Es la primera vez que deseo que el frío pase que las hojas del arce japonés estallen en la terraza que el olor del aire calentito me embriague es la primera vez que echo de menos el sonido del grillo la renuencia de la luz a abandonar el jardincillo los soliloquios gritones de los niños en su afán de balón es la primera vez que no necesito un cuerpo que miro el mundo como se canta una canción o se musita un verso que nadie podrá escuchar es la primera vez que recorre mi espalda la presencia constante de hoy la certeza de que nada es lo que pasa y que el sueño tuvo una constante universal lenta como la velocidad de la luz indeterminada como la constante de Planck es la primera vez manos vacías uñas cortadas largo largo así es y tras esto puedo ya acomodar mis pies en la alfombrilla dejarme de susurros y volver a la puntuación
Es la primera vez que busco con conciencia (no sé qué conciencia; no sé cuáles de las posibles listas de concienciación, no, sé, no sé) el paraíso perdido que se encuentra en los brotes del arce japonés, en el aire calentito o en la luz de la tarde de anteayer cuando bajaba por la carretera y una eclosión de naranjas y rosas y morados y oros viejos teñían el cielo con lo sones del carnaval; es la primera vez que no vuelvo sobre la persona, que dejo pasar el tiempo, que no acudo al teléfono y dudo; es la primera vez que no dudo. No porque lo dé por perdido. No, no es por eso. Es la primera vez que voy dejando miguitas en el bosque, la primera que me siento Pulgarcito. Es la primera vez que no me dejo llevar por una vaga ansiedad ni deseo especialmente que se produzca. Tan sólo me levanto, hago el café, me lo bebo, medito, tomo mi dosis de polen, escribo un rato, dejo que mis pensamientos no se conviertan en mis dueños, tecleo, escucho una música que me gusta, me visto, bajo, espero que el coche responda a su única función, converso con Violeta, la dejo en su aula, paseo por ese Madrid industrial, me siento en una terraza , bebo una cerveza, grabo unos sonidos, recojo a Violeta, hago la comida, me siento de nuevo frente a esta pantalla, miro en el correo si hay un correo que deseo, trabajo lo que pueda, vuelvo a la cama y mañana ya es mañana.
Es la primera ves que lloro sin vergüenza y sin sobresalto la primera vez que acaricio en el vacío las últimas palabras la primera vez que juro no volverme loco porque estoy buscando me digo porque estoy buscando sin destino sin azar y sin carácter porque estoy buscando la aguja del pajar espero no pincharme pienso mientras busco y me quito una brizna de aquí y una cagada de ratón de allá es la primera vez que ese pelo oscuro esos ojos ese cuello esas manos ese pecho no alteran la esencia de nada y sin embargo son la belleza pura el agua de manantial la incontinencia del Mundo y porque busco así estoy llorando y me tiembla la barbilla y es sábado
Es la primera vez que busco con conciencia (no sé qué conciencia; no sé cuáles de las posibles listas de concienciación, no, sé, no sé) el paraíso perdido que se encuentra en los brotes del arce japonés, en el aire calentito o en la luz de la tarde de anteayer cuando bajaba por la carretera y una eclosión de naranjas y rosas y morados y oros viejos teñían el cielo con lo sones del carnaval; es la primera vez que no vuelvo sobre la persona, que dejo pasar el tiempo, que no acudo al teléfono y dudo; es la primera vez que no dudo. No porque lo dé por perdido. No, no es por eso. Es la primera vez que voy dejando miguitas en el bosque, la primera que me siento Pulgarcito. Es la primera vez que no me dejo llevar por una vaga ansiedad ni deseo especialmente que se produzca. Tan sólo me levanto, hago el café, me lo bebo, medito, tomo mi dosis de polen, escribo un rato, dejo que mis pensamientos no se conviertan en mis dueños, tecleo, escucho una música que me gusta, me visto, bajo, espero que el coche responda a su única función, converso con Violeta, la dejo en su aula, paseo por ese Madrid industrial, me siento en una terraza , bebo una cerveza, grabo unos sonidos, recojo a Violeta, hago la comida, me siento de nuevo frente a esta pantalla, miro en el correo si hay un correo que deseo, trabajo lo que pueda, vuelvo a la cama y mañana ya es mañana.
Es la primera ves que lloro sin vergüenza y sin sobresalto la primera vez que acaricio en el vacío las últimas palabras la primera vez que juro no volverme loco porque estoy buscando me digo porque estoy buscando sin destino sin azar y sin carácter porque estoy buscando la aguja del pajar espero no pincharme pienso mientras busco y me quito una brizna de aquí y una cagada de ratón de allá es la primera vez que ese pelo oscuro esos ojos ese cuello esas manos ese pecho no alteran la esencia de nada y sin embargo son la belleza pura el agua de manantial la incontinencia del Mundo y porque busco así estoy llorando y me tiembla la barbilla y es sábado
Ha puesto el título y él mismo se ha quedado sin palabras.
Abre tantas vías, se dice.
Luego se queda callado y le entra la congoja de un recuerdo que no recuerda, de un recuerdo que sólo se intuye.
Vuela luego al día de ayer. Arco 2012, piensa. Y un encuentro en el que se sintió cómodo.
El cine y las mujeres, vuelve a pensar.
Secuencia 1. Pasillo en la Feria de Arco. (Int/tarde)
Secuencia 2.- Cafetería en la Feria de Arco (Int./tarde)
Secuencia 3.- Parking del Pabellón 10 de la Feria de Madrid (Ext/anochecer)
Secuencia 4.- Coche (Int/ext noche)
Secuencia 5.- Restaurante La Taberna (Int/noche)
Secuencia 6.- Calle Manuel Fernández y González (Ext/noche)
Secuencia 7.- Bar Carbones (Int/noche)
Secuencia 8.- Plaza de Santa Ana (Ext/noche)
Secuencia 9.- Parking Plaza de Santa Ana (Int/noche)
Secuencia 10.- Coche (Int/ext-noche)
Secuencia 11.- Portal casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 12.- Ascensor casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 13.- Sala casa de Ella (Int/noche)
Elipsis
Secuencia 14.- Sala casa de Ella (Int/amanecer)
Secuencia 15.- Balcón casa de Ella (Ext/amanecer)
FIN
El cine y las mujeres, se sorprende y... sí....
Abre tantas vías, se dice.
Luego se queda callado y le entra la congoja de un recuerdo que no recuerda, de un recuerdo que sólo se intuye.
Vuela luego al día de ayer. Arco 2012, piensa. Y un encuentro en el que se sintió cómodo.
El cine y las mujeres, vuelve a pensar.
Secuencia 1. Pasillo en la Feria de Arco. (Int/tarde)
Secuencia 2.- Cafetería en la Feria de Arco (Int./tarde)
Secuencia 3.- Parking del Pabellón 10 de la Feria de Madrid (Ext/anochecer)
Secuencia 4.- Coche (Int/ext noche)
Secuencia 5.- Restaurante La Taberna (Int/noche)
Secuencia 6.- Calle Manuel Fernández y González (Ext/noche)
Secuencia 7.- Bar Carbones (Int/noche)
Secuencia 8.- Plaza de Santa Ana (Ext/noche)
Secuencia 9.- Parking Plaza de Santa Ana (Int/noche)
Secuencia 10.- Coche (Int/ext-noche)
Secuencia 11.- Portal casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 12.- Ascensor casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 13.- Sala casa de Ella (Int/noche)
Elipsis
Secuencia 14.- Sala casa de Ella (Int/amanecer)
Secuencia 15.- Balcón casa de Ella (Ext/amanecer)
FIN
El cine y las mujeres, se sorprende y... sí....
¿Y Tartufo?
¿Y el puente?
Los copos de nieve y un cuarteto japonés.
Copos de nieve.
Y unos ojos verdes.
Y una boca grande.
Y un gesto...
Y un gesto...
de roce de dedos.
Yo volveré a mirar la densa masa de nubes grises que se acercan por el norte y en el último bandazo a la izquierda seré capaz de aminorar la marcha y quitarme con cuidado los guantes mientras en el horizonte se dibujan bandadas de estorninos y misterio de vencejos.
Los pájaros.
El sentimiento.
La idea de que el perdón...
deja a tu corazón que vuele y mantén quietas las manos...
mira
mira otra vez
escucha las farolas que en el valle se desmayan de profunda amistad
alardea de haber salido vivo del encuentro con sus ojos
y de no haberte rendido a la fatalidad de los años
vuela. Agita tu mano, sé feliz en la espera, duerme con el dolor en el costado y agradece que la pastilla de los frenos aún no se haya deshecho.
Mañana algo habrá cambiado.
Hoy Scapin ha vuelto a anunciar a Geronte que se han llevado cautivo a su hijo.
Hoy los riñones. Hoy las vértebras. Hoy los tendones. Hoy los músculos lisos cuales mares en calma. Hoy su nombre. Hoy negro (que no es color funesto sino metáfora de sueño). Hoy, hoy, hoy.
¿Y el puente?
Los copos de nieve y un cuarteto japonés.
Copos de nieve.
Y unos ojos verdes.
Y una boca grande.
Y un gesto...
Y un gesto...
de roce de dedos.
Yo volveré a mirar la densa masa de nubes grises que se acercan por el norte y en el último bandazo a la izquierda seré capaz de aminorar la marcha y quitarme con cuidado los guantes mientras en el horizonte se dibujan bandadas de estorninos y misterio de vencejos.
Los pájaros.
El sentimiento.
La idea de que el perdón...
deja a tu corazón que vuele y mantén quietas las manos...
mira
mira otra vez
escucha las farolas que en el valle se desmayan de profunda amistad
alardea de haber salido vivo del encuentro con sus ojos
y de no haberte rendido a la fatalidad de los años
vuela. Agita tu mano, sé feliz en la espera, duerme con el dolor en el costado y agradece que la pastilla de los frenos aún no se haya deshecho.
Mañana algo habrá cambiado.
Hoy Scapin ha vuelto a anunciar a Geronte que se han llevado cautivo a su hijo.
Hoy los riñones. Hoy las vértebras. Hoy los tendones. Hoy los músculos lisos cuales mares en calma. Hoy su nombre. Hoy negro (que no es color funesto sino metáfora de sueño). Hoy, hoy, hoy.
Escrito por Isaac Alexander antes de meterse entre pecho y espalda un puré de calabaza, manzana, patata, cebolla, un par de ajos y aceite de oliva y como postre un helado de dulce de leche. Todo esto muy cerca del Río Negro y antes del deshielo.
Estaba acompañado por su nueva amante La Matutes y por un par de amigas de juventud. Dicen que se les veía felices.
Mi aparente incapacidad para entender los problemas del mundo manifiesto.
Aun así querría dejar constancia de un par o seiscientas cincuenta cosas:
No tengamos miedo porque el miedo sólo tiene como base el pasado, lo conocido.
Cuando se reúnan en Davos los magnates, profetas, usureros... que les follen por trás y sin pasión.
(de momento hasta aquí quería decir)
Aun así querría dejar constancia de un par o seiscientas cincuenta cosas:
No tengamos miedo porque el miedo sólo tiene como base el pasado, lo conocido.
Cuando se reúnan en Davos los magnates, profetas, usureros... que les follen por trás y sin pasión.
(de momento hasta aquí quería decir)
Miscelánea
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/02/2012 a las 13:34 | {0}Escritos por Violeta García-Loygorri Tinajas a sus trece años.
No seré malo con mi hermana. No seré malo con mi hermana. No seré malo con mi hermana. No seré malo con mi hermana. No… no, porque ella va a morir. Como todos nosotros. Muerte.
No… no es una palabra muy bella y útil. No te quiero. No me gusta el queso. No me apetece ir a tu casa. No. NO. Yo soy no. Yo soy… yo no soy nada. Yo soy no. No soy nada. Yo soy nada, soy no. Pero soy. Soy no.
Pistola del calibre 34, eh… Buena pistola. Yo que tú la escondería bien. Te la quitarán… si te encuentran. Si nos encuentran. Bueno, eso te da igual, ¿no? Tú ya eres hombre muerto. Porque esos no perdonan. Ja, no perdonan, no. Así perdí la pierna. Creyendo que perdonaban. No. No perdonan. Nunca perdonan.
¿Te crees listo? Sí que te crees listo. Ese es tu problema. Que te crees muy listo. Y en realidad no lo eres. Eres más que listo. Eres un genio. Mejor que Mozart. Bueno, no. Hasta ahí no llegas. Todavía. Ya verás cuando te enseñe del todo. Ya verás.
Hola. Me llamo Luis. Soy de Bilbao. Tengo cuarenta años. Soy físico espacial de la NASA. Creo que he matado a alguien. Bueno, no. En realidad no sé para qué llamaba. En fin. Adiós.
Matemáticas. Esa horrible asignatura. Esa monstruosa ciencia. Esas temibles operaciones. Esos milagrosos números. Eso.
Canta. Habla. Sonríe. Llora. Haz algo. Lo que sea. Por favor, haz cualquier cosa. Pero sé feliz. Muy feliz. Incluso después de que muera. Venga. Sonríeme. Y ahora… FOTOOOOOOOO.
Bueno, no sé… tal vez no sea eso lo importante. Es que no sé si lo importante es eso. O tal vez sí que lo sé. Pero no sé si estoy segura. No sé si… la verdad es que… no estoy segura de que lo más importante para ti es lo más importante para mí. No sé. Lo siento.
Sí. Sí a todo lo que me digas. ¿Paté? Sí. ¿Azúcar? Sí. ¿Vómito frito con hojaldre? Buf… sí. Todo. Sí. Si me necesitas llámame, ¿vale? Sí. Sí. Sí. A ti te digo: Sí.
Eres una princesita muy guapa, ¿sabes? Eres una princesita preciosa. Tus papás deben estar muy contentos, ¿no? Seguro que sí. Me alegro de que hayas venido a pasar unos días conmigo. Nos lo vamos a pasar GENIAL. Ya verás. Vamos a hacer pases de modelos. Ya verás, bonita, ya verás.
Me tengo que ir al instituto. Lucy, llego tarde. De hecho, me voy. Papá, lo siento, pero me voy sin Lucy. ¿Papá? La llevas tú, ¿vale? A mí no me da tiempo. ¿Papá? ¡Papá! Bueno, pues eso, que me voy. Adiós. Me estoy yendo, eh… Estoy abriendo la puerta… Oh, por el amor de Dios. ¡¡¡LUCY, VEN AQUÍ YAAAAAAA!!!
¡Oh, Dios Mío! ¿Pero qué has hecho? ¿¡QUÉ HA PASADO AQUÍ!? Creo que me voy a desmayar ahora mismo. Madre del cielo. Uy, qué mal me encuentro… anda, tráeme algo de beber. ¿Agua? No, no… ¿tenéis vodka? ¿Sí? Vale, gracias.
¿Me puedo levantar ya? Porfi porfi porfi… Jo. ¡¡Pero si ya no estoy malo!! ¡Que no! Mira, tócame la frente. ¿Está caliente? No. Está fría. Congelada. Está congelada… congelada. Muerta. Muerto. Yo… no estoy enfermo. Muerto. Eso sí.
¡Corre! No llegaremos a tiempo. Es imposible. Nos cogerán. Ya verás, nos van a coger. Vale, tranquilidad… pero tú corre, eh… No, no, no pares. Si paras nos cogerán. Tú corre. Simplemente corre. Todo va a ir bien. Tú corre. Eres rápido. Corre.
Me llamo Colocilia. Soy de Noquiernande. Todas las mujeres de mi familia se llaman Colocilia. Es, digamos, el nombre de mi familia. Los hombres se llaman Cadaninio… bueno, menos mi primo, él se llama Candadadio. Es un nombre un poco raro, pero a mi tía le gustaba. Yo empiezo aquí mi historia, en Noquiernande, y no sé dónde acabará. Allá vamos.
Mamá, no. No. Espera, escúchame. No, no. Espera. Sí, pero ¿te puedes callar un momento? Gracias. Vale, el caso es que Marta y yo pensábamos quedar mañana por la tarde. ¿A qué hora? Pues sobre las seis o las siete, supongo. ¿Eso qué más da, una hora más que una menos? Vale, mamá. A las seis y media. ¿Que qué vamos a hacer? Pues no sé, charlar, supongo. ¿Dónde? Quedaremos en casa y daremos una vuelta, digo yo… ¿Eh? Mamá, que no. Pero… escucha. Mamá… esc… ¡VALE, DÉJALO!
Entro en la habitación oscura en silencio. No se oye ni mi respiración. Cojo a la chica por el pelo y, sin hacer ruido, lo embadurno todo entero de crema depilatoria. Después salgo de la habitación en silencio de nuevo y cojo un cuchillo. Vuelvo a entrar y me quedo mirando a la pobre Lala. Qué mala soy. Me acerco a ella y con el cuchillo le corto las uñas de toda una mano. Sigo con la otra y con las de los pies. Después me voy con sumo sigilo. Nadie sabrá que he sido yo y ella tendrá que suicidarse. Soy feliz. Muy feliz.
Hola. ¿Qué tal? Jajajaja, yo también. Bueno, ¿qué te trae por aquí esta vez? Oh. Sí, lo recuerdo. Vale, eh… déjame que piense… sí, creo que está aquí. Toma. Estos son los papeles que buscan. Recuerda, si te los llevas ahora, no podrás devolverlos nunca. No, no. Si te los llevas, te los quedas, que muchos problemas me han traído a mí. No. Lo siento. Vale, bien. Pues ya nos veremos. Jajajaja, estoy seguro de que sí. Ya verás. Hasta pronto, Sean, hasta pronto.
Chon chon, soy elefante. Chon chon, aquí llego. Chon chon, a comerme al ratoncito. Chon chon, que me asusta con ingenio.
No… no es una palabra muy bella y útil. No te quiero. No me gusta el queso. No me apetece ir a tu casa. No. NO. Yo soy no. Yo soy… yo no soy nada. Yo soy no. No soy nada. Yo soy nada, soy no. Pero soy. Soy no.
Pistola del calibre 34, eh… Buena pistola. Yo que tú la escondería bien. Te la quitarán… si te encuentran. Si nos encuentran. Bueno, eso te da igual, ¿no? Tú ya eres hombre muerto. Porque esos no perdonan. Ja, no perdonan, no. Así perdí la pierna. Creyendo que perdonaban. No. No perdonan. Nunca perdonan.
¿Te crees listo? Sí que te crees listo. Ese es tu problema. Que te crees muy listo. Y en realidad no lo eres. Eres más que listo. Eres un genio. Mejor que Mozart. Bueno, no. Hasta ahí no llegas. Todavía. Ya verás cuando te enseñe del todo. Ya verás.
Hola. Me llamo Luis. Soy de Bilbao. Tengo cuarenta años. Soy físico espacial de la NASA. Creo que he matado a alguien. Bueno, no. En realidad no sé para qué llamaba. En fin. Adiós.
Matemáticas. Esa horrible asignatura. Esa monstruosa ciencia. Esas temibles operaciones. Esos milagrosos números. Eso.
Canta. Habla. Sonríe. Llora. Haz algo. Lo que sea. Por favor, haz cualquier cosa. Pero sé feliz. Muy feliz. Incluso después de que muera. Venga. Sonríeme. Y ahora… FOTOOOOOOOO.
Bueno, no sé… tal vez no sea eso lo importante. Es que no sé si lo importante es eso. O tal vez sí que lo sé. Pero no sé si estoy segura. No sé si… la verdad es que… no estoy segura de que lo más importante para ti es lo más importante para mí. No sé. Lo siento.
Sí. Sí a todo lo que me digas. ¿Paté? Sí. ¿Azúcar? Sí. ¿Vómito frito con hojaldre? Buf… sí. Todo. Sí. Si me necesitas llámame, ¿vale? Sí. Sí. Sí. A ti te digo: Sí.
Eres una princesita muy guapa, ¿sabes? Eres una princesita preciosa. Tus papás deben estar muy contentos, ¿no? Seguro que sí. Me alegro de que hayas venido a pasar unos días conmigo. Nos lo vamos a pasar GENIAL. Ya verás. Vamos a hacer pases de modelos. Ya verás, bonita, ya verás.
Me tengo que ir al instituto. Lucy, llego tarde. De hecho, me voy. Papá, lo siento, pero me voy sin Lucy. ¿Papá? La llevas tú, ¿vale? A mí no me da tiempo. ¿Papá? ¡Papá! Bueno, pues eso, que me voy. Adiós. Me estoy yendo, eh… Estoy abriendo la puerta… Oh, por el amor de Dios. ¡¡¡LUCY, VEN AQUÍ YAAAAAAA!!!
¡Oh, Dios Mío! ¿Pero qué has hecho? ¿¡QUÉ HA PASADO AQUÍ!? Creo que me voy a desmayar ahora mismo. Madre del cielo. Uy, qué mal me encuentro… anda, tráeme algo de beber. ¿Agua? No, no… ¿tenéis vodka? ¿Sí? Vale, gracias.
¿Me puedo levantar ya? Porfi porfi porfi… Jo. ¡¡Pero si ya no estoy malo!! ¡Que no! Mira, tócame la frente. ¿Está caliente? No. Está fría. Congelada. Está congelada… congelada. Muerta. Muerto. Yo… no estoy enfermo. Muerto. Eso sí.
¡Corre! No llegaremos a tiempo. Es imposible. Nos cogerán. Ya verás, nos van a coger. Vale, tranquilidad… pero tú corre, eh… No, no, no pares. Si paras nos cogerán. Tú corre. Simplemente corre. Todo va a ir bien. Tú corre. Eres rápido. Corre.
Me llamo Colocilia. Soy de Noquiernande. Todas las mujeres de mi familia se llaman Colocilia. Es, digamos, el nombre de mi familia. Los hombres se llaman Cadaninio… bueno, menos mi primo, él se llama Candadadio. Es un nombre un poco raro, pero a mi tía le gustaba. Yo empiezo aquí mi historia, en Noquiernande, y no sé dónde acabará. Allá vamos.
Mamá, no. No. Espera, escúchame. No, no. Espera. Sí, pero ¿te puedes callar un momento? Gracias. Vale, el caso es que Marta y yo pensábamos quedar mañana por la tarde. ¿A qué hora? Pues sobre las seis o las siete, supongo. ¿Eso qué más da, una hora más que una menos? Vale, mamá. A las seis y media. ¿Que qué vamos a hacer? Pues no sé, charlar, supongo. ¿Dónde? Quedaremos en casa y daremos una vuelta, digo yo… ¿Eh? Mamá, que no. Pero… escucha. Mamá… esc… ¡VALE, DÉJALO!
Entro en la habitación oscura en silencio. No se oye ni mi respiración. Cojo a la chica por el pelo y, sin hacer ruido, lo embadurno todo entero de crema depilatoria. Después salgo de la habitación en silencio de nuevo y cojo un cuchillo. Vuelvo a entrar y me quedo mirando a la pobre Lala. Qué mala soy. Me acerco a ella y con el cuchillo le corto las uñas de toda una mano. Sigo con la otra y con las de los pies. Después me voy con sumo sigilo. Nadie sabrá que he sido yo y ella tendrá que suicidarse. Soy feliz. Muy feliz.
Hola. ¿Qué tal? Jajajaja, yo también. Bueno, ¿qué te trae por aquí esta vez? Oh. Sí, lo recuerdo. Vale, eh… déjame que piense… sí, creo que está aquí. Toma. Estos son los papeles que buscan. Recuerda, si te los llevas ahora, no podrás devolverlos nunca. No, no. Si te los llevas, te los quedas, que muchos problemas me han traído a mí. No. Lo siento. Vale, bien. Pues ya nos veremos. Jajajaja, estoy seguro de que sí. Ya verás. Hasta pronto, Sean, hasta pronto.
Chon chon, soy elefante. Chon chon, aquí llego. Chon chon, a comerme al ratoncito. Chon chon, que me asusta con ingenio.
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Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/02/2012 a las 11:02 | {1}