Te voy a contar un secreto:
me araña el alma la carne
Te voy a contar un secreto:
la tarde
Te voy a contar un secreto:
era un hombre caminando con el violonchelo a la espalda por un paisaje de primavera y parecía que acababa de escampar
Te voy a contar un secreto:
nunca me pierdo desde que, en la alta infancia, me perdí una vez y para siempre
Te voy a contar un secreto:
tengo aspiraciones
Te voy a contar un secreto:
me dan miedo los despachos
Te voy a contar un secreto:
cuando la música queda en alto, sostenida en la dominante, cojo la manta y me envuelvo en ella
Te voy a contar un secreto:
anhelé la simetría
Te voy a contar un secreto:
he echado cuentas con un rotulador verde y entre los números ha nacido la idea de que la luz no la da la bombilla sino la forma de la lámpara
Te voy a contar un secreto:
he vuelto a ver Fresas salvajes
Te voy a contar un secreto:
me gusta estar en movimiento
Te voy a contar un secreto:
jamás he tenido el complejo de Acteón
Te voy a contar un secreto:
he visto en la pintura de Hopper esa soledad de las cosas que no necesita a nadie
Te voy a contar un secreto:
en el cuadro que va a acompañar este poema que no es un poema voy a poner un pie de página que diga: Modelo a contraluz cuando en realidad el título del cuadro es Le cabinet de toilette au canapé rose (Nu a contre-jour)
Te voy a contar un secreto:
echo de menos
Te voy a contar un secreto:
Soy Hugo soy Camila soy Marianela soy Natalia soy Lucas soy Edvard
Te voy a contar un secreto:
las flemas son verdes y el otro día creí ver un puntito rojo, apenas nada
Te voy a contar un secreto:
es cierto que paso más tiempo bajo el chorro caliente del agua
Te voy a contar un secreto:
escucho risas de una niña y el mecanismo oxidado de un columpio
Te voy a contar un secreto:
se mantiene la imagen
Te voy a contar un secreto:
me araña el alma la carne
Te voy a contar un secreto:
la tarde
Te voy a contar un secreto:
era un hombre caminando con el violonchelo a la espalda por un paisaje de primavera y parecía que acababa de escampar
Te voy a contar un secreto:
nunca me pierdo desde que, en la alta infancia, me perdí una vez y para siempre
Te voy a contar un secreto:
tengo aspiraciones
Te voy a contar un secreto:
me dan miedo los despachos
Te voy a contar un secreto:
cuando la música queda en alto, sostenida en la dominante, cojo la manta y me envuelvo en ella
Te voy a contar un secreto:
anhelé la simetría
Te voy a contar un secreto:
he echado cuentas con un rotulador verde y entre los números ha nacido la idea de que la luz no la da la bombilla sino la forma de la lámpara
Te voy a contar un secreto:
he vuelto a ver Fresas salvajes
Te voy a contar un secreto:
me gusta estar en movimiento
Te voy a contar un secreto:
jamás he tenido el complejo de Acteón
Te voy a contar un secreto:
he visto en la pintura de Hopper esa soledad de las cosas que no necesita a nadie
Te voy a contar un secreto:
en el cuadro que va a acompañar este poema que no es un poema voy a poner un pie de página que diga: Modelo a contraluz cuando en realidad el título del cuadro es Le cabinet de toilette au canapé rose (Nu a contre-jour)
Te voy a contar un secreto:
echo de menos
Te voy a contar un secreto:
Soy Hugo soy Camila soy Marianela soy Natalia soy Lucas soy Edvard
Te voy a contar un secreto:
las flemas son verdes y el otro día creí ver un puntito rojo, apenas nada
Te voy a contar un secreto:
es cierto que paso más tiempo bajo el chorro caliente del agua
Te voy a contar un secreto:
escucho risas de una niña y el mecanismo oxidado de un columpio
Te voy a contar un secreto:
se mantiene la imagen
Te voy a contar un secreto:
En esta relativa y absoluta anormalidad normal que estamos viviendo desde hace ya algunos años y no sólo en España sino en el mundo entero, todos los medios de comunicación que he ido leyendo -exceptúo los radicales minoritarios-, escuchando y viendo explican que la abdicación del rey Juan Carlos I es un acto de valentía, de profunda -utilizan todos mucho el término profunda- reflexión y de estrategia. Resulta ahora que el rey se está poniendo al frente de las reformas que necesita este país y el timonel de esas reformas va a ser su hijo que todos coinciden en afirmar que está maravillosamente preparado para hacerlo. Lo curioso es que la monarquía española, en principio, está vacía de poder.
¿Y si Juan Carlos I fuera escombro y si su hijo Felipe fuera que todo cambie para que todo siga igual y si los medios de control de masas estuvieran lanzando todas sus baterías para instalar en nuestros cerebros la verdad absoluta de una verdad y si el mundo se está preparando de nuevo para una conflagración devastadora y si la victoria en tantos países europeos de tendencias totalitarias fuera un aviso para los navegantes que conocen el mar y si la democracia ya no es el sistema al que se aspira y si estamos asistiendo a una vuelta a las condiciones que en la década de los 30 del siglo XX llevaron a donde llevaron y si el miedo es el gran arma que ha acabado devorando a Juan Carlos I y si Juan Carlos I es un cobarde y si su hijo fuera audaz y propusiera un referendum para avalar su ascenso a la categoría de rey y si se instaurara la III República española y si...?
¿Por qué nadie -en los medios de comunicación mayoritarios- duda de los motivos? ¿Por qué nadie alerta de la gama de efectos que pueden darse? ¿Por qué me apena todo lo que está pasando?
Nunca he aceptado que los protagonistas del fin de la dictadura de Franco fueran los que hoy dicen que fueron los protagonistas. El protagonista principal, el que empujó para que todo cambiara, fue ese ente tan difuso y poderoso que se llama PUEBLO. Protagonista viene del griego (pro-agon = a favor de la lucha) y aún con todo esa lucha no ha acabado porque los antagonistas (que también viene del griego: ant-agon = contra la lucha) consiguieron echar frenos por todas partes, pusieron diques que llegan hasta hoy como el dique mediante el cual ninguno de los responsables de la dictadura fuera juzgado... no es momento, ni tengo ganas de recordar tanta basura y tanta engañifa. Sólo afirmo, en contra de tantos y tantos estudiosos que afirman lo contrario, que la relativa destrucción de la dictadura tuvo como actor principal al PUEBLO, que el cambio se produjo desde abajo hacia arriba, que las élites se vieron empujadas por eso que antiguamente se llamó el viento de la historia a aceptar que la democracia era muchísimo mejor para sus negocios (los negocios de todos: los negocios de la Corona, los negocios de los políticos, los negocios de los jueces, los negocios de los negociantes) porque la democracia -lo que se vende como democracia- consiste en hacer ver la relativa y absoluta normalidad de la anormalidad y eso se consigue vendiendo sin parar, a todas horas, en todos los medios, por todos los medios tres conceptos vacíos -como la Corona está vacía de poder- en esencia: Libertad, Ego y Felicidad.
¿Y si Juan Carlos I fuera escombro y si su hijo Felipe fuera que todo cambie para que todo siga igual y si los medios de control de masas estuvieran lanzando todas sus baterías para instalar en nuestros cerebros la verdad absoluta de una verdad y si el mundo se está preparando de nuevo para una conflagración devastadora y si la victoria en tantos países europeos de tendencias totalitarias fuera un aviso para los navegantes que conocen el mar y si la democracia ya no es el sistema al que se aspira y si estamos asistiendo a una vuelta a las condiciones que en la década de los 30 del siglo XX llevaron a donde llevaron y si el miedo es el gran arma que ha acabado devorando a Juan Carlos I y si Juan Carlos I es un cobarde y si su hijo fuera audaz y propusiera un referendum para avalar su ascenso a la categoría de rey y si se instaurara la III República española y si...?
¿Por qué nadie -en los medios de comunicación mayoritarios- duda de los motivos? ¿Por qué nadie alerta de la gama de efectos que pueden darse? ¿Por qué me apena todo lo que está pasando?
Nunca he aceptado que los protagonistas del fin de la dictadura de Franco fueran los que hoy dicen que fueron los protagonistas. El protagonista principal, el que empujó para que todo cambiara, fue ese ente tan difuso y poderoso que se llama PUEBLO. Protagonista viene del griego (pro-agon = a favor de la lucha) y aún con todo esa lucha no ha acabado porque los antagonistas (que también viene del griego: ant-agon = contra la lucha) consiguieron echar frenos por todas partes, pusieron diques que llegan hasta hoy como el dique mediante el cual ninguno de los responsables de la dictadura fuera juzgado... no es momento, ni tengo ganas de recordar tanta basura y tanta engañifa. Sólo afirmo, en contra de tantos y tantos estudiosos que afirman lo contrario, que la relativa destrucción de la dictadura tuvo como actor principal al PUEBLO, que el cambio se produjo desde abajo hacia arriba, que las élites se vieron empujadas por eso que antiguamente se llamó el viento de la historia a aceptar que la democracia era muchísimo mejor para sus negocios (los negocios de todos: los negocios de la Corona, los negocios de los políticos, los negocios de los jueces, los negocios de los negociantes) porque la democracia -lo que se vende como democracia- consiste en hacer ver la relativa y absoluta normalidad de la anormalidad y eso se consigue vendiendo sin parar, a todas horas, en todos los medios, por todos los medios tres conceptos vacíos -como la Corona está vacía de poder- en esencia: Libertad, Ego y Felicidad.
Me voy a permitir en este 1 de junio de 2014 un momento de introspección a partir de mi interés desmesurado por Margarita Porete y su obra Le mirouer de simples âmes anéanties, escrita a finales del siglo XIII. Esta obra de literatura mística, una de las cumbres de la literatura medieval francesa, tuvo como consecuencia para su autora el terminar sus días quemada viva en la hoguera por la Santa Inquisición Católica junto a su libro.
Descubrí a Margarita Porete hace tres días y desde entonces me persigue su figura y su fin. Quizá la busco y la estudio para recrear un personaje femenino en alguna historia que surja de esta cabeza loca a la que le dio por inventar historias y que tuvo la indecencia de pensar que de sus invenciones podría vivir y de esta indecencia y de este pensamiento es milagroso que haya ido viviendo; quizá me interesa por su condición de beguine clergesse es decir por pertenecer a la comunidad de las beguinas, un grupo de mujeres que se dedicaban al cuidado de enfermos, la beneficencia, la caridad y la enseñanza sin pertenecer a orden monacal ninguna, que solían vivir en casas comunales o en grupos de dos o tres mujeres, que no tenían una abadesa -aunque más tarde una de ellas fuera nombrada como Grande Demoiselle o directora de la comunidad- como parece ser que fue la más famosa de entre todas ellas Hadewichj d'Anvers la cual también escribió poemas místicos en neerlandés y que pudo ser faro y guía de Margarita como también lo pudo ser la también escritora y beguina Beatriz de Nazaret. Además de beguina, Margarita era clergesse, es decir, experta en clerecía, o sea una mujer culta, al modo en que lo fue un siglo antes Hildebrand von Bingen una de las personas más cultas, refinadas y sabias del siglo XII europeo; quizá me interesa Margarita Porete por lo poco que se sabe de su vida y lo mucho que se especula con ella y también y quizá porque me resulta curioso y me gustaría saber si Teresa de Ávila, la mística española, conoció a sus antecesoras y más cuando he descubierto que las propiedades de las beguinas, tras varios intentos de varios Papas a lo largo de los siglos XIV y XV de usufructuarlos a favor de su Iglesia, se las entregaron al fin a la orden carmelita y como se sabe carmelita era Teresa de Ávila.
No he leído entero El espejo de las simples almas anonadadas -ya os digo, hace tres días que conozco a Margarita-, más bien rastreo lo que se sabe de ella y una de las extrañezas que provoca esta mujer es que pudiera hacer varias copias de su manuscrito. En el siglo XIII la imprenta aún no existe y hacer un libro era muy, muy caro, se escribía sobre pergamino y el pergamino se fabricaba a partir de la piel de la oveja -¿Cuántas hojas de pergamino se podían sacar de la piel de una oveja?-, además había que fabricar la tinta, también muy costosa y por último había que encargar la escritura a un copista; aún así se sabe que en determinado momento había hasta cinco copias de su libro. La conjetura que mejor se abre paso es que la propia Margarita era copista; ella misma copiaba sus manuscritos y se los pagaba con lo que ganaba escribiendo para otros. Sólo es una conjetura.
Margarita Porete buscaba llegar a Dios por la llamada vía negativa o contemplativa y no tuvo ningún reparo sino que fue decisión suya, enviar su manuscrito al obispo de Cambrai, Gui de Colmieu, y éste lo tacha de hereje y condena a Margarita a que deje de escribir. Los procesos de la Santa Inquisición eran muy previsibles: primero se condenaba a una pena relativamente benigna pero si el condenado reincidía -se le llamaba relapso- la condena adquiría tintes infernales. Margarita no cejó en su tarea de beguina y mística y desoyó las amenazas de los, a la postre, sus verdugos: obispos, grandes teólogos de la Sorbona y demás ralea y de nuevo fue presa por la Inquisición, se le aplicó la tortura de la pera (un instrumento que consistía en introducirlo en las cavidades del cuerpo humano y por medio de una rueda, se abría dentro de la cavidad, hasta dilatarla de tal forma que provocaba espantosos dolores y secuelas incurables). Aún así Margarita no se desdijo de sus escritos y no habló para admitir sus errores; de hecho estuvo un año en las celdas de la Santa Inquisición Católica en completo silencio hasta que el 1 de junio de 1310 (juro que no sabía que había sido un 1 de junio, como hoy, ¡benditas casualidades!) en la Plaçe de Gréve, en el corazón de París, las llamas consumieron el cuerpo vivo de esta poeta magnífica, esta mujer buena, de un cristianismo de Cristo, que defendía que la Iglesia no tenía por qué ser el único vehículo para llegar a Dios.
Extracto del Prólogo de Margarita Porete en su Espejo de las simples almas anonadadas.
Texto inspirado por la fotografía de Joan Vilatobà del mismo título.
Con la sobriedad propia de los pobres intentará preguntar, ¿En qué lugar te encontraré? Por lo alto de la montaña en la que se mantiene el nevero y, si las temperaturas no se vuelven extrañas, así será durante todo el verano o si habrá de bajar al valle y recorrer la ribera junto al río que ahora corre caudaloso y que al avanzar hacia agosto se irá quedando seco con pozas como oasis.
¿En qué lugar? exclama con la mirada clavada en el cielo como siempre hacen los que dejaron de creer en los dioses totémicos y comenzaron a ver en lo etéreo y cambiante del aire la mano -o la llaga- de un dios; ¿en qué lugar? se repite mientras mira: la nube que pasa, el ave que cruza, el polen que viaja, la abeja que zumba, la luz; ¿en qué lugar, niña, en qué lugar podré tomar tu mano y mirarte, como hacíamos al caer la tarde, los ojos glaucos como los de la diosa MInerva, mientras contábamos las almendras en el almendro y el perro negro y blanco movía el rabo lleno de vida y amistad?
Con la sobriedad propia del triste intentará adivinar la dirección y dejará como inútil, encima del viejo escritorio, la Rosa de los Vientos o la brújula que sólo sirven para marcar direcciones del espacio y nada más; "y nada más. Tú que ya no estás, que por algún sedimento humano te has escurrido para ver, por primera vez, el Infierno y su pasaje, ese túnel de paredes húmedas que huele a lejanía y a olvido; tú y tu melena undosa; tú y el mar".
Preciso apoyará el cayado en la tierra hasta ayer seca; no se sacudirá los restos de cal que han quedado en sus pantalones ni evitará que una mariquita se traslade en su hombro hasta no se sabe dónde; mirará al frente y es muy posible que se otorgue -aunque él crea que es un dios quien lo concede- el vacío en su mente y así durante un largo trecho nada piense, sólo mire la flor de la jara y del dondiego, sólo huela lo que esas flores regalan, sólo escuche el canto del mirlo y el de la paloma torcaz y la bronca voz que el dios del que hablamos le puso a la urraca, sólo sienta en su piel el frío que sí hace, sólo guste en su boca el sabor de la última almendra y así -sólo sentidos- se irá alejando por el camino que le llevará hasta la bifurcación donde habrá de decidir si sube a la montaña o desciende al valle, sabiendo, eso sí, que la pregunta no tendrá respuesta en ninguno de los dos paisajes.
¿En qué lugar? exclama con la mirada clavada en el cielo como siempre hacen los que dejaron de creer en los dioses totémicos y comenzaron a ver en lo etéreo y cambiante del aire la mano -o la llaga- de un dios; ¿en qué lugar? se repite mientras mira: la nube que pasa, el ave que cruza, el polen que viaja, la abeja que zumba, la luz; ¿en qué lugar, niña, en qué lugar podré tomar tu mano y mirarte, como hacíamos al caer la tarde, los ojos glaucos como los de la diosa MInerva, mientras contábamos las almendras en el almendro y el perro negro y blanco movía el rabo lleno de vida y amistad?
Con la sobriedad propia del triste intentará adivinar la dirección y dejará como inútil, encima del viejo escritorio, la Rosa de los Vientos o la brújula que sólo sirven para marcar direcciones del espacio y nada más; "y nada más. Tú que ya no estás, que por algún sedimento humano te has escurrido para ver, por primera vez, el Infierno y su pasaje, ese túnel de paredes húmedas que huele a lejanía y a olvido; tú y tu melena undosa; tú y el mar".
Preciso apoyará el cayado en la tierra hasta ayer seca; no se sacudirá los restos de cal que han quedado en sus pantalones ni evitará que una mariquita se traslade en su hombro hasta no se sabe dónde; mirará al frente y es muy posible que se otorgue -aunque él crea que es un dios quien lo concede- el vacío en su mente y así durante un largo trecho nada piense, sólo mire la flor de la jara y del dondiego, sólo huela lo que esas flores regalan, sólo escuche el canto del mirlo y el de la paloma torcaz y la bronca voz que el dios del que hablamos le puso a la urraca, sólo sienta en su piel el frío que sí hace, sólo guste en su boca el sabor de la última almendra y así -sólo sentidos- se irá alejando por el camino que le llevará hasta la bifurcación donde habrá de decidir si sube a la montaña o desciende al valle, sabiendo, eso sí, que la pregunta no tendrá respuesta en ninguno de los dos paisajes.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/06/2014 a las 18:45 | {0}