telescopio James Webb es la misma desde Biarritz que desde Laos, asegura un físico de la NASA que prefiere mantenerse en el anonimato.

La guerra se acerca y el baile amaina en las playas de Honolulú.

Buenas noches.

Última hora: Antonio Gamoneda, poeta, duerme. 
 

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/01/2022 a las 19:42 | Comentarios {0}


Escrito por Isaac Alexander

Edición y notas de Fernando Loygorri


Newton de William Blake. 1805
Newton de William Blake. 1805

     La mañana en la que se le vio en el prado que había frente a la fachada occidental del edificio, amaneció con un vendaval que traía y se llevaba nubes cargadas de agua; a media mañana pareció despejarse y la señora L. decidió sacar a pasear a su perrita Nelly, una pekinesa negra cuya rasgo más distintivo es que le aterraban las vacas, el de la señora L. era sus lentes con montura nacarada de ojos de gato, unas gafas que no eran imitación de las de los años cincuenta sino que era la montura que su abuela, la siempre recordada señora Alp (así llamada por sus amistades, Pásame el azúcar, Alp, querida, decían por ejemplo), le dejó en herencia; también le legó la casa a la que se acababa de trasladar y un huerto de no más de media hectárea a las afueras del pueblo. Pero no nos desviemos del tema que nos ocupa, queridas y volvamos al principio: la mañana en la que se le vio en el prado [...] la señora L. -viuda en realidad desde hacía un par de años- se fijó en él y dicen, algunas, las que estaban sentadas en los merenderos a la vera del camino, que desde el primer momento se produjo entre ellos eso que antiguamente se llamaba un flechazo...* 
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     * En otro lugar ya he comentado que Isaac Alexander se definía -literariamente- como  nuevo realista; en alguna de las conferencias, muy pocas, que dio en un club de lectura de alguna villa de no más de cincuenta mil habitantes y sólo en dos ocasiones en una metrópoli como Madrid, siempre muy escasas de público, Alexander  explicaba la preceptiva de este movimiento del cual  -por cierto- él era el único miembro. Una de las características que más definían el nuevorrealismo -así lo escribía él: uniendo en una sola palabra el adjetivo y su sujeto- es que las historias acababan muchas veces como ocurre en la vida: de golpe y porrazo, de una forma imprevista, con muchos frentes abiertos como ocurre tantas veces en eso que llamamos de forma tan pomposa realidad.
     El texto que he transcrito es buena muestra de ello; una de las más audaces diría yo por lo propiamente inmediato que se produce la interrupción de la vida y a partir de esa interrupción surge un intenso abanico de preguntas: ¿Qué o quién es lo que se vio en el prado? ¿Pudo ser, por ejemplo, un jacinto? ¿Pudo ser un gato que ronroneaba al amanecer como si en ello le fuera la fortuna del día? ¿Fue un hombre de edad parecida a la de ella y en parecidas circunstancias? Y si fue un hombre ¿lo era más joven? ¿era un buscavidas? ¿era un viajero que se había extraviado?  Si nos vamos a otras partes de la historia llama la atención el que dedique tanto espacio -dado lo breve del mismo- al nombre de la abuela. ¿Era una anticipación? ¿Un casualidad que se resolvería gracias a ese apodo en relación con el encuentro entre él -sea lo que sea eso él- y la señora L.? Y qué decir del temor de la pekinesa Nelly. Por cierto, ¿el nombre de la perra nos sitúa la acción en un  país anglosajón o es simple excentricidad de la dueña? 
El nuevorrealismo es lo que intenta trasmitir: la muerte, en nuestra realidad, no hace más que abrir el foso de las preguntas que ya nunca se podrán responder. Vivir, como expresa uno de los epígrafes del Manifiesto nuevorrealista es dejar preguntas sin responder. La literatura nuevorrealista tiene por lo tanto que desarrollar de forma clara ese principio.

 

Narrativa

Tags : Escritos de Isaac Alexander Libro de las soledades Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/01/2022 a las 17:29 | Comentarios {0}


L. 102 de Hans Hartung. 1963
L. 102 de Hans Hartung. 1963

¿Era la bandada de garzas la premonición y el paisaje?
¿Por qué surge en la línea una intención de mujer?
¿Se estableció hace cuánto la existencia consciente?
Cayeron como copos sobre nosotros los enemigos
¿Venderán aún aceite de ricino para fortalecer el carácter?
Las grandes palabras de un Séneca.
Algunas mañanas me cuesta levantarme
y siento cómo me invade el ritmo de la atrofia.
¡A la rica certeza!
¡Un penique por un universal!
Mi bolsa vacía.
¿Será que el aviso ha de estar siempre despierto?
¿Será que la vida no se cansa nunca?
Serán las lecturas que han forjado a un humilde cosmopolita intelectual que cree haber escapado de las garras de la petrimêterie (neologismo que acuño en mi querida lengua francesa porque me sale del santo Cipote -que diría Cela-) y que -el humilde huido de la mediocridad- al resaltarlo cae en ella.
Serán las lecturas, escribo, de un holgazán que ha caminado por el mundo sin poder ponerse de puntillas y cuyo mayor logro ha sido llegar más allá de los sesenta con la debida obediencia fruto de sus culpas (porque somos culpables obedecemos -así lo manda la muy larga tradición judeocristiana-). Que Freud levante la cabeza.
Así bandeando entre la salsa y lo seco.
¿Volverán las tormentas?
¿Habré de rendir cuentas más pronto que tarde?
¿Qué tiene el silencio?
La yegua de enfrente anda preñada. Pasa las noches al relente. Me dicen los que saben que no pasa frío. Yo sé también que algún mamut se quedó helado. La sangre caliente y el mantillo a veces no son suficiente protección en enero. Me deshago en halagos. Me asusta no verte.
A estos ritmos me refiero . ¿Los sientes al leerme? ¿No hay algo de africano en mi sentimentalismo burgués? 
Primeros días del año.
El Capitolio está intacto. El ritual con expiación humana se retrasa hasta el árbol mayo. Las urracas sobrevuelan el castillo de Elsinor. La intertextualidad del siglo XIX apenas se ha estudiado. Es lo que tiene samplear.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/01/2022 a las 18:01 | Comentarios {0}


El Gólgota de Edvard Munch. 1900
El Gólgota de Edvard Munch. 1900

Como el ámbar (ríe el contemplar la rapsodia que queda en las partituras tras ser interpretada); navegaciones habrá como los cursos; querida, ¡cómo siento esta belleza que claudica y se hace noche! Espera, quiero mirarla. ¿Dónde duermen los gatos camperos? ¿Están realmente enfermos? Esta misma tarde retazo de una conversación entre vecinas, Pues se han ido todas ladera arriba a toda mecha, balando, tan contentas, Verás como se les eche el lobo encima lo contentas que van a estar... Como el ámbar, piensa. Tan lejos todo, sea lo que sea lejos y todo. ¿Cuál es la cuarta dimensión? ¿Se podría explicar igual que la tercera se le explica a un gusano que sólo vive en dos, un gusano plano? ¿Entendería el gusano que él sólo puede ver la sombra de la tercera dimensión (es decir sólo la puede ver plana pero sabiendo que sólo es su sombra y dando por hecho que la idea de sombra es una analogía con la incapacidad para comprender un todo que no es la sombra sino sólo su sombra)? Los adioses es título de novela de Juan Carlos Onetti. Eso que pasa como lo dedos por las teclas... ¿cuántas veces he utilizado esa comparación? Antesala me viene a la cabeza mientras veo a Angélica salir de El Corte Inglés de Princesa, cruzar con rapidez la calle, bajar por Marqués de Urquijo mientras la belleza de la tarde cae y llega la oscuridad con su iluminación led tonalidad cálida. En estos adioses la extrañeza por las personas que compran bombillas led de tonalidad fría. ¿Cómo se puede vivir bajo esa luz de carnicería antigua? ¡La luz lo es todo! bien lo sabían los impresionistas. Bien lo sabían. A lo lejos refulge un adorno navideño. Dicen que el pueblo está infectado. Imagino hordas. La luz es tan clara. La oscuridad avanza tanto. Eso es la tarde y el inicio de la noche. Nado entre algas verdes. Sueño otro suelo. Me alejo y al alejarme me acerco. Lejanías. Desde esta particular forma de representar la realidad (sea lo que sea lo que encumbra ese concepto. Algo parecido a la idea de dios: algo inaccesible y que sin embargo está en todas partes; además lo sabe todo como dios; y por supuesto la realidad lo puede todo). Nada como una noche de nostalgias. No aquí, en lo alto de las montañas. Las montañas son orgullosas, pienso, dudo, ¿luego soy?. Una vez, hace tiempo, jugué con Descartes. También una vez, hace tiempo, conversé con María de Magdala y con Jesús de Nazareth en lo alto del Gólgota (que quiere decir calavera). Trasuntos. La farsa. Lo barroco. El mundo se acelera y con la velocidad los paisajes ante los que habría que detenerse para contemplar... luz, silueta, aquel claroscuro, el matiz de los ocres, la semejanza entre dos aguas, la nube que pasa, la ausencia de canto, un silencio en el paisaje, el que genera la música. Desde aquí. Desde esta estación (probablemente la última). Un bocado. El aire de un plato rico. Huevos fritos con patatas fritas y su miajina de jamón. Canta la noche. La luna se ha revuelto. Navega el telescopio James Webb por el espacio interestelar y desde la tierra lo vemos atravesar el espacio para ir en busca del tiempo. Un gran espejo la vida. Una normalidad extraña la vida (más que la vida en sí, la autoconciencia de saberse viviendo durante un espacio/tiempo dado). Siempre y cuando la química responda. Las manos respondan. Seamos capaces de decírnoslo. Ya tengo imagen. Ha surgido en la navegación por la red. También la red es multiverso. Relaciones. Cierta placidez y cierta glotonería al disfrutarla. Un rostro bonito el de Pam. También el de Jim. Ahora voy a publicar. Un treinta y uno de diciembre más. Me reúno con todos vosotros. Los que queráis. Como muchos amigos van a acercarse y entonces surgirá la nostalgia y habrá en más de un millón de casas la misma mirada cómplice entre dos seres que se quieren. Yo te miro a ti.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/12/2021 a las 17:41 | Comentarios {0}


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