En la risa de los bebés parece darse siempre la primera risa. En sus risas se encuentra el principio del placer.
En la mirada que se vela un poco (sólo un poco) y en esa veladura se intuye el agradecimiento, se encuentra la belleza y la sociedad de los hombres buenos.
En una comida entre amigos bajo una mimosa que deja caer, a merced del viento, sus extrañas hojas, se genera un bienestar que me atrevería a afirmar que es eterno, que viaja a la velocidad de la luz hacia otras galaxias, hacia otros espacios, quizás incluso llegue una brizna, mimosa, hasta Butang.
En el abrazo de mi madre el sábado por la tarde, recojo un amor que he olvidado demasiadas veces.
Y cuando Julio nos regala la brisa.
Y cuando las manos se buscan una vez y otra y luego se juntan las bocas. Se juntan. Se juntan. Labio y labio.
Cae la tarde.
Llega la noche.
La hermosa noche de techos altos y cuerpo suyo y cuerpo mío.
El abrazo. Los silencios.
Emocionarse es vivir el presente, saber que el presente lo es todo. No hay nada más allá. El presente es, realmente, infinito.
Así se lo transmite mi hermano Antonio a nuestro sobrino Nicolás.
Así me lo transmite mi cuñada Pilar cuando estamos en la cocina de la casa de mi madre y me aconseja, con la verdad, la solución de un error mío.
Entonces siento la vida cerca. La siento en mí.
Ayer volví a casa.
En la mirada que se vela un poco (sólo un poco) y en esa veladura se intuye el agradecimiento, se encuentra la belleza y la sociedad de los hombres buenos.
En una comida entre amigos bajo una mimosa que deja caer, a merced del viento, sus extrañas hojas, se genera un bienestar que me atrevería a afirmar que es eterno, que viaja a la velocidad de la luz hacia otras galaxias, hacia otros espacios, quizás incluso llegue una brizna, mimosa, hasta Butang.
En el abrazo de mi madre el sábado por la tarde, recojo un amor que he olvidado demasiadas veces.
Y cuando Julio nos regala la brisa.
Y cuando las manos se buscan una vez y otra y luego se juntan las bocas. Se juntan. Se juntan. Labio y labio.
Cae la tarde.
Llega la noche.
La hermosa noche de techos altos y cuerpo suyo y cuerpo mío.
El abrazo. Los silencios.
Emocionarse es vivir el presente, saber que el presente lo es todo. No hay nada más allá. El presente es, realmente, infinito.
Así se lo transmite mi hermano Antonio a nuestro sobrino Nicolás.
Así me lo transmite mi cuñada Pilar cuando estamos en la cocina de la casa de mi madre y me aconseja, con la verdad, la solución de un error mío.
Entonces siento la vida cerca. La siento en mí.
Ayer volví a casa.
9 am: Desoigo la llamada y miro como si no estuviera la fachada de ladrillo y el perfil, discreto, de una terraza. Si quisieras, pienso. Si quisieras, mi amada desconocida. Desconocida de pecho. Desconocida de espalda. Desconocida de vientre. Desconocida de muslo. Desconocida de mente. Desconocida de tiempo.
9,30 am: El gozo de la masturbación no llega a emplearse a fondo. No el velero. No el marinero. No esa lengua larga que atraviesa la ensenada y se pierde entre rizos y arena. La montaña se alza, es cierto. También lo es, pienso, la almohada y la grieta abierta en el pie entre un paso y la desacostumbrada fantasía de mano y lodo.
9,45 am: Nostalgia de la distancia.
9,47 am: Al levantarme estoy desnudo y el sol apuntala en mi pezón izquierdo un capricho que es un brillo, que es un resto de supernova, que es la ceniza, que es el recordatario, que es la piedad, que es la santidad tan semejante entre los ascetas hindúes y los cristianos mendicantes, que es un recuerdo de la señorita mística Gunon y ese capricho resuena en mi pezón y lo contrae a lo ancho y lo aplana a lo alto.
10-10,32 am: Café. Leche. Fragonia. Polen. Aire. Muertos siempre muertos siempre muertos siempre muertos. La noticia de los muertos. Muertos. Muertos. Muertos. Así hasta 78 veces. Aroma de cigarrillo. Excreción. Lectura. Satisfacción. Limpieza. La mañana. Beber. Beber. Inhalar. Siento en mis manos la caducidad de esos muertos. Hasta 78 veces lo siento. Y acudo, humilde, a un libro abierto sobre la mesa de cristal. No me gusta la mesa de cristal. Quisiera que fuera del material del que pensaban los griegos que era el sustrato del universo. Abro una puerta. Toco unas sábanas que están colgadas no de cualquier manera, no, no de cualquier manera. Me lo digo hasta setenta y ocho veces. Como las 78 muertes. La muerte. La
10,33-11,15 am: Pantalones cortos. Mis piernas asimétricas. Mis hermosas compañeras. Mi singularidad coja mostrada a las hiedras, a las abejas, al murete que divide lo privado de lo público, a mi perro, a mi estirpe, a las montañas lejanas, al deseo, a su mano, a las cicatrices de los otros, a la decisión, a las zapatillas azules, a la senda hecha ya muchas veces, a la sombra del ciprés que aún no es alargada, a la vuelta de la esquina, al sol que cae a fuego y sonríe con ínfulas de caramelo, a la sombra, a la niña, al abuelo, al que teme la diferencia y mira mis piernas como si fueran tierras vírgenes, salvajes, llenas de animales peligrosos, piernas como ponzoña, piernas como avisperos de piernas, piernas caníbales, piernas del infierno.
11,20-11,59 am: Yo te diré, querida, que el tiempo te mostrará la levedad. Morir muriendo es volverse leve. Yo te diré, querida L., una nube. Sólo eso. Imagina: me acerco a tu oreja y despacito, como llega la calma en la vejez, te digo: Nube. Y me quedo callado, tan cerca de tu lóbulo. Como pasmado de la gravedad de la carne y las yemas de los lunes. ¿No es cierto? pienso entre pepino, tomates, ajos, cebollas, patatas, pimientos rojos, aguacate, ensaladas, zanahorias, helados, bonito, acelgas, uvas, vinos, yogures, bolsas para perros, papel de cocina, Pienso entre avellanas y aceitunas y zumos y estropajos, decirte muy bajito mientras aspiro el aroma del lóbulo de tu oreja, decirte, digo: Nube.
12 pm: ¡Cómo pesa el sustento!
9,30 am: El gozo de la masturbación no llega a emplearse a fondo. No el velero. No el marinero. No esa lengua larga que atraviesa la ensenada y se pierde entre rizos y arena. La montaña se alza, es cierto. También lo es, pienso, la almohada y la grieta abierta en el pie entre un paso y la desacostumbrada fantasía de mano y lodo.
9,45 am: Nostalgia de la distancia.
9,47 am: Al levantarme estoy desnudo y el sol apuntala en mi pezón izquierdo un capricho que es un brillo, que es un resto de supernova, que es la ceniza, que es el recordatario, que es la piedad, que es la santidad tan semejante entre los ascetas hindúes y los cristianos mendicantes, que es un recuerdo de la señorita mística Gunon y ese capricho resuena en mi pezón y lo contrae a lo ancho y lo aplana a lo alto.
10-10,32 am: Café. Leche. Fragonia. Polen. Aire. Muertos siempre muertos siempre muertos siempre muertos. La noticia de los muertos. Muertos. Muertos. Muertos. Así hasta 78 veces. Aroma de cigarrillo. Excreción. Lectura. Satisfacción. Limpieza. La mañana. Beber. Beber. Inhalar. Siento en mis manos la caducidad de esos muertos. Hasta 78 veces lo siento. Y acudo, humilde, a un libro abierto sobre la mesa de cristal. No me gusta la mesa de cristal. Quisiera que fuera del material del que pensaban los griegos que era el sustrato del universo. Abro una puerta. Toco unas sábanas que están colgadas no de cualquier manera, no, no de cualquier manera. Me lo digo hasta setenta y ocho veces. Como las 78 muertes. La muerte. La
10,33-11,15 am: Pantalones cortos. Mis piernas asimétricas. Mis hermosas compañeras. Mi singularidad coja mostrada a las hiedras, a las abejas, al murete que divide lo privado de lo público, a mi perro, a mi estirpe, a las montañas lejanas, al deseo, a su mano, a las cicatrices de los otros, a la decisión, a las zapatillas azules, a la senda hecha ya muchas veces, a la sombra del ciprés que aún no es alargada, a la vuelta de la esquina, al sol que cae a fuego y sonríe con ínfulas de caramelo, a la sombra, a la niña, al abuelo, al que teme la diferencia y mira mis piernas como si fueran tierras vírgenes, salvajes, llenas de animales peligrosos, piernas como ponzoña, piernas como avisperos de piernas, piernas caníbales, piernas del infierno.
11,20-11,59 am: Yo te diré, querida, que el tiempo te mostrará la levedad. Morir muriendo es volverse leve. Yo te diré, querida L., una nube. Sólo eso. Imagina: me acerco a tu oreja y despacito, como llega la calma en la vejez, te digo: Nube. Y me quedo callado, tan cerca de tu lóbulo. Como pasmado de la gravedad de la carne y las yemas de los lunes. ¿No es cierto? pienso entre pepino, tomates, ajos, cebollas, patatas, pimientos rojos, aguacate, ensaladas, zanahorias, helados, bonito, acelgas, uvas, vinos, yogures, bolsas para perros, papel de cocina, Pienso entre avellanas y aceitunas y zumos y estropajos, decirte muy bajito mientras aspiro el aroma del lóbulo de tu oreja, decirte, digo: Nube.
12 pm: ¡Cómo pesa el sustento!
Le dijeron: En Antioquía.
Allí los túmulos. La carne de cordero.
O una llama.
Me dije: ¿Es el mar sin mar? ¿es posible el mar sin mar? En la carretera. Los brillos.
Te dijiste: No me hagas daño. No te haga daño. Nadie te puede hacer daño. Nadie me puede hacer daño. Dammage. Herida. La anticipación. El invierno de nuestra desventura (el invierno de Ricardo III). Yo nunca -te dijiste- podría hacerte daño. Porque el daño... Porque el sueño... Porque la niebla... Si quisiera tomarte la mano no sería para molerte los huesos... Si quisiera morderte los labios no sería para arrancarte la carne... Si quisiera penetrar en ti no sería para horadarte las entrañas y...
Os dijeron: Lejos la casa.
Nos dijeron: Se os ve como la turbamulta en una pausa, justo antes de que se desencadene el asalto al palacio cuando en las escalinatas los soldados aguardan aterrados el fin de la paz y la ausencia de trinos desmoronan los recuerdos de un tiempo amable. Amable el canto del cuclilllo. Amable la voz canora del mirlo. Amable la no presencia del hurón. Amable el escarbar del perro en la arena de por la mañana bajo un cielo cubierto y tras él el mar y ante él la verdura de una colina suave como el pie cuidado, suave como la uña pintada, suave como el canto de. Nos dijeron la calma y unas palabras en inglés. Nos dijeron la vida es bella ya verás cómo a pesar de los pesares... (José Agustín Goytisolo).
Ellos dijeron: La camisa.
¿Dónde el mar sin mar? ¿La dulce sed de la sal?
Me dije: Reconoceré un día mi... Reconoceré que nunca supe y que la... Reconoceré que la vida siempre, siempre...
Le dijeron: La vista lejos. Así no caerás. Y ahora vístete con el vestido verde. Con el vestido verde. Con el vestido verde.
Nos dijeron: La boca. Abrid la boca.
Allí los túmulos. La carne de cordero.
O una llama.
Me dije: ¿Es el mar sin mar? ¿es posible el mar sin mar? En la carretera. Los brillos.
Te dijiste: No me hagas daño. No te haga daño. Nadie te puede hacer daño. Nadie me puede hacer daño. Dammage. Herida. La anticipación. El invierno de nuestra desventura (el invierno de Ricardo III). Yo nunca -te dijiste- podría hacerte daño. Porque el daño... Porque el sueño... Porque la niebla... Si quisiera tomarte la mano no sería para molerte los huesos... Si quisiera morderte los labios no sería para arrancarte la carne... Si quisiera penetrar en ti no sería para horadarte las entrañas y...
Os dijeron: Lejos la casa.
Nos dijeron: Se os ve como la turbamulta en una pausa, justo antes de que se desencadene el asalto al palacio cuando en las escalinatas los soldados aguardan aterrados el fin de la paz y la ausencia de trinos desmoronan los recuerdos de un tiempo amable. Amable el canto del cuclilllo. Amable la voz canora del mirlo. Amable la no presencia del hurón. Amable el escarbar del perro en la arena de por la mañana bajo un cielo cubierto y tras él el mar y ante él la verdura de una colina suave como el pie cuidado, suave como la uña pintada, suave como el canto de. Nos dijeron la calma y unas palabras en inglés. Nos dijeron la vida es bella ya verás cómo a pesar de los pesares... (José Agustín Goytisolo).
Ellos dijeron: La camisa.
¿Dónde el mar sin mar? ¿La dulce sed de la sal?
Me dije: Reconoceré un día mi... Reconoceré que nunca supe y que la... Reconoceré que la vida siempre, siempre...
Le dijeron: La vista lejos. Así no caerás. Y ahora vístete con el vestido verde. Con el vestido verde. Con el vestido verde.
Nos dijeron: La boca. Abrid la boca.
0.1a ¿Qué es la tarde?
0.1b ¿Ese apagarse? ¿Ese dolerse? ¿La leve?
1.1a Siendo voluntad de una Voluntad. Siendo fenómeno de una esencia (no esencia).
1.1b Lo fenoménico me lleva a tu boca.
1.1c Hay una previsión que alberga la idea de que los seres humanos (y por lo tanto toda especie) puedan vivir vidas de cuatro cifras. Quizás entonces, sólo entonces, la humanidad cambie.
1.1d Mientras vivamos vidas tan cortas un hombre será siempre el primer hombre (Camus) y por lo tanto no tendrá el suficiente espacio/tiempo para crecer.
2.1a ¿Cómo se puede educar a un niño si nos desconocemos a nosotros mismos?
2.1b Seamos humildes y sencillamente acompañemos a los que inician su camino.
0.1c ¿Y la madrugada y esa inquietud que se traduce en miedo?
0.1d ¿Por qué la esperanza se traduce en inquietud?
0.1e Si amaneciera (metafóricamente)
1.1e 1 año luz equivale a 9.5 billones de kilómetros. Las galaxias que se encuentran a 3 millones de años luz (es decir: multiplíquese 3 millones por 9,5 billones para acercanos a los kilómetros de distancia: 28000.000.000.000.000.000. O sea y si no me equivoco con mi pobre aritmética: 28,5 trillones de kilómetros) de la tierra se alejan de nosotros a razón de 75 kilómetros por segundo. Esas cosas hemos aprendido a calcular.
1.1f El universo tiene una edad de 13.000 millones de años. (Lawrence M. Krauss)
2.1c Quizá las grandes magnitudes nos den una medida de nuestra responsabilidad en los asuntos terrestres.
2.1d Si fuéramos conscientes de que muy probablemente la composición de nuestra mano izquierda y de nuestra mano derecha corresponde a explosiones de estrellas distintas (literalmente).
2.1e ¿Miraríamos la vida y tus ojos verdes y la consciencia de estarlos viendo como una sorpresa luminosa en un universo oscuro?
2.1f Sí existen Adán y Eva. Son Big Bang
0.1f La mañana entonces. A tu lado. Un día.
2.1g Ojalá (que traducido quiere decir: Quiéralo Dios)
1.1g Y al final parece que todo quedará demasiado lejos como para poder observarlo.
0.1b ¿Ese apagarse? ¿Ese dolerse? ¿La leve?
1.1a Siendo voluntad de una Voluntad. Siendo fenómeno de una esencia (no esencia).
1.1b Lo fenoménico me lleva a tu boca.
1.1c Hay una previsión que alberga la idea de que los seres humanos (y por lo tanto toda especie) puedan vivir vidas de cuatro cifras. Quizás entonces, sólo entonces, la humanidad cambie.
1.1d Mientras vivamos vidas tan cortas un hombre será siempre el primer hombre (Camus) y por lo tanto no tendrá el suficiente espacio/tiempo para crecer.
2.1a ¿Cómo se puede educar a un niño si nos desconocemos a nosotros mismos?
2.1b Seamos humildes y sencillamente acompañemos a los que inician su camino.
0.1c ¿Y la madrugada y esa inquietud que se traduce en miedo?
0.1d ¿Por qué la esperanza se traduce en inquietud?
0.1e Si amaneciera (metafóricamente)
1.1e 1 año luz equivale a 9.5 billones de kilómetros. Las galaxias que se encuentran a 3 millones de años luz (es decir: multiplíquese 3 millones por 9,5 billones para acercanos a los kilómetros de distancia: 28000.000.000.000.000.000. O sea y si no me equivoco con mi pobre aritmética: 28,5 trillones de kilómetros) de la tierra se alejan de nosotros a razón de 75 kilómetros por segundo. Esas cosas hemos aprendido a calcular.
1.1f El universo tiene una edad de 13.000 millones de años. (Lawrence M. Krauss)
2.1c Quizá las grandes magnitudes nos den una medida de nuestra responsabilidad en los asuntos terrestres.
2.1d Si fuéramos conscientes de que muy probablemente la composición de nuestra mano izquierda y de nuestra mano derecha corresponde a explosiones de estrellas distintas (literalmente).
2.1e ¿Miraríamos la vida y tus ojos verdes y la consciencia de estarlos viendo como una sorpresa luminosa en un universo oscuro?
2.1f Sí existen Adán y Eva. Son Big Bang
0.1f La mañana entonces. A tu lado. Un día.
2.1g Ojalá (que traducido quiere decir: Quiéralo Dios)
1.1g Y al final parece que todo quedará demasiado lejos como para poder observarlo.
Constatemos, eso, sí señor, constatemos; constatemos abiertamente, constatemos con la fuerza de una gravedad menor (energéticamente). Constatemos pues la inexcusable esencia del ser occidental a sentirse culpable. Culpa. ¡Oh, culpa, chúpame la polla! ¡Hazme una buena succión y a ver si así mi leche blanca te alivia esa sobrecarga que llevas como si fueras calva! Constatemos. Hagamos hincapié. No sometamos a veredicto. No esperemos a las mayorías que son siempre cerriles aunque por supuesto respetables en su esencia de oveja. No seamos injustos. No seamos vengativos. Ni esperemos de la Historia una sentencia favorable. La culpa, la culpa, la culpa, la culpa, ¡uhuhuhuhuhuhuhuhuhuhuhu! Bonita Idea (platónicamente hablando. Quiero decir que al igual que hay una quintaesencia de mesa que es LA MESA también habrá LA CULPA, LA CULPA, LA CULPA. Trío. Trinidad. Hebreo. Judío. Cristiano. ¡Qué estrecha es realmente la Tradición Bíblica! Ya lo hemos dicho. Dicho está) esa de la Torre Babel. Que si una torre que llegara hasta el Cielo (Heaven) era una osadía y así Yahvé (o Eloí) dijo (porque en el principio fue el Verbo. Y así nos va) embobado de sí (menudo complejo de inferioridad. Siento adelantarme algunos miles de años al tachar de acomplejado a Yahvé. ¿Hubieran surgido en Freud sus teorías si no hubiera vivido en la Época Victoriana? En fin, anacronismos): Os he de confundir las lenguas y así no os entenderéis y no podréis construir la puta torre (esto en verdad son licencias que me tomo con la literaridad de las Escrituras que aunque más violentas son menos obscenas). De donde resulta que la diversidad de lenguas viene dada por un nuevo castigo divino. Y entonces el hombre occidental busca la expiación y decide encontrar la lengua perfecta, la que nos reconcilie con Dios (ya es Dios) y entonces constatemos, eso, constatemos la pansemiótica cabalística, la lengua perfecta de Dante, el Ars Magna de Ramón Llull, la concordia universal en Nicolás de Cusa, Los Hieroglyphica de Horapolo, Kircher, la lengua mágica de Dee, Bacon, Comenius, Descartes y Mersenne, John Wilkins, la característica y el cálculo, el problema de los primitivos, el pesamiento ciego, Leibniz, la traducción. Constatemos. Constatemos. Y hagamos una pregunta. Lancemos esta pregunta: ¿por qué es perfección la unidad de la lengua e imperfección la diversidad? ¡Puto Platón!
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/07/2013 a las 12:34 | {1}