Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
En el día de hoy ha vuelto a sonar el cinabrio.
Ciertamente -masculla la princesa Cinchona para sí- el caprimulgo anda muy desmejorado y el cápulo sabía a podrido.
Se puso el capuchón y se dejó capturar.
Arde la arena. La arena que se emplea corrientemente como nombre colectivo genérico, pero también en plural designan las de cierto lugar, Las arenas del desierto; Las arenas del Sil. Porque al fin y al cabo qué es la arena sino partículas disgregadas de rocas.
Amán pidió el moro al entregar su cimitarra.
Amar que también es amigo, amistad, enemigo.
No desafinaré.
¿Cómo hacer? No sé. Pienso, respiro, me aseo. Vivo que no es poco.
¿Qué es dabitis?
Pitpit.
El más importante de los dialectos rumanos.
O dallar.
O dalaga que es, en Filipinas, una mujer joven.
Y me pongo a escribir pero sin ninguna intención trascendente. Para mí escribir no es más que barrer una calle o poner un ladrillo.
¿Qué es la daguilla?
¿Qué es el dadaísmo?
Dafne sí sé, fue la hija del río Peneo y primera mujer en la que se fijó Apolo cuando fue desterrado del cielo. Desdeñado por ella, la persiguió y la alcanzó... (el final).
¿Qué es el dactilión?, Yo, yo te respondo, es un aparato que se colocaba en el teclado de los pianos para contribuir a que el principiante adquiriera agilidad y seguridad en los dedos. Bien, bien, gracias.
No cometeré el escarnio como si fuera un cómitre. No me dejaré alcanzar por la Common Wealth así nadie me podrá llamar comisionista.
¡Cominillo, cominillo
no atosigues comme il faut!
Era -ideó la princesa Cinchona- un astro formado por un núcleo poco denso y acompañado por una larga cola de materia muy difusa; describía una órbita excéntrica y sólo era vista cuando se aproximaba al sol. Sólo entonces.
Silencio.
Capa aguadera; capa del cielo; (fogonadura); capa consistorial; capa geológica; capa magna; capa pluvial; papagayo; baño; barniz; a la capa; andar de capa caída; cantidad pagada al capitán de un barco mercante que se hace constar en la poliza de fletamiento.
Cañí era.
Cañiheria.
Swietenia mahoganis
Cañihueco.
Raíz común a la palabra griega "kephalé" y a las latinas "caput", "capillus" y "cappa"... etimología conexa... relación que la... película, piel, estrato, tertel, yacimiento, brochadura, fiador, capingo, capotillo, capea.
Uña de la gran bestia, de alguna forma aguijada, de alguna forma besucada, muy sabrosa, pajel, abedul, en Guatemala o como en Guatemala se ve Betelgeuse, brillante, con arras. Besarse entonces, causándose desperfecto, por ejemplo dos panes o dos vasijas en el horno. Era una tira que se ponía como adorno en los vestidos de mujer alrededor del pecho, hombros y espalda. Lo llamaré berta.
Dijo, Tenía flores moniocas en amento y frutos en forma de sámara o de aquenio, protegido a veces por una cúpula. Por una cúpula protegido, por una cúpula.
¡Reteñirlo! ¡Dadle brillo!
Era bietense.
Ordenó la princesa,  Capialzadme ese arco y alcanzaréis un nombre antiguo de cierta prenda del traje femenino.
Clarea.
Me engañaba con Sofía. Era mi mejor amiga. Mi amiga de toda la vida.
Roto en fragmentos.
Clauquillar.
Grupo. Inferior. Productor. Paria. Gleba. De chicha. Y nabo. Hoy no hay clase formada por las personas que viven de un trabajo no manual... Fumarse. Aula. Hacer fuchina. Entonces uno es más consciente de su propia desesperación. Siervo, Nevó durante todo el día pero aprovechamos un claro para salir... Distribuir el establo. Distribuir el cuadrado impresiona, también esa familia... esa descripción.
Si yo te dijera que cuaderna es la cuarta parte de alguna cosa o si te susurrara, quédamente, Tres poleas colocadas paralelamente dentro de la misma armadura. Si fuera más allá, mucho más allá y me atreviera a decirte, Eran vecinos de los marcomanos.
¡Añazme! y no me anules como si dijéramos (los dos a la vez) Infirmar, Proscribir, Rescindir, Deshacer, Aviar, Encarnar, Cansado, Maltrecho, más de su misma materia, amenazar, semejantes, persona pública, cualquier cosa, anumerar o figura de forma de anillo.
Ánulo.
Siempre tienes algo guardándolo dentro de ti. ¿Qué sabes tú de mi soledad? No sabes nada de mí.
Conforme.
Aña. Aña seca.
Vizcaya.
Anzuelo.
Añil.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/05/2015 a las 14:07 | Comentarios {0}


Maduración de la roca 02. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Maduración de la roca 02. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Se deja ir. Ha estado en una azotea (la han solado con listones de madera de barco y un linóleo que sugería la pobreza del mármol). Ha querido cortarse la cabeza (ser al mismo tiempo verdugo y cuello; ser al mismo tiempo brazos que levantan el hacha y manos que se crispan en la espalda; ser a un mismo tiempo decisión de sueldo y terror a lo nuevo); desnuda se ha mostrado al mundo y ha descubierto sus costillas como si fueran cuadernas de nave, olear de su cabello, hombros que han cedido a la gravedad); se ha entregado con la boca abierta, sin nada que decir mientras escuchaba a una señorita muy premiada sin nada que decir, sin nada que leer, degustando un poquito de una sopa fría cuyo nombre prefiere no recordar (y al hacerlo se ha manchado la blusa y se ha cariacontecido porque sus playeras están sucias y cuando se ha sentado ha escondido las playeras sucias de la manera más torpe que se conozca); sabe que no podrá; sabe que ésta no es su batalla; se encamina hacia el último recodo; siente la civilización que le parte la espalda (la cultura del esfuerzo, ella que es tan vaga; la cultura de la venta, ella que no vende nada; la cultura del nombre, ella que no se llama; la cultura del yo, ella que no se llama; la cultura de siempre; la cultura de siempre; la que ella se ha representado desde niña); entrega su bastón de mando; se muestra delgada, sin hambre, sin talla; se entrega para lo que bien quieran; falta en su ánimo el alma del mundo; esta queja también le sobra; lo sabe bien sólo que hoy se ha caído varias veces y anoche entró en el sueño con la derrota; en este lugar del mundo donde la derrota es un fracaso; en este lugar del mundo donde no llueve; ayer estaba nerviosa; se dejaba ir por los vaivenes de una sentencia que se dictó antes de que ella fuera culpable; antes de tener conciencia de ellos; soberbia en su desnudez; orgullosa de su mente; perezosa como pocas acepta el envite y cae de rodillas y susurra (aunque lentamente vaya alzando la voz hasta llegar a un sucedáneo de reproche), Bien sabéis que habéis dejado de interesarme. No llego a alcanzar la medida de vuestras decisiones. No sé por qué una azotea está solada con madera de barco. No sé por qué mi desnudez os causa hastío. No sé por qué mis uñas han crecido hasta parecer una caricatura de la mano de Pantagruel. No sé por qué me siento tan ajena. No sé cuándo surgió la letanía que ahora me permito. No quisiera que me rodearais. Hay al fondo del cielo una nebulosa roja. No sé cuánto me queda. No sé por qué os echo tanto de menos. Tanto, tanto de menos. No sé por qué mi representación del  mundo es tan dura, tan alcalina. No sé si yo misma me he ido desdibujando. He venido. y eso es algo, me digo. A la vuelta reconozco que la curva cerrada me ha sugerido acelerar.
Ha mordido el anzuelo. Ha luchado con él. El pantano está verdoso. Sus aguas calmadas muestran la suciedad. Se ha detenido en la gran roca. Se ha quitado el vestido y la ropa interior. Se ha abierto entera. El poco viento calmaba el ansia. Ha cerrado los ojos. Ha mantenido el equilibrio. Es verdad que ha lagrimacido. Y sonreído. Sabe que nada es cierto. Sabe que está haciendo el pavo. Sabe que es una quejica. Sabe que todo podría ser mucho más difícil. Sabe que esa inapetencia es terror. Sabe que tendría que ponerse en marcha. Sabe que la roca acabará siendo arena. Sabe que viajamos muy rápido. Sabe que nunca entendió el mundo de las medidas. Sabe que un abrazo fuerte calma de inmediato la respiración. Sabe que las personas solas se pasan más tiempo debajo del chorro caliente cuando se duchan. Sabe que la masturbación es en sí. Sabe que sonreír mueve muchos músculos. Sabe que el verano es inevitable. Sabe que no tiene derecho. Sabe que no entiende el quid pro quo. Sabe que no tiene la mundología de los mundólogos. Sabe que no es posible. Y así con todos esos conocimientos se mantiene quieta y desnuda con la ropa a sus pies. Se vistió entera de blanco por la mañana (era el amanacer. Su gata ronroneaba a sus pies. La miró antes de irse con la severa mirada de las gatas que aman a sus compañeras. Anduvo los primeros centenares de metros con oscuridad. Sabía dónde estaba. Conocía casi cada piedra. No se lamentaba. Estaba limpia. Sólo que no tenía razón. No iba a ser capaz de decir...) y caminó descalza y se cortó y en la gran roca su sangre deriva hacia la hierba. Y eso es bueno, piensa. Y siento no haber sabido, piensa. Y aquí me quedo, piensa.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/05/2015 a las 13:02 | Comentarios {0}


Ha sido -piensa Dido- el último intento. Hay en la especie humana una amalgama que no crea aleaciones sino más bien lodo (como tan bien lo vio Isidre Nonell con su particular forma de mezclar sobre el lienzo lo que los demás pintores suelen hacer en la paleta). No es venial el odio como tampoco lo es la manipulación que con la idea de dios se ejerce sobre los hombres. Hay mucha basura que aventar (claudicada por la edad del sentido griego de entusiasmo, apenas creo que se avente una poca basura que luego volverá a caer sobre los hombros de los más desfavorecidos) y mucha lógica de las cosas que aplicar a nuestros propios días. Soy -sigue razonando Dido- un simple agobio que respira. Apenas me siento con fuerza para rebatir lo que es de por sí evidente. No podría más que repetir un par de veces una misma idea y a partir de entonces callar hasta quedar sonriente como la Piedad muestra su dolor ante el Cristo yacente.  Soy -piensa Dido- un eslabón débil. Me corresponde por lo tanto caer en la nieve, morir fría. Me gustaría que hubiera tras el horizonte una atalaya desde donde contemplar el devenir de los siglos o para constatar la inmovilidad que preveo en las cuitas de los hombres o para solazarme con sus imprevisiones y giros. Hay en mí, desatenta en lo cotidiano, un pulso que me lleva a estudiar las mareas y los confines. Y veo, porque en mi posición está el verlo, el azote de nuestra vanidad en nuestros lomos.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/05/2015 a las 13:11 | Comentarios {0}


Distorsión 01. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Distorsión 01. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
La tarde se había detenido en una palabra: intolerancia.
La noche derivó en los silencios que ya no eran cotidianos.
Por la mañana sonó un mensaje que resultó no ser el esperado.
En el paseo la respiración apaciguó la espera.
Hubiera querido ser el halcón que sobrevoló su cabeza. También la pelota roja. Y un arbusto.
Se revolvió en su asiento.
Miró la mañana.
Terminaba mayo.
Se metió bajo la cama y escuchó.
Había polvo.
No derramó nada.
Le dolía el tobillo derecho. Había hecho un esfuerzo. Lo notaban sus músculos (los de la espalda ante todo). Las nubes que lamen las cimas de las montañas por la mañana, hoy no estaban. La brisa sí. Una lagartija sí. Muchas hormigas sí. Muchas moscas sí.
A pesar de todo, se decía, no hay pesar más intenso... no lo hay.
Recordó el rostro de su anciana y su labor constante: cribar lentejas; quitarle la hebra a la vaina de las judías; freir patatas; planchar la ropa (casi toda blanca); quejarse del tiempo mayúsculo de la Intolerancia; ponerse el abrigo; el suburbano una vez más.
Quiso sentirse íntegro.
Quiso saberse a salvo.
Tenía las uñas sucias y había tropezado.
Y ahora, en el silencio, sabe que no hay pesar más intenso y por asociación se deja e imagina una carabela, sus tres palos, una bandera.
No hay mucho más tras la puerta, piensa.
Dicen que volverán las aguas, piensa.
El pesar le lleva a apretar las mandíbulas.
Se ha sentido joven. Le incumbe.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2015 a las 12:18 | Comentarios {0}


Ruido. Fotografía de Olmo Z Agosto 2015
Ruido. Fotografía de Olmo Z Agosto 2015
¡Andurriales! ¡Andurriales! Me quemé la minga. Desparramé lágrimas. Y las faldas se levantaron justo tras las ortigas. ¡A las armas! ¡Desnudas las varices! No, no me arrepiento. Seguiré desnuda con los cojones colgando. Hay en el prado una mentira morada y dicen los aldeanos que se retuercen las vides. Yo no lo sé. Sólo salto a la comba. Unas veces del derecho y otras veces del revés. Mil años. Una docena. Porque me levanté con el miedo en los ijares y sentí las bridas metiéndoseme por las grupas como alfileres muy pequeños que pincharan mis médulas. No digas más veces alto. No sosiegues a las caballerías. Llegaré en el carro más tarde y te convenceré de que siendo viejo llevo bragas. No me avergüenza. Ni siquiera cuando en la roca alta me detengo; levanto mis faldas; bajo mis bragas; cuelgan mis huevos y cago a mis anchas mientras por el camino los romeros entonan unas loas a no sé qué puñetero dios al que le deben todo. Yo no no me avergüenzo. Lo repito. Porque nací sin sesgo y me mordí las uñas. Porque estoy dispuesta a poner el culo para que el caballo fiero me penetre entera. Yo no me caí de yegua. Yo no recogí abono de comadreja. Yo no escupí sangre. Yo no me sentí linda. Soy un viejo, nada más. Soy un viejo que sueña con la alfombra de un sha. Soy un viejo que mea a horcajadas. Soy una niña que se cepilla como si fueran los pelos hilos de seda en el telar. Y mis barbas las afeito. Y mi pecho lo refuerzo con algodoncillos como es tierna la melena de los buzos. Y me sosiega la esperma. Y me sosiega la última balada del poeta vagabundo. Y duermo como una bendita las noches de tormenta, a campo abierto, abiertas las piernas por si un rayo misericordioso cayera en mis pelotas y las fulminara para siempre entre abrojos y ojos de ternero. No arriendo la ganancia porque nada gané y cuando se me caen los dientes alabo la bendita figura del universo que es panza de burro alrededor de eje de un mundo. De cualquier mundo, de cualquiera. No alardeo. No me enervo cuando pasan los días sin alimento y reconozco mi miedo a la lluvia mansa y a las fieras insecto que son las dueñas de todo lo que creemos nuestro. Ven a mí, cariño, que me ha tocado la pedrea y la he guardado en el refajo, lejos de miradas discretas que son las más rijosas de cuantas caigan sobre ti. Porque no puedo creer en las obras de los hombres. Porque entendí la importancia de Napoleon y vomité durante años. Millones dijo una que me tocaba los huevos y extrañada se repetía mientras me enseñaba a otros, Pero si es un niña y miradla que par de testículos, llenitos, llenitos de simiente. ¿Dónde está la tierra para ser preñada? ¿Qué tierra tiene la vagina lo suficientemente grande como para albergar tal río de lefa? ¿Qué río no se haría con los líquidos de esta criatura? Así iba yo ufana, con mi barba de días, mi falda floreada, mi atroz ronquera. Dormía en pajares. Venían los mozos. Me tomaban y sentían asco. Me apedrearon. Me abrieron la crisma. Sentí la muerte que entraba por la frente. Y al dejarme ir volvía de nuevo. Sé que me dirás que no he conocido las neveras, ni sé nada del gas. Sé que tendrás muy buenas razones para azotarme. Azótame. Desángrame. Sácame las tripas. Ponme una compresa. Atiende mi fiebre. Arráncame la cabeza. Sé atronador. Sé inclemente. Dime que te rece. Dime que te adore. Hazme caer de hinojos. Pasa un hisopo por sobre mi testuz. Desencalla mi voz. Desnuda mi espalda. Latígame. Más. Más. Que me corro. Que soy manatial de vida mezclado en sangre. Que soy roca. Que me mareo. Que caigo en la espesura. Que me pudro por dentro. Que estoy sediento de crema de güisqui. Que te cantaré unas soleá con mi voz de princesa. Sin guisante. Ni un ladrillo sentirían mis riñones. Mis riñones hembra. Mi barba macho. Cabrón. Piojoso. Abandonadme. Porque no sabéis cómo, cómo y aquí estoy abierta de piernas con los cojones colgando. Amarilla por dentro. Con ganas de saltar. Me robaron la comba. Haré un patín y volaré por el camino de piedras, el que lleva al Leteo y al olvidarme de mí seré por fin quien era. No conseguiréis atarme a la cama. No valdrán de nada esos barrotes. La cárcel es sólo para cobardes. El verdadero peligro está en la calle. Yo te lo digo que soy viejo y llevo trenzas; que me hago llamar Paulina cuando llega junio y justo al empezar noviembre me nombro Estela y cuando cae abril me hundo en mí.  Decídselo a todos. Yo me voy a la cueva a mirar la sombra porque la verdad no existe y mi cabeza está a punto de estallar. ¡Al alba, lucero, al alba!

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/05/2015 a las 12:28 | Comentarios {0}


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